“Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiéndolo hecho todo, estar firmes.” Efesios 6:13
Debemos ponernos cada parte
de la armadura, y luego mantenernos firmes. El Señor nos ha honrado
eligiéndonos como sus soldados. Luchemos valientemente para él procediendo
correctamente en cada transacción. La rectitud en todas las cosas es esencial
para el bienestar del alma. Mientras luchéis esforzadamente por la victoria
sobre vuestras propias inclinaciones, Dios os ayudará mediante su Espíritu
Santo para que seáis cautelosos en cada acción, de modo que no deis ocasión
para que el enemigo hable mal de la verdad. Poneos como vuestra coraza esa
justicia divinamente protegida que todos tienen el privilegio de llevar. Ella
protegerá vuestra vida espiritual (YI 12-9-1901).
Las características de un
perfecto depredador son: velocidad, agresividad, desplazamiento silencioso y un
fuerte poder defensivo. De nada serviría un gran poder de ataque en un animal
altamente vulnerable. Un perfecto asesino no debe ser, a su vez, una víctima
fácil.
La piel de los tiburones es
unas diez veces más gruesa que la piel de los elefantes y sus increíbles
características la convierten en la piel más resistente del reino animal. Está
formada por millones de dentículos dérmicos, por lo que se podría decir que
toda la piel de un tiburón está compuesta por pequeños dientes que sobresalen
al exterior exponiendo una pequeñísima corona de esmalte, lo que le da ese
aspecto rugoso y áspero.
A primera vista puede
parecer curioso que los tiburones posean una piel rugosa ya que esto debería
aumentar el rozamiento del animal con el agua pero, por el contrario, parece
ser que la disposición regular de los dentículos canaliza el agua produciendo
un flujo laminar que reduce el rozamiento. Esta especial distribución de los
dentículos podría hacer que los tiburones fueran “hidrodinámicamente
silenciosos”. De ser así los peces que resultan sus víctimas y que están
especializados en sentir pequeñas vibraciones en el agua, puede que nunca los
sientan acercarse a ellos.
Esta piel, al mismo tiempo
que beneficia al animal para la obtención de presas, es un elemento de
protección altamente sofisticado. Resulta casi imposible abrir en canal a un
tiburón con un cuchillo muy afilado sin que este pierda por completo su filo,
lo que no resulta un problema ya que dada la dureza de la piel se lo podría
volver a afilar sólo con frotarlo contra ella.
La armadura flexible de un
tiburón es una gran defensa que en ocasiones llega a resistir el ataque de
tiburones de mayor tamaño. Es notable que en las hembras, que al momento de la
cópula son mordidas por los machos en sus costados, presenten una piel notablemente
más gruesa en estas zonas, mientras que en los machos la piel es uniforme en
todo el cuerpo.
Desde hace muchos años la
dureza de la piel de los tiburones es conocida por los seres humanos. Los
pescadores de escualos suelen fabricar con su piel un tipo de lija que,
aseguran, no se gasta jamás y los antiguos samurái, en Japón, solían recubrir
los mangos de sus famosos sables con piel de tiburón para evitar los
deslizamientos inoportunos.
El tiburón, con su historia,
aún nos sigue sorprendiendo. A veces siento que cuanto más nos empeñamos en
estudiarlo, menos lo conocemos. Como si su piel armada de dientes nos impidiera
descubrir sus secretos.
Dios también ha provisto a
sus hijos de una armadura más poderosa que la del Tiburón. Es una armadura
espiritual para poder resistir todas las acechanzas del diablo y vivir en
Victoria. Asegúrate cada día de salir con toda la armadura puesta.
“Revestíos con toda la
armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo.”
Efe. 6:11
Pr. Wilbert Maluquish