domingo, 27 de abril de 2025

LA ÉTICA Y VIOLENCIA FAMILIAR: Desafíos y soluciones bíblicas

Introducción

En la actualidad, la violencia familiar representa una de las más graves amenazas contra la estabilidad social y espiritual de nuestras comunidades. Desde la perspectiva de la cosmovisión bíblica adventista, abordar este fenómeno implica no solo entender su raíz pecaminosa, sino también proponer soluciones transformadoras basadas en los principios eternos de la Palabra de Dios. Como creyentes comprometidos, reconocemos la necesidad urgente de aplicar una ética bíblica sólida que inspire a restaurar relaciones rotas y promover hogares seguros y amorosos.

Contextualización de la violencia familiar: Entre la descomposición social y la deconstrucción espiritual

La violencia familiar no puede ser comprendida únicamente como un fenómeno aislado o incidental. Diversos estudios en el campo de las ciencias sociales evidencian que factores como la desigualdad económica, la cultura patriarcal, y las experiencias traumáticas influyen notablemente en su reproducción (Sánchez & Ramírez, 2021). Sin embargo, desde una óptica teológica, identificamos que su origen último se encuentra en la caída del ser humano (Génesis 3) y la consecuente distorsión de las relaciones originalmente diseñadas para reflejar el amor divino.

Fundamentos bíblicos de la ética familiar

La Biblia establece patrones claros para la vida en familia. El matrimonio fue instituido en Edén como una unión de amor, respeto mutuo y cooperación (Génesis 2:24). A lo largo de las Escrituras, se reitera la importancia del trato justo y amoroso entre los miembros del hogar (Efesios 5:21-33). En este contexto, la violencia familiar constituye una violación directa del modelo divino, atentando contra la dignidad humana que cada persona posee como portador de la imagen de Dios (Génesis 1:26-27).

El apóstol Pablo exhorta: "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres... Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos" (Efesios 6:1-4), estableciendo un marco de respeto recíproco que excluye cualquier forma de violencia o abuso.

Diagnóstico de los desafíos éticos actuales frente a la violencia familiar

Normalización cultural de la violencia

En muchos contextos socioculturales, la violencia en el hogar es percibida como una dinámica normal o incluso necesaria para mantener el orden. Esta aceptación tácita contribuye a la perpetuación del ciclo de abuso, dificultando su erradicación.

Minimización del rol espiritual en la prevención

La secularización ha desplazado la dimensión espiritual del tratamiento de los conflictos familiares. Las ciencias sociales ofrecen herramientas útiles, pero frecuentemente carecen del poder transformador que proviene del nuevo nacimiento en Cristo (Juan 3:3-6).

Resistencia a la rendición de cuentas

El orgullo humano y la resistencia al arrepentimiento genuino impiden que muchos agresores y víctimas reconozcan su necesidad de ayuda. El pecado endurece el corazón (Hebreos 3:13), haciendo imprescindible un abordaje que incluya tanto la dimensión psicológica como la restauración espiritual.

Estadísticas recientes sobre violencia familiar en Iberoamérica y EE. UU.

La magnitud de la violencia familiar en Iberoamérica y Estados Unidos evidencia la urgencia de intervenir con estrategias basadas en principios bíblicos y sociales sólidos.

Iberoamérica

  • Según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG-CEPAL), aproximadamente 1 de cada 3 mujeres en América Latina ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja (CEPAL, 2022).
  • En países como México, el 66.1% de las mujeres mayores de 15 años ha experimentado al menos un incidente de violencia emocional, económica, física o sexual (INEGI, 2021).
  • En Argentina, durante el primer semestre de 2022, se registraron 134 femicidios, muchos de ellos en el contexto de violencia familiar (Observatorio de las Violencias de Género "Ahora Que Sí Nos Ven", 2022).

Estados Unidos

  • De acuerdo con el National Coalition Against Domestic Violence (NCADV), 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 9 hombres han sufrido violencia física grave, acoso sexual o acoso psicológico por parte de una pareja íntima (NCADV, 2021).
  • El Centers for Disease Control and Prevention (CDC) reporta que en su última Encuesta Nacional sobre Violencia Sexual y de Pareja Íntima (NISVS, 2022), el 25% de las mujeres y el 10% de los hombres reportaron haber experimentado violencia física por parte de una pareja íntima a lo largo de su vida.
  • Además, los costos económicos asociados a la violencia familiar en EE. UU. superan los 8.3 mil millones de dólares anuales, incluyendo atención médica, pérdidas laborales y costos judiciales (CDC, 2022).

Estas cifras alarmantes evidencian que la violencia familiar no discrimina por cultura o economía y que el problema es sistemático, exigiendo soluciones ético-bíblicas de fondo.

Principios bíblicos para enfrentar la violencia familiar

Reconocimiento del valor intrínseco del ser humano

Cada persona tiene un valor incalculable por haber sido creada por Dios. Negar o atentar contra la dignidad de otro es ofender al mismo Creador (Mateo 25:40).

Promoción de relaciones basadas en el amor sacrificial

El modelo de Cristo —quien "se entregó a sí mismo" por nosotros (Efesios 5:2)— debe inspirar nuestras relaciones familiares. El amor bíblico es activo, busca el bienestar del otro y rechaza cualquier manifestación de violencia.

Práctica del perdón y la reconciliación

El perdón no implica justificar el abuso, sino liberar a la víctima del ciclo de amargura y abrir camino para la sanidad (Mateo 18:21-22). No obstante, en casos de violencia grave, la reconciliación debe ser precedida de un verdadero arrepentimiento y cambios verificables en la conducta del agresor.

Propuestas de solución desde la cosmovisión adventista

Educación en valores bíblicos desde la infancia

Una estrategia efectiva contra la violencia es la educación preventiva. Instruir a los niños en la ética del amor, el respeto y la responsabilidad según los principios de las Escrituras es fundamental (Deuteronomio 6:6-7).

Intervención pastoral y comunitaria

Las iglesias deben establecer ministerios de apoyo familiar que incluyan consejería bíblica, talleres de resolución de conflictos y acompañamiento pastoral. Los líderes eclesiásticos deben recibir formación específica en detección y manejo de casos de violencia.

Restauración integral de las víctimas

Las víctimas de violencia necesitan no solo ayuda psicológica, sino también sanidad espiritual. Un enfoque integral incluye oraciones de intercesión, acompañamiento en el discipulado cristiano y, cuando sea necesario, orientación hacia redes profesionales de apoyo.

Disciplina eclesiástica redentora

Cuando un miembro de la iglesia incurre en actos de violencia, debe ser objeto de la disciplina eclesiástica con el propósito de su arrepentimiento y restauración (Mateo 18:15-17), protegiendo a las víctimas y fortaleciendo la pureza del cuerpo de Cristo.

Relación entre ciencias bíblicas y ciencias sociales en el abordaje de la violencia familiar

El diálogo entre las ciencias bíblicas y las ciencias sociales ofrece un panorama más completo de la problemática de la violencia familiar. Mientras las ciencias sociales analizan los factores socioeconómicos y psicológicos, las ciencias bíblicas iluminan el aspecto espiritual y ético de la condición humana.

Complementariedad epistemológica

Ambas disciplinas, aunque distintas en su enfoque, pueden trabajar en sinergia para diseñar estrategias de prevención y restauración que atiendan a la integridad del ser humano (González, 2020).

