miércoles, 2 de octubre de 2024

Teología de la educación adventista: Enfoque a la restauración

 Autor:

Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.


LA RESTAURACIÓN

4. RESTAURACIÓN: ¿Cómo será restaurado el modelo educativo de Dios para el ser humano distorsionado por el pecado a su estado original? 

Habiendo contemplado el plan redentor de Dios y su impacto transformador en la educación adventista, dirigimos ahora nuestra mirada hacia el glorioso destino final de la humanidad: la restauración completa en la Tierra Nueva. En esta sección culminante, exploraremos cómo la promesa de un mundo renovado y perfecto, donde el modelo educativo edénico será restablecido en todo su esplendor, da forma y sentido a los esfuerzos educativos adventistas en el presente. 

4.1. La esperanza de la segunda venida de Cristo y la restauración final de todas las cosas.

En el corazón de la pedagogía adventista yace la esperanza vivificante de la segunda venida de Cristo, descrita en Tito 2:13 como "la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo". Esta promesa no es un mero concepto teórico, sino una verdad que permea la experiencia educativa, animando a estudiantes y docentes a vivir en la luz de la inminente restauración de todas las cosas. Esta esperanza anima a todos dentro del sistema educativo adventista a ver más allá de la temporalidad, manteniendo una perspectiva eterna que informa y transforma todos los aspectos de la vida y el aprendizaje. Además, Lucas 12:40 nos insta a la vigilancia constante: "Estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora menos pensada", un llamado a vivir cada día con expectación y preparación para el retorno de Cristo.

La educación adventista profundiza en la promesa de una completa renovación celestial y terrenal, evidenciada en Apocalipsis 21:5 con las palabras de Dios: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas", y en 2 Pedro 3:13, que nos asegura la llegada de "cielos nuevos y una nueva tierra en los que habita la justicia". Este fundamento es esencial para inculcar en los estudiantes un anhelo por la realidad celestial, instándolos a vivir según los principios divinos en el presente. Colosenses 3:1-2 nos exhorta a centrar nuestras vidas en la realidad espiritual superior, diciendo: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Este llamado a enfocarse en lo eterno no solo proporciona consuelo y fortaleza ante las tribulaciones, sino que también inspira a los estudiantes a contribuir al bienestar de su entorno, reflejando la luz y el amor de Cristo en todas sus acciones y decisiones. Este ethos celeste anima a toda la comunidad educativa a vivir con un propósito redentor, sabiendo que cada gesto de bondad y cada acto de justicia resuena con los valores del Reino venidero.

Finalmente, la educación adventista motiva a los estudiantes a ser agentes de cambio, alineados con la misión divina de reconciliación y restauración, tal como se expresa en 2 Corintios 5:18-20, que declara: "Todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación". Equipados con un sentido de propósito divino, los estudiantes son alentados a utilizar sus talentos y educación para influir positivamente en el mundo, viviendo como embajadores de la esperanza y la justicia de Cristo. La perspectiva de la restauración final y el regreso de Cristo ofrece un marco poderoso que da forma a la identidad y misión de la comunidad educativa adventista, impregnando la enseñanza, el aprendizaje y la vida con un sentido de urgencia y una esperanza transformadora. Filipenses 3:20-21 resume esta visión con la promesa de que "nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos a El Salvador, al Señor Jesucristo", quien "transformará nuestro cuerpo humilde para que sea conforme a su cuerpo glorioso". Esta esperanza no solo guía la educación adventista, sino que también fortalece a los estudiantes para enfrentar los desafíos actuales con la certeza de la victoria final de Cristo.

