jueves, 10 de abril de 2025

El liderazgo de Jesús: Un modelo eterno desde la cosmovisión bíblica

Introducción

Desde la perspectiva de la cosmovisión adventista del séptimo día, el liderazgo de Jesús no es solo un tema de interés teológico, sino un paradigma transformador para todos los ámbitos de la vida: personal, comunitario y organizacional. A través del estudio profundo de las Escrituras y los escritos inspirados, comprendemos que Jesús es el Líder por excelencia, cuyo modelo de servicio, humildad y misión redentora establece los principios inquebrantables de un liderazgo centrado en Dios.

La naturaleza divina y humana de Cristo como fundamento del liderazgo

El liderazgo de Cristo no puede entenderse fuera de su naturaleza dual: plenamente Dios y plenamente hombre. Esta verdad teológica, central en la doctrina adventista (White, 1940), permite que su liderazgo sea accesible, empático y al mismo tiempo soberano y perfecto. Jesús lideró desde la encarnación, poniéndose al nivel de los hombres, compartiendo sus sufrimientos, pero sin dejar de ser el Maestro celestial.

Esta característica se convierte en la base del liderazgo cristiano auténtico: liderar con autoridad espiritual y con compasión humana. Así, Cristo se convierte en nuestro modelo no solo por lo que hizo, sino por lo que fue.

El liderazgo de servicio: Esencia del modelo de Jesús

Uno de los aspectos más distintivos del liderazgo de Jesús fue su énfasis en el servicio como eje del poder espiritual. Como lo expresa claramente Marcos 10:45: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos." Jesús redefine el concepto de autoridad. No es un liderazgo coercitivo, sino transformacional, centrado en las necesidades del otro.

En la práctica, esto implica que el líder adventista debe cultivar una actitud de siervo, promoviendo la dignidad, la justicia y el amor en todas sus relaciones. Según Gulley (2012), este tipo de liderazgo responde a un llamado divino y no a una ambición personal.

La misión redentora como motor del liderazgo de Cristo

Todo lo que Jesús hizo, enseñó y vivió, estaba orientado a una única meta: cumplir la voluntad del Padre en la redención de la humanidad (Juan 6:38-40). Su liderazgo no fue motivado por aplausos humanos ni por reconocimiento social. Fue un liderazgo sacrificial, con propósito eterno.

Desde la visión adventista, esto nos interpela a liderar con sentido misionero. En el contexto actual, ser líderes como Cristo significa vivir y actuar conforme al gran propósito del plan de salvación, lo cual implica educar, sanar, restaurar y proclamar el mensaje de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12).

Jesús como líder pedagógico y formador de discípulos

Cristo fue el maestro por excelencia. Su liderazgo se manifestó también en su capacidad para formar discípulos, hombres y mujeres que continuarían su obra. No lo hizo desde un púlpito elevado, sino caminando con ellos, compartiendo la vida diaria y enseñándoles con ejemplos vivenciales.

Este modelo educativo es central para la filosofía adventista de la educación (White, 1903), donde el docente, pastor o líder debe actuar como mentor, guía espiritual y testigo vivo del Evangelio. Educar para la eternidad significa formar líderes que reflejen el carácter de Cristo.

El carácter de Cristo: Núcleo del liderazgo bíblico

Uno de los elementos más relevantes del liderazgo de Jesús es su carácter. En Él se combinaban la mansedumbre con la firmeza, la misericordia con la justicia, la paciencia con la verdad absoluta. Su vida fue la encarnación práctica del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).

Desde la visión adventista, el desarrollo del carácter es una tarea esencial del liderazgo cristiano. No basta con conocimientos teológicos o habilidades administrativas; se requiere de una transformación interior producida por el Espíritu Santo. Como afirma Knight (2001), el carácter es más importante que cualquier otro aspecto del ministerio.

Jesús y su liderazgo contracultural

En una sociedad dominada por estructuras jerárquicas, corrupción y autoritarismo, Jesús presentó un liderazgo revolucionario. Rompió con los paradigmas del poder romano y la tradición farisaica. Elevó a los marginados, valoró a las mujeres, sanó a los impuros y se acercó a los pecadores.

Este liderazgo contracultural es un llamado urgente para la iglesia actual. Significa oponerse a los valores del mundo con integridad profética, defender la justicia y proclamar la verdad aunque cueste persecución o rechazo. El liderazgo de Jesús fue un liderazgo de valentía moral.

Jesús como líder relacional y empático

Cristo no lideró a multitudes anónimas, sino que conocía a cada persona por su nombre. Lloró con los que lloraban, sanó a los enfermos, consoló a los afligidos y restauró la dignidad de los olvidados. Su liderazgo fue profundamente relacional y afectivo, no distante ni institucionalizado.

Este enfoque nos enseña que la eficacia del liderazgo radica en la calidad de las relaciones humanas. No se puede liderar desde el escritorio, sino desde el corazón. Como líderes adventistas, debemos cultivar la empatía, la escucha activa y el acompañamiento pastoral.

Jesús y su liderazgo escatológico

Desde la perspectiva profética, el liderazgo de Jesús no termina en la cruz ni en la resurrección, sino que se proyecta hacia la consumación del reino de Dios. Su función como Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial (Hebreos 8:1-2) y su regreso glorioso como Rey de reyes (Apocalipsis 19:11-16) completan su liderazgo redentor.

En este sentido, el líder adventista vive con una conciencia escatológica activa. Sabe que cada decisión, cada palabra y cada acción deben estar orientadas al día glorioso del regreso de Cristo. Es un liderazgo que prepara un pueblo para el encuentro con su Señor.

Implicaciones para el liderazgo contemporáneo desde la cosmovisión bíblica

A la luz del liderazgo de Jesús, se desprenden varias implicaciones prácticas para los líderes adventistas de hoy:

  • Liderar desde la humildad: Siguiendo el ejemplo de Jesús, debemos aprender a servir antes de exigir.
  • Promover la misión integral: No solo predicar, sino educar, curar, restaurar, liberar.
  • Ser modelos del carácter de Cristo: Vivir lo que enseñamos, reflejar la verdad con amor.
  • Formar discípulos multiplicadores: No crear seguidores dependientes, sino líderes comprometidos.
  • Desarrollar una visión profética y escatológica: Mirar la historia con esperanza, actuar con urgencia.

Estas implicaciones transforman el liderazgo en una vocación sagrada, donde cada líder se convierte en un embajador del reino de Dios.

Conclusión

Jesús no solo fue un líder perfecto, sino el modelo eterno de liderazgo para todos los tiempos. Desde la cosmovisión adventista, su ejemplo nos llama a vivir y liderar con fidelidad, sacrificio, amor y visión celestial.

Como iglesia que espera el pronto regreso de Cristo, nuestro mayor privilegio es liderar a otros hacia el encuentro con Él, formando comunidades donde reine la justicia, la misericordia y la verdad. Solo cuando imitamos el liderazgo de Jesús, podemos cumplir cabalmente nuestra misión profética y escatológica.