Reafirmación del rol transformador de la fe

La evidencia empírica muestra que el compromiso religioso genuino reduce significativamente los comportamientos violentos (Ellison & Anderson, 2001). La fe bíblica no solo proporciona consuelo, sino también el poder de transformación radical del corazón humano.

Desafíos futuros para la iglesia y la sociedad

El compromiso cristiano nos impulsa a enfrentar la violencia familiar no solo como un problema social, sino como una cuestión profundamente espiritual. Deberemos:

  • Desarrollar más investigaciones en el ámbito adventista que integren la ética bíblica y la psicología pastoral.
  • Fortalecer redes de apoyo entre iglesias locales, escuelas, hospitales y organismos de protección infantil.
  • Promover una cultura de respeto y denuncia frente a toda forma de violencia.
  • Formar líderes espirituales sensibles, capacitados y comprometidos con la erradicación de la violencia en el hogar.

Conclusión

Estamos llamados a ser agentes de restauración en un mundo herido. Aplicando los principios de la ética bíblica y trabajando en cooperación con las ciencias sociales, podemos contribuir a la sanación de las familias y reflejar el ideal de amor que Dios diseñó en el Edén. La violencia familiar no debe ser tolerada ni minimizada; debe ser confrontada con la verdad del Evangelio y con acciones concretas de amor, justicia y misericordia.


Referencias bibliográficas

  1. Centers for Disease Control and Prevention. (2022). National Intimate Partner and Sexual Violence Survey (NISVS): 2022 Report. Atlanta, GA: CDC.
  2. CEPAL. (2022). Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. https://oig.cepal.org/es
  3. Ellison, C. G., & Anderson, K. L. (2001). Religious involvement and domestic violence among U.S. couples. Journal for the Scientific Study of Religion, 40(2), 269-286. https://doi.org/10.1111/0021-8294.00056
  4. González, J. R. (2020). Violencia familiar y espiritualidad: Un análisis interdisciplinario. Revista Teológica Adventista, 26(1), 45-67.
  5. INEGI. (2021). Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México.
  6. National Coalition Against Domestic Violence. (2021). Statistics on Domestic Violence. https://ncadv.org/statistics
  7. Observatorio de las Violencias de Género "Ahora Que Sí Nos Ven". (2022). Informe de Femicidios Primer Semestre 2022. Buenos Aires, Argentina.
  8. Sánchez, M., & Ramírez, P. (2021). Determinantes sociales de la violencia intrafamiliar en América Latina. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 19(1), 233-248. https://doi.org/10.11600/1692715x.19145210720

CONDUCTA CRISTIANA Y APARIENCIA PERSONAL: Normas y principios de conducta. Apariencia exterior como reflejo de los valores e identidad cristiana

Introducción

Desde una perspectiva adventista, la conducta cristiana y la apariencia personal son aspectos integrales de nuestro testimonio ante el mundo. Ambos elementos reflejan no solo nuestro compromiso con Dios, sino también nuestros valores, identidad espiritual y el propósito divino para nuestras vidas. Como discípulos de Cristo, somos llamados a vivir una vida coherente en pensamiento, palabra, acción y también en nuestra presentación externa.


La base bíblica de la conducta cristiana

La conducta cristiana tiene su fundamento en la Palabra de Dios. Las Escrituras revelan que el cristiano es un embajador de Cristo (2 Corintios 5:20) y debe vivir de manera que glorifique a su Creador. Jesús enseñó: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16).

La vida cristiana no es simplemente un conjunto de prohibiciones, sino una manifestación activa de la naturaleza renovada en Cristo.


Normas de conducta cristiana: Un llamado a la santidad

1. La santidad en todas las áreas de la vida

El llamado a la santidad es explícito en 1 Pedro 1:15-16: “Sed santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. Esta santidad abarca:

  • Pensamientos: Filipenses 4:8 nos insta a pensar en todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre.
  • Palabras: Efesios 4:29 aconseja que ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, sino solo la que sea buena para edificación.
  • Acciones: Colosenses 3:23 nos exhorta a hacer todo de corazón, como para el Señor.

2. La vida en obediencia amorosa

La obediencia no es legalismo cuando surge del amor. Jesús declaró: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). La conducta cristiana es una respuesta de gratitud y amor hacia Dios.

3. La responsabilidad social del cristiano

Los cristianos son llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5:13-14). Esto implica un compromiso ético y moral con la justicia, la compasión y la integridad en todos los aspectos de la vida pública y privada.


La apariencia personal: Una expresión visible de la fe interior

La apariencia personal no es un asunto superficial en la cosmovisión adventista; es un reflejo visible del carácter y de la transformación interior que Dios realiza en el creyente. Nuestra imagen externa comunica un mensaje poderoso sobre a quién servimos.

1. Principios bíblicos para la apariencia personal

  • Modestia: 1 Timoteo 2:9-10 instruye a las mujeres (y por extensión a todos los creyentes) a vestirse con pudor y modestia, no con ostentación.
  • Simplicidad: 1 Pedro 3:3-4 enfatiza que la belleza debe ser la del corazón, manifestada en un espíritu afable y apacible.
  • Dignidad: Romanos 12:1 nos invita a presentar nuestros cuerpos como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios.

2. La belleza verdadera en la perspectiva divina

La verdadera belleza, según la Biblia, no reside en adornos exteriores, sino en el carácter semejante a Cristo. El apóstol Pablo enseña que debemos vestirnos “de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12).


La apariencia y la identidad cristiana: Un testimonio vivo

Nuestra apariencia exterior debe ser coherente con la fe que profesamos. Así como la luz no puede ocultarse (Mateo 5:14-16), nuestra imagen externa debe testificar de nuestra transformación interna.

La psicología social reconoce que la apariencia influye en la percepción que los demás tienen de nosotros (Damhorst, 1990). Para el cristiano, esto se convierte en una oportunidad para glorificar a Dios en todo.

1. La importancia de la coherencia

No podemos predicar modestia y vivir en ostentación. La coherencia entre la apariencia y la fe es esencial para un testimonio efectivo.

2. Apariencia como expresión de valores eternos

La forma en que nos vestimos comunica mensajes sobre:

  • Nuestra visión de Dios
  • Nuestro concepto de nosotros mismos
  • Nuestro respeto hacia los demás

Cada elección de apariencia debe ser evaluada bajo el principio de 1 Corintios 10:31: “Hacedlo todo para la gloria de Dios”.


Desafíos contemporáneos a los principios bíblicos de conducta y apariencia

Vivimos en una sociedad donde el hedonismo, el narcisismo y el relativismo moral desafían constantemente los principios cristianos. Entre los principales retos encontramos:

  • La presión de las modas seculares
  • La exaltación de la imagen sobre el carácter
  • La trivialización de los valores bíblicos

En este contexto, el creyente debe ser firme y discernir cuidadosamente sus decisiones respecto a la conducta y la apariencia, confiando en la dirección del Espíritu Santo.


El papel de la iglesia en la formación del carácter y la apariencia cristiana

La iglesia tiene una función educativa y formativa crucial. Debe:

  • Enseñar claramente los principios bíblicos
  • Modelar los valores cristianos en la vida comunitaria
  • Apoyar a los miembros en su crecimiento espiritual y su testimonio externo

Las instituciones adventistas, incluyendo escuelas y universidades, deben ser modelos de integridad, modestia y excelencia cristiana.