4.2. La restauración final del modelo educativo edénico, con Dios como Maestro directo

La gloriosa restauración del modelo educativo divino se producirá con la segunda venida de Cristo. Allí, disfrutaremos de un ambiente de aprendizaje perfecto en un cielo nuevo y una tierra nueva, donde Dios morará con su pueblo (Apocalipsis 21:1-3). Ya no habrá maldición (Apocalipsis 22:3), y caminaremos a la luz de la presencia de Dios (Apocalipsis 21:24), en un entorno ideal para el aprendizaje y crecimiento eternos. La educación adventista nos prepara para este momento al enfatizar la importancia de crear desde ahora un ambiente propicio para el desarrollo integral, buscando reflejar el amor y la santidad de Dios en nuestros hogares, iglesias e instituciones educativas (Efesios 5:25-27, 1 Pedro 2:9).
Como mayordomos de la nueva creación, los redimidos serviremos a Dios con gozo y fidelidad perfecta (Apocalipsis 22:3), cumpliendo el propósito original de administrar la creación de Dios (Génesis 1:26, 28). Trabajaremos con alegría y satisfacción, edificando y plantando por la eternidad (Isaías 65:21-22). La educación adventista nos prepara para este servicio eterno al fomentar el desarrollo de dones y talentos para servir a otros con amor y excelencia, siguiendo el ejemplo abnegado de Cristo (1 Pedro 4:10, Filipenses 2:5-7).
Dios mismo será nuestro Maestro en la eternidad (Apocalipsis 7:17). Aprenderemos directamente de Él, contemplando su rostro (Apocalipsis 22:4) y conociendo su sabiduría infinita (1 Corintios 13:9- 10). La educación adventista valora a Dios como la fuente suprema de todo conocimiento y sabiduría (Colosenses 2:2-3), buscando que los estudiantes desarrollen una relación íntima con Él a través del estudio de su Palabra (2 Timoteo 3:16-17) y la guía del Espíritu Santo (Juan 16:13).
La Tierra Nueva, descrita en Apocalipsis 21-22, será el campus eterno donde el aprendizaje y el crecimiento continuarán por siempre. En este estado perfecto, los redimidos vivirán en la presencia de Dios y disfrutarán de un acceso sin restricciones al conocimiento y la sabiduría divinos (1 Corintios 13:12). Nuestra comprensión actual es limitada, pero en la Tierra Nueva, nuestra percepción será completa, pudiendo explorar las maravillas de la creación y descubrir nuevas dimensiones de la sabiduría y poder de Dios (Isaías 11:9). La Tierra Nueva será un entorno perfecto para el aprendizaje continuo, donde podremos apreciar la infinita sabiduría y bondad de Dios por toda la eternidad (Efesios 2:7). 
La relación cara a cara con Dios y el acceso directo a su sabiduría llevarán a los redimidos a una experiencia educativa incomparable, marcada por el asombro, la adoración y el deleite sin fin. Salmo 36:8- 9 declara que la presencia de Dios será una fuente inagotable de satisfacción y regocijo, y que el aprendizaje en la eternidad estará impregnado de gozo y maravilla (Sofonías 3:17). La educación en la Tierra Nueva alcanzará su máxima expresión en la comunión perfecta con Dios y en la exploración interminable de su infinita sabiduría y amor (1 Corintios 2:9). La armonía con la naturaleza será total (Isaías 11:6-9).
Los redimidos experimentarán una asombrosa restauración integral en todas las dimensiones de su ser, reflejando a la perfección la imagen de Dios en la que fueron creados originalmente. Como declara 1 Corintios 15:42-44: “Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción... se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual”, y los versículos 50-54 añaden: “todos seremos transformados... es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”. Seremos seres completos, alcanzando la madurez plena que Dios ha destinado para nosotros, “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Nuestros cuerpos serán transformados (Filipenses 3:21), nuestras mentes renovadas (1 Corintios 13:12), y experimentaremos una plenitud de gozo en su presencia (Salmo 16:11, Apocalipsis 21:4).
Ya no habrá más pruebas, tentaciones ni pecado en el reino eterno, pues Satanás y el mal serán destruidos para siempre (Apocalipsis 20:10, 14; 21:4). Nuestra lealtad y obediencia a Dios serán perfectas y permanentes, pues Él habrá hecho nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5). La educación adventista nos prepara para superar las pruebas terrenales con la ayuda de Cristo (1 Corintios 10:13), desarrollando un carácter semejante al suyo (Gálatas 5:22-23).
Finalmente, reflejaremos a la perfección el carácter de Dios, cumpliendo el ideal de la creación de ser hechos a su imagen (Génesis 1:26-27). Seremos como Cristo, pues le veremos tal como Él es (1 Juan 3:2). La educación adventista tiene como meta suprema que los estudiantes reflejen el carácter de Cristo (Efesios 4:22-24), permitiendo que el Espíritu Santo los transforme “de gloria en gloria” a su semejanza (2 Corintios 3:18). Todo esto nos llena de esperanza mientras aguardamos el regreso de Jesús y la restauración final de todas las cosas.

