Introducción
El capítulo 17 del libro del Apocalipsis constituye uno de los pasajes más densos y simbólicos del texto profético. Su mensaje, aunque revestido de imágenes vívidas y complejas, representa una advertencia divina y una revelación trascendental respecto a los acontecimientos del tiempo del fin. En el enfoque teológico adventista, este capítulo está íntimamente relacionado con el conflicto cósmico entre el bien y el mal, tal como se desarrolla a lo largo de las Escrituras.
El simbolismo de la mujer ramera: Babilonia religiosa
En Apocalipsis 17:1-6, se describe a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, vestida de púrpura y escarlata, adornada con oro y piedras preciosas, teniendo en su mano una copa llena de abominaciones. Esta mujer es identificada en el versículo 5 como "Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra".
Desde la perspectiva adventista, esta figura representa un sistema religioso corrupto que ha abandonado la fidelidad a Dios. El uso de la palabra "ramera" implica infidelidad espiritual, un concepto ampliamente desarrollado en los escritos proféticos del Antiguo Testamento (Jeremías 3:1-9; Ezequiel 16; Oseas 1-3). Babilonia simboliza, en este contexto, un poder religioso apóstata que actúa en oposición al verdadero pueblo de Dios.
El teólogo adventista Ángel Manuel Rodríguez (2002) señala que:
"Babilonia representa no solamente a Roma papal, sino a un sistema de alianzas religiosas y políticas que buscarán imponer la adoración falsa y perseguir a los fieles del Altísimo" (Rodríguez, 2002, p. 113).
Esta interpretación no se limita al catolicismo romano, sino que se extiende a todo sistema que persista en la apostasía y la unión ilícita con los poderes del Estado para perseguir al pueblo de Dios.
La bestia escarlata: Poder político al servicio de la falsa religión
La bestia de siete cabezas y diez cuernos sobre la cual se sienta la mujer representa un poder político que colabora con el sistema religioso corrupto. En términos proféticos, la bestia es un símbolo recurrente de los imperios o sistemas políticos que actúan en contra de los propósitos divinos (Daniel 7:17, 23).
El texto afirma que esta bestia "era, y no es, y está para subir del abismo" (Apoc. 17:8), lo cual, desde la óptica adventista, alude a un poder político mundial que revive con fuerza al final de los tiempos para imponer una agenda contraria a los mandamientos de Dios.
En este sentido, Doukhan (2002) argumenta que:
"El simbolismo de la bestia que sube del abismo se refiere al resurgimiento de un poder secular y hostil, en coalición con el sistema religioso apóstata representado por la gran ramera" (Doukhan, 2002, p. 228).
Este poder es global, ejerce una autoridad intimidante y establece una unión ilícita entre iglesia y estado, lo que lleva a la persecución final de los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús (Apoc. 12:17).
Las siete cabezas: Reinos históricos y fases del poder
Apocalipsis 17:9-10 proporciona una clave importante: “Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes”. La interpretación adventista reconoce una dimensión histórica y progresiva en este simbolismo.
Los siete montes han sido tradicionalmente asociados con Roma (la ciudad de las siete colinas), lo cual refuerza la identificación del poder papal como parte del sistema simbólico descrito. Sin embargo, desde la perspectiva historicista, estos montes también representan etapas sucesivas de poder político-religioso que han oprimido al pueblo de Dios a lo largo de la historia:
- Egipto
- Asiria
- Babilonia
- Medo-Persia
- Grecia
- Roma pagana
- Roma papal (la que es)
El “octavo” que es de los siete, y va a la perdición (Apoc. 17:11), se interpreta como una forma final del poder papal resurgido con apoyo global, bajo el liderazgo de la segunda bestia de Apocalipsis 13, identificada por los adventistas como el protestantismo apóstata en los Estados Unidos de América (White, 1911).
Los diez cuernos: Poder y coalición universal en el tiempo del fin
Los diez cuernos son mencionados como "diez reyes que aún no han recibido reino, pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia" (Ap. 17:12). Esto sugiere una coalición temporal de poderes políticos, unidos bajo un propósito común: la destrucción del pueblo de Dios y la imposición de un sistema de adoración falso.
Los intérpretes adventistas contemporáneos ven en esta figura una alusión a la globalización del poder político y económico, en el que diversas naciones ceden su autoridad a un ente supranacional liderado por la bestia.
Samuele Bacchiocchi (1997) describe esta alianza como:
"Una configuración mundial donde la política, la economía y la religión se amalgaman en una estructura totalitaria que impone la adoración impía y persigue la disidencia espiritual" (Bacchiocchi, 1997, p. 311).
La duración breve ("una hora") indica que este dominio será limitado, pues será interrumpido por el juicio divino.
La destrucción de Babilonia: Juicio contra la apostasía y restauración divina
En Apocalipsis 17:16-18 se declara la destrucción de la gran ramera por parte de los mismos poderes con los que se había aliado. Esto demuestra el carácter autodestructivo del sistema apóstata y el cumplimiento del juicio divino.
Los cuernos y la bestia aborrecerán a la ramera, la despojarán, la devorarán y la quemarán con fuego. Esta escena dramática simboliza el desenmascaramiento del sistema falso, la pérdida de confianza en el liderazgo religioso corrupto y la intervención final de Dios en justicia.
Este juicio anticipa el clímax del gran conflicto, en el cual Cristo se manifiesta como el verdadero Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 17:14), acompañado por sus fieles, los llamados, escogidos y fieles.
Implicaciones escatológicas y eclesiológicas para el pueblo remanente
Desde la interpretación adventista, el mensaje de Apocalipsis 17 representa una advertencia urgente para el remanente fiel, llamado a no participar de los pecados de Babilonia (Apoc. 18:4). La fidelidad a Dios implica una ruptura con los sistemas apóstatas, una vida en santidad y una proclamación profética del mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14:6-12).
La comprensión de estos símbolos no es meramente académica; es parte del llamado misionero y escatológico que Dios confía a su pueblo en el tiempo del fin. Como afirma White (1911):
“El mensaje de Apocalipsis 17 es una advertencia clara para todos los que viven en los últimos días, para que reconozcan los peligros del compromiso con sistemas religiosos corruptos y permanezcan firmes en la verdad del evangelio eterno” (White, 1911, p. 602).
Conclusión
Apocalipsis 17 no es simplemente una descripción simbólica del mal, sino un llamado divino al discernimiento espiritual y a la fidelidad absoluta a Jesucristo. La bestia de siete cabezas y diez cuernos, junto a la gran ramera, representa el pico de la rebelión humana contra Dios, pero también señala el inminente juicio y la vindicación del pueblo fiel.
En un mundo donde las líneas entre religión y política se desdibujan, los creyentes adventistas somos llamados a proclamar la verdad con valentía, denunciando el pecado, invitando al arrepentimiento y anunciando el pronto regreso de nuestro Señor.
Referencias bibliográficas
- Bacchiocchi, S. (1997). End-Time Issues and the Three Angels’ Messages. Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives.
- Doukhan, J. (2002). Secrets of Revelation: The Apocalypse Through Hebrew Eyes. Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association.
- Rodríguez, A. M. (2002). Interpretación profética en Apocalipsis 17. Journal of Adventist Theological Studies, 13(2), 105-121.
- White, E. G. (1911). El conflicto de los siglos. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.
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