Introducción
Vivimos en un tiempo caracterizado por profundos debates sobre la identidad humana. Entre los más desafiantes se encuentra el tema de la identidad de género, especialmente cuando se aborda desde la cosmovisión bíblica. Como creyentes que valoramos la autoridad de las Escrituras y al mismo tiempo interactuamos con el mundo académico y social, nos enfrentamos a una responsabilidad ética: Sostener una visión coherente con el mensaje de Dios, sin ignorar las complejidades humanas descritas por las ciencias sociales.
La cosmovisión bíblica: Fundamento de la comprensión del ser humano
Desde la perspectiva bíblica, creemos que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). Esta afirmación no solo es teológica, sino también antropológica. Dios creó al ser humano varón y hembra, y esa diferencia sexual es parte del diseño divino. No es una construcción cultural ni una imposición social, sino una expresión del propósito creador.
El concepto de cosmovisión nos permite integrar las distintas áreas del saber bajo la autoridad de la Biblia. Desde esta perspectiva, entendemos que:
- La sexualidad humana es un don divino.
- La diferenciación sexual tiene raíces biológicas y espirituales.
- El pecado ha distorsionado las expresiones de identidad y sexualidad.
- El evangelio ofrece restauración, dignidad y propósito a cada persona, sin importar su situación o historia.
La identidad sexual desde las ciencias sociales
En el campo de las ciencias sociales, los términos “sexo”, “género” e “identidad de género” son cuidadosamente diferenciados:
- Sexo biológico: Características físicas y genéticas con las que una persona nace.
- Género: Roles, comportamientos y normas sociales asociadas a ser hombre o mujer.
- Identidad de género: Experiencia interna y subjetiva de ser hombre, mujer, ambos, ninguno o algo distinto.
Este marco ha sido clave para visibilizar experiencias de personas que no se identifican con su sexo biológico, conocidas como personas transgénero o no binarias. Si bien estas categorías han generado mayor inclusión, también han despertado intensas polémicas éticas, especialmente dentro del cristianismo.
Ética cristiana y responsabilidad moral
La ética cristiana parte de la revelación bíblica como norma objetiva para el discernimiento moral. Esta ética no se basa en el consenso cultural, sino en los principios bíblicos de justicia, amor y verdad revelados en la Biblia.
La identidad de género, en este contexto, se convierte en un desafío pastoral, educativo y teológico. La iglesia está llamada a:
- Proclamar la verdad bíblica sobre la creación del ser humano.
- Acompañar con compasión a quienes experimentan disforia de género o identidad diversa.
- Promover entornos de restauración espiritual y comunitaria.
Diseño original y consecuencias del pecado
Según el relato bíblico de la creación en Génesis 1 y 2 presenta un diseño armónico: el ser humano, en su dualidad sexual, refleja el carácter de Dios. El pecado, introducido en Génesis 3, no solo fractura la relación con Dios, sino que distorsiona todas las dimensiones humanas, incluida la sexualidad.
Desde entonces, el mundo está marcado por la caída, y sus consecuencias afectan la percepción del cuerpo, el género, y la identidad. Esta condición caída no debe ser motivo de condena, sino de esperanza redentora, porque en Cristo, toda persona puede encontrar restauración.
Jesús y la dignidad humana
Jesucristo, durante su ministerio, afirmó el valor incondicional del ser humano. Dialogó con marginados, acogió a los excluidos y ofreció una nueva identidad basada en el Reino de Dios (Juan 4; Lucas 19). Este ejemplo nos guía a tratar a las personas con amor.
El enfoque bíblico no es el de imponer, sino el de invitar a vivir una identidad reconciliada con el propósito divino. No basta con denunciar el error; es necesario mostrar el camino de la verdad y la vida en Jesús.
Teología del cuerpo y del género
Desde la teología bíblica del cuerpo, el cuerpo humano no es una simple envoltura ni un elemento accidental. Es parte integral del ser. El apóstol Pablo declara: “¿No sabéis qué vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (1 Corintios 6:19). Esto implica:
- Valor intrínseco del cuerpo creado por Dios.
- Responsabilidad ética hacia el cuidado del cuerpo.
- Incompatibilidad entre ciertas intervenciones quirúrgicas o hormonales y la voluntad divina (cuando buscan negar el sexo biológico).
- Necesidad de discernimiento espiritual ante las influencias ideológicas contemporáneas.
Desafíos de la ideología de género
La llamada ideología de género, entendida como la visión que considera el género completamente desvinculado del sexo biológico, representa un desafío ético y teológico. Esta visión plantea que la identidad puede ser elegida libremente, lo cual entra en conflicto con el concepto bíblico de creación con propósito.
Desde la cosmovisión adventista, debemos alertar sobre los siguientes peligros:
- Relativismo moral: al desligar la identidad de cualquier referencia objetiva.
- Destrucción de la familia: al redefinir los roles y estructuras tradicionales.
- Confusión educativa: cuando se imparten enseñanzas contrarias al diseño bíblico en escuelas y medios.
La familia como espacio formativo de la identidad
La familia, según el diseño bíblico, es la institución primordial donde se forma la identidad sexual y espiritual del ser humano. La complementariedad entre hombre y mujer en el matrimonio provee el contexto ideal para:
- Educar en la verdad.
- Modelar roles saludables.
- Fortalecer la autoestima desde una perspectiva bíblica.
En un mundo donde la familia está bajo ataque, debemos defender su valor con argumentos sólidos y con el testimonio de hogares que reflejan el amor de Cristo.
Acompañamiento pastoral a personas con disforia de género
El amor cristiano no permite el desprecio ni el rechazo. La iglesia está llamada a brindar acompañamiento espiritual y emocional a quienes experimentan incongruencias entre su sexo biológico y su percepción de género.
Esto incluye:
- Escuchar con empatía.
- Brindar orientación bíblica clara.
- Promover espacios de oración, discipulado y restauración.
- Incluir a profesionales adventistas en salud mental y teología para procesos integrales.
La esperanza del evangelio para todos
En Cristo, todo ser humano puede ser transformado. La identidad más profunda no está en lo que sentimos, sino en quiénes somos en Cristo. La Biblia declara: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
La iglesia adventista proclama un mensaje de esperanza, verdad y gracia. No rechazamos a las personas; rechazamos el pecado. Invitamos a todos a una vida abundante, en libertad y obediencia a Dios.
Educación sexual integral desde la cosmovisión bíblica
La educación sexual cristiana debe comenzar desde la niñez, en la familia y la iglesia. Esta formación debe incluir:
- Conocimiento del cuerpo desde la creación.
- Comprensión de los roles según el diseño divino.
- Prevención del abuso y de ideologías distorsionadas.
- Formación del carácter conforme a Cristo.
Conclusión
Nos encontramos ante un escenario complejo, donde se entrecruzan la teología, la psicología, la sociología y la experiencia humana. Desde la cosmovisión adventista, afirmamos que:
- La identidad de género debe ser comprendida a la luz de la Palabra de Dios.
- La ética cristiana demanda fidelidad a la verdad bíblica y compasión hacia todos.
- La misión de la iglesia es proclamar el evangelio restaurador de Cristo, que transforma corazones, mentes e identidades.
Frente a los desafíos contemporáneos, reafirmamos nuestra confianza en la revelación divina, nuestro compromiso con la dignidad humana y nuestra esperanza en la redención completa de todas las cosas.
Referencias bibliográficas
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