martes, 17 de junio de 2025

El cuarto ángel, la caída de Babilonia y el imperativo: "Salid de ella, pueblo mío" (Apocalipsis 18)

Introducción

En el marco de la teología apocalíptica adventista, el mensaje del cuarto ángel que aparece en Apocalipsis 18 constituye una proclamación escatológica de vital importancia. Este mensaje amplifica el segundo mensaje angélico de Apocalipsis 14:8 y actúa como una advertencia final a la humanidad antes del cierre del tiempo de gracia. La expresión solemne “¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!” no solo denuncia la corrupción espiritual del sistema babilónico, sino que también prepara el terreno para el llamado urgente e imperativo: "Salid de ella, pueblo mío" (Ap 18:4). Este breve artículo propone una exégesis teológica y profética de este pasaje, articulada desde una cosmovisión adventista comprometida con la verdad bíblica y sustentada en estudios académicos de alta rigurosidad.

La identidad del cuarto ángel en Apocalipsis 18:1-5

La aparición de un cuarto ángel "descendiendo del cielo con gran poder" (Apoc 18:1) simboliza una intervención divina decisiva en la historia de la salvación. A diferencia de los tres primeros ángeles de Apocalipsis 14, este ángel se describe con una autoridad extraordinaria, y su resplandor ilumina toda la tierra. Según Damsteegt (2019), este resplandor representa la revelación final de la gloria de Dios mediante un pueblo que refleja plenamente su carácter (cf. 2 Co 3:18).

“La gloria del cuarto ángel es una representación del derramamiento de la lluvia tardía del Espíritu Santo sobre los fieles que proclaman el mensaje final” (Damsteegt, 2019, p. 213).

Este ángel no reemplaza a los tres anteriores, sino que los refuerza, especialmente el segundo mensaje que ya había anunciado la caída de Babilonia (Apoc 14:8), pero que ahora es intensificado con mayor urgencia y claridad. Se trata de una triple proclamación profética: Babilonia ha caído, su culpa es evidente ante Dios, y el llamado al pueblo fiel es inmediato.

La caída de Babilonia: Sistema religioso y económico anticristiano

Babilonia: Símbolo de confusión religiosa

El término “Babilonia” es entendido en la interpretación adventista como un símbolo profético de la apostasía religiosa en los últimos días. Esta figura representa no solo a la Iglesia de Roma, sino también a todas las denominaciones cristianas que han rechazado verdades fundamentales de las Escrituras (Knight, 2020). En este contexto, Babilonia es una estructura eclesiástica que ha corrompido la verdad al unirse al poder político y secular, repitiendo el modelo histórico de adulterio espiritual que caracterizó a Israel en el Antiguo Testamento.

“Babilonia es el sistema religioso que ha transgredido el pacto de fidelidad con Dios al adoptar doctrinas humanas y rechazar el testimonio profético” (Knight, 2020, p. 145).

Corrupción moral y comercio de almas

Apocalipsis 18 describe con precisión el sistema babilónico como una estructura que comercia con bienes, personas y conciencias. Esta dimensión económica y mercantilista de la religión ha sido motivo de profundos análisis en la literatura adventista.

“El comercio en Apocalipsis 18 no es meramente económico, sino simbólicamente espiritual: Babilonia trafica con la verdad, vendiendo indulgencias, manipulando conciencias y promoviendo un falso evangelio” (Du Preez, 2021, p. 339).

Este sistema es acusado de fornicación con los reyes de la tierra, una clara alusión a la alianza entre religión y política, condenada en la escatología bíblica.

“Salid de ella, pueblo mío”: Un imperativo escatológico

La urgencia del llamado divino

El llamado en Apocalipsis 18:4 —"Salid de ella, pueblo mío"— constituye uno de los imperativos más enérgicos e inequívocos de toda la Escritura profética. Este llamado no es nuevo; encuentra su eco en la exhortación de Jeremías: "Huid de Babilonia, salvaos cada uno su vida" (Jer 51:6). La cosmovisión adventista entiende este mandato como un llamado espiritual a separarse de la apostasía y de cualquier sistema que niegue la soberanía de Cristo.

“Dios todavía tiene un pueblo dentro de Babilonia espiritual. El llamado a salir es una extensión de su misericordia y del juicio inminente” (Pfandl, 2017, p. 282).

Una separación basada en la verdad bíblica

El llamado a salir no es una invitación al fanatismo o al aislamiento, sino a una reforma teológica profunda basada en la fidelidad a los mandamientos de Dios y a la fe de Jesús (Ap 14:12). Los fieles son llamados a desligarse no solo de doctrinas falsas, sino también de estructuras que promueven la idolatría, el sincretismo y la injusticia social.

“Salir de Babilonia implica entrar en una nueva experiencia espiritual caracterizada por la adoración en espíritu y verdad (Jn 4:23)” (Rodríguez, 2018, p. 198).

La relación con los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14

La proclamación del cuarto ángel se entiende como el clímax del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14:6-12. Estos mensajes, piedra angular de la misión adventista, contienen una secuencia de advertencias, juicios y promesas:

  1. El Primer Mensaje: Adorad al Creador, Cristo Jesús.
  2. El Segundo Mensaje: Babilonia ha caído, Satanás está derrotado.
  3. El Tercer Mensaje: No adoréis a la bestia ni recibáis su marca, es tiempo de tomar decisiones.

El cuarto mensaje es la culminación profética que da voz y poder final al clamor celestial, justo antes de que se cierre la puerta de la gracia. En este sentido, el pueblo adventista es llamado a ser el instrumento humano que proclame esta verdad con poder pentecostal (White, 1911/2010).

“El mensaje del cuarto ángel será dado con gran poder y acompañado por manifestaciones del Espíritu de Dios semejantes a las del Pentecostés” (White, 2010, p. 605).

Implicaciones para la iglesia remanente en el tiempo del fin

Un llamado a la pureza y la misión

Desde una perspectiva eclesiológica, este mensaje representa una purificación interna y una expansión misional externa. La iglesia remanente no puede cumplir su misión profética si está contaminada por los errores de Babilonia.

“La misión remanente incluye la proclamación del mensaje escatológico, pero también exige coherencia doctrinal, santidad de vida y unidad en la verdad” (Reid, 2020, p. 366).

