"Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad,
volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia,
como la habéis hecho con los muertos y conmigo." Ruth 1:8.
En el mundo antiguo casi no había nada peor
que ser viuda. Las maltrataban o las pasaban por alto. Casi siempre eran
personas golpeadas por la pobreza. La Ley de Dios, sin embargo, establecía que
el pariente más cercano del esposo fallecido debía cuidar de la viuda; pero
Noemí no tenía parientes en Moab y no sabía si existía alguno vivo en Israel.
Aun en esa situación desesperada, Noemí tuvo una actitud desinteresada.
Aunque decidió regresar a Israel, animó a Rut y a Orfa para que se quedaran en
Moab y comenzaran una nueva vida, aunque eso significara más dolor para ella.
Como Noemí, debemos considerar las necesidades de los demás y no solo las
nuestras. Según descubrió Noemí, cuando usted actúa desinteresadamente, otros
se sentirán animados a seguir su ejemplo.
Alguien dijo que un
niño se lleva en el vientre durante nueve meses. Ese alguien no sabe que un
hijo se lleva en el corazón toda la vida.
Alguien dijo que toma
una seis semanas volver a la normalidad después de dar a luz. Ese alguien no sabe
que después de dar a luz la normalidad no existe.
Alguien dijo que se
aprende a ser madre por instinto. Ese alguien nunca fue de compras con un niño
de tres años.
Alguien dijo que de
“buenos” padres salen hijos “buenos”. Ese alguien piensa que un hijo viene con
instrucciones y garantía.
Alguien dijo que las
“buenas” madres nunca gritan. Ese alguien nunca vio a su hijo romper con una
pelota la ventana del vecino.
Alguien dijo que no se
necesita una buena educación para ser madre. Ese alguien nunca ayudó con una
tarea de matemática de cuarto grado.
Alguien dijo que no se
puede amar al cuarto hijo como al primero. Ese alguien no tuvo cuatro hijos.
Alguien dijo que se
pueden encontrar en los libros las respuestas a todas las preguntas sobre como
criar hijos. Ese alguien no tuvo un hijo que se metió un fríjol en la nariz.
Alguien dijo que lo
más difícil de ser madre es el parto. Ese alguien nunca dejó a su hijo en la
escuela el primer día de kindergarten.
Alguien dijo que una
madre puede hacer su labor con los ojos cerrados y una mano atada a la espalda.
Ese alguien nunca organizó la fiesta de cumpleaños de su hija.
Alguien dijo que una
madre puede dejar de preocuparse cuando los hijos se casan. Ese alguien no sabe
que el matrimonio agrega yernos y nueras al corazón de una madre.
Alguien dijo que el
trabajo de una madre termina cuando el último hijo se va del hogar. Ese alguien
no tiene nietos.
Alguien dijo que una
madre sabe que su hijo la ama, así que no hay necesidad de decírselo. Ese
alguien no es madre.
Alguien dijo que una
madre no necesita de la comprensión y del “te quiero” del hijo. Ese alguien no
es un hijo.
La experiencia es lo
que vale, no simplemente la inteligencia o cuando leo. La Vida es la mejor de
las Maestras. Aprendamos de ella e incorporemos eso a la vida diaria.
Y bendijeron a Rebeca,
y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus
descendientes la puerta de sus enemigos. Génesis 24:60.
Pr. Wilbert Maluquish