4.3.   La aplicación eterna de las lecciones aprendidas en la escuela de la vida terrenal

La Biblia nos enseña que las experiencias y lecciones de carácter que enfrentamos en esta vida tienen un significado y una repercusión eternos, lo que es crucial para nuestra preparación para la vida en la eternidad. Según 2 Corintios 4:17-18, las dificultades temporales que enfrentamos nos preparan para “un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Este principio se refuerza en Santiago 1:2-4 y Romanos 5:3-4, donde se nos anima a considerar nuestras pruebas como una fuente de gozo, pues el proceso de enfrentarlas desarrolla perseverancia y madurez espiritual. Además, 1 Pedro 1:6-7 destaca que las pruebas de nuestra fe, aunque sean dolorosas, tienen como propósito purificar nuestra fe y prepararnos para la gloria eterna. Estas experiencias nos moldean y nos preparan para una identidad redimida y eterna en la Nueva Tierra (Apocalipsis 21:4; 2 Pedro 3:13). 
En cuanto a la obediencia y dependencia de Dios, estas se presentan como aspectos esenciales para nuestro crecimiento espiritual tanto en la tierra como en la eternidad. Jesús en San Juan 14:15 conecta nuestro amor por él con la obediencia a sus mandamientos, estableciendo una base para la comunión eterna con Dios, como se describe en Apocalipsis 22:3, donde los redimidos sirven a Dios eternamente en gozo. Colosenses 3:12-14 enfatiza la importancia de cultivar virtudes como la compasión, humildad y paciencia, las cuales son esenciales para la armonía en la Tierra Nueva. Nuestras acciones y elecciones actuales, imbuidas de amor y gracia, configuran nuestro futuro eterno, destacando que cada desafío y acto de amor tiene un propósito divino, como celebra Apocalipsis 5:11-13, en la glorificación eterna de Dios.

4.4.   La educación adventista actual como un reflejo y anticipación de la realidad educativa de la Tierra Nueva

La educación adventista se posiciona como un reflejo anticipado del modelo educativo que será plenamente manifestado en la Tierra Nueva, enfatizando que la aplicación de estos principios divinos en la tierra resulta crucial para nuestra futura existencia. Dentro de este marco, la educación adventista contemporánea no se limita a la mera transmisión de conocimientos académicos sino que se enfoca en la restauración de los principios del modelo educativo original. La práctica de estos principios es fundamental, pues si no se vive conforme a ellos en la Tierra, será difícil adaptarse a la realidad de la Tierra Nueva, donde la presencia de Dios permea todos los aspectos de la vida. Además, la educación debe fomentar el respeto por el medio ambiente y la reconciliación de las relaciones personales, fundamentales para vivir en un mundo restaurado donde, según Apocalipsis 7:9, personas de todas las naciones convivirán en armonía.
Por tanto, es imperativo que la educación adventista sirva como preparación para la ciudadanía celestial, tratando los principios educativos como preparativos para la eternidad. Al practicar estos principios aquí—desarrollando un carácter conforme al de Cristo, cuidando la creación y viviendo en paz—nos preparamos para vivir en un lugar donde dichos principios son la norma. Esto no solo anticipa la restauración de todas las cosas, como promete Apocalipsis 21:5, sino que prepara a los estudiantes para participar activamente en la vida de la Tierra Nueva. La adhesión a estos principios divinos y su práctica diaria transforman las vidas de los estudiantes, moldeando su experiencia académica, profesional, espiritual y moral, asegurando que estén preparados para la transición a la vida eterna bajo la comunión con Dios (Apocalipsis 22:3-4).