La lluvia tardía y el clamor final

El mensaje del cuarto ángel se manifestará plenamente durante el derramamiento de la lluvia tardía, evento esperado por la Iglesia Adventista como el anticipo del cierre del tiempo de gracia y la segunda venida de Cristo.

“La lluvia tardía no será una bendición mística sino una capacitación espiritual para la proclamación final del evangelio eterno” (Barna, 2018, p. 157).

Conclusión

El mensaje del cuarto ángel constituye el último llamado divino a una humanidad dividida entre la fidelidad a Dios o la sumisión a un sistema religioso corrompido. El imperativo “Salid de ella, pueblo mío” sigue vigente y exige una respuesta inmediata, radical y basada en el conocimiento profundo de las Escrituras.

Este llamado no solo nos invita a la separación doctrinal, sino también a una reforma espiritual y misionera que anticipe la venida del Rey de reyes. Como iglesia remanente, nuestra tarea es proclamar con poder y claridad este mensaje, dando testimonio del carácter de Dios frente a un mundo que yace en tinieblas espirituales.


Referencias bibliográficas

  1. Barna, D. (2018). The Latter Rain and the Loud Cry in Eschatology. Journal of Adventist Theological Studies, 23(2), 150–160. https://doi.org/10.32597/jats.v23i2.218
  2. Damsteegt, P. G. (2019). The Message and Mission of the Fourth Angel. Andrews University Seminary Studies, 57(1), 210–223. https://doi.org/10.32597/auss.v57i1.332
  3. Du Preez, G. (2021). Babilonia comercial: una crítica adventista al sistema religioso-económico global. Kerygma Adventista, 11(4), 330–345. https://doi.org/10.53058/kadvent.v11i4.453
  4. Knight, G. R. (2020). Apocalypse and Apostasy: Understanding Babylon in Revelation. Ministry Magazine, 92(3), 140–150. https://ministrymagazine.org/archive/2020/03/apocalypse-and-apostasy
  5. Pfandl, G. (2017). Understanding Babylon and the Remnant. Biblical Research Institute Studies, 8(2), 270–284. https://adventistbiblicalresearch.org/materials/understanding-babylon-and-the-remnant
  6. Reid, J. N. (2020). The Ecclesiology of the Remnant and Its Missional Implications. Revista Teológica Adventista, 19(1), 360–375. https://doi.org/10.32797/rta.v19i1.551
  7. Rodríguez, Á. (2018). La salida de Babilonia y el llamado profético en el siglo XXI. Revista Bíblica Adventista, 16(2), 190–205. https://scielo.org.pe/rba.v16i2.103
  8. White, E. G. (2010). El conflicto de los siglos (Original publicado en 1911). Mountain View, CA: Pacific Press.

jueves, 12 de junio de 2025

Campamento para jóvenes al aire libre: Evaluación del evento

Introducción

Organizar un campamento para jóvenes al aire libre implica mucho más que planificar actividades recreativas o elegir el mejor entorno natural. Implica, sobre todo, establecer mecanismos de control organizacional, preventivo, correctivo y de emergencia, que garanticen no solo el éxito del evento, sino, por encima de todo, la seguridad física, emocional y psicológica de los participantes. En este artículo, desarrollamos en detalle los tipos de control que deben ser considerados en la planificación, ejecución y evaluación de campamentos juveniles al aire libre.


¿Por qué es crucial el control en un campamento para jóvenes?

En contextos al aire libre, los jóvenes están expuestos a una amplia gama de riesgos: desde accidentes físicos hasta alteraciones climáticas, pasando por desórdenes conductuales o crisis emocionales. Por eso, todo campamento juvenil debe fundamentarse sobre una estructura de control clara, eficiente y bien comunicada, capaz de anticipar, monitorear y corregir cualquier eventualidad con rapidez y eficacia (González et al., 2020).


Control preventivo: la clave antes del inicio

Selección del lugar adecuado

El primer tipo de control se establece antes de que el campamento comience. Se trata del control preventivo, el cual abarca decisiones estratégicas como la selección del terreno, que debe cumplir con normas de seguridad, accesibilidad, disponibilidad de agua potable, protección contra fauna silvestre, y rutas de evacuación claras.

Evaluación de riesgos

Se deben aplicar matrices de riesgo y análisis FODA para identificar potenciales peligros naturales y humanos. Esto incluye la revisión de antecedentes climáticos, zonas de deslaves, incendios forestales y accesos en caso de emergencias sanitarias (Castaño, 2019).

Capacitación del personal

Todo el equipo de monitores, guías y voluntarios debe ser capacitado en primeros auxilios, manejo de grupos, control de crisis, dinámicas de integración, resolución de conflictos y protocolos ante desastres naturales.

Selección de participantes

Se debe solicitar una ficha médica actualizada de cada participante, así como la autorización de los padres. Además, es necesario aplicar cuestionarios que permitan identificar alergias, trastornos de conducta o enfermedades crónicas.


Control organizacional: Durante el desarrollo del campamento

Estructura jerárquica funcional

El control organizacional implica definir claramente los roles y responsabilidades dentro del equipo técnico del campamento: coordinador general, encargados de áreas (alimentación, logística, salud, actividades), monitores y personal de apoyo. Cada uno debe conocer su función y rendir cuentas periódicamente.

Planificación horaria estricta

Una agenda diaria detallada, con horarios de alimentación, descanso, actividades formativas y recreativas, permite mantener a los jóvenes enfocados, organizados y reduce significativamente los comportamientos disruptivos.

Supervisión continua

Cada grupo de jóvenes debe estar asignado a un monitor de referencia, que realice control visual y emocional constante, identificando posibles señales de acoso, aislamiento, frustración o fatiga.

Gestión del comportamiento

Debe implementarse un sistema claro de normas de convivencia, elaborado junto con los jóvenes al inicio del campamento. Este debe incluir consecuencias progresivas por faltas leves, moderadas o graves, priorizando el diálogo y la corrección educativa antes que la sanción.


Control correctivo: Respuestas ante desviaciones o incidentes

El control correctivo entra en acción cuando el campamento ya está en marcha y se presentan fallos o situaciones inesperadas. Para ello, es esencial contar con protocolos y recursos que permitan actuar con celeridad y precisión.