Implicaciones prácticas para el cristiano hoy

1. Evaluar nuestras motivaciones

Preguntémonos: ¿Busco agradar a Dios o al mundo? ¿Mi apariencia refleja humildad y respeto?

2. Buscar la dirección divina

Antes de tomar decisiones sobre nuestra conducta o apariencia, es vital orar y consultar los principios de la Palabra de Dios.

3. Testimoniar a través de la apariencia

Cada acto de vestirnos es una oportunidad para glorificar a Dios y testificar de su poder transformador.


Conclusión

Como adventistas del séptimo día, creemos que nuestra conducta y nuestra apariencia forman parte de nuestro llamado a ser representantes del Reino de Dios en la tierra. No se trata simplemente de normas externas, sino de una expresión auténtica de la transformación que Cristo realiza en nosotros.

La vida cristiana no es compartimentalizada: todo, desde nuestros pensamientos hasta nuestra forma de vestir, debe estar subordinado al señorío de Cristo. Nuestra apariencia y conducta deben ser un canto silencioso que proclame: "Cristo vive en mí".


Referencias bibliográficas

  1. Damhorst, M. L. (1990). In search of a common thread: Classification of information communicated through dress. Clothing and Textiles Research Journal, 8(2), 1-12. https://doi.org/10.1177/0887302X9000800201
  2. Rodríguez, Á. M. (2010). La santidad cristiana y su expresión externa: Una perspectiva adventista. Journal of Adventist Mission Studies, 6(1), 44-59.
  3. White, E. G. (1948). La educación cristiana. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  4. White, E. G. (1952). El hogar cristiano. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  5. Doukhan, J. B. (2003). Modesty and Beauty in Christian Behavior: A Seventh-day Adventist Perspective. Andrews University Seminary Studies, 41(1), 47-62.

jueves, 24 de abril de 2025

LA ÉTICA CRISTIANA: Adulterio y divorcio en la actualidad

Introducción

En la actualidad, los valores morales y familiares están siendo desafiados por dinámicas culturales que, en muchos casos, contradicen principios eternos revelados en las Escrituras. Temas como el adulterio y el divorcio se han normalizado en muchas sociedades, debilitando los cimientos del matrimonio como institución divina. Frente a esta realidad, la ética cristiana, fundamentada en la cosmovisión bíblica adventista, ofrece una respuesta sólida, tanto teológica como social, que orienta a la familia contemporánea hacia la restauración y la esperanza.

La cosmovisión bíblica: Fundamento de la ética cristiana

Desde la perspectiva adventista, la Biblia es la norma suprema de fe y conducta (2 Timoteo 3:16-17). Esta cosmovisión no sólo moldea nuestra comprensión de Dios, del hombre y del pecado, sino también nuestras relaciones humanas. El matrimonio es considerado una institución establecida por Dios en el Edén (Génesis 2:24), con un diseño sagrado e inmutable, reflejo del carácter divino y del vínculo entre Cristo y su Iglesia (Efesios 5:25-33).

La ética cristiana, en este marco, se construye desde una visión holística e integral, que armoniza la revelación bíblica con los aportes de las ciencias sociales y humanas, sin sacrificar la autoridad de las Escrituras.

Adulterio: Una transgresión a la santidad del pacto matrimonial

Dimensión teológica del adulterio

El adulterio es definido en la Biblia como una violación del séptimo mandamiento (Éxodo 20:14), y representa una ruptura del pacto matrimonial. Jesús radicaliza este mandamiento al señalar que incluso el deseo lujurioso constituye adulterio en el corazón (Mateo 5:27-28), enfatizando así la integridad moral interna como parte esencial de la vida ética.

Consecuencias espirituales y sociales del adulterio

Desde una perspectiva cristiana, el adulterio no solo tiene consecuencias personales, sino también comunitarias. Rompe la confianza, destruye hogares y afecta emocionalmente a hijos e hijas, generando ciclos de disfuncionalidad familiar. En el contexto social contemporáneo, el adulterio ha sido minimizado como una simple “falla humana”, pero la ética cristiana lo reconoce como una ofensa grave contra Dios y el prójimo.

Respuestas pastorales y terapéuticas al adulterio

En consonancia con la gracia divina, el adventismo propone procesos de restauración para los que han caído. Esto implica arrepentimiento genuino, restitución cuando sea posible, y acompañamiento pastoral y psicológico para la sanidad relacional. El perdón no elimina las consecuencias, pero abre camino a la redención (1 Juan 1:9).

Divorcio: Ruptura legal y espiritual del pacto

Fundamentos bíblicos del matrimonio como pacto

En el pensamiento bíblico, el matrimonio no es un contrato temporal, sino un pacto sagrado ante Dios (Malaquías 2:14). Este carácter de pacto implica fidelidad, compromiso y permanencia. Jesús reafirma esta visión al enseñar que “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6), confrontando las prácticas permisivas del divorcio en su época.

Causas legítimas del divorcio según la Biblia

La Biblia reconoce que, debido a la dureza del corazón humano, el divorcio puede llegar a ser permitido (Mateo 19:8), aunque nunca es ideal. En la cosmovisión adventista, el adulterio (Mateo 5:32) y el abandono por parte del cónyuge incrédulo (1 Corintios 7:15) son causas legítimas para el divorcio, pero siempre con una mirada pastoral que busca la reconciliación antes que la separación.

Impacto del divorcio en la familia y la iglesia

El divorcio genera efectos devastadores en la vida emocional, espiritual y social de quienes lo experimentan, especialmente en los hijos. Las investigaciones desde las ciencias sociales han demostrado el impacto negativo del divorcio en la estabilidad emocional de los menores y en su percepción futura del matrimonio. Desde la iglesia, el divorcio debe ser abordado con compasión, sin promoverlo, pero ofreciendo acompañamiento pastoral, terapéutico y espiritual.

Panorama estadístico del divorcio en Latinoamérica y Estados Unidos

Divorcio en Latinoamérica

Según datos recientes publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y estudios del Banco Mundial (2022), la tasa de divorcios en América Latina ha aumentado significativamente en las últimas décadas. En países como Chile, el número de divorcios ha crecido en más del 200% desde la legalización en 2004. En México, se reportaron aproximadamente 160,107 divorcios en 2022, representando un aumento del 11% respecto al año anterior (INEGI, 2023). Argentina y Brasil también muestran tendencias similares, con tasas que superan los 2.2 divorcios por cada 1,000 habitantes.

En Perú, los registros civiles indican que el número de divorcios se ha duplicado en los últimos diez años, mientras que en Colombia, por cada cuatro matrimonios, se registran tres divorcios, según datos de la Superintendencia de Notariado y Registro (2023).

Divorcio en Estados Unidos

En Estados Unidos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reportaron que en 2021 la tasa de divorcio fue de 2.5 por cada 1,000 habitantes, una disminución respecto a décadas anteriores, pero aún alta en comparación global. Aproximadamente, el 40-50% de los matrimonios terminan en divorcio, y para los segundos matrimonios, la tasa de divorcio asciende a cerca del 60% (American Psychological Association, 2022).

Estudios del Pew Research Center señalan que los factores más asociados al divorcio incluyen problemas de comunicación, infidelidad, abuso emocional o físico, y diferencias irreconciliables en valores y expectativas.