Conclusiones
La teología de la educación adventista se articula en torno a un marco bíblico que abarca la creación, caída, redención y restauración, ofreciendo una visión integral y esperanzadora que alinea la misión educativa con el propósito divino a lo largo de la historia de la salvación. Desde la creación, Dios instauró un modelo educativo que promovía la interacción directa y armoniosa con el ser humano en el Edén, un entorno perfecto para el aprendizaje y el desarrollo integral. Sin embargo, la caída introdujo una fractura devastadora en esta relación perfecta, afectando todas las dimensiones de la existencia humana y distorsionando el modelo educativo original. El pecado no solo alienó a la humanidad de Dios, sino que también corrompió las relaciones interpersonales y con el entorno, creando barreras para el aprendizaje y el crecimiento espiritual.
En respuesta a esta tragedia, Dios implementó un plan de redención mediante Jesucristo, cuyo sacrificio en la cruz ofrece la posibilidad de restaurar las relaciones rotas y renovar el modelo educativo hacia uno que refleje nuevamente los principios divinos. La educación adventista, en este contexto, se convierte en una herramienta crucial para preparar a los individuos no solo académicamente sino también espiritualmente para asumir su rol en la proclamación del evangelio y la preparación para la segunda venida de Cristo. Mirando hacia el futuro, la promesa de restauración completa en la Tierra Nueva motiva a educadores y estudiantes a adherirse fielmente a un modelo educativo que es un reflejo anticipado de la educación celestial. En esta restauración, el aprendizaje continuará bajo la tutela directa de Dios, sin las limitaciones impuestas por el pecado, en un estado de perfección redimida donde los principios del Edén serán plenamente vividos y experimentados eternamente.

Actividad de aprendizaje

Analizar (25 minutos): Exposición Magistral: "La Promesa de la Restauración"
Materiales:
o Presentación en PowerPoint con puntos clave y citas bíblicas.
o Texto de apoyo con citas de Ellen G. White.
Desarrollo:
1. El docente realizará una exposición magistral sobre el tema de la restauración final, utilizando una presentación en PowerPoint para resaltar los puntos clave y las citas bíblicas relevantes.
2. Durante la exposición, se presentarán los siguientes subtemas:
  • La esperanza de la segunda venida de Cristo.
  • La promesa de cielos nuevos y tierra nueva.
  • La vida en la Tierra Nueva.
  • La preparación para la segunda venida.
  • El impacto de la esperanza de la restauración en la educación adventista.
3. Se fomentará la participación de los estudiantes a través de preguntas y comentarios durante la exposición.
4. Se entregará un texto de apoyo con citas de Ellen G. White para que los estudiantes puedan profundizar en el tema.
Objetivo:
o Facilitar una comprensión profunda del tema mediante una exposición estructurada y detallada, complementada con la participación activa de los estudiantes.

Evaluación y retroalimentación

  1. ¿Cómo se relaciona la esperanza de la segunda venida de Cristo con la pedagogía adventista y qué impacto tiene en la vida de los estudiantes?
  2. ¿Qué características del modelo educativo original serán restauradas en la Tierra Nueva, y cómo preparar la educación adventista actual a los estudiantes para este momento?
  3. ¿De qué manera la promesa de "hacer nuevas todas las cosas" en Apocalipsis 21:5 influye en la perspectiva educativa y espiritual de la educación adventista?
  4. ¿Qué papel desempeñan las pruebas y desafíos de la vida terrenal en la preparación para la eternidad, según la perspectiva adventista?
  5. ¿Cómo se refleja y anticipa el modelo educativo de la Tierra Nueva en la educación adventista actual, y cuáles son los principios fundamentales que los estudiantes deben practicar?

