“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón
Pedro, dijo a Jesús: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
pescados; pero ¿qué es esto para tantos?
Jesús dijo: Haced que la gente se recueste. Y había mucha hierba en aquel lugar. Así que los hombres se recostaron, en número de unos cinco mil.” Juan 6:9,10.
Jesús dijo: Haced que la gente se recueste. Y había mucha hierba en aquel lugar. Así que los hombres se recostaron, en número de unos cinco mil.” Juan 6:9,10.
Fue Andrés el que trajo a
aquel muchacho a Jesús, lo que fue el primer paso para que se realizara el
milagro. No podemos saber nunca lo que puede suceder cuando le traemos a
alguien a Jesús. Si un padre entrena a su hijo en el conocimiento y el amor y
el temor de Dios, no hay nadie que pueda decir lo que Dios puede llegar a hacer
algún día con ese niño. Si un maestro de escuela le lleva un niño a Jesús,
nadie puede saber lo que algún día Jesús hará con él.
Se cuenta que un anciano maestro de escuela alemán, cuando entraba en el
aula por la mañana, se quitaba el sombrero para saludarlos respetuosamente. Una
vez alguien le preguntó por qué lo hacía, y él contestó: " Uno no sabe lo
que uno de estos chicos puede llegar a ser el día de mañana.» Y tenía razón:
uno de aquellos niños era Martín Lutero.
Por eso, recuerda cuán importante eres!
Aunque no escribas libros, eres el escritor de tu vida.
Aunque no seas Miguel Ángel, puedes hacer de tu vida una obra maestra.
Aunque no entiendas de cine, ni de cámaras, tu existencia puede
transformarse en un film primoroso con Dios de productor.
Aunque cantes desafinado, tu existencia puede ser una linda canción, que
cualquier afamado compositor envidiaría.
Aunque no entiendas de música, tu vida puede ser una magnífica sinfonía
que los clásicos respetarían.
Aunque no hayas estudiado en una escuela de comunicaciones tu vida puede
transformarse en un reportaje modelo.
Aunque no tengas gran cultura puedes cultivar la sabiduría de la
caridad.
Aunque tu trabajo sea humilde, puedes convertir tu día en oración.
Aunque tengas cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta años, puedes ser
joven de espíritu.
Aunque las arrugas ya marquen tu rostro, vale más tu belleza interior.
Aunque tus pies sangren en los tropiezos y piedras del camino, tu rostro
puede sonreír.
Aunque tus manos conserven las cicatrices de los problemas y de las
incomprensiones, tus labios pueden agradecer.
Aunque las lágrimas amargas recorran tu rostro, tienes un corazón para
amar.
Aunque no lo comprendas, en el cielo tienes reservado un lugar…
Todo, Todo… depende de tu
confianza en Dios y de tu empeño en SER un digno hijo suyo.- Arturo Quirós
Lépiz
El niño de la historia entregó lo poco que tenía y eso fue lo que lo
cambió todo. Si no ofrecemos nada a Dios, El no tendrá nada para usar. Pero
puede tomar lo poco que tenemos y convertirlo en algo grande.
Además recuerda
que un pequeño niño fue instrumento para ver el milagro de Jesús de alimentar
5000 personas. Tú eres un instrumento aunque no hayas logrado otras cosas.
Pr. Wilbert Maluquish