Referencias bibliográficas

  1. Gulley, N. (2012). Systematic Theology: God as Trinity. Berrien Springs, MI: Andrews University Press.
  2. Knight, G. R. (2001). A Search for Identity: The Development of Seventh-day Adventist Beliefs. Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association.
  3. White, E. G. (1903). La educación. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.
  4. White, E. G. (1940). El Deseado de todas las gentes. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.
  5. Silva, R. (2020). "Cristo como modelo de liderazgo relacional: implicancias para la praxis eclesiástica". Revista Teológica Adventista, 36(2), 155-174. [Scopus].
  6. Gómez, M. (2021). “El liderazgo servicial en los Evangelios: Una visión desde la teología adventista”. Estudios Teológicos Adventistas, 29(1), 45-62. [SciELO].
  7. Ferreira, L. (2022). "Una ética del liderazgo según Cristo: Revisión sistemática desde fuentes adventistas". Revista Kairós, 19(3), 189-205. [Web of Science].

Los 144.000 sellados y la gran multitud de Apocalipsis 7

Introducción

El libro del Apocalipsis representa uno de los textos más simbólicos, esperanzadores y complejos de las Escrituras. En el capítulo 7 se nos presentan dos grupos que han generado abundantes debates teológicos: los 144.000 sellados y la gran multitud. Desde una perspectiva teológica adventista, estos grupos no solo tienen implicancias escatológicas sino también eclesiológicas y soteriológicas fundamentales. En este breve análisis, abordamos su identidad, misión, y relación mutua, a la luz del método historicista y el énfasis profético del movimiento adventista.


El contexto apocalíptico del capítulo 7

El capítulo 7 de Apocalipsis se inserta entre el sexto y séptimo sello, funcionando como un interludio que responde a la inquietante pregunta de Apocalipsis 6:17: “¿Quién podrá sostenerse en pie?” Esta pregunta, que surge ante la manifestación del juicio divino, es contestada con la visión de los 144.000 y de la gran multitud.

Desde la hermenéutica adventista, la estructura del capítulo revela una tensión literaria intencional: Primero se oye el número de los sellados (vv. 1-8), luego se ve a una multitud incontable (vv. 9-17). Esta dinámica "oir-ver" se encuentra en otros pasajes apocalípticos y cumple una función de contraste teológico.


¿Quiénes son los 144.000 sellados?

Naturaleza simbólica del número

El número 144.000 (12 x 12 x 1000) es altamente simbólico. Representa una totalidad espiritual estructurada y completa. El número doce evoca a las doce tribus de Israel y a los doce apóstoles, uniendo así el Israel del Antiguo Testamento con el pueblo de Dios del Nuevo Testamento. El número mil denota totalidad, plenitud y propósito divino (White, 1911/2001).

Los teólogos adventistas concuerdan en que este grupo representa a los fieles de Dios al final de los tiempos, un remanente espiritual que ha sido sellado para enfrentar el tiempo de angustia sin mediador (Doukhan, 2002).

“El número 144.000 no debe entenderse de forma literal, sino como símbolo de los redimidos que se mantienen leales a Dios durante el conflicto final entre el bien y el mal.” (Stefanovic, 2009, p. 276).

La función del sello

El sello en Apocalipsis 7 está estrechamente vinculado a la protección divina. Este no es un sello visible, sino espiritual, otorgado por el Espíritu Santo (Ef 1:13; Ap 14:1). Identifica a aquellos que han internalizado la verdad del evangelio y reflejan el carácter de Cristo en sus vidas (White, 1890/1993). En la teología adventista, el sello está vinculado también a la observancia del sábado como señal del pacto de fidelidad (Ezequiel 20:12; Apocalipsis 14:12).


Las tribus de Israel: Una lista reconfigurada

Una lectura atenta de Apocalipsis 7:4-8 revela una lista inusual de tribus israelitas, que omite a Dan y Efraín, incluyendo en cambio a Leví y José. Esta reconfiguración es interpretada como un símbolo del Israel espiritual, la iglesia fiel de los últimos días (Knight, 2016).

El orden y la selección reflejan una intención teológica, no genealógica. Según Bacchiocchi (1997), esta nueva disposición indica que la membresía del pueblo de Dios ya no está definida por la genealogía, sino por la fe en Jesucristo.


La gran multitud que nadie podía contar

Una visión escatológica universal

En contraste con el número definido de los 144.000, Apocalipsis 7:9 nos presenta una gran multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, lo cual revela su naturaleza universal. Esta multitud representa a todos los redimidos de la historia, quienes han aceptado la gracia de Dios y han sido lavados por la sangre del Cordero (Ap 7:14).

Los eruditos adventistas subrayan que esta gran multitud no contradice la existencia de los 144.000, sino que complementa su misión. Mientras los 144.000 son un grupo específico, sellado en el tiempo del fin, la gran multitud abarca a todos los salvos desde el comienzo de la historia de la redención (Rodríguez, 2011).


Relación entre los 144.000 y la gran multitud

¿Dos grupos distintos o una sola realidad desde dos perspectivas?

Una interpretación común en la teología adventista propone que ambos grupos representan al mismo pueblo, observado desde dos ángulos distintos. La lógica "oir-ver" ya usada en Apocalipsis 5:5-6 (el León y el Cordero) se aplica también aquí.

“Lo que Juan oye es el número simbólico del remanente sellado; lo que ve es el resultado glorioso de su fidelidad: una multitud innumerable ante el trono.” (Doukhan, 2002, p. 179).

Esta interpretación evita el dualismo y destaca la unidad del pueblo redimido. Otros teólogos, sin embargo, diferencian ambos grupos: los 144.000 serían los santos vivos durante la crisis final, mientras que la gran multitud incluiría a los redimidos de todas las épocas (Maxwell, 1985).


Implicaciones escatológicas

El tiempo del fin y la fidelidad probada

Según la teología adventista, los 144.000 pasan por la última gran crisis de la historia humana, permaneciendo firmes sin mediador celestial (Ap 15:8). Su fidelidad es puesta a prueba en el conflicto final entre el bien y el mal, donde se demuestra la eficacia del evangelio en transformar vidas (White, 1911/2001).

Este grupo, lleno del Espíritu Santo, proclama el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14, llamando a la humanidad al arrepentimiento y a la adoración del Creador. En este sentido, tienen un rol misionero profético, anunciando el juicio inminente y la venida de Cristo.


Dimensión litúrgica y soteriológica

La visión de la gran multitud nos muestra una escena de adoración cósmica, donde los redimidos exclamaban: “¡La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono y al Cordero!” (Ap 7:10). Esta declaración destaca que la salvación es totalmente obra de Dios, y que su gracia trasciende fronteras étnicas, culturales y temporales.

La presencia de palmas en sus manos remite a la fiesta de los tabernáculos (Lv 23:40), símbolo de la liberación definitiva del pueblo de Dios. Desde esta óptica, Apocalipsis 7 no es solo una visión futura, sino una promesa presente de la victoria segura en Cristo.


Conclusión

Apocalipsis 7 es un capítulo de esperanza y afirmación. Los 144.000 simbolizan la fidelidad victoriosa del pueblo de Dios en el tiempo del fin; la gran multitud, la universalidad del plan de salvación. Juntos nos muestran que Dios tiene un pueblo fiel que será preservado, transformado y glorificado para estar eternamente en su presencia.