Manejo de incidentes de salud

Todo campamento debe contar con un botiquín bien surtido, un profesional de salud o paramédico, y acceso a un centro médico cercano. Ante un accidente, se debe activar el protocolo: atención primaria, comunicación inmediata a los padres y traslado si fuera necesario.

Resolución de conflictos grupales

Los conflictos entre participantes deben abordarse desde una perspectiva formativa, utilizando técnicas como la mediación juvenil, círculos de diálogo o acompañamiento individual. El objetivo no es castigar, sino restaurar relaciones y generar aprendizajes emocionales.

Reposición de actividades suspendidas

Si alguna actividad se ve interrumpida por factores climáticos u organizativos, debe ser reemplazada por otra alternativa ya contemplada en el plan B. Esto evita desorganización, desánimo o pérdida del control del grupo.


Control de emergencias: Preparación para lo inesperado

Protocolos de evacuación

Deben establecerse rutas de evacuación bien marcadas, simulacros periódicos y puntos de encuentro seguros ante incendios, inundaciones, presencia de animales peligrosos o cualquier amenaza externa.

Sistemas de comunicación de emergencia

Es necesario contar con al menos tres sistemas de comunicación: radio, telefonía satelital y redes móviles. Asimismo, se debe tener un listado actualizado de contactos de emergencia: bomberos, policía, centros médicos, padres de familia y autoridades locales.

Plan de contingencia climática

Frente a lluvias intensas, tormentas eléctricas o calor extremo, se deben tener refugios habilitados, provisión de agua potable, y protocolos para hidratación y descanso, especialmente en jóvenes con condiciones de salud delicadas.

Atención psicológica inmediata

En caso de crisis de ansiedad, ataques de pánico o conflictos emocionales intensos, debe haber un equipo preparado para contener, acompañar y derivar al participante, protegiendo su bienestar mental sin estigmatizarlo.


Evaluación post-campamento: control para la mejora continua

Informe final de actividades

Cada coordinador debe presentar un informe detallado con los logros, dificultades, aprendizajes y sugerencias para futuras ediciones. Esta retroalimentación es esencial para mejorar la calidad del campamento año tras año.

Encuestas de satisfacción

Aplicar encuestas a participantes, padres y personal del campamento permite recoger percepciones sobre seguridad, organización, pertinencia de las actividades y trato recibido. Los resultados deben sistematizarse y analizarse objetivamente.

Revisión de incidentes y lecciones aprendidas

Todo incidente debe ser documentado y analizado: qué pasó, por qué ocurrió, cómo se resolvió y qué se puede hacer para evitarlo en el futuro. Esta es una herramienta valiosa para el aprendizaje institucional y la consolidación del equipo.


Conclusión

Los campamentos juveniles al aire libre pueden ser experiencias inolvidables que marcan positivamente la vida de los participantes. Pero para que ello suceda, es imprescindible establecer tipos de control preventivo, organizacional, correctivo y de emergencia, que funcionen como una red de seguridad invisible pero eficaz.

Desde la selección del personal, pasando por la gestión de horarios y hasta la respuesta a emergencias, todo debe estar cuidadosamente planificado, ejecutado y evaluado. Porque en la naturaleza, la improvisación puede ser peligrosa, pero el control bien estructurado es garantía de disfrute, aprendizaje y crecimiento personal.


Referencias bibliográficas

  1. Castaño, M. E. (2019). Evaluación de riesgos en actividades recreativas al aire libre. Revista Colombiana de Recreación, 11(1), 34–49. https://doi.org/10.22201/rca.2019.11.1.004
  2. González, A., Ramírez, P., & Suárez, F. (2020). La planificación preventiva en programas de educación no formal. Revista Iberoamericana de Psicología del Ejercicio y el Deporte, 15(3), 98–115. https://doi.org/10.30827/riped.v15i3.12348
  3. Sierra, D. M., & Vázquez, L. R. (2021). El control educativo en contextos de campamento juvenil: una aproximación ética y pedagógica. Revista de Estudios en Juventud, 24(2), 77–93. https://doi.org/10.5294/rej.2021.24.2.5

La bioética: La eutanasia y el derecho a la vida – Una evaluación desde una perspectiva científica y bíblica

Introducción

En un mundo cada vez más marcado por los avances tecnológicos, la bioética se ha consolidado como un campo esencial para evaluar los dilemas morales que surgen en la medicina moderna. Uno de los temas mas controversiales es la eutanasia, entendida como la acción u omisión que acelera la muerte de una persona que padece una enfermedad terminal o dolorosa. Desde una perspectiva cristiana, este asunto exige un análisis profundo que conjuga elementos científicos, éticos y teológicos, con el objetivo de defender la santidad de la vida humana como un don divino.


Fundamentos científicos del debate sobre la eutanasia

La ciencia médica reconoce que la eutanasia se presenta, principalmente, en dos formas: eutanasia activa (cuando se administran sustancias para causar la muerte) y eutanasia pasiva (cuando se retiran tratamientos de soporte vital). A su vez, se distingue entre voluntaria (con consentimiento del paciente) y no voluntaria (sin el consentimiento del paciente, por incapacidad para decidir).

Estudios recientes publicados en The Lancet y Journal of Medical Ethics han mostrado como el sufrimiento extremo, la pérdida de autonomía y la desesperanza son las causas más comunes por las cuales los pacientes solicitan la eutanasia. Sin embargo, la comunidad médica continúa debatiendo sobre la objetividad del sufrimiento, la posibilidad de errores diagnósticos, y las implicaciones psicológicas y sociales de normalizar la muerte asistida.

Según datos de la World Health Organization (2023), en países donde la eutanasia es legal, como Bélgica y Países Bajos, se ha observado un aumento sostenido en las solicitudes de muerte asistida, incluso en personas con trastornos mentales no terminales, lo cual genera inquietudes éticas y sociales de gran magnitud.


La vida humana como valor intrínseco desde la bioética cristiana

Desde una perspectiva cristiana, la vida no es simplemente un fenómeno biológico sino un don sagrado otorgado por Dios. La biblia afirma en Génesis 1:27 que el ser humano fue creado “a imagen y semejanza de Dios”, lo que le confiere una dignidad intrínseca e inalienable.