Intersección entre las ciencias bíblicas y las ciencias sociales

Aportes de la psicología y sociología a la comprensión del divorcio y adulterio

Las ciencias sociales permiten comprender las dinámicas psicosociales que conducen a la infidelidad y a la ruptura matrimonial. Factores como la falta de comunicación, la infidelidad emocional, la violencia doméstica, el estrés financiero, entre otros, contribuyen al debilitamiento de los vínculos conyugales.

La ética cristiana, lejos de ignorar estos factores, los integra dentro de un análisis teológico-pastoral que reconoce la necesidad de una intervención multidisciplinaria. La restauración de matrimonios quebrantados requiere tanto dirección espiritual como herramientas psicológicas adecuadas.

Prevención desde una perspectiva integral

Educar en valores bíblicos desde la infancia, fortalecer los programas de preparación matrimonial y fomentar el discipulado conyugal continuo, son estrategias que ayudan a prevenir estas crisis. Las iglesias deben ser comunidades terapéuticas, que no juzguen, sino que acompañen con amor y verdad.

Modelos pastorales para abordar el adulterio y el divorcio en la iglesia

Ministerio de reconciliación y gracia

La iglesia, como cuerpo de Cristo, está llamada a ser agente de gracia y reconciliación (2 Corintios 5:18). Esto implica acompañar pastoralmente a matrimonios en crisis, no desde la condena, sino desde el amor restaurador. Los líderes espirituales deben ser capacitados para manejar con sabiduría estas situaciones, respetando las Escrituras y aplicando principios de justicia y misericordia.

Disciplina eclesiástica y restauración

En casos de adulterio persistente o escándalos públicos, puede ser necesaria la aplicación de disciplina eclesiástica, no como castigo, sino como medida correctiva y restauradora (Mateo 18:15-17; Gálatas 6:1). Esta debe ir acompañada de procesos de consejería, mentoría espiritual y seguimiento pastoral.

Implicaciones escatológicas: El matrimonio como anticipo del reino

El matrimonio, desde la cosmovisión bíblica, es una figura profética del amor eterno de Cristo por su Iglesia. Por ello, cada ruptura matrimonial representa también una distorsión del plan divino. En la ética adventista, esta dimensión escatológica del matrimonio nos invita a vivir con fidelidad, pureza y esperanza, sabiendo que todo pacto humano debe reflejar la gloria de Dios y anticipar la plenitud del Reino.

Conclusión

Como adventistas del séptimo día, afirmamos que la ética cristiana no es una carga moralista, sino una expresión del amor de Dios que transforma relaciones. Frente al adulterio y el divorcio, nuestra respuesta debe ser integral: firme en los principios, pero abundante en gracia. La iglesia debe ser un refugio para los quebrantados, un espacio de sanidad para los caídos, y un faro de esperanza para los matrimonios que buscan redención.


Referencias bibliográficas

  1. Doukhan, J. (2010). The Genesis Creation Story: Its Literary Structure and Theology. Andrews University Seminary Studies, 48(1), 39–53.
  2. Moskala, J. (2012). Biblical Principles of Marriage and Divorce. Journal of the Adventist Theological Society, 23(1), 113–135.
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  4. Arrais, M. (2015). Pastoral Counseling for Marriages in Crisis. Ministry: International Journal for Pastors, 87(3), 20–24.
  5. Oliver, W. (2016). Divorce and Remarriage: An Adventist Perspective. Journal of Family Research and Practice, 2(1), 1–15.
  6. Escobar, M. (2020). Ética cristiana y restauración de la familia en contextos de crisis. Revista Teológica Adventista del Sur, 12(2), 54–72.
  7. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2023). Estadísticas de Nupcialidad y Divorcios. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/
  8. American Psychological Association. (2022). Marriage and Divorce. Recuperado de https://www.apa.org/topics/divorce-children


DONES ESPIRITUALES Y MINISTERIOS

Introducción

Desde la perspectiva adventista del séptimo día, comprendemos que la iglesia de Cristo no es una organización humana meramente estructurada, sino un organismo vivo guiado, capacitado y edificado por el Espíritu Santo. Los dones espirituales y los ministerios constituyen herramientas fundamentales mediante las cuales Dios equipa a su pueblo para la misión, la edificación mutua y el testimonio al mundo.

En este breve artículo profundizaremos en el origen, la función, la clasificación y la aplicación de los dones espirituales y ministerios dentro del marco teológico adventista, basado en la Escritura y reforzado por investigaciones académicas de teólogos adventistas reconocidos.


¿Qué son los dones espirituales? Fundamento bíblico y teológico

Los dones espirituales son capacidades sobrenaturales concedidas por el Espíritu Santo a los creyentes para el servicio dentro del cuerpo de Cristo. Estas habilidades no son innatas ni adquiridas por mérito humano, sino expresiones de la gracia divina (1 Corintios 12:7).

La teología adventista reconoce que estos dones son diversos y tienen un propósito específico: edificar la iglesia, promover la unidad y cumplir la misión evangelizadora (Efesios 4:11-13).

El teólogo Ángel Manuel Rodríguez destaca que “los dones espirituales son manifestaciones dinámicas de la presencia del Espíritu, que facultan a cada creyente para contribuir activamente al ministerio del Reino de Dios” (Rodríguez, 2005).


Clasificación bíblica de los dones espirituales

En el Nuevo Testamento encontramos varios listados de dones espirituales:

  • Romanos 12:6-8: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, generosidad, liderazgo, misericordia.
  • 1 Corintios 12:8-10, 28-30: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación.
  • Efesios 4:11-13: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Desde la visión adventista, estos listados no son exhaustivos, sino representativos. Además, se distinguen dos categorías principales:

  1. Dones de palabra y enseñanza (doctrinales).
  2. Dones de servicio y apoyo comunitario (prácticos).

Así, cada creyente tiene al menos un don, y todos son necesarios para el funcionamiento equilibrado de la iglesia (1 Corintios 12:12-27).


La soberanía del Espíritu en la distribución de los dones

Una característica central en la doctrina de los dones espirituales es que el Espíritu Santo es quien determina qué don recibe cada creyente, según su sabiduría y el plan de Dios para su vida (1 Corintios 12:11).

Esto implica que:

  • No todos tienen el mismo don.
  • No hay jerarquía de valor entre dones.
  • Los dones no son permanentes, sino dinámicos según el contexto y necesidad del cuerpo de Cristo.

Como señala Fernando Canale, “la distribución de los dones refleja el carácter trinitario de Dios: diversidad en unidad, diferenciación en armonía” (Canale, 2012, Andrews University Seminary Studies).


Dones espirituales y ministerios: Una relación inseparable

Los dones espirituales no se manifiestan en el vacío, sino en contextos ministeriales definidos. El ministerio es el canal por el cual los dones se ejercen. Es decir, mientras el don es la capacidad dada por Dios, el ministerio es el campo de acción.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce cinco grandes áreas de ministerio en las que los dones espirituales pueden operar:

  1. Ministerio pastoral y de liderazgo eclesiástico.
  2. Ministerio de enseñanza y discipulado.
  3. Ministerio de adoración y liturgia.
  4. Ministerio de compasión y servicio comunitario.
  5. Ministerio misionero y evangelístico.

Ellen G. White afirma: “Dios no ha dejado a su iglesia sin dirección. Ha provisto dones y ministerios para que la obra del Evangelio avance en orden y eficacia” (White, 1911, Los Hechos de los Apóstoles, p. 160).