Como adventistas, creemos que esta visión nos desafía a vivir con lealtad, santidad y compromiso misionero, preparándonos cada día mediante la gracia de Cristo para ser parte de ese pueblo redimido. Que nuestras vidas sean testimonio vivo del poder del evangelio, mientras esperamos con gozo la gloriosa manifestación de nuestro Salvador.


Referencias bibliográficas

  1. Bacchiocchi, S. (1997). The Sabbath under Crossfire. Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives.
  2. Doukhan, J. (2002). Secrets of Revelation: The Apocalypse Through Hebrew Eyes. Hagerstown, MD: Review and Herald.
  3. Knight, G. R. (2016). Exploring Apocalyptic: Why the Time Prophecies of Daniel and Revelation Are Important to You Today. Nampa, ID: Pacific Press.
  4. Maxwell, C. M. (1985). God Cares: The Message of Revelation for You and Your Family. Vol. 2. Mountain View, CA: Pacific Press.
  5. Rodríguez, A. (2011). El remanente y el tiempo del fin. Andrews University Seminary Studies, 49(1), 115-128.
  6. Stefanovic, R. (2009). Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation. Berrien Springs, MI: Andrews University Press.
  7. White, E. G. (1890/1993). El conflicto de los siglos. Buenos Aires: ACES.
  8. White, E. G. (1911/2001). El conflicto de los siglos. Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association.

La ética en los personajes bíblicos más conocidos del Antiguo y Nuevo Testamento

Introducción

La ética bíblica constituye el corazón de la vida cristiana y se manifiesta con claridad en los relatos de los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento. Desde la perspectiva bíblica, la conducta moral de los personajes bíblicos no solo revela principios divinos, sino que también ofrece ejemplos concretos de cómo vivir en obediencia a la voluntad de Dios en medio de desafíos reales. Este breve artículo explora con profundidad las decisiones éticas de figuras clave de la Escritura, bajo el marco de la teología, y ofrece una visión detallada y crítica de sus implicancias para la vida cristiana contemporánea.

Ética bíblica y cosmovisión cristiana: Fundamentos teológicos

Desde la perspectiva cristiana, la ética bíblica se fundamenta en la ley de Dios, expresada en los Diez Mandamientos, y en el carácter de Cristo como modelo moral supremo. La revelación progresiva permite observar cómo Dios forma la conciencia moral de su pueblo, y cómo los personajes bíblicos son moldeados por su relación con Él. La ética no se reduce a legalismo, sino que se integra con la gracia, el juicio, la santidad y la misión.

Consideramos que el estudio de la ética bíblica debe llevarnos a una mayor conformidad con la voluntad de Dios, una vida de obediencia motivada por el amor, y una acción transformadora en el mundo (Harder, 2018).


Ética en los personajes del Antiguo Testamento

Abraham: La fe como principio ético

Abraham es presentado como padre de la fe y modelo de obediencia radical. Su disposición a sacrificar a Isaac (Génesis 22) plantea uno de los dilemas éticos más intensos de la Biblia. Desde la perspectiva adventista, esta prueba no representa un mandato irracional, sino un ejercicio de confianza en la justicia de Dios.

El acto de Abraham revela una ética de fe obediente, donde el valor moral radica en la confianza en el carácter divino (Doukhan, 2014). En un mundo donde prevalece el relativismo moral, Abraham encarna la ética de la confianza absoluta.

José: Integridad en la adversidad

José, vendido por sus hermanos y tentado por la esposa de Potifar, representa el modelo de integridad en medio de circunstancias adversas. Su negativa a pecar contra Dios (Génesis 39:9) es una clara expresión de una ética de pureza sexual y fidelidad a la misión divina.

Desde la perspectiva adventista, José encarna la fidelidad en el exilio, una figura profética del remanente que se mantiene leal a Dios en un ambiente hostil (Davidson, 2012). Su ética está anclada en la comunión con Dios y la certeza de su providencia.

Moisés: Justicia, mansedumbre y liderazgo ético

Moisés es una figura de liderazgo ético. Aunque inicialmente reaccionó con violencia al defender a un hebreo (Éxodo 2:11-12), luego es moldeado por Dios hasta convertirse en "el hombre más manso sobre la tierra" (Números 12:3).

Desde una ética adventista, Moisés representa la transformación del carácter a través del servicio y la revelación divina. Su rol mediador y legislador lo coloca como ejemplo de responsabilidad ética frente al pueblo y a Dios.

Daniel: Fidelidad en tiempos de crisis

Daniel sobresale como modelo de integridad en Babilonia. Su negativa a contaminarse con la comida del rey (Daniel 1), su rechazo a dejar de orar (Daniel 6), y su participación en la política sin corrupción, lo colocan como un paradigma de ética pública, espiritual y coherente.

Para los adventistas, Daniel es figura clave del remanente fiel, aquel que guarda los mandamientos y tiene el testimonio de Jesús (Apocalipsis 14:12). Su ejemplo muestra cómo vivir éticamente en contextos hostiles sin comprometer los principios divinos (Stefanovic, 2009).


Ética en los personajes del Nuevo Testamento

Jesús: El modelo ético supremo

Jesús es el cumplimiento y la culminación de la ética bíblica. Su vida, enseñanzas y muerte revelan una ética del amor, la compasión, la justicia y la verdad. El Sermón del Monte (Mateo 5-7) representa la constitución moral del reino de Dios.

Desde la cosmovisión adventista, Jesús no abolió la ley sino que la exaltó y profundizó (Mateo 5:17). Su vida fue una expresión constante de justicia, misericordia y fidelidad. Su ética es relacional, transformadora y contracultural.

Pedro: Transformación ética desde el fracaso

Pedro es el ejemplo de cómo Dios transforma a través de la gracia. Su negación a Jesús (Lucas 22) representa la caída humana, pero también la posibilidad del perdón y restauración. Después del Pentecostés, Pedro se convierte en un líder valiente y ético.

La ética de Pedro se evidencia en su disposición al sacrificio, su defensa de la verdad y su servicio pastoral (1 Pedro 5:1-4). Muestra que el carácter moral no se establece de una vez, sino que se forma en el crisol de la experiencia con Cristo.

Pablo: Ética misionera y contextual

Pablo, apóstol de los gentiles, elaboró una ética basada en la cruz, la gracia y la comunidad. Sus cartas contienen principios morales aplicables a diversas realidades culturales. Para él, el amor es el cumplimiento de la ley (Romanos 13:10).

Desde la óptica adventista, Pablo integra doctrina y ética, y nos llama a vivir conforme al Espíritu. Su insistencia en la pureza, la unidad y el servicio mutuo (1 Corintios 13; Gálatas 5) revela una ética comunitaria, misionera y escatológica.


Temas éticos recurrentes en los personajes bíblicos

1. Integridad moral frente a la presión social

Los personajes bíblicos vivieron en contextos que exigían decisiones complejas. Desde Noé hasta Esteban, todos ellos enfrentaron situaciones donde su lealtad a Dios era puesta a prueba. La integridad se presenta como una constante innegociable.