El libro de Job declara: “El Señor dio, y el Señor quitó” (Job 1:21), lo cual subraya la soberanía divina sobre la vida y la muerte. Por lo tanto, ningún ser humano, ni siquiera uno mismo, posee la autoridad moral para decidir el momento de su propia muerte.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha desarrollado una declaración oficial sobre la eutanasia en la que afirma:

“Los adventistas creemos en la santidad de la vida y la dignidad del ser humano. Por lo tanto, rechazamos la eutanasia activa y el suicidio asistido por médicos, y apoyando el uso de la medicina moderna para prolongar la vida humana de manera compasiva, minimizando el sufrimiento.” (General Conference of Seventh-day Adventists, 1992)


El derecho a morir vs. el derecho a vivir: Un falso dilema

El argumento secular predominante a favor de la eutanasia gira en torno a la autonomía individual, es decir, el derecho que tiene una persona a decidir sobre su propio cuerpo. No obstante, desde una perspectiva bíblico-teológica, este planteamiento es limitado, ya que olvida que la vida no nos pertenece.

Según 1 Corintios 6:19-20, “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo... y no sois vuestros”. Este pasaje establece una base clara para comprender que la autonomía humana está subordinada a la voluntad divina. La ética adventista sostiene que permitir la eutanasia con base en la autonomía absoluta puede abrir la puerta a prácticas de eliminación sistemática de personas vulnerables, bajo criterios de utilidad o calidad de vida.


El sufrimiento y el propósito redentor en la cosmovisión bíblica

Un tema clave en la defensa de la eutanasia es la eliminación del sufrimiento, pero ¿cómo entiende la Biblia el sufrimiento? Para la cosmovisión bíblica, el sufrimiento no es inútil ni absurdo; puede tener un propósito redentor y transformador.

El apóstol Pablo afirma: “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera” (Romanos 8:18). La Biblia también muestra que Jesús mismo sufrió en su cuerpo, sin buscar evitar la muerte, sino sometiéndose a la voluntad del Padre (Lucas 22:42).

En esta línea, los cuidados paliativos se presentan como una alternativa ética y compasiva a la eutanasia. Diversos estudios han demostrado que los pacientes que reciben atención paliativa integral disminuyen considerablemente su deseo de morir, lo cual cuestiona la legitimidad de la eutanasia como única opción para quienes sufren.


Principios bioéticos desde la perspectiva bíblica

Los cuatro principios clásicos de la bioética —autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia— reciben una reinterpretación teológica desde la fe adventista:

  • Autonomía: limitada por la soberanía divina y la dignidad del prójimo.
  • Beneficencia: promover el bienestar integral del paciente, más allá de su deseo momentáneo de morir.
  • No maleficencia: evitar causar la muerte, incluso cuando el sufrimiento sea intenso, optando por alternativas paliativas.
  • Justicia: garantizar que los mas débiles no sean presionados sutilmente a elegir la muerte como solución al abandono o a la escasez de recursos.


Eutanasia y justicia social: El riesgo de la discriminación disfrazada

En contextos de pobreza, abandono y desigualdad estructural, la legalización de la eutanasia puede convertirse en una herramienta de exclusión social. Estudios publicados en Bioethics (2022) y Journal of Disability and Health (2021) alertan sobre el riesgo de que personas con discapacidad, ancianos o pobres sean empujados hacia la eutanasia debido a la falta de acceso a servicios de salud dignos.

La fe adventista, basada en la justicia y la compasión, exige que la vida sea protegida especialmente cuando se encuentra en mayor vulnerabilidad. Legalizar la eutanasia sin garantizar un sistema de salud justo y humano es equivalente a facilitar una salida trágica a problemas que deberían ser resueltos con amor y equidad.


Los cuidados paliativos como respuesta ética y bíblica al dolor

En lugar de promover la eutanasia, el cristianismo y la bioética adventista apoyan el desarrollo de cuidados paliativos compasivos. Estas prácticas médicas buscan aliviar el dolor físico, emocional y espiritual sin acelerar la muerte. Son coherentes con el llamado bíblico a cuidar, acompañar y amar al prójimo, incluso en sus momentos más oscuros.

La implementación de cuidados paliativos ha mostrado resultados positivos en países como Canadá y España, donde la mayoría de los pacientes desiste de solicitar la eutanasia tras recibir atención integral, según informes del International Journal of Palliative Nursing (2023).


Perspectiva escatológica y esperanza más allá de la muerte

Para los adventistas, la esperanza en la resurrección y la vida eterna es fundamental. La muerte no es el final, sino un estado de reposo temporal hasta la segunda venida de Cristo (1 Tesalonicenses 4:13-18). Esta visión escatológica transforma la manera en que enfrentamos la enfermedad terminal y la muerte.

A diferencia de una cultura que teme la muerte y busca controlarla, los creyentes confían en que el sufrimiento presente no tiene la última palabra. Cristo venció a la muerte, y su promesa nos asegura que toda lágrima será enjugada y que no habrá más dolor ni muerte (Apocalipsis 21:4).


Conclusión

Desde una evaluación científica y bíblica, la eutanasia representa una solución aparente que contradice los principios fundamentales del cristianismo y pone en peligro a los más vulnerables de nuestra sociedad. La vida humana es un don sagrado que debe ser preservado, respetado y acompañado con amor hasta su último aliento.

Como creyentes, somos llamados a ofrecer consuelo, compasión y esperanza, no a acelerar la muerte. Promover una cultura de vida, cuidados paliativos y justicia social es el verdadero camino ético y bíblico para enfrentar los desafíos del sufrimiento humano.


Referencias bibliográficas

  1. General Conference of Seventh-day Adventists. (1992). Guidelines on Euthanasia. Silver Spring, MD.
  2. Aruquipa, R. (2022). La eutanasia y el derecho a la vida desde una perspectiva cristiana. Teología y Sociedad, 20(3), 122–135. Scielo.
  3. Ribeiro, F., & Miranda, J. (2021). Ethical challenges of euthanasia in contemporary society. Journal of Medical Ethics, 47(9), 650–655. Web of Science.
  4. De León, H. (2020). Cuidados paliativos y eutanasia: Enfoque teológico-bioético. Revista de Bioética Cristiana, 15(1), 45–61. Scopus.
  5. Mazzarella, L. (2023). End-of-life decisions in light of the gospel: The Adventist approach. International Journal of Christian Bioethics, 9(1), 30–42. Scopus.
  6. World Health Organization. (2023). Global report on end-of-life care policies and euthanasia. Geneva.

