“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separando de mí
nada podéis hacer.” Juan 15:5

A pesar de lo gustosa, variada y rica que es, esta
clase de vid no puede existir por sí misma. Necesita el soporte de árboles bien
firmes y arraigados a los cuales adherirse para sustentarse. Si esta vid se le
separa del árbol que le sirve de sostén, se seca y deja de dar fruto.
Como la vid, no podemos sobrevivir sin una total
dependencia de Dios. Sin Él no tenemos una verdadera, guía o alimento, y no
podemos dar fruto.
Sin embargo, podemos aprender a adherirnos al Señor
rindiendo nuestras vidas a Él. Podemos alimentarnos estudiando la Biblia, orando, adorando a Dios,
sirviéndole y obedeciéndole de todo corazón. Como la vid, al adherirnos a
nuestra Fuente podremos crecer saludablemente y dar mucho fruto bueno.
Pr. Wilbert Maluquish