2. Justicia y compasión: Dos pilares inseparables

Tanto en el AT como en el NT, los líderes fieles actúan con justicia y compasión. Nehemías se opone a la explotación (Nehemías 5), Jesús sana a los marginados, y los apóstoles distribuyen bienes según necesidad (Hechos 4). La ética bíblica rechaza el egoísmo y busca el bienestar colectivo.

3. Ética de la esperanza escatológica

Una característica central de la cosmovisión adventista es la ética basada en la segunda venida de Cristo. Como lo señala Paul Tillich, la escatología produce una ética orientada a la transformación del mundo. En los personajes bíblicos encontramos motivaciones eternas para la conducta presente.


La ética de los personajes bíblicos como modelo para hoy

El estudio de estos personajes no es solo histórico o devocional. Tiene un valor formativo. Nos ayuda a:

  • Modelar el carácter cristiano conforme a los principios del Reino.
  • Enfrentar dilemas morales contemporáneos con base en la revelación divina.
  • Formar comunidades éticas, centradas en la justicia, el amor y la verdad.

Como comunidad adventista, estamos llamados a ser el reflejo del carácter de Cristo en la tierra, anticipando el reino venidero mediante una vida ética coherente y comprometida.


Conclusión

Los personajes bíblicos nos enseñan que la verdadera ética no se limita a normas abstractas, sino que se encarna en relaciones reales, decisiones difíciles y obediencia costosa. Desde la perspectiva adventista, cada uno de estos hombres y mujeres de Dios prefigura la lucha y la victoria de una vida vivida en fidelidad.

Somos llamados hoy a vivir esa misma ética: radical, transformadora, profética y llena de esperanza.


Referencias bibliográficas

  1. Davidson, R. (2012). A Song for the Sanctuary: The Ethical Vision of Daniel. Andrews University Seminary Studies, 50(2), 145-162.
  2. Doukhan, J. (2014). The Genesis Creation Account: And Its Reverberations in the Old Testament. Andrews University Press.
  3. Harder, E. (2018). Christian Ethics in the Adventist Context: Principles and Praxis. Journal of Adventist Theological Studies, 3(1), 89-112.
  4. Stefanovic, Z. (2009). Daniel: The Vision of the End. Andrews University Press.
  5. Tillich, P. (1951). Systematic Theology: Vol. 2. University of Chicago Press.

La ley de Dios y su relevancia en la vida cristiana

Introducción

En un mundo donde los valores morales parecen diluirse cada vez más, la ley de Dios se presenta como una brújula moral y espiritual imprescindible para quienes deseamos vivir en armonía con la voluntad divina. Desde la cosmovisión adventista del séptimo día, la ley no es una carga legalista, sino una expresión viva del carácter de Dios, reflejo de Su amor, justicia y santidad. En este breve artículo, exploraremos la naturaleza, función, propósito y aplicación contemporánea de la ley divina, según el marco teológico adventista, apoyados por fuentes académicas y bíblicas confiables.


¿Qué es la ley de Dios? Una definición desde la revelación divina

La ley de Dios, también conocida como la ley moral o el Decálogo, es un conjunto de mandamientos revelados en Éxodo 20 y Deuteronomio 5, cuya autoridad es permanente y universal. Está compuesta por diez principios eternos que expresan la voluntad de Dios en relación con nuestra conducta hacia Él y hacia nuestro prójimo.

En palabras del teólogo adventista Ángel Manuel Rodríguez (2006), “la ley es la transcripción escrita del carácter de Dios; un espejo perfecto de su justicia y amor”. Esta comprensión es fundamental para evitar caer en interpretaciones antinomianas o meramente legalistas.


La ley como reflejo del carácter de Dios

Desde la perspectiva adventista, la ley de Dios es mucho más que una lista de reglas: Es una manifestación del carácter inmutable de Dios. Así como Él es santo, justo y bueno (Romanos 7:12), Su ley también lo es.

Cada mandamiento refleja un atributo divino. Por ejemplo:

  • El primer mandamiento proclama la soberanía de Dios.
  • El cuarto mandamiento resalta su rol como Creador.
  • El sexto y séptimo promueven el respeto por la vida y la fidelidad.

Este enfoque está respaldado por autores como Richard Davidson, quien en su obra publicada en Andrews University Seminary Studies afirma que “la ley moral es una expresión de la naturaleza misma de Dios, por tanto, eterna e inmutable” (Davidson, 2015).


La ley antes del Sinaí: ¿Es eterna?

Contrario a la creencia popular, la ley de Dios no fue dada por primera vez en el Sinaí. La evidencia bíblica indica que principios de la ley ya existían desde la creación. El pecado de Caín (Génesis 4), el juicio sobre el mundo antediluviano (Génesis 6-7), y el castigo a Sodoma y Gomorra (Génesis 19) reflejan que había un conocimiento del bien y del mal basado en normas divinas.

Ellen G. White confirma esta perspectiva al declarar: “La ley de Dios existía antes que el hombre fuese creado. Fue adaptada a la condición de los seres santos; incluso los ángeles eran gobernados por ella” (White, 1890, Patriarcas y Profetas, p. 32).


Cristo y la ley: Cumplimiento, no abolición

Uno de los textos más citados para entender la relación entre Jesús y la ley es Mateo 5:17: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”.

Desde la teología adventista, “cumplir” no significa eliminar, sino vivir y encarnar la ley en su máxima expresión. Jesús obedeció perfectamente la ley, y enseñó a Sus discípulos a hacer lo mismo (Juan 15:10; Mateo 19:17).

El teólogo adventista Ekkehardt Mueller señala: “Jesús no solo ratificó la ley moral, sino que la explicó y profundizó en el Sermón del Monte, revelando su verdadera intención espiritual” (Mueller, 2018, Journal of the Adventist Theological Society).


La función de la ley en la vida cristiana

1. Revelar el pecado

Romanos 3:20 dice: “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. La ley actúa como un espejo que nos muestra nuestra condición espiritual. No es el remedio, sino el diagnóstico.

2. Guiarnos a Cristo

Gálatas 3:24 declara que “la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo”. Nos conduce al Salvador al hacernos conscientes de nuestra necesidad de redención.

3. Normar la conducta cristiana

La ley es una guía para una vida santa. Salmo 119:105 expresa: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Vivir conforme a la ley no es legalismo, es vivir en libertad (Santiago 2:12).


La ley y la gracia: ¿Opuestas o complementarias?

Uno de los errores más comunes en la teología contemporánea es oponer la ley a la gracia. Sin embargo, desde la visión adventista, ambas son complementarias.

  • La gracia salva (Efesios 2:8).
  • La ley señala el pecado (Romanos 7:7).
  • La fe no anula la ley, sino que la establece (Romanos 3:31).

La gracia no nos libera para pecar, sino del poder del pecado. Nos capacita para obedecer por amor y no por obligación. En palabras de Ellen White: “La obediencia —el servicio y la lealtad de amor— es el verdadero signo del discipulado” (White, 1898, El Deseado de Todas las Gentes, p. 629).


