“El Señor te
entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy
los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra;
y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.” 1 Samuel 17:46.
Que confianza la de David. ¡Qué gran relato
animador y desafiante! David tuvo fe, visión y compromiso; y lo más importante,
¡David tenía la ROCA!
La vida estará llena de pruebas y dificultades. Las
llamo tormentas –tormentas que pueden consumir tanto de nuestra vida, tormentas
que nos dejan aferrándonos con toda nuestra fuerza, esforzándonos por no
soltar, luchando por sobrevivir.
Algunos de nosotros somos probados más duramente
que los demás pero los fuertes que sobreviven estas tormentas son los que
resultan victoriosos. Hay un sentimiento maravilloso que viene con la victoria
de la fortaleza, perseverancia, determinación y en especial de toda fidelidad a
Dios.
Con cada caída… con cada golpe… se aprende una
lección. Con cada lección viene el crecimiento. Con el
crecimiento viene la madurez. Aprendemos a no lamentar la dificultad, sino a
estar agradecido por ella. Debido a ella nos volvemos mejores.
No debemos voltearnos a mirar a nuestros errores
pasados. Tenemos que tomar esos errores como parte de nuestra travesía hacia un
mejor futuro. Necesitamos abrazar esas experiencias y permitirles moldearnos en
lo mejor que podemos ser. Nadie sabe lo que la vida traerá.
Cada día vendrá con sus propios desafíos, pero
necesitamos ser fuertes creyendo que Dios nos sacará adelante. Recordando su
promesa de nuestra eternal paz y felicidad.
Los deportistas aman las dificultades porque ellas los hacen crecer. Los
soldados saben sortear las hondonas. Los creyentes salimos en victoria de cada
dificultad porque en él somos más que vencedores.
Pr. Wilbert Maluquish