El propósito de los dones: unidad, madurez y misión

1. Fomentar la unidad del cuerpo de Cristo

Efesios 4:13 nos enseña que los dones operan hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe. La pluralidad de funciones en la iglesia debe conducir a una sola meta: reflejar el carácter de Cristo en comunión.

2. Alcanzar la madurez espiritual

Los dones también tienen como fin la edificación de los creyentes para que dejen de ser niños espirituales arrastrados por todo viento de doctrina (Efesios 4:14-15).

3. Cumplir la misión evangélica

Jesús dijo: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hechos 1:8). Por tanto, los dones empoderan a la iglesia para alcanzar al mundo con el mensaje del Evangelio eterno.


La importancia de descubrir y desarrollar los dones espirituales

En la práctica pastoral adventista, se anima a cada miembro a identificar y usar sus dones mediante la oración, el estudio bíblico, la observación de frutos y el consejo espiritual.

El uso adecuado de los dones incluye:

  • Humildad: reconocer que es Dios quien obra.
  • Responsabilidad: ejercer el don con fidelidad.
  • Disciplina: cultivarlo mediante la formación y el servicio.
  • Coordinación: integrarse a los planes de la iglesia local.

Como apunta Nancy Vyhmeister, “una iglesia que moviliza sus dones espirituales es una iglesia vibrante, relevante y poderosa” (Vyhmeister, 2010, Journal of Adventist Education).


El rol del liderazgo en la administración de los dones

El liderazgo eclesiástico tiene la tarea de:

  • Fomentar una cultura de descubrimiento de dones.
  • Promover espacios para su ejercicio.
  • Evitar el monopolio o la marginación de ciertos dones.
  • Capacitar y supervisar con amor y firmeza.

La administración de los dones debe seguir principios bíblicos de justicia, equidad y amor, evitando caer en favoritismos o elitismos. La iglesia no es un club selecto, sino un cuerpo en el que todos tienen un lugar.


El don de profecía en el movimiento adventista

Uno de los elementos distintivos del adventismo es su reconocimiento del don profético manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Este don, comprendido dentro del marco de Apocalipsis 12:17 y 19:10, es visto como una señal del remanente fiel de Dios.

LeRoy Edwin Froom afirma que “el don profético no sustituye a la Escritura, pero sí la ilumina y aplica en el contexto del tiempo del fin” (Froom, 1950, Movement of Destiny).

El uso responsable del don profético fortalece la identidad eclesial y provee dirección en tiempos de confusión doctrinal.


Los falsos dones: Una advertencia para la iglesia

El Nuevo Testamento también advierte contra los falsos profetas y manifestaciones espurias del Espíritu (Mateo 7:22-23; 2 Tesalonicenses 2:9-10). Por tanto, la iglesia debe ejercer discernimiento espiritual, basado en:

  • La conformidad con la Biblia.
  • Los frutos espirituales del portador del don.
  • El impacto sobre la unidad y misión de la iglesia.

Todo don verdadero glorifica a Cristo, edifica la iglesia y promueve la verdad (1 Juan 4:1-3).


Implicaciones prácticas para la iglesia del siglo XXI

1. Fortalecer el discipulado integral

Una iglesia que conoce, valora y activa sus dones es una iglesia discipuladora, capaz de formar creyentes maduros, comprometidos y con propósito.

2. Revalorizar los dones “ocultos”

Muchos dones menos visibles, como la hospitalidad, la intercesión o la administración, son tan importantes como los públicos. La iglesia debe honrar y promover todos los dones por igual.

3. Adaptar los ministerios a contextos actuales

En un mundo postmoderno, los dones deben encontrar expresión en nuevos formatos: redes digitales, asesoría espiritual en línea, ayuda humanitaria urbana, etc.


Conclusión

Los dones espirituales y los ministerios son una manifestación concreta del amor de Dios hacia su iglesia. Él no nos deja sin recursos, sino que nos equipa sobrenaturalmente para cumplir Su propósito eterno. Como adventistas, creemos que el tiempo final requiere una iglesia empoderada, activa y unida, en la que cada miembro sirva con gozo, fidelidad y pasión.

No hay lugar para espectadores. Todos somos llamados. Todos somos capacitados. Todos somos enviados.


Referencias bibliográficas

  1. Canale, F. (2012). Philosophical Foundations and the Biblical Worldview: Redeeming the Christian Mind. Andrews University Seminary Studies, 50(1), 71-91.
  2. Froom, L. E. (1950). Movement of Destiny. Review and Herald Publishing Association.
  3. Rodríguez, Á. M. (2005). The Holy Spirit and Spiritual Gifts in the New Testament Church. Biblical Research Institute Studies, 3(2), 134–152.
  4. Vyhmeister, N. J. (2010). Spiritual Gifts: Discovery and Deployment. The Journal of Adventist Education, 72(5), 4–9.
  5. White, E. G. (1911). Los Hechos de los Apóstoles. Asociación Casa Editora Sudamericana.

miércoles, 23 de abril de 2025

LA IDENTIDAD Y EL LIDERAZGO: Fundamentos esenciales para un liderazgo auténtico y transformador

Introducción

En el contexto de un mundo cada vez más complejo, la relación entre la identidad personal y el liderazgo efectivo se vuelve crucial. Como docentes universitarios, líderes académicos y formadores de nuevas generaciones, reconocemos que el liderazgo auténtico no puede separarse de una identidad clara, firme y alineada con valores sólidos. Un liderazgo que transforma realidades, construye equipos y genera cambios sostenibles en cualquier ámbito requiere, antes que todo, una profunda comprensión de quiénes somos y hacia dónde vamos.

¿Qué es la identidad y por qué define el liderazgo?

La identidad es el núcleo del ser humano, conformada por elementos biográficos, psicológicos, espirituales, sociales y culturales. Esta construcción única da forma a nuestras convicciones, decisiones y estilos de interacción con el mundo. Según Erikson (1968), la identidad es “un sentido de continuidad y coherencia personal” que se desarrolla a lo largo del tiempo, influenciado por nuestras experiencias y relaciones.

En el caso del liderazgo, la identidad actúa como brújula interior, guiando la conducta ética, la toma de decisiones y la coherencia entre lo que decimos y hacemos. Un líder con una identidad bien cimentada proyecta confianza, credibilidad y propósito, atributos esenciales para generar influencia significativa.

El vínculo entre autoconocimiento e influencia

El autoconocimiento no es un lujo, sino una herramienta estratégica para liderar con efectividad. Un líder que no conoce sus propios valores, fortalezas, miedos y límites está expuesto a actuar por inercia o por influencia externa, lo que lo convierte en un agente reactivo más que en un motor de transformación.

Estudios recientes han confirmado que el autoconocimiento está directamente relacionado con el rendimiento del liderazgo. Según Goleman, Boyatzis y McKee (2013), la inteligencia emocional —en cuya base se encuentra el autoconocimiento— es una de las competencias críticas para el liderazgo resonante. Un líder que se conoce a sí mismo puede gestionar mejor sus emociones, empatizar con su equipo y comunicar con autenticidad.

La construcción de una identidad de liderazgo sólida

1. Valores personales y visión trascendente

Los líderes auténticos actúan desde un sistema de valores claro. Estos valores no solo guían sus decisiones, sino que también inspiran a sus seguidores. La visión, por otro lado, es el ancla del futuro: proporciona dirección, sentido y motivación. Una identidad sólida articula estos valores con una visión trascendente que trasciende el beneficio personal para impactar colectivamente.