Teología de la educación adventista: Enfoque a la redención

Autor:
Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.

LA REDENCIÓN

Lectura base

3. REDENCIÓN: ¿Qué hace Dios para restaurar el modelo educativo distorsionado por el pecado?

Tras haber examinado las trágicas consecuencias de la caída y su impacto en la naturaleza humana y el modelo educativo divino, nuestra atención se vuelve ahora hacia el plan de redención. Exploraremos cómo la obra salvífica de Cristo se convierte en el fundamento y el propósito central de la educación adventista. 

3.1. La educación adventista enfatiza la centralidad de Cristo y su sacrificio expiatorio como medio de salvación.

La educación adventista tiene como fundamento central la persona y obra de Jesucristo, reconociendo su sacrificio expiatorio como el único medio para la salvación de la humanidad. Juan 14:6 declara: "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí", destacando la exclusividad de Cristo como el único mediador entre Dios y los seres humanos (1 Timoteo 2:5). Esta educación enfatiza que la salvación no se obtiene por méritos propios o buenas obras, sino únicamente por la gracia de Dios manifestada en la muerte y resurrección de Cristo (Efesios 2:8-9; Tito 3:5). A través de la muerte de Cristo, se hizo posible la reconciliación entre Dios y el ser humano, y se abrió el camino para la vida eterna (Romanos 5:10; Colosenses 1:20-22). La resurrección de Cristo confirma su victoria sobre el pecado y la muerte, garantizando la vida eterna para aquellos que creen en Él (Romanos 6:4; 1 Corintios 15:20-22; 1 Pedro 1:3). El propósito de esta educación es cultivar en los estudiantes una relación personal y transformadora con Cristo, basada en la fe y la obediencia a sus enseñanzas (2 Corintios 5:17-20; Colosenses 3:17).

3.2. La educación como medio para guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Cristo.

La educación adventista reconoce que su propósito fundamental es guiar a los estudiantes hacia una relación salvífica con Jesucristo. Más allá de la mera transmisión de conocimientos académicos, se busca crear un ambiente y oportunidades para que los estudiantes puedan encontrarse con Cristo de manera personal y transformadora. Juan 17:3 declara: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado". Este versículo, junto con Jeremías 9:23-24 y 1 Juan 5:11-12, destaca que el conocimiento verdadero de Dios y de Cristo es esencial para la vida eterna. La educación adventista se esfuerza por presentar a Cristo de manera atractiva y relevante, mostrando su carácter, sus enseñanzas y su amor redentor, con el objetivo de despertar en los estudiantes el deseo de conocerlo y seguirlo.

Además, la relación con Cristo es un proceso de crecimiento continuo. La educación adventista busca fomentar en los estudiantes un deseo genuino de conocer más a Cristo y de profundizar en su relación con Él a través de diversas prácticas espirituales, como el estudio diligente de la Biblia, la oración constante y la comunión edificante con otros creyentes. Colosenses 2:6-7 exhorta: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias". Estos versículos, junto con otros pasajes como 2 Pedro 3:18 y 1 Juan 2:5-6, sugieren que la vida cristiana es un caminar diario con Cristo, enraizados en la fe y creciendo continuamente en el conocimiento de Su Palabra y en gratitud por Su obra redentora. La educación adventista se esfuerza por proporcionar a los estudiantes las herramientas necesarias y el apoyo espiritual adecuado para desarrollar una relación duradera y fructífera con Cristo, que trascienda el ámbito académico y se extienda a todas las áreas de su vida, formando discípulos comprometidos que reflejen el carácter de Cristo.

3.3. Modelo educativo después de la entrada del pecado al mundo.

Después de la entrada del pecado en el mundo, el modelo educativo establecido por Dios en el Edén sufrió cambios significativos. La relación directa y sin obstáculos entre Dios y los seres humanos se vio afectada, y las consecuencias del pecado se hicieron evidentes en todas las áreas de la vida, incluyendo la educación. Sin embargo, Dios en su amor y sabiduría, proveyó un plan de redención y restauración que incluía un modelo educativo adaptado a la realidad del mundo caído. Este modelo se centró en guiar a las personas de regreso a una relación correcta con Dios y en prepararlas para cumplir su propósito en un mundo afectado por el pecado.

