1.
Lección:
Las mujeres de fe
merecen honor por su servicio a Dios y a los demás.
2.
Texto:
Rom. 16:1-4, 12 “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la
iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y
que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha
ayudado a muchos, y a mí mismo.
Saludad a Priscila y a
Aquila,(A) mis colaboradores en
Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy
gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.
Saludad a Trifena y a
Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual
ha trabajado mucho en el Señor.
3.
Ilustración:
En 1946, cuando el
ejército de los EE.UU. develó su computadora de 30 toneladas llamada ENIAC
(siglas en inglés para Integrador y Computador Numérico Electrónico), dos
hombres llamados John Mauchly y J. Presper Eckert recibieron todo el crédito.
Pero fueron seis mujeres tras bastidores las que hicieron funcionar la
computadora.
Antes de que Mauchly y
Eckert subieran a la plataforma para demostrar a ENIAC, las mujeres habían
programado la compleja máquina. En ese momento no recibieron reconocimiento
alguno, pero los historiadores hoy quieren darles el crédito debido.
4.
Aplicación:
A menudo a las mujeres no se les reconoce por sus
logros y contribuciones. Y tristemente, eso también sucede en la Iglesia. Pero
en Romanos 16 tenemos un ejemplo de la importancia de honrar a las mujeres que
sirven fielmente. Pablo alabó a Febe porque había «ayudado a muchos y aun a mí
mismo» (vv.1-2). Ensalzó a Priscila y a su esposo Aquila, los cuales
arriesgaron su vida por el bien de Pablo (vv.3-4). Trifena y Trifosa eran
«obreras del Señor» y Pérsida «ha trabajado mucho en el Señor» (v.12). Pablo
mencionó al menos ocho mujeres por las cuales sentía un gran aprecio.
Pr. Wilbert Maluquish