Con amor y misericordia Dios buscó a Sus criaturas que habían caído, con
la pregunta: “¿Dónde estás tú?”.
Esta pregunta comprueba dos cosas: que el hombre estaba perdido y que Dios
había venido a buscarlo. Era prueba del pecado del hombre y de la gracia de
Dios. Dios toma la iniciativa en la salvación, demostrando Su amor,
precisamente la cualidad que Satanás había usado para que Eva dudara.[2]
“¿Dónde
estás tú?” Esta es la primera pregunta que Dios le dirigió a Adán después de la
transgresión. El Señor no ignora el lugar donde Adán se había ocultado. Pero le
hizo la pregunta para hacerle reconocer su miserable y desesperada condición.
3.- Ilustración: En su
autobiografía, Farid od-Din Attar (1136-1229), uno de los mayores poetas
persas, escribió: “Durante treinta años anduve en busca de Dios. Cuando al cabo
de aquellos años abrí los ojos, me di cuenta que era él quien me buscaba”.
4.-
Aplicación:
Jesús ilustró su gran empeño en buscar y salvar lo perdido con la parábola de
la oveja perdida: “Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre
de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa
y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” (Luc
15:3,4).
La
oveja, al escoger su propio camino, se extravía. Desorientada, no sabe cómo
retornar a su aprisco. Conociendo su desesperada situación, el buen pastor
inicia la búsqueda. No se desanima, no regatea esfuerzos y no mide el cansancio
en su afán por encontrarla. Persevera “hasta alcanzarla”.
La
oveja extraviada representa al pecador, a ti y a mí. Así como la oveja es
incapaz de retornar al aprisco, así también el hombre es incapaz de retorna a
Dios por sí mismo. "... no hay quien entienda, no quien busque a Dios..." (Rom 3:10-12).
Si acaso nos sentimos extraviados, vagando por los valles y abismos oscuros de pecado, lejos de Dios y de sus bendiciones, recordemos esta consoladora verdad: Dios nos está buscando; él desea salvarnos.
Si acaso nos sentimos extraviados, vagando por los valles y abismos oscuros de pecado, lejos de Dios y de sus bendiciones, recordemos esta consoladora verdad: Dios nos está buscando; él desea salvarnos.
Pr.
Wilbert Maluquish