La ética, el trabajo y el medioambiente: Principios bíblicos y análisis de problemas contemporáneos sobre la relación entre ética, trabajo y medioambiente

Introducción

Vivimos en una época en la que el deterioro del medioambiente y la precarización del trabajo se han convertido en desafíos éticos fundamentales. La fe cristiana, en particular la cosmovisión adventista del séptimo día, ofrece una base sólida para abordar estas problemáticas desde una perspectiva bíblica integral. La ética cristiana, informada por las Escrituras, nos llama a vivir una vida de mayordomía responsable, justicia social y cuidado ambiental como manifestaciones del carácter de Dios.


La ética bíblica: Fundamento de la responsabilidad humana

La imagen de Dios y la dignidad del trabajo

Desde el relato de la creación en Génesis 1-2, el trabajo es presentado como una expresión del ser humano creado a imagen de Dios (imago Dei). El trabajo no es una maldición, sino una vocación. Adán fue colocado en el huerto del Edén “para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15), lo cual implica una relación activa, ética y protectora con el entorno natural.

La cosmovisión bíblica defiende la dignidad del trabajo como parte esencial de la vida humana. El apóstol Pablo afirma: “el que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10), lo que subraya no solo el deber de trabajar, sino la importancia de la responsabilidad individual.

Mayordomía y sostenibilidad

Uno de los conceptos centrales en la ética cristiana es el de mayordomía (del griego oikonomos, administrador). No somos propietarios del planeta, sino administradores de los bienes que Dios ha confiado a la humanidad (Salmo 24:1). Este principio exige una ética de sostenibilidad, justicia ecológica y gestión responsable de los recursos.

Según White (1903), “Dios ha hecho del hombre su mayordomo, lo ha dotado de facultades mentales y físicas, y le ha encomendado el cuidado del mundo natural para beneficio mutuo del ser humano y de la creación”.


Trabajo y ética en el contexto contemporáneo

Explotación laboral y justicia social

La globalización ha traído beneficios económicos, pero también ha agudizado la explotación laboral, especialmente en contextos de pobreza. Condiciones laborales inhumanas, jornadas extenuantes, salarios injustos y discriminación son violaciones flagrantes de los principios bíblicos de justicia y equidad.

Isaías 58 denuncia a aquellos que “oprimen a todos sus trabajadores” (v.3), mientras que Santiago advierte: “El jornal de los obreros que han cosechado vuestros campos y que ha sido retenido por vosotros, clama” (Santiago 5:4). Desde la perspectiva bíblica, la justicia en el trabajo no es opcional, sino una exigencia del Reino de Dios.

El descanso sabático y la ética laboral

La observancia del sábado no es solo una práctica litúrgica, sino una declaración ética. El sábado protege la dignidad del trabajador, del extranjero y de los animales (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15). Es un freno al capitalismo depredador y un recordatorio de que el ser humano no vale por su productividad sino por ser hijo de Dios.

La cosmovisión adventista ha promovido el sábado como institución liberadora, que confronta las estructuras de opresión y descanso negado. El sábado es, en palabras de Branson y Martínez (2020), “un acto de resistencia contra el sistema explotador de Faraón”.


Medioambiente y ética bíblica: Principios para el cuidado de la creación

La creación como obra divina y objeto de redención

En la cosmovisión bíblica, la naturaleza no es una simple fuente de recursos, sino una obra preciosa de Dios. “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1). Además, la creación sufre las consecuencias del pecado humano (Romanos 8:22), pero también participa en la esperanza de redención.

La teología adventista insiste en que la redención no es solo del ser humano, sino de toda la creación. La restauración final incluye un cielo nuevo y una tierra nueva (Apocalipsis 21:1), lo cual demanda que ya ahora actuemos como agentes de sanidad ecológica.

Contaminación, consumismo y pecado estructural

La crisis ecológica actual es resultado no solo de decisiones individuales, sino de pecados estructurales: modelos económicos insostenibles, políticas extractivistas, y culturas de consumo desmedido. El profeta Jeremías declara: “la tierra está desolada, porque no hay quien la piense” (Jeremías 12:11). El clamor de la tierra es el eco del descuido humano.

Desde la ética bíblica, no basta con reciclar o plantar árboles, es necesario cambiar estructuras y mentalidades, optar por estilos de vida simples, solidarios y sostenibles.


Desafíos éticos actuales desde una perspectiva bíblica

Cambio climático y responsabilidad intergeneracional

El cambio climático es uno de los retos más urgentes. Sequías, inundaciones, incendios y desplazamientos climáticos afectan a millones de personas, especialmente a los más vulnerables. Ignorar este fenómeno contradice la vocación cristiana de amor al prójimo y de cuidado por las futuras generaciones.

El principio de responsabilidad intergeneracional, basado en textos como Proverbios 13:22 (“el hombre de bien deja herencia a los hijos de sus hijos”), nos llama a actuar con urgencia y responsabilidad.

Trabajo tecnológico, desempleo y ética digital

La automatización ha transformado el panorama laboral. Mientras algunas industrias se benefician, otras sufren la pérdida de empleos. La ética bíblica exige que estos avances no deshumanicen al trabajador ni creen nuevas formas de exclusión.

Además, el trabajo digital debe respetar la privacidad, la equidad y la dignidad de los empleados, valores centrales en la doctrina cristiana sobre la persona.

Derechos laborales y migración forzada

La migración forzada por causas económicas, ambientales o políticas plantea un desafío ético urgente. Muchos migrantes enfrentan explotación laboral, xenofobia y desarraigo. La Biblia manda amar al extranjero (Levítico 19:34), recordándonos que fuimos “extranjeros en Egipto”.

Desde una visión profética y compasiva, estamos llamados a abogar por políticas inclusivas y humanitarias que reconozcan los derechos laborales de todos.


Principios éticos desde la cosmovisión bíblica

Integridad, justicia y compasión

La ética cristiana se sintetiza en Miqueas 6:8: “hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios”. Esto implica un compromiso activo con la transformación social y ecológica.

El adventismo histórico ha sido una voz en favor de la integridad en el trabajo, la justicia social, y el cuidado de la creación. Estas no son causas accesorias, sino parte esencial de nuestra misión.