2. Historia de vida y narrativa personal

La identidad no se construye en el vacío; es el resultado de nuestras experiencias vitales. Un líder que comprende y resignifica su historia es capaz de construir una narrativa de liderazgo auténtica, que le otorga sentido y dirección a su vocación de servicio. Esta narrativa no solo fortalece al líder, sino que inspira a otros a hacer lo mismo.

3. Coherencia entre el ser, el decir y el hacer

Un liderazgo poderoso no se basa en discursos, sino en coherencia. Cuando los equipos perciben que el líder vive lo que predica, se genera confianza y compromiso. La coherencia es el puente entre la identidad personal y la efectividad organizacional.

Tipos de identidad en el liderazgo: Enfoques y estilos

Identidad basada en el poder

Algunos líderes construyen su identidad en torno a la autoridad o el control. Si bien pueden ser efectivos a corto plazo, su impacto tiende a ser limitado o incluso destructivo, especialmente si no está mediado por valores éticos.

Identidad basada en el servicio

El liderazgo basado en el servicio —popularizado por Greenleaf (1977)— propone que el líder es, ante todo, servidor. Esta identidad se centra en el bienestar de los demás y promueve estructuras horizontales, colaboración y empoderamiento. Es una de las formas más efectivas y sostenibles de ejercer influencia.

Identidad basada en la misión

Líderes con una fuerte orientación misional tienen claridad sobre su propósito y lo comunican con pasión. Este tipo de identidad inspira, moviliza e impacta con profundidad, ya que responde a una motivación trascendente.

Crisis de identidad y liderazgo disfuncional

La falta de identidad definida o las crisis internas pueden llevar al líder a adoptar máscaras, actuar desde el ego o caer en comportamientos erráticos. Estas crisis de identidad no solo afectan al propio líder, sino que contaminan la cultura organizacional y generan desconfianza en los equipos.

Según investigaciones publicadas en Leadership Quarterly (Brown & Treviño, 2006), los líderes con baja claridad identitaria tienden a mostrar inconsistencia, falta de integridad y mayor riesgo de corrupción organizacional.

Liderazgo transformacional: Identidad con impacto social

El liderazgo transformacional es una de las expresiones más elevadas de la identidad auténtica. Según Bass y Riggio (2006), este tipo de liderazgo se caracteriza por inspirar, estimular intelectualmente y considerar individualmente a cada miembro del equipo. Este liderazgo solo es posible cuando el líder tiene una identidad profundamente arraigada en valores trascendentes, con un fuerte sentido de misión y responsabilidad social.

Identidad ética y liderazgo moral

En tiempos de crisis ética global, el liderazgo moral es más necesario que nunca. La identidad del líder ético se construye sobre pilares como la honestidad, la justicia, la compasión y la humildad. Estos líderes no solo buscan resultados, sino que también cuidan los medios.

Autoras como Ciulla (2004) han destacado que el liderazgo ético no puede ser un accesorio, sino el núcleo de la identidad del líder. Sin ética, el liderazgo es solo manipulación.

Liderazgo en contextos universitarios: Formar desde la identidad

Como docentes universitarios, tenemos la misión de formar líderes con identidad sólida y compromiso social. Las aulas no solo son espacios de transmisión de conocimiento, sino foros de transformación de vidas. Fomentar el autoconocimiento, el pensamiento crítico y la reflexión ética debe ser parte esencial del currículo universitario.

El liderazgo cristiano: Identidad basada en el carácter de Cristo

Para quienes ejercemos el liderazgo desde una perspectiva cristiana, la identidad del líder debe estar modelada por el carácter de Cristo. Esto implica humildad, servicio, justicia, amor sacrificial y obediencia a la voluntad divina. Jesús es el paradigma máximo del liderazgo identitario, pues actuó siempre desde la coherencia entre su ser, su decir y su hacer.

Cómo desarrollar la identidad como líderes

  1. Autoevaluación constante: utilizar herramientas como el diario reflexivo, feedback 360° y espacios de mentoría.

  2. Alineación de propósito y práctica: revisar periódicamente si nuestras acciones están alineadas con nuestra visión y valores.

  3. Espiritualidad y sentido de trascendencia: cultivar prácticas que fortalezcan la dimensión espiritual del liderazgo.

  4. Educación continua: estudiar, leer, dialogar, crecer intelectualmente.

  5. Vulnerabilidad y autenticidad: mostrarnos reales, humanos y accesibles.

Conclusión

Un liderazgo auténtico, transformador y sostenible no se puede improvisar. Se construye desde la identidad, se refuerza en los valores, se alimenta con propósito y se expresa en cada interacción diaria. En un mundo que clama por líderes íntegros y visionarios, nuestra mayor contribución como educadores es formar identidades sólidas, capaces de liderar con compasión, valentía y verdad.


Referencias bibliográficas

  1. Bass, B. M., & Riggio, R. E. (2006). Transformational Leadership (2nd ed.). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates.
  2. Brown, M. E., & Treviño, L. K. (2006). Ethical leadership: A review and future directions. The Leadership Quarterly, 17(6), 595–616. https://doi.org/10.1016/j.leaqua.2006.10.004
  3. Ciulla, J. B. (2004). Ethics, the Heart of Leadership. Praeger.
  4. Erikson, E. H. (1968). Identity: Youth and Crisis. New York: W. W. Norton.
  5. Goleman, D., Boyatzis, R., & McKee, A. (2013). Primal Leadership: Unleashing the Power of Emotional Intelligence. Harvard Business Review Press.
  6. Greenleaf, R. K. (1977). Servant Leadership: A Journey into the Nature of Legitimate Power and Greatness. Paulist Press.

EL SÁBADO COMO DÍA DE REPOSO Y ADORACIÓN: Origen, significado y cómo observarlo

Introducción

El contexto actual, marcado por el estrés, la sobrecarga laboral y la desconexión espiritual, el sábado se presenta como un oasis semanal instituido por Dios, que trasciende culturas, religiones y épocas. Desde la cosmovisión adventista del séptimo día, el sábado no solo es un día de descanso físico, sino un encuentro sagrado entre el Creador y Su pueblo. Su origen, significado y la manera en que se debe observar están profundamente arraigados en las Escrituras y en el ejemplo mismo de Jesucristo.


El origen del sábado: Un mandato divino desde la creación

Establecido en la semana de la creación

El relato de la creación en Génesis 2:1-3 revela que el sábado fue instituido por Dios mismo al final de Su obra creadora. Después de crear el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos en seis días, Dios reposó el séptimo día, lo bendijo y lo santificó, asignándole así un estatus especial y eterno.

Este acto no fue una necesidad física para el Creador, sino un modelo para la humanidad, diseñado para que el ser humano pueda experimentar descanso, comunión con Dios y renovación espiritual. Según Richard Davidson (2015), “el sábado es anterior al pecado y por tanto pertenece al orden perfecto de la creación; es universal y no limitado a un solo pueblo”.


El sábado en el Antiguo Testamento: Señal de pacto y santificación

El sábado en la experiencia del pueblo de Israel

En Éxodo 20:8-11, el sábado es incluido dentro del Decálogo como el cuarto mandamiento, lo que refleja su carácter moral, perpetuo y divinamente autorizado. A diferencia de otras leyes ceremoniales, la ley del sábado se remonta a la creación y no depende del sistema levítico.

