Introducción
Desde la perspectiva adventista del séptimo día, comprendemos que la iglesia de Cristo no es una organización humana meramente estructurada, sino un organismo vivo guiado, capacitado y edificado por el Espíritu Santo. Los dones espirituales y los ministerios constituyen herramientas fundamentales mediante las cuales Dios equipa a su pueblo para la misión, la edificación mutua y el testimonio al mundo.
En este breve artículo profundizaremos en el origen, la función, la clasificación y la aplicación de los dones espirituales y ministerios dentro del marco teológico adventista, basado en la Escritura y reforzado por investigaciones académicas de teólogos adventistas reconocidos.
¿Qué son los dones espirituales? Fundamento bíblico y teológico
Los dones espirituales son capacidades sobrenaturales concedidas por el Espíritu Santo a los creyentes para el servicio dentro del cuerpo de Cristo. Estas habilidades no son innatas ni adquiridas por mérito humano, sino expresiones de la gracia divina (1 Corintios 12:7).
La teología adventista reconoce que estos dones son diversos y tienen un propósito específico: edificar la iglesia, promover la unidad y cumplir la misión evangelizadora (Efesios 4:11-13).
El teólogo Ángel Manuel Rodríguez destaca que “los dones espirituales son manifestaciones dinámicas de la presencia del Espíritu, que facultan a cada creyente para contribuir activamente al ministerio del Reino de Dios” (Rodríguez, 2005).
Clasificación bíblica de los dones espirituales
En el Nuevo Testamento encontramos varios listados de dones espirituales:
- Romanos 12:6-8: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, generosidad, liderazgo, misericordia.
- 1 Corintios 12:8-10, 28-30: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación.
- Efesios 4:11-13: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
Desde la visión adventista, estos listados no son exhaustivos, sino representativos. Además, se distinguen dos categorías principales:
- Dones de palabra y enseñanza (doctrinales).
- Dones de servicio y apoyo comunitario (prácticos).
Así, cada creyente tiene al menos un don, y todos son necesarios para el funcionamiento equilibrado de la iglesia (1 Corintios 12:12-27).
La soberanía del Espíritu en la distribución de los dones
Una característica central en la doctrina de los dones espirituales es que el Espíritu Santo es quien determina qué don recibe cada creyente, según su sabiduría y el plan de Dios para su vida (1 Corintios 12:11).
Esto implica que:
- No todos tienen el mismo don.
- No hay jerarquía de valor entre dones.
- Los dones no son permanentes, sino dinámicos según el contexto y necesidad del cuerpo de Cristo.
Como señala Fernando Canale, “la distribución de los dones refleja el carácter trinitario de Dios: diversidad en unidad, diferenciación en armonía” (Canale, 2012, Andrews University Seminary Studies).
Dones espirituales y ministerios: Una relación inseparable
Los dones espirituales no se manifiestan en el vacío, sino en contextos ministeriales definidos. El ministerio es el canal por el cual los dones se ejercen. Es decir, mientras el don es la capacidad dada por Dios, el ministerio es el campo de acción.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce cinco grandes áreas de ministerio en las que los dones espirituales pueden operar:
- Ministerio pastoral y de liderazgo eclesiástico.
- Ministerio de enseñanza y discipulado.
- Ministerio de adoración y liturgia.
- Ministerio de compasión y servicio comunitario.
- Ministerio misionero y evangelístico.
Ellen G. White afirma: “Dios no ha dejado a su iglesia sin dirección. Ha provisto dones y ministerios para que la obra del Evangelio avance en orden y eficacia” (White, 1911, Los Hechos de los Apóstoles, p. 160).
El propósito de los dones: unidad, madurez y misión
1. Fomentar la unidad del cuerpo de Cristo
Efesios 4:13 nos enseña que los dones operan hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe. La pluralidad de funciones en la iglesia debe conducir a una sola meta: reflejar el carácter de Cristo en comunión.
2. Alcanzar la madurez espiritual
Los dones también tienen como fin la edificación de los creyentes para que dejen de ser niños espirituales arrastrados por todo viento de doctrina (Efesios 4:14-15).
3. Cumplir la misión evangélica
Jesús dijo: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hechos 1:8). Por tanto, los dones empoderan a la iglesia para alcanzar al mundo con el mensaje del Evangelio eterno.