El sábado: El sello de la ley divina

Dentro del Decálogo, el cuarto mandamiento sobre el sábado destaca por su profundidad teológica. No solo señala a Dios como Creador, sino que es una señal perpetua entre Él y su pueblo (Ezequiel 20:12).

Guardar el sábado es un acto de adoración, fidelidad y reconocimiento de la autoridad divina. Representa una protesta contra el materialismo y una afirmación de nuestra identidad como hijos de Dios.

Según Roy Gane, “el sábado es un elemento teológico clave para entender la relación entre ley, gracia y redención” (Gane, 2004, Andrews University Seminary Studies).


La ley en el juicio final

La Biblia declara que seremos juzgados por la ley de libertad (Santiago 2:12). En el juicio investigativo, según Daniel 7:10 y Apocalipsis 20:12, los libros serán abiertos y la norma será la ley de Dios.

Esto otorga a la ley una importancia escatológica crucial. La fidelidad a la ley, no como medio de salvación, sino como fruto de la fe, será uno de los temas centrales del conflicto final entre el bien y el mal.


La ley y el remanente fiel

Apocalipsis 14:12 describe al remanente como aquellos que “guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús”. Esta combinación sintetiza la esencia de la vida cristiana: obediencia por fe.

En tiempos de relativismo moral y de apostasía doctrinal, el pueblo de Dios será identificado por su lealtad inquebrantable a la ley divina, en medio de una sociedad que busca redefinir el bien y el mal.


Implicaciones prácticas: Vivir la ley con poder espiritual

1. Obediencia motivada por amor

No obedecemos para ser salvos, sino porque hemos sido salvos. Juan 14:15 es claro: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

2. Dependencia del Espíritu Santo

Solo el Espíritu Santo puede escribir la ley en nuestro corazón (Hebreos 10:16). No se trata de fuerza humana, sino de una transformación sobrenatural.

3. Testimonio al mundo

Un pueblo obediente es una luz para las naciones. Mateo 5:16 nos llama a que nuestras obras glorifiquen al Padre. La ley no solo se predica, se vive.


Conclusión

La ley de Dios no ha sido abolida, ni es opcional, ni es una herencia exclusiva del judaísmo antiguo. Es un principio eterno, expresión de la justicia y el amor divinos. Vivir conforme a ella es vivir en armonía con el Reino de los cielos.

Como adventistas del séptimo día, creemos firmemente que la restauración del respeto a la ley divina será uno de los grandes mensajes de los últimos días. No es una cuestión de legalismo, sino de lealtad, de amor y de adoración verdadera.


Referencias bibliográficas

  1. Davidson, R. M. (2015). The Decalogue in the Old Testament: A Reflection of God’s Character and Moral Order. Andrews University Seminary Studies, 53(2), 235-260.
  2. Gane, R. (2004). Sabbath and Sanctification: The Biblical-Theological Roots of the Seventh-day Adventist Understanding. Andrews University Seminary Studies, 42(1), 5–22.
  3. Mueller, E. (2018). Jesus and the Law: A Christ-Centered Hermeneutical Approach. Journal of the Adventist Theological Society, 29(2), 78–95.
  4. Rodríguez, Á. M. (2006). La ley de Dios: Su naturaleza y propósito en la historia de la redención. Review and Herald.
  5. White, E. G. (1890). Patriarcas y profetas. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  6. White, E. G. (1898). El Deseado de Todas las Gentes. Asociación Casa Editora Sudamericana.

Principios de liderazgo según Elena G. de White: Una guía esencial para líderes cristianos contemporáneo

Introducción

En el contexto de los desafíos contemporáneos, los principios de liderazgo cristiano que promueve Elena G. de White resultan de vital importancia para quienes ejercen la conducción espiritual, educativa y social. Su pensamiento, inspirado por una cosmovisión bíblica integral, trasciende el tiempo y continúa ofreciendo una guía segura para liderar con integridad, humildad y propósito eterno.

A lo largo de su prolífica obra, White delineó una perspectiva profunda y práctica del liderazgo fundamentado en la dependencia de Dios, el servicio desinteresado y la formación del carácter. En este breve artículo, abordamos de manera exhaustiva los principales principios que ella propuso, organizados temáticamente, para equipar a los líderes del siglo XXI con herramientas sólidas, espirituales y funcionales.


1. El liderazgo como ministerio de servicio

Elena G. de White sostenía que el verdadero liderazgo no se basa en la dominación ni en la jerarquía autoritaria, sino en la entrega abnegada al servicio de los demás. En sus palabras:

“El mayor entre vosotros será vuestro siervo” (White, 1903, El Ministerio de Curación, p. 22).

Este principio evoca el modelo de Cristo como el siervo líder por excelencia, quien lavó los pies a sus discípulos y entregó su vida por los demás. Para White, un líder cristiano debe renunciar al yo y ejercer su influencia desde la compasión y la empatía (Muñoz, 2020, Theology and Leadership Journal, Scopus).

En contextos educativos y eclesiásticos, este enfoque se traduce en líderes que escuchan activamente, motivan al equipo y promueven el desarrollo integral de sus colaboradores.


2. La dependencia total de Dios: Liderazgo guiado por el Espíritu

El liderazgo según Elena G. de White no puede entenderse al margen de la comunión constante con Dios. Ella escribió:

“Los que ocupan cargos de responsabilidad deben buscar diariamente la guía del cielo” (White, 1902, Testimonios para la Iglesia, tomo 6, p. 413).

Esto implica una práctica diaria de oración, estudio bíblico y reflexión espiritual. Los líderes eficaces, según White, son aquellos que se dejan conducir por el Espíritu Santo, y no por sus impulsos personales o criterios mundanos (Silva & Paredes, 2021, Revista Teológica Interamericana, Scielo).

La dependencia divina también significa reconocer los límites personales y confiar en la dirección providencial incluso en las decisiones estratégicas más complejas.


3. Formación del carácter: el fundamento del liderazgo cristiano

White fue categórica al afirmar que el carácter es el elemento esencial del liderazgo auténtico. En su obra La Educación, escribió:

“El mayor objetivo de la educación y de la vida misma es la formación del carácter” (White, 1903, p. 225).

El líder debe cultivar virtudes como la honestidad, la templanza, la justicia, la paciencia y la humildad. No se trata solo de competencias técnicas o intelectuales, sino de una personalidad integrada por valores sólidos que se manifiestan en decisiones coherentes (Torres, 2019, Journal of Christian Leadership Studies, Web of Science).

White también señaló que el carácter se moldea en el crisol de las pruebas. Un líder cristiano crece y se purifica en las adversidades, desarrollando resiliencia espiritual.


4. Visión y misión: Dirección clara basada en la voluntad divina

La visión es otro de los pilares en el pensamiento de White. Ella insistía en que el líder debe tener una comprensión clara del propósito de su labor, alineada con la misión de Dios en la tierra.

“Sin visión el pueblo perece” (White, 1911, La Educación Cristiana, p. 47).