Un aspecto clave del modelo educativo después de la entrada del pecado fue la revelación progresiva de Dios a través de su Palabra escrita, la Biblia. Dios se comunicó con la humanidad a través de los profetas y las Escrituras, proporcionando instrucción, guía y corrección. 2 Timoteo 3:16-17 afirma: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Estos versículos, junto con Deuteronomio 6:6-7, Salmos 119:105 y 2 Pedro 1:19-21, destacan el papel central de la Biblia en la educación y formación del pueblo de Dios. El estudio de las Escrituras se convirtió en un componente esencial del modelo educativo, con el objetivo de conocer a Dios, comprender su voluntad y aplicar sus principios a la vida diaria.

Además, el modelo educativo después de la entrada del pecado incluyó la instrucción en la ley de Dios y los principios morales. Dios entregó los Diez Mandamientos y otras leyes para guiar a su pueblo en una vida de rectitud y santidad. Deuteronomio 6:6-7 instruye: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes". Estos versículos, junto con Salmos 119:9-11, Proverbios 3:1-2 y Romanos 7:12, enfatizan la importancia de enseñar y transmitir los principios de Dios a las nuevas generaciones, tanto en el contexto del hogar como en la educación formal. Se buscaba formar individuos que no solo conocieran la ley de Dios, sino que la internalizaran y la vivieran en su día a día.

Otro aspecto importante del modelo educativo después de la entrada del pecado es el énfasis en la fe y la dependencia de Dios. En un mundo caído, donde la sabiduría y el entendimiento humanos son limitados, se hizo evidente la necesidad de confiar en Dios y buscar su dirección. Proverbios 3:5-6 exhorta: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas". Estos versículos, junto con Salmos 37:3-7, Isaías 26:3-4 y Hebreos 11:6, resaltan la importancia de poner la fe en Dios y buscar su guía en todas las áreas de la vida, incluyendo la educación. El modelo educativo bíblico enseñaba a los estudiantes a depender de Dios, a buscar su sabiduría y a confiar en su dirección, reconociendo que solo Él puede proporcionar el verdadero conocimiento y entendimiento.

Además, el modelo educativo después de la entrada del pecado enfatiza la importancia del desarrollo del carácter y la formación espiritual. En un mundo marcado por el pecado y la tentación, era crucial formar individuos con un carácter sólido y una fe firme. La educación no solo se enfocaba en la adquisición de conocimientos, sino también en el desarrollo de virtudes como la integridad, la justicia, la misericordia y la humildad. Miqueas 6:8 declara: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios". Este versículo, junto con Deuteronomio 10:12-13, Proverbios 22:6 y Gálatas 5:22-23, resalta los valores fundamentales que debían guiar la vida y la educación del pueblo de Dios.

3.4. Jesús, el maestro enviado por Dios.

Jesús, como el maestro supremo enviado por Dios, no solo enseñó con sus palabras y acciones, sino que también recibió una educación integral durante su tiempo en la tierra. Lucas 2:52 afirma: "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres", sugiriendo que experimentó un desarrollo holístico que abarcaba lo intelectual, lo físico, lo espiritual y lo social. Su educación provino de las fuentes indicadas por el cielo: el trabajo útil, evidenciado en su oficio de carpintero (Marcos 6:3); el estudio de las Escrituras, demostrado por su familiaridad con los escritos del Antiguo Testamento (Lucas 4:16-17; Mateo 4:4, 7, 10); la naturaleza, reflejada en sus parábolas y enseñanzas (Mateo 6:26-30; 13:1-9); y las vicisitudes de la vida, a través de las cuales aprendió la obediencia (Hebreos 5:8). Jesús, como estudiante modelo, aprovechó al máximo estas fuentes de aprendizaje, convirtiéndose en un ejemplo para la educación adventista, que busca un desarrollo integral de los estudiantes en todas las dimensiones de su ser, tal como lo expresa 1 Tesalonicenses 5:23: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".