Además, en Éxodo 31:13, Dios declara: “Ciertamente vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones”. El sábado es, por tanto, una señal del pacto entre Dios y su pueblo, un recordatorio semanal de su rol como Creador y Redentor.

El sábado como símbolo de liberación

En Deuteronomio 5:15, el sábado también es presentado como una conmemoración de la liberación de Israel de Egipto, mostrando así su dimensión redentora. Esta doble dimensión —creación y redención— conecta el sábado directamente con el evangelio eterno.


El sábado en el ministerio de Jesús: Un día para hacer el bien

Jesús y la restauración del significado del sábado

Jesús observó el sábado de forma regular (Lucas 4:16), pero también corrigió los abusos legalistas que los fariseos habían añadido. Su declaración en Marcos 2:27-28“el sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado”— enfatiza que el sábado es una bendición y no una carga.

Jesús sanó en sábado, enseñó en sábado, caminó con sus discípulos y comió con otros. En ningún momento lo abolió o cambió. Según Ángel Manuel Rodríguez (2002), “Jesús no redefinió el sábado, lo purificó de las tradiciones humanas para restaurar su propósito original”.


El sábado en el Nuevo Testamento: Práctica de la iglesia apostólica

Continuidad sabática después de la resurrección

Contrario a algunas interpretaciones modernas, los apóstoles y la iglesia primitiva continuaron guardando el sábado. En Hechos 13:14-44, Pablo predica en sábado tanto a judíos como a gentiles. En Hechos 16:13, se reúne junto al río en día de reposo. No hay evidencia bíblica que indique que el día de reposo fue trasladado al domingo.

La teóloga adventista Jo Ann Davidson señala que “el silencio de los escritos del Nuevo Testamento respecto a un cambio del sábado al domingo es ensordecedor, lo que implica una continuidad con la práctica sabática original” (Davidson, 2012).


Significado teológico del sábado: Identidad, adoración y esperanza

Identidad del pueblo de Dios

El sábado es una marca distintiva del pueblo fiel de Dios (Ezequiel 20:20; Apocalipsis 14:12). Es una señal de lealtad a los mandamientos divinos en medio de un mundo que ha olvidado al Creador.

Un acto de adoración a Dios como Creador

Apocalipsis 14:7 llama a “adorar al que hizo el cielo y la tierra”, una alusión directa al cuarto mandamiento. En este contexto, guardar el sábado es un acto de resistencia contra el secularismo y el materialismo, y una afirmación de que Dios es el dueño del tiempo y de nuestras vidas.

Esperanza escatológica

Hebreos 4 describe un “reposo sabático” aún vigente para el pueblo de Dios, simbolizando la entrada final al reposo eterno en Cristo. El sábado, entonces, es una anticipación del Reino venidero, un recordatorio semanal del descanso eterno prometido.


Cómo observar el sábado: Principios prácticos desde la fe adventista

1. Preparación previa (viernes: día de preparación)

El viernes debe usarse para organizar el hogar, preparar la comida, concluir tareas laborales o académicas, y dejar todo listo para recibir el sábado con reverencia y alegría.

2. Comienzo al atardecer (puesta del sol)

Siguiendo el modelo bíblico (Levítico 23:32), el sábado inicia al atardecer del viernes y concluye al atardecer del sábado. Este enfoque promueve un inicio consciente y solemne del día santo.

3. Actividades apropiadas

El sábado es un día para:

  • Adorar a Dios en comunidad (Isaías 66:23).
  • Estudiar la Biblia y orar.
  • Contemplar la creación.
  • Visitar enfermos, ayudar al necesitado y realizar actos de misericordia (Mateo 12:12).
  • Reunirse en familia y fortalecer lazos espirituales.

4. Lo que debemos evitar

El sábado no es día para actividades seculares, negocios, compras, entretenimiento mundano o deportes competitivos. No por legalismo, sino para preservar su santidad y enfocarnos en lo eterno.


El sábado en el conflicto de los últimos días

La prueba final de lealtad

Apocalipsis 13 y 14 profetizan un conflicto global sobre la adoración. El sábado será el punto de prueba final entre quienes adoran al Creador y quienes siguen al sistema de poder representado por la “bestia”.

El sábado, como señal del Dios verdadero, distinguirá al remanente fiel, que obedecerá a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

El sello de Dios versus la marca de la bestia

Según la interpretación profética adventista, el sábado representa el sello de Dios, mientras que el domingo, promovido por poderes religiosos apóstatas, será la marca de la bestia. No se trata solo de días, sino de autoridad: ¿a quién decidimos obedecer?


Implicaciones espirituales y sociales del sábado hoy

1. Antídoto contra el materialismo

El sábado interrumpe la rutina del consumismo y nos recuerda que nuestra identidad no está en lo que producimos, sino en lo que somos ante Dios.

2. Restauración de relaciones

El descanso sabático permite la reconexión con Dios, la familia y la comunidad, fomentando relaciones significativas y saludables.

3. Compromiso ecológico

Contemplar la creación en sábado fortalece nuestra conciencia ecológica y nos recuerda nuestra responsabilidad como mayordomos de la Tierra.

4. Testimonio evangelizador

Un estilo de vida sabático es un testimonio viviente de la paz, esperanza y orden divino. En una cultura de agitación, el sábado proclama que hay un Dios que nos llama a descansar en Él.


Conclusión

El sábado no es una carga legalista ni una herencia del judaísmo antiguo. Es un don sagrado del Creador para todos los seres humanos, un día bendecido, santificado y lleno de propósito espiritual.

Como adventistas del séptimo día, reconocemos en el sábado el sello del Dios vivo, un símbolo de fidelidad, redención y esperanza eterna. En un mundo en caos, el sábado es un llamado a volver al origen, a la adoración verdadera y al reposo divino.


Referencias bibliográficas

  1. Davidson, R. M. (2015). The Sabbath in Genesis: A Theological Study. Andrews University Seminary Studies, 53(1), 21–39.
  2. Davidson, J. A. (2012). The Sabbath and the Human Need for Rest. Journal of the Adventist Theological Society, 23(2), 45–67.
  3. Gane, R. (2010). Sabbath Theology in the Hebrew Scriptures. Biblica, 91(3), 321–344.
  4. Rodríguez, Á. M. (2002). Sabbath and Law: The Theological Significance. Ministry Magazine, General Conference of Seventh-day Adventists.
  5. White, E. G. (1898). El Deseado de Todas las Gentes. Asociación Casa Editora Sudamericana.
  6. White, E. G. (1903). La educación. Asociación Casa Editora Sudamericana.

EL ÁNGEL CON EL LIBRITO Y LOS DOS TESTIGOS DE APOCALIPSIS 10 y 11

Introducción

En los capítulos 10 y 11 del libro del Apocalipsis encontramos una de las secciones mas densas y simbólicas del texto profético. A través de la visión del ángel con el librito abierto y la misión de los dos testigos, el apóstol Juan despliega una secuencia profética profundamente enraizada en el contexto del tiempo del fin. Desde una perspectiva teológica adventista, estos capítulos contienen elementos clave para comprender la identidad profética del pueblo remanente, la proclamación del mensaje del juicio y el cumplimiento de la misión evangélica en un tiempo de intensa oposición espiritual.

Este estudio busca ofrecer un análisis exegético, teológico y escatológico riguroso, alineado con la hermenéutica histórico-profética adoptada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Nos proponemos desentrañar el significado del librito abierto, identificar la identidad de los dos testigos, y evaluar su función en el marco de la misión profética de la iglesia en los últimos días.