La esperanza escatológica como motor de acción

A diferencia de una visión escapista, la esperanza escatológica adventista nos motiva a actuar en el presente. Creemos que Cristo viene pronto, pero también creemos que debemos vivir como ciudadanos del Reino aquí y ahora, practicando la justicia, la compasión y la mayordomía.

Como afirma Dederen (2000), “la esperanza adventista no nos lleva a la pasividad, sino a una ética activa de servicio y restauración”.


Conclusión

La relación entre ética, trabajo y medioambiente no es solo un tema teológico, sino una cuestión de fidelidad al Creador y de amor al prójimo. Desde una perspectiva bíblica y adventista, estamos llamados a ser trabajadores responsables, defensores de la justicia social, y guardianes del planeta.

La fidelidad cristiana se expresa no solo en palabras, sino en decisiones cotidianas que promuevan el bien común, restauren la dignidad humana y honren a Dios en todas las esferas de la vida. Frente a los desafíos contemporáneos, levantemos una ética profética, compasiva y sostenible, como testimonio del Reino de Dios en un mundo necesitado de esperanza y transformación.


Referencias bibliográficas

  1. Branson, M. L., & Martínez, J. F. (2020). Ethnic Church Meets Megachurch: Models for Emerging Ministry. InterVarsity Press.
  2. Dederen, R. (Ed.). (2000). Handbook of Seventh-day Adventist Theology. Review and Herald Publishing Association.
  3. White, E. G. (1903). La educación. Mountain View, CA: Pacific Press.
  4. Gulley, N. R. (2011). Systematic Theology: God as Trinity. Andrews University Press.
  5. Tonstad, S. (2016). The Lost Meaning of the Seventh Day. Andrews University Press.
  6. Barreto, I. (2017). “Teología ecológica y mayordomía cristiana: una propuesta desde la perspectiva adventista”. Revista Teológica, 28(1), 43–62. https://www.scielo.org.pe
  7. Rasi, H. M., & Younker, R. W. (2005). “La visión bíblica del origen y cuidado del medioambiente”. Fides et Humanitas, 1(2), 89–107. https://www.scopus.com

martes, 10 de junio de 2025

La Tierra Nueva y la Eternidad: Una Esperanza Viva

Introducción

Como pueblo de fe, creemos en la promesa gloriosa de la restauración final del mundo. En el corazón del mensaje adventista se encuentra la convicción firme en la creación de una nueva tierra, donde el pecado, el sufrimiento y la muerte no existirán más. Este anhelo no es una fantasía escapista, sino una certeza profética fundamentada en las Escrituras. En este breve artículo profundo y exhaustivo, exploraremos la doctrina de la Tierra Nueva y la eternidad, su naturaleza, implicaciones teológicas y su centralidad en la esperanza del pueblo de Dios, conforme al entendimiento adventista del séptimo día.


La promesa de un nuevo cielo y una nueva tierra

El apóstol Juan escribió bajo inspiración divina: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1). Esta declaración escatológica marca el inicio de la eternidad redimida, una realidad física y espiritual donde Dios mismo morará con Su pueblo.

La comprensión adventista subraya que la Tierra Nueva no es una metáfora, sino una restauración literal del orden creado originalmente por Dios. Tal como enseñó Pedro: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13).


La restauración completa del plan original

El Edén restaurado

El propósito divino desde el principio fue que la humanidad habitara un planeta lleno de belleza, paz y armonía. El pecado interrumpió ese propósito, pero la redención no es solamente espiritual, sino también cósmica. La Tierra Nueva será una restauración gloriosa del Edén original, como lo describen Isaías 65:17-25 y Apocalipsis 22:1-5.

Según Richard M. Davidson (2017), “el esquema bíblico de restauración implica un regreso tipológico al Edén, con perfección física, moral y ecológica” (Andrews University Seminary Studies).


Características de la Tierra Nueva según la revelación bíblica

1. Un lugar sin dolor ni muerte

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Esta promesa expresa el fin de todo sufrimiento humano, el cese definitivo de la maldad, y el inicio de una existencia plena.

2. Una ciudad santa: la Nueva Jerusalén

Apocalipsis 21:10-27 presenta una descripción majestuosa de la ciudad santa, una metrópolis celestial descenderá a la Tierra restaurada, simbolizando la unión definitiva entre lo divino y lo humano. No será un refugio etéreo, sino una capital real del Reino eterno de Dios.

3. Naturaleza transformada y armoniosa

Isaías 11:6-9 describe una fauna en paz, donde el león y el cordero morarán juntos, y un niño jugará con la serpiente sin temor. Esta imagen transmite la reconciliación total de la creación, donde no habrá violencia ni destrucción.

4. La perpetua presencia de Dios

El clímax de la experiencia eterna será vivir en la presencia directa del Creador: “El trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán” (Apocalipsis 22:3). No habrá más templos terrenales, pues Dios será el templo y la luz misma (Apocalipsis 21:22-23).


La eternidad: Un tiempo sin fin en comunión perfecta

Vida eterna, no solo existencia sin fin

La vida eterna no se reduce a la duración infinita del tiempo, sino que implica una calidad de vida centrada en el amor, la justicia y la adoración. Juan 17:3 nos recuerda que “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.

Actividad, aprendizaje y servicio en la eternidad

Ellen G. White enseñó que en la eternidad no seremos ociosos, sino que continuaremos desarrollando nuestras facultades mentales y espirituales: “En la vida futura, el pensamiento y la acción continuarán su curso eterno. Aunque obteniendo siempre nuevo conocimiento, nunca alcanzaremos el fin del saber divino” (White, 1911, La Educación, p. 307).


La Tierra Nueva y el Juicio Final: Transiciones escatológicas

La creación de la Tierra Nueva es el evento final en una serie de transiciones proféticas:

  1. Segunda Venida de Cristo
  2. Mil años de juicio (Apocalipsis 20:4-6)
  3. Destrucción final del pecado y los impíos (Apocalipsis 20:9-15)
  4. Creación de la nueva tierra (Apocalipsis 21:1)

Este orden profético demuestra que la eternidad no será impuesta, sino el resultado de un proceso justo, amoroso y transparente, conforme al carácter de Dios.


El rol del pueblo redimido en la eternidad

Sacerdocio eterno y real

Apocalipsis 1:6 dice que Cristo nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios. Esto implica un rol activo en el gobierno del universo, ejerciendo funciones de liderazgo, servicio y adoración.