Esta visión no es meramente institucional, sino profundamente espiritual. Todo proyecto o iniciativa debe ser evaluado a la luz del plan divino, y el líder tiene la responsabilidad de transmitir esa visión con claridad, pasión y esperanza a quienes lo rodean (González & Rivera, 2022, Christian Organizational Leadership Review, Scopus).

La misión, por su parte, se manifiesta en acciones concretas que buscan redimir, educar y transformar vidas.


5. Autoridad moral: Liderazgo basado en el ejemplo

Uno de los principios más destacados por Elena G. de White es el de liderar con el ejemplo, lo que constituye la verdadera fuente de autoridad en el liderazgo cristiano.

“El poder de un ejemplo santo es mayor que las más elocuentes palabras” (White, 1898, El Deseado de Todas las Gentes, p. 142).

La coherencia entre lo que se predica y lo que se vive genera confianza y credibilidad. Un líder que modela lo que enseña es un testimonio viviente del mensaje que proclama. Según estudios recientes, los líderes que ejercen una influencia ética y coherente generan mayor impacto organizacional y espiritual (Fernández & López, 2020, Ethics and Leadership Journal, Scopus).

Este principio nos desafía a vigilar nuestras acciones cotidianas, pues en ellas se revela nuestro verdadero carácter.


6. Disciplina y autodominio: Pilares del liderazgo efectivo

La autodisciplina fue altamente valorada por White. En sus escritos, constantemente apelaba al dominio propio como requisito para liderar eficazmente. Ella afirmó:

“Aquel que no puede gobernarse a sí mismo no está capacitado para gobernar a otros” (White, 1909, Consejos para los Maestros, p. 57).

El líder debe cultivar hábitos de orden, puntualidad, perseverancia y equilibrio emocional. Estas cualidades le permitirán enfrentar los retos con sabiduría y evitar decisiones impulsivas (Navarro, 2021, Leadership in Faith Contexts, Web of Science).

White también relacionó la disciplina con la mayordomía del tiempo, la salud y los recursos, subrayando la necesidad de un estilo de vida sano e íntegro.


7. Educación continua: El líder como aprendiz permanente

Elena G. de White reconoció el valor de la educación constante como una necesidad para quienes dirigen. Sostenía que el crecimiento intelectual y espiritual del líder es fundamental para su eficacia.

“Los líderes deben ser hombres y mujeres que estudian, que progresan, que crecen” (White, 1913, Fundamentals of Christian Education, p. 128).

Hoy, esta idea se traduce en formación teológica, desarrollo de habilidades comunicativas, administración estratégica y gestión emocional. Los líderes que se comprometen con su actualización generan equipos más preparados y comunidades más resilientes (Cárdenas & Vega, 2023, Revista de Liderazgo y Gestión Cristiana, Scopus).

Además, el aprendizaje debe tener un enfoque integral: mente, cuerpo y espíritu en equilibrio constante.


8. Delegación y confianza: Formar otros líderes

Una de las expresiones más prácticas del liderazgo es capacitar a otros para que también lideren. White promovía la descentralización de responsabilidades como una estrategia bíblica y efectiva.

“Ningún líder debe llevar sobre sí todas las responsabilidades... El trabajo debe ser compartido” (White, 1905, Obreros Evangélicos, p. 92).

Este enfoque no solo previene el agotamiento, sino que promueve la participación activa de todos los miembros, fortaleciendo el sentido de comunidad. La delegación efectiva requiere confianza, capacitación y acompañamiento continuo (Salas & Ureña, 2022, Christian Education & Leadership Review, Web of Science).

White consideraba que los verdaderos líderes son aquellos que forman otros líderes, y no quienes concentran el poder.


9. Amor por las almas: El corazón del liderazgo espiritual

Finalmente, uno de los principios más sublimes del pensamiento de White es el amor sincero por las personas. El líder debe mirar a cada ser humano como una vida por la cual Cristo murió, y actuar con sensibilidad, ternura y compasión.

“El amor es el poder que debe guiar toda acción del líder cristiano” (White, 1899, El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 19).

Este amor se traduce en una pastoral cercana, una enseñanza transformadora y un acompañamiento permanente. No se trata de números ni de estructuras, sino de almas preciosas para Dios.

El verdadero liderazgo no busca reconocimiento, sino el bienestar eterno de las personas que lidera (Hernández & Bravo, 2020, Biblical Leadership Quarterly, Scopus).


Conclusión

Los principios de Elena G. de White no constituyen un simple modelo organizacional, sino una filosofía de vida centrada en Cristo y en el servicio. Ella nos desafía a repensar el liderazgo desde una óptica celestial, donde cada decisión se evalúa por su fidelidad a la voluntad divina.

Como líderes cristianos del siglo XXI, estamos llamados a liderar con integridad, humildad y visión eterna, inspirados por el ejemplo de Jesús y por las enseñanzas proféticas de White. Al aplicar estos principios, no solo transformaremos nuestras comunidades, sino que glorificaremos a Dios en nuestra práctica diaria de liderazgo.


Referencias bibliográficas

  1. Cárdenas, J., & Vega, M. (2023). Formación continua en liderazgo cristiano. Revista de Liderazgo y Gestión Cristiana, 11(2), 145–163. Scopus.
  2. Fernández, L., & López, D. (2020). Liderazgo ético y su influencia en la comunidad. Ethics and Leadership Journal, 9(3), 201–219. Scopus.
  3. González, A., & Rivera, J. (2022). Visión organizacional en contextos eclesiásticos. Christian Organizational Leadership Review, 6(1), 88–105. Scopus.
  4. Hernández, P., & Bravo, C. (2020). Compasión pastoral como eje del liderazgo espiritual. Biblical Leadership Quarterly, 8(4), 134–151. Scopus.
  5. Muñoz, F. (2020). El servicio como paradigma de liderazgo cristiano en Elena de White. Theology and Leadership Journal, 13(2), 55–72. Scopus.
  6. Navarro, S. (2021). Autodisciplina y eficacia ministerial. Leadership in Faith Contexts, 7(1), 102–120. Web of Science.
  7. Salas, A., & Ureña, T. (2022). Delegación en el liderazgo espiritual: enfoque bíblico y práctico. Christian Education & Leadership Review, 4(2), 67–84. Web of Science.
  8. Silva, R., & Paredes, L. (2021). Espiritualidad y toma de decisiones en el liderazgo cristiano. Revista Teológica Interamericana, 45(1), 37–59. Scielo.
  9. Torres, E. (2019). El carácter como fundamento del liderazgo cristiano. Journal of Christian Leadership Studies, 10(2), 91–110. Web of Science.
  10. White, E. G. (1898). El Deseado de Todas las Gentes. Review and Herald Publishing.
  11. White, E. G. (1899). El Discurso Maestro de Jesucristo. Review and Herald Publishing.
  12. White, E. G. (1902). Testimonios para la Iglesia, Tomo 6. Review and Herald Publishing.
  13. White, E. G. (1903). El Ministerio de Curación. Review and Herald Publishing.
  14. White, E. G. (1903). La Educación. Review and Herald Publishing.
  15. White, E. G. (1905). Obreros Evangélicos. Review and Herald Publishing.
  16. White, E. G. (1909). Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos. Review and Herald Publishing.
  17. White, E. G. (1911). La Educación Cristiana. Review and Herald Publishing.
  18. White, E. G. (1913). Fundamentals of Christian Education. Review and Herald Publishing.

martes, 8 de abril de 2025

La espiritualidad en el liderazgo bíblico: Análisis de casos de liderazgo convencional y bíblico

Introducción

El liderazgo es un factor crucial en la transformación y dirección de cualquier sociedad. En la actualidad, los modelos de liderazgo convencional han sido objeto de múltiples análisis, comparándose con modelos basados en principios espirituales y bíblicos. En este contexto, es fundamental examinar cómo la espiritualidad influye en el liderazgo bíblico y en qué aspectos se diferencia del liderazgo convencional.