El ángel poderoso con el librito abierto (Apocalipsis 10)

Identidad del ángel y su simbolismo

El capítulo 10 introduce a un “ángel poderoso” que desciende del cielo “envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza, su rostro como el sol, y sus pies como columnas de fuego” (Ap 10:1). Este retrato recuerda al Cristo glorificado en Apocalipsis 1:13-16, y a su manifestación en Daniel 10:5-6. Los eruditos adventistas ven en este ángel una representación simbólica de Cristo mismo, no como un ser angélico creado, sino como el Mensajero del pacto (Mal. 3:1), manifestando su autoridad celestial y su carácter glorioso.

Según Pfandl (2017), esta identificación se refuerza por la similitud con otras teofanías en las Escrituras, en las cuales Cristo aparece como portador de un mensaje solemne y redentor. La descripción apunta a una autoridad suprema sobre los eventos escatológicos, especialmente vinculada a la revelación profética contenida en el “librito abierto”.

Pfandl, G. (2017). "The Identity of the Angel of Revelation 10." Journal of the Adventist Theological Society, 28(1), 101–120.

El librito abierto y su contenido profético

El ángel sostiene en su mano un librito abierto, que contrasta con el libro sellado de Apocalipsis 5. La interpretación adventista identifica este librito con la porción de la profecía de Daniel que fue “cerrada y sellada hasta el tiempo del fin” (Dn. 12:4, 9). En este contexto, el “tiempo del fin” comenzó en 1798, año que marca el término de los 1260 días proféticos y el inicio de una nueva etapa en la revelación apocalíptica.

White (1905) señala que este librito representa especialmente la profecía de los 2300 días (Dn. 8:14), que apuntan al inicio del juicio investigador en 1844. El acto de “comer el librito” simboliza la apropiación espiritual del mensaje profético por parte del pueblo de Dios, un acto que provoca dulzura inicial (entusiasmo espiritual) pero amargura posterior (desilusión de 1844).

White, E. G. (1905). El conflicto de los siglos. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.

La voz de los siete truenos y el mensaje sellado

El pasaje de Apocalipsis 10:3-4 introduce el misterioso concepto de los “siete truenos”, cuya voz Juan oye pero se le prohíbe escribir. Este episodio alude a revelaciones divinas no registradas, recordando que no todo el conocimiento profético ha sido revelado al ser humano. Desde la cosmovisión adventista, este texto recalca la necesidad de reverencia ante los misterios divinos, y advierte contra las especulaciones escatológicas sin fundamento bíblico.

El juramento del ángel: No habrá más tiempo

En Apocalipsis 10:6, el ángel jura que “no habrá más tiempo”, frase que ha sido traducida por algunos como “ya no habrá demora” (NVI). Sin embargo, la comprensión profética adventista afirma que esta declaración marca el fin del tiempo profético, es decir, que ya no habrá más periodos proféticos que se extiendan más allá de este punto. Esto concuerda con la conclusión de las grandes profecías temporales en 1844, a partir de lo cual se entra en el tiempo del cumplimiento final.

La misión profética renovada (Apocalipsis 10:11)

Tras la experiencia amarga de la desilusión, Juan recibe una nueva comisión: “Es necesario que profetices otra vez”. Esta orden se aplica directamente al surgimiento del movimiento adventista, que, tras el chasco de 1844, fue llamado a reanudar la proclamación del evangelio eterno en el marco de los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14. El texto señala que la proclamación debe alcanzar a muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes, reflejando el carácter universal de la misión adventista.

Los dos testigos de Apocalipsis 11:1-14

Medición del templo y el altar

El capítulo 11 inicia con una orden a medir “el templo de Dios, el altar y los que adoran en él” (Ap 11:1). Desde la perspectiva adventista, esta medición representa la obra de juicio que tiene lugar en el santuario celestial, donde Cristo intercede como Sumo Sacerdote. El acto de medir implica evaluación, pureza y fidelidad, y anticipa la obra de juicio investigador iniciada en 1844.

La identidad de los dos testigos

Los “dos testigos” (Ap 11:3) han sido objeto de múltiples interpretaciones. La exégesis adventista, siguiendo la línea de Uriah Smith y sostenida por posteriores investigadores como Stefanovic (2002), los identifica con las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. Son descritos como “dos olivos y dos candeleros” (v.4), imágenes tomadas de Zacarías 4, donde representan los canales por los cuales fluye el Espíritu de Dios.

Stefanovic, R. (2002). Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation. Berrien Springs, MI: Andrews University Press.

Esta interpretación se apoya en su testimonio profético durante 1260 días, un período que simboliza los años de persecución durante la Edad Media (538-1798), cuando la Palabra de Dios fue marginada y perseguida por el poder papal. A pesar de esta oposición, las Escrituras mantuvieron su testimonio fiel, y al final del período, resurgieron con poder durante la Reforma y la distribución bíblica en la era moderna.

La muerte y resurrección simbólica de los testigos

Apocalipsis 11:7-11 narra que los dos testigos son muertos por “la bestia que sube del abismo” y sus cadáveres yacen en “la gran ciudad que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto”. Esta escena ha sido interpretada por estudiosos adventistas como una referencia a la Revolución Francesa, que encarnó un rechazo radical a la Biblia, institucionalizando el ateísmo y la adoración de la “diosa razón”. Durante un breve período (tres días y medio), la Biblia fue simbólicamente “muerta”, pero luego “subió al cielo”, representando su exaltación y difusión global a través de sociedades bíblicas y misiones evangélicas.

La séptima trompeta y el reino de Cristo (Apocalipsis 11:15-19)

El clímax de esta sección llega con la séptima trompeta, que proclama: “El reino del mundo ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Ap 11:15). Desde la hermenéutica adventista, este evento marca el comienzo del juicio final y la preparación para la venida gloriosa de Cristo. El templo celestial se abre y el “arca del pacto” se ve, subrayando la centralidad de la ley de Dios y su papel en el juicio escatológico.

Conclusión

Los capítulos 10 y 11 del Apocalipsis no son meras imágenes crípticas o narraciones simbólicas sin aplicación práctica. En la cosmovisión adventista, constituyen una llamada solemne y urgente a participar del mensaje profético para este tiempo. El ángel con el librito y los dos testigos revelan el papel singular del remanente en la proclamación del mensaje de juicio, esperanza y redención.

Nos corresponde, como comunidad de fe, proclamar nuevamente las verdades contenidas en el librito, defender el testimonio de la Escritura frente a los embates del secularismo moderno y preparar al mundo para la inminente segunda venida de nuestro Señor. En palabras de Elena G. White: “En cada generación Dios ha tenido sus testigos. En medio de las tinieblas, la luz ha brillado, y el testimonio ha sido fiel” (White, 1905, p. 267).


Referencias bibliográficas

  1. Pfandl, G. (2017). The Identity of the Angel of Revelation 10. Journal of the Adventist Theological Society, 28(1), 101–120.
  2. Stefanovic, R. (2002). Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation. Berrien Springs, MI: Andrews University Press.
  3. White, E. G. (1905). El conflicto de los siglos. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.
  4. Doukhan, J. (2002). Secrets of Revelation: The Apocalypse through Hebrew Eyes. Review and Herald Publishing Association.
  5. Gallusz, L. (2015). The Throne Motif in the Book of Revelation. Andrews University Seminary Studies, 53(1), 45–65.

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