La importancia de descubrir y desarrollar los dones espirituales
En la práctica pastoral adventista, se anima a cada miembro a identificar y usar sus dones mediante la oración, el estudio bíblico, la observación de frutos y el consejo espiritual.
El uso adecuado de los dones incluye:
- Humildad: reconocer que es Dios quien obra.
- Responsabilidad: ejercer el don con fidelidad.
- Disciplina: cultivarlo mediante la formación y el servicio.
- Coordinación: integrarse a los planes de la iglesia local.
Como apunta Nancy Vyhmeister, “una iglesia que moviliza sus dones espirituales es una iglesia vibrante, relevante y poderosa” (Vyhmeister, 2010, Journal of Adventist Education).
El rol del liderazgo en la administración de los dones
El liderazgo eclesiástico tiene la tarea de:
- Fomentar una cultura de descubrimiento de dones.
- Promover espacios para su ejercicio.
- Evitar el monopolio o la marginación de ciertos dones.
- Capacitar y supervisar con amor y firmeza.
La administración de los dones debe seguir principios bíblicos de justicia, equidad y amor, evitando caer en favoritismos o elitismos. La iglesia no es un club selecto, sino un cuerpo en el que todos tienen un lugar.
El don de profecía en el movimiento adventista
Uno de los elementos distintivos del adventismo es su reconocimiento del don profético manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Este don, comprendido dentro del marco de Apocalipsis 12:17 y 19:10, es visto como una señal del remanente fiel de Dios.
LeRoy Edwin Froom afirma que “el don profético no sustituye a la Escritura, pero sí la ilumina y aplica en el contexto del tiempo del fin” (Froom, 1950, Movement of Destiny).
El uso responsable del don profético fortalece la identidad eclesial y provee dirección en tiempos de confusión doctrinal.
Los falsos dones: Una advertencia para la iglesia
El Nuevo Testamento también advierte contra los falsos profetas y manifestaciones espurias del Espíritu (Mateo 7:22-23; 2 Tesalonicenses 2:9-10). Por tanto, la iglesia debe ejercer discernimiento espiritual, basado en:
- La conformidad con la Biblia.
- Los frutos espirituales del portador del don.
- El impacto sobre la unidad y misión de la iglesia.
Todo don verdadero glorifica a Cristo, edifica la iglesia y promueve la verdad (1 Juan 4:1-3).
Implicaciones prácticas para la iglesia del siglo XXI
1. Fortalecer el discipulado integral
Una iglesia que conoce, valora y activa sus dones es una iglesia discipuladora, capaz de formar creyentes maduros, comprometidos y con propósito.
2. Revalorizar los dones “ocultos”
Muchos dones menos visibles, como la hospitalidad, la intercesión o la administración, son tan importantes como los públicos. La iglesia debe honrar y promover todos los dones por igual.
3. Adaptar los ministerios a contextos actuales
En un mundo postmoderno, los dones deben encontrar expresión en nuevos formatos: redes digitales, asesoría espiritual en línea, ayuda humanitaria urbana, etc.
Conclusión
Los dones espirituales y los ministerios son una manifestación concreta del amor de Dios hacia su iglesia. Él no nos deja sin recursos, sino que nos equipa sobrenaturalmente para cumplir Su propósito eterno. Como adventistas, creemos que el tiempo final requiere una iglesia empoderada, activa y unida, en la que cada miembro sirva con gozo, fidelidad y pasión.
No hay lugar para espectadores. Todos somos llamados. Todos somos capacitados. Todos somos enviados.
Referencias bibliográficas
- Canale, F. (2012). Philosophical Foundations and the Biblical Worldview: Redeeming the Christian Mind. Andrews University Seminary Studies, 50(1), 71-91.
- Froom, L. E. (1950). Movement of Destiny. Review and Herald Publishing Association.
- Rodríguez, Á. M. (2005). The Holy Spirit and Spiritual Gifts in the New Testament Church. Biblical Research Institute Studies, 3(2), 134–152.
- Vyhmeister, N. J. (2010). Spiritual Gifts: Discovery and Deployment. The Journal of Adventist Education, 72(5), 4–9.
- White, E. G. (1911). Los Hechos de los Apóstoles. Asociación Casa Editora Sudamericana.
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