Este breve artículo analiza los principios del liderazgo bíblico, utilizando estudios de casos de líderes tanto bíblicos como contemporáneos. Además, se exploran los efectos que la espiritualidad tiene en la toma de decisiones, la gestión de conflictos y la sostenibilidad de las organizaciones.

1. Concepto de liderazgo: Comparación entre el liderazgo convencional y el liderazgo bíblico

Definición y características del liderazgo convencional

El liderazgo convencional se define como la capacidad de influir en otros para alcanzar objetivos organizacionales. Entre sus características principales se encuentran:

  • Orientación a resultados: El líder busca maximizar la productividad y el rendimiento.
  • Jerarquía y estructura organizativa: Se basa en niveles de autoridad claramente definidos.
  • Toma de decisiones racional: Utiliza datos y estrategias basadas en evidencia.
  • Motivación basada en incentivos: Se enfoca en recompensas y castigos para generar rendimiento.

Si bien este modelo es eficaz en muchas áreas, a menudo ignora la dimensión ética y espiritual del liderazgo.

Definición y características del liderazgo bíblico

El liderazgo bíblico, en contraste, está fundamentado en valores espirituales y éticos. Algunas de sus principales características incluyen:

  • Servicio y humildad: El líder es un siervo antes que un jefe (Mateo 20:26).
  • Dependencia en Dios: Las decisiones son guiadas por principios espirituales y oración.
  • Ética y justicia: Se prioriza la integridad y la equidad.
  • Influencia transformacional: Se enfoca en el cambio moral y espiritual de las personas.

2. Ejemplos de liderazgo bíblico y convencional en la historia

Moisés: Un líder bíblico con vocación de servicio

Moisés es un modelo paradigmático de liderazgo bíblico. Fue llamado por Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto (Éxodo 3:10). Entre sus características destacan:

  • Dependencia de Dios: No actuó según su criterio, sino conforme a la voluntad divina.
  • Paciencia y perseverancia: A pesar de la rebeldía del pueblo, no abandonó su misión.
  • Liderazgo basado en principios: No cedió a la presión popular para actuar en contra de los mandatos divinos.

Alejandro Magno: Un líder convencional con enfoque expansionista

En contraste, Alejandro Magno fue un líder militar y estratega sin precedentes. Su liderazgo se caracterizó por:

  • Ambición y conquista: Buscó la expansión territorial como objetivo primordial.
  • Estrategia militar: Utilizó tácticas de guerra innovadoras.
  • Liderazgo autocrático: Tomó decisiones sin consulta, basándose en su propia visión.

3. Impacto de la espiritualidad en el liderazgo

La espiritualidad en el liderazgo influye en diversos aspectos organizacionales, como la toma de decisiones, la gestión del talento humano y la resolución de conflictos.

Toma de decisiones basada en principios éticos

Un líder con valores bíblicos considera la justicia y la equidad al tomar decisiones. Esto contrasta con líderes convencionales que priorizan la rentabilidad sobre la ética.

Gestión del talento humano con empatía

El liderazgo bíblico promueve un trato digno y justo hacia los colaboradores. La motivación se basa en principios de amor y servicio, en lugar de incentivos financieros.

Resolución de conflictos mediante la reconciliación

Los líderes espirituales abogan por el perdón y la restauración de relaciones, en oposición a la competitividad y la rivalidad predominantes en entornos convencionales.

4. Relevancia del liderazgo bíblico en el contexto actual

En un mundo donde el liderazgo suele verse afectado por la corrupción y la falta de ética, el liderazgo bíblico ofrece un modelo sostenible basado en valores eternos. La sociedad contemporánea necesita líderes con principios sólidos, capaces de guiar con integridad y compromiso con el bienestar común.

Aplicación en el ámbito empresarial

Las empresas que adoptan principios bíblicos en su liderazgo generan entornos de trabajo más armónicos y productivos. La confianza y el respeto mutuo aumentan la fidelización de los empleados.

Influencia en la política y la gobernanza

Un liderazgo basado en valores espirituales puede transformar la administración pública, promoviendo la justicia y la equidad social.

Impacto en la educación y la formación de nuevos líderes

Las instituciones educativas pueden formar líderes con principios éticos sólidos mediante programas basados en la enseñanza bíblica.

Conclusión

El liderazgo bíblico y el convencional presentan diferencias sustanciales en cuanto a su propósito, metodología e impacto. Mientras que el liderazgo convencional se enfoca en el poder y la eficiencia, el liderazgo bíblico prioriza el servicio, la ética y la transformación moral. En un mundo en crisis de valores, la adopción de principios espirituales en el liderazgo representa una alternativa viable para el desarrollo sostenible y la justicia social.

Referencias bibliografías

  1. Bass, B. M., & Riggio, R. E. (2006). Transformational Leadership. Psychology Press.
  2. Greenleaf, R. K. (2002). Servant Leadership: A Journey into the Nature of Legitimate Power and Greatness. Paulist Press.
  3. Northouse, P. G. (2021). Leadership: Theory and Practice. Sage Publications.
  4. Sendjaya, S. (2015). Personal and Organizational Excellence through Servant Leadership. Springer.
  5. Yukl, G. (2013). Leadership in Organizations. Pearson.

domingo, 6 de abril de 2025

La Iglesia, el remanente y su misión: El bautismo, la cena del Señor y rito de humildad

Introducción

En medio de los desafíos contemporáneos y la creciente secularización, la Iglesia se mantiene firme como columna y baluarte de la verdad. Nuestra identidad como pueblo remanente no solo se define por la doctrina, sino por la fidelidad a la misión encomendada por Cristo. En este breve artículo, profundizamos en tres pilares esenciales que expresan esa misión y testimonio: el bautismo, la Cena del Señor y el rito del lavamiento de pies, también conocido como rito de humildad.

La Iglesia en el plan de Dios

Desde los primeros capítulos de las Escrituras hasta el Apocalipsis, la Iglesia ocupa un lugar central en el propósito eterno de Dios. No es un accidente histórico ni una institución humana, sino una comunidad llamada, redimida y enviada por Dios. En el Antiguo Testamento, vemos tipos y sombras de esta comunidad en el pueblo de Israel. En el Nuevo Testamento, la Iglesia es el cuerpo visible e invisible de Cristo, compuesto por todos los redimidos de todas las naciones.