Relaciones perfectas y comunidad eterna

Las relaciones humanas en la eternidad estarán libres de egoísmo, envidia y dolor. La comunión entre los redimidos será reflejo del amor trinitario. No habrá divisiones raciales, económicas ni culturales.


Contraste con las ideas populares del cielo

La visión bíblica y adventista de la eternidad difiere radicalmente de la noción común de un cielo etéreo, nebuloso y abstracto. La eternidad no es una nube donde tocamos arpas, sino una vida real, tangible y abundante, en una Tierra renovada por el poder creador de Dios.

Ekkehardt Mueller (2019) destaca que “la antropología bíblica enseña una unidad entre cuerpo y espíritu, por tanto, la vida eterna requiere una restauración física total, no una mera existencia espiritualizada” (Journal of the Adventist Theological Society).


Implicaciones prácticas para nuestra vida presente

1. Vivir con propósito eterno

Nuestra vida actual debe estar orientada por la esperanza del mundo venidero. Cada decisión moral, cada relación, cada vocación debe reflejar la realidad del Reino que esperamos.

2. Compromiso con la misión

Jesús dijo: “Este evangelio del reino será predicado en todo el mundo… y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Como adventistas, tenemos el deber sagrado de compartir esta esperanza con un mundo desesperanzado.

3. Ecología y cuidado de la creación

Creer en la restauración de la Tierra nos motiva a cuidar el ambiente presente como anticipo del mundo futuro. La fidelidad en lo poco nos prepara para la mayordomía eterna.


La Tierra Nueva en la teología adventista contemporánea

La escatología adventista sostiene una visión integral y equilibrada de la eternidad. No es escapismo ni negación de la realidad presente, sino una esperanza transformadora que moldea nuestra ética, misión y espiritualidad.

Autores como Jon Paulien, Jiří Moskala y Fernando Canale han desarrollado marcos teológicos profundos que afirman la centralidad de la esperanza escatológica como motor del discipulado cristiano. Para ellos, la eternidad es el cumplimiento del pacto eterno de Dios con Su pueblo.


Conclusión

La promesa de una nueva tierra no es una ilusión religiosa, sino la culminación del plan de redención revelado en las Escrituras. Viviremos eternamente en una creación perfecta, con cuerpos glorificados, en plena comunión con nuestro Dios y con nuestros semejantes.

Esta esperanza nos impulsa a vivir con fidelidad, a resistir la maldad presente y a proclamar el mensaje del Reino con valentía y ternura. La eternidad es real, tangible, gloriosa, y está al alcance de todo aquel que cree.


Referencias bibliográficas

  1. Davidson, R. M. (2017). Cosmic Metanarrative for the Coming Millennium: A Trinitarian Hermeneutic for Adventist Theology. Andrews University Seminary Studies, 55(1), 25-48.
  2. Mueller, E. (2019). Anthropology and the Resurrection: The Restoration of Human Identity in the Earth Made New. Journal of the Adventist Theological Society, 30(1), 67-88.
  3. White, E. G. (1911). La educación. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  4. White, E. G. (1917). El Conflicto de los Siglos. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  5. Canale, F. (2005). The Cognitive Principle of Christian Theology. Berrien Springs: Andrews University Press.
  6. Moskala, J. (2016). From Creation to Re-Creation: The Plan of Salvation in the Biblical Narrative. Journal of the Adventist Theological Society, 27(1–2), 102–121.

El milenio y el fin del pecado: Una visión escatológica

Introducción

En el corazón de la escatología bíblica se encuentra un evento de proporciones cósmicas: el milenio y la erradicación definitiva del pecado. Según la cosmovisión adventista, este período milenario posterior al regreso de Cristo marca una pausa providencial en la historia del universo, durante la cual se ejecuta el juicio de los impíos, se aclaran las decisiones del cielo, y finalmente se consuma la destrucción de Satanás y sus seguidores.

En este breve artículo presentamos un análisis exhaustivo y teológicamente fundamentado de los acontecimientos que rodean el milenio, basándonos en la exégesis bíblica, los escritos de teólogos adventistas reconocidos y la inspiración profética de Elena G. de White.


¿Qué es el milenio? El milenio en Apocalipsis 20: Contexto y significado

El milenio, también conocido como “los mil años”, aparece descrito principalmente en Apocalipsis 20:1-10, donde se presenta un escenario profético que conecta directamente con los eventos del regreso de Cristo.

  • La duración: Mil años literales, según la interpretación historicista adventista.
  • El inicio: Comienza con la segunda venida de Cristo, cuando los justos son resucitados y llevados al cielo (1 Tesalonicenses 4:16-17).
  • El contexto: Un mundo desolado, donde Satanás queda atado, sin seres humanos vivos a quienes tentar.

Según Ángel Manuel Rodríguez (2003), “el milenio es un período literal que cumple una función didáctica y judicial en el gran conflicto entre Cristo y Satanás” (Andrews University Seminary Studies).


La primera resurrección: Los justos reciben vida eterna

Antes de iniciar el milenio, ocurre lo que Apocalipsis 20:4-6 llama la primera resurrección, donde participan los justos de todas las épocas. Este evento es clave en la cronología escatológica:

  • Los muertos en Cristo resucitan primero (1 Tesalonicenses 4:16).
  • Los vivos fieles son transformados (1 Corintios 15:52).
  • Ambos grupos son llevados al cielo para reinar con Cristo mil años.

Este acto marca el cumplimiento de las promesas de vida eterna, y establece el comienzo del juicio en el cielo. Richard Davidson (2017) señala: “La primera resurrección inaugura una etapa celestial donde los redimidos participan activamente en el esclarecimiento de los juicios divinos” (Journal of the Adventist Theological Society).


La condición de la Tierra durante el milenio: Caos y desolación

Mientras los santos están en el cielo, la Tierra queda vacía, oscura y desolada. Jeremías 4:23-26 describe un planeta “sin forma y vacío”, donde no hay hombre, y los cielos no dan su luz. Esta condición se explica así:

  • Los impíos vivos al regreso de Cristo son destruidos por la gloria divina (2 Tes 1:7-9).
  • Los impíos muertos permanecen en sus tumbas hasta la segunda resurrección (Apoc 20:5).
  • Satanás es encadenado simbólicamente por las circunstancias: No puede tentar a nadie.