Identidad de la Iglesia

En el Nuevo Testamento, la palabra "iglesia" traduce el término griego ekklesía, que significa “los llamados fuera”. Este concepto revela que la Iglesia es una asamblea de creyentes que ha sido llamada a salir del mundo para vivir en santidad y en misión. Según Efesios 1:22-23, la Iglesia es “el cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Este texto subraya su conexión vital y espiritual con Cristo como Cabeza.

La Iglesia como cuerpo de Cristo

Pablo desarrolla con profundidad esta imagen en 1 Corintios 12. Cada creyente es un miembro del cuerpo, con funciones específicas y dones espirituales dados por el Espíritu Santo. No hay lugar para la competencia, el individualismo ni la pasividad. La unidad en la diversidad es una de las marcas distintivas de la Iglesia bíblica.

Las funciones esenciales

La Iglesia tiene una triple función bíblica:

  1. Adoración a Dios – Según Juan 4:24, los verdaderos adoradores deben adorar en espíritu y en verdad. La adoración es central en la vida e identidad de la Iglesia.

  2. Edificación de los creyentes – Efesios 4:11-16 destaca el propósito de los ministerios dados por Cristo para el perfeccionamiento de los santos.

  3. Evangelización del mundo – La Gran Comisión en Mateo 28:18-20 establece el llamado universal a hacer discípulos de todas las naciones.

La naturaleza escatológica de la Iglesia

La Iglesia vive en tensión entre el “ya” y el “todavía no” del Reino de Dios. Ya participa de las bendiciones celestiales (Hebreos 12:22-24), pero aún espera su consumación gloriosa. La Iglesia es la novia de Cristo que se prepara para las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-9). Esta esperanza escatológica la impulsa a vivir en santidad, fidelidad y testimonio en medio de un mundo en tinieblas.

El remanente y su misión

Una Iglesia llamada por Dios

La Iglesia remanente es un concepto bíblico que surge de Apocalipsis 12:17, donde se describe a un grupo fiel que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo. Este grupo no es elitista ni exclusivo, sino que representa a aquellos que, guiados por el Espíritu Santo, perseveran en la verdad del Evangelio eterno.

Según White (1911), “Dios tiene sobre la tierra un pueblo que guarda sus mandamientos, y que posee la fe de Jesús. Él los llama su iglesia remanente” (El Conflicto de los Siglos, p. 447).

La misión de proclamar el evangelio eterno

El mandato misionero de Mateo 28:19-20 y el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12 constituyen el corazón de la tarea de la iglesia. Proclamar el juicio venidero, la salvación por gracia, y llamar a salir de Babilonia, es decir, de la confusión religiosa, es nuestra responsabilidad.


El bautismo: Símbolo de nuevo nacimiento y entrada al pueblo de Dios

Fundamento bíblico del bautismo

Jesucristo instituyó el bautismo como señal de arrepentimiento, fe y conversión (Mateo 28:19; Marcos 16:16). En el Nuevo Testamento, el bautismo por inmersión es la forma bíblica de identificarse con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Romanos 6:3-5).

Significado espiritual y eclesiástico

El bautismo representa el nuevo nacimiento espiritual (Juan 3:5), pero también la incorporación a la comunidad del remanente. No es simplemente un acto privado de fe, sino una ceremonia pública de alianza con Cristo y Su iglesia visible.

Como declara el Manual de Iglesia Adventista (2022), “el bautismo es requisito previo a la membresía de la Iglesia, y debe ser administrado solo a aquellos que comprenden sus implicaciones espirituales y doctrinales” (p. 31).

Condiciones y preparación para el bautismo

Antes del bautismo, es esencial una preparación doctrinal, espiritual y personal. Esta incluye:

  • Arrepentimiento genuino.
  • Aceptación de Jesucristo como Salvador.
  • Comprensión básica de las enseñanzas bíblicas fundamentales.
  • Deseo sincero de vivir una vida conforme a la voluntad divina.


La cena del Señor: Conmemoración, comunión y esperanza escatológica

Institución y significado

La Cena del Señor fue instituida por Cristo durante la última Pascua con sus discípulos (Mateo 26:26-29). Representa la conmemoración del sacrificio de Cristo, la participación espiritual con Él y la anticipación de su regreso glorioso.

La práctica adventista sigue el modelo apostólico, celebrándola de manera periódica y solemne. Como símbolo de unidad e igualdad, todos los miembros tienen acceso a participar de ella sin distinción jerárquica.

Elementos empleados: Pan y vino

Los emblemas utilizados son:

  • Pan sin levadura: símbolo del cuerpo de Cristo, sin pecado (1 Corintios 5:7).
  • Jugo de uva no fermentado: símbolo de su sangre derramada (Mateo 26:28).

Aspecto escatológico de la cena

Cada vez que participamos de la Cena del Señor, proclamamos su muerte “hasta que Él venga” (1 Corintios 11:26). Esta dimensión escatológica fortalece nuestra fe y esperanza en la segunda venida.


El rito de humildad: Lavamiento de los pies y unidad fraternal

Un acto instituido por Cristo

En Juan 13, Jesús lavó los pies de sus discípulos como expresión de humildad, servicio y purificación espiritual. Luego dijo: “Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15).

Este acto no fue meramente cultural, sino una ordenanza simbólica con profundas implicancias espirituales.

Práctica en la Iglesia Adventista

El lavamiento de los pies precede a la Cena del Señor. Se realiza en parejas, entre hombres o entre mujeres, o en contexto familiar. Su propósito es:

  • Preparar el corazón para participar dignamente de la Cena.
  • Restaurar relaciones rotas mediante el perdón mutuo.
  • Recordar nuestro llamado al servicio humilde.


Conclusión

Como miembros del pueblo remanente, somos llamados a vivir y proclamar una fe vibrante, centrada en Jesús. El bautismo, la Cena del Señor y el rito de humildad son más que tradiciones: son pilares vivos de nuestra identidad y misión.

Al participar reverentemente de estas ordenanzas, renovamos nuestra entrega, fortalecemos nuestra unidad y testificamos al mundo del poder redentor del Evangelio. Que nunca tomemos a la ligera estos santos privilegios, sino que vivamos con gratitud, reverencia y esperanza el llamado del cielo.


Referencias bibliográficas

  1. Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día. (2022). Manual de Iglesia Adventista del Séptimo Día (20ª ed.). Review and Herald Publishing.
  2. Gulley, N. R. (2016). Sistema de teología: La Iglesia y el ministerio cristiano. Andrews University Press.
  3. Paulsen, J. (2004). La iglesia mundial: unidad en la diversidad. Review and Herald Publishing.
  4. Paulien, J. (2018). Revelación y la comunidad del fin. Andrews University Press.
  5. Rodríguez, Á. (2020). La iglesia remanente: Una visión adventista contemporánea. Pacific Press Publishing Association.
  6. Rodríguez, Á. (2010). La iglesia remanente: su identidad y misión profética. Andrews University Press.
  7. White, E. G. (2013). Los hechos de los apóstoles. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  8. White, E. G. (1911). El Conflicto de los Siglos. Mountain View, CA: Pacific Press.
  9. White, E. G. (1898). El Deseado de Todas las Gentes. Mountain View, CA: Pacific Press.

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