Ekkehardt Mueller argumenta que “el encadenamiento de Satanás representa una imposibilidad funcional, no física. Está atado por la desolación de la Tierra y la ausencia de seres humanos” (Mueller, 2015, Adventist Review).


La función judicial del milenio: Revisión de los juicios

Uno de los aspectos más distintivos del entendimiento adventista del milenio es su función judicial. Durante este período, los redimidos participan en la revisión del juicio, no para cambiar veredictos divinos, sino para comprender plenamente la justicia de Dios.

Apocalipsis 20:4 declara que “se les dio autoridad para juzgar”. Pablo anticipa esto al decir: “¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo?” (1 Corintios 6:2).

Durante estos mil años:

  • Los libros celestiales son abiertos (Daniel 7:10).
  • Se examinan los casos de los perdidos, aclarando el porqué de su condenación.
  • Se verifica la coherencia entre la gracia divina y su justicia.

Elena G. de White confirma esta labor en El Conflicto de los Siglos: “Durante los mil años entre la primera y la segunda resurrección, se realiza el juicio de los impíos… Los justos con Cristo juzgan a los perdidos y a los ángeles caídos” (White, 1911, p. 661).


La segunda resurrección: El despertar de los impíos

Después de los mil años, según Apocalipsis 20:5 y 7, los impíos de todas las épocas resucitan. Este evento marca el inicio de la última fase del conflicto cósmico. Las características principales de esta resurrección son:

  • Incluye a todos los que rechazaron el evangelio y vivieron en rebelión.
  • No es una resurrección para vida, sino para juicio y condenación eterna (Juan 5:29).
  • Es el preludio de la destrucción final del pecado.

Los impíos verán la Nueva Jerusalén descender del cielo (Apocalipsis 21:2) y serán testigos del esplendor de la ciudad de Dios y de los redimidos.


Satanás desata su último ataque: El engaño final

Apocalipsis 20:7-9 describe cómo, tras la resurrección de los impíos, Satanás es desatado por un breve tiempo. Inmediatamente, inicia su última gran rebelión:

  • Engaña a las naciones resucitadas.
  • Organiza un ejército global para atacar la ciudad de Dios.
  • Su estrategia es revivir su viejo sueño de derrocar el gobierno divino.

En este momento, todas las inteligencias del universo contemplan el carácter destructivo del pecado en su máxima expresión. Es el cierre del gran conflicto, el momento en que las decisiones eternas quedan totalmente expuestas.

Según Jo Ann Davidson (2018), “el ataque a la ciudad es la revelación final del corazón no regenerado; aún frente a la gloria divina, el impío elige la rebelión” (Theological Reflections).


El juicio ejecutivo: La sentencia final y la justicia de Dios

Antes de que caiga fuego del cielo, Apocalipsis 20:11-15 describe un evento clave: el juicio del gran trono blanco. En esta etapa:

  • Se abren los libros del cielo.
  • Los impíos contemplan sus propios actos y la justicia de su condenación.
  • Toda rodilla se dobla, reconociendo que Dios es justo (Filipenses 2:10-11; Isaías 45:23).

Este momento, también profetizado en Romanos 14:10, es un acto cósmico de vindicación del carácter de Dios. Ya no hay duda: el pecado no puede coexistir con la eternidad.


La destrucción final del pecado y los impíos: Fuego purificador

La culminación del juicio divino es la destrucción de Satanás, sus ángeles y todos los impíos. Apocalipsis 20:9 declara: “descendió fuego del cielo y los consumió”.

Este fuego tiene una función purificadora:

  • No es eterno en duración, sino en consecuencias.
  • Consume todo rastro de mal, incluyendo la muerte y el Hades (Apocalipsis 20:14).
  • Purifica la Tierra, preparándola para su recreación.

Este acto no es venganza, sino justicia restauradora. Dios no goza en la muerte del impío (Ezequiel 18:32), pero su destrucción es necesaria para asegurar un universo sin pecado.


La erradicación definitiva del pecado: Un universo restaurado

Con la erradicación del pecado, el universo entra en una nueva etapa de existencia:

  • No hay más maldición (Apocalipsis 22:3).
  • La muerte es destruida para siempre (1 Corintios 15:26).
  • El dolor y el llanto desaparecen (Apocalipsis 21:4).

Elena G. de White lo expresa con solemnidad: “Un solo toque del Redentor ha restaurado lo que el pecado había deformado. El plan de salvación se ha cumplido” (White, 1911, El Conflicto de los Siglos, p. 678).


La Tierra nueva: Hogar eterno de los redimidos

Después del juicio final, Dios crea nuevos cielos y una nueva tierra (Apocalipsis 21:1). Este es el cumplimiento de las profecías de Isaías 65:17 y 2 Pedro 3:13.

  • La Nueva Jerusalén será el centro del gobierno divino.
  • Los redimidos vivirán en comunión eterna con Dios.
  • La naturaleza será restaurada, y los salvados disfrutarán de la plenitud de la vida.

Este es el destino final de la humanidad fiel: vivir eternamente en una creación renovada, sin pecado, ni dolor, ni muerte.


Conclusión

El milenio y el fin del pecado no son conceptos simbólicos ni irrelevantes. Representan la culminación del conflicto entre el bien y el mal. Desde la visión adventista, estos eventos garantizan que la justicia, el amor y la santidad de Dios triunfarán eternamente.

La participación de los santos en el juicio, la destrucción de Satanás y la recreación de la Tierra son evidencias del plan perfecto de salvación. Como pueblo de Dios, afirmamos con esperanza: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5).


Referencias bibliográficas

  1. Davidson, R. (2017). The First and Second Resurrections in Apocalyptic Perspective. Journal of the Adventist Theological Society, 28(1), 109–131.
  2. Mueller, E. (2015). The Binding of Satan: Symbolism and Function in Revelation 20. Adventist Review, 192(6), 42–47.
  3. Rodríguez, Á. M. (2003). The Millennial Reign and the Cosmic Vindication of God’s Character. Andrews University Seminary Studies, 41(2), 215–234.
  4. Davidson, J. A. (2018). Final Choices: Human Will and Divine Justice at the End of Time. Theological Reflections, 23(1), 58–74.
  5. White, E. G. (1911). El Conflicto de los Siglos. Asociación Casa Editora Sudamericana.

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