En el Nuevo Testamento, Jesús es presentado como el maestro supremo enviado por Dios para revelar su verdad y guiar a la humanidad hacia la salvación. Mateo 7:28-29 registra la reacción de las multitudes ante su enseñanza: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas". Sus enseñanzas abarcaron una amplia gama de temas, desde principios éticos y morales hasta verdades espirituales profundas, como se evidencia en el Sermón del Monte (Mateo 5-7) y en parábolas como la del buen samaritano (Lucas 10:25-37) y la del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Jesús también enseñó acerca de su propia identidad y misión, revelándose a sí mismo como el Hijo de Dios (Juan 8:12), el buen pastor (Juan 10:11) y el único camino al Padre (Juan 14:6). Esto se alinea con lo que está escrito en Hebreos 1:1-2: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo". Las instituciones educativas adventistas reconocen a Jesús como el maestro modelo y buscan seguir sus métodos y principios de enseñanza, enfatizando la importancia de comunicar la verdad con autoridad, relevancia y compasión, tal como lo hizo Cristo (Mateo 7:29; Marcos 12:14; Mateo 9:36).

Además de sus enseñanzas verbales, Jesús también enseñó poderosamente a través de su ejemplo y sus acciones. Él modeló una vida de perfecta obediencia a Dios, de servicio desinteresado y de amor incondicional, como se evidencia en el lavamiento de los pies de sus discípulos (Juan 13:15), su compasión hacia los necesitados (Mateo 9:36) y su perdón hacia los pecadores (Lucas 7:36-50). La enseñanza de Jesús también se caracterizó por su capacidad para transformar vidas y producir un cambio duradero en aquellos que lo seguían, como lo demuestran su llamado a los primeros discípulos (Mateo 4:19) y sus palabras en Juan 8:31-32: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Esto se alinea con lo que Pablo escribió en 2 Corintios 3:18: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". La educación adventista busca seguir el ejemplo de Jesús, fomentando en los estudiantes una relación personal y transformadora con Él, y enfatizando la importancia de vivir una vida de discipulado radical y obediencia a sus enseñanzas, tal como lo expresó el apóstol Pablo en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

El ministerio terrenal de Jesús culminó con su sacrificio en la cruz y su gloriosa resurrección, eventos que se convirtieron en el fundamento del evangelio y de la misión de la iglesia. Antes de ascender al cielo, Jesús comisionó a sus discípulos a continuar su obra educativa, como se registra en Mateo 28:19-20: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Esta gran comisión ha sido el fundamento de la misión educativa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde sus inicios, reconociendo que la verdadera educación no solo implica la transmisión de conocimientos, sino también el hacer discípulos que reflejen el carácter de Cristo y estén comprometidos con su misión. Como lo expresó el apóstol Pablo en Colosenses 1:28: "a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre". En última instancia, el propósito de la educación adventista es guiar a los estudiantes a un encuentro transformador con Jesús, el Maestro de maestros, y equiparlos para ser sus fieles testigos en un mundo necesitado de su amor y gracia, cumpliendo así el mandato de Hechos 1:8: "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".

Jesús, el maestro supremo, recibió una educación integral de fuentes divinas. Enseñó con autoridad, sabiduría y compasión, transformando vidas. Su ejemplo y sacrificio fundamentan la misión educativa adventista de hacer discípulos que reflejen su carácter y testifiquen de su amor y gracia hasta el fin del mundo (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8).

3.5. La Biblia como el libro de texto inspirado para la educación.

La Biblia se erige como el libro de texto inspirado y autoritativo para la educación adventista. 2 Timoteo 3:16-17 afirma: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Estos versículos, junto con 2 Pedro 1:20-21, donde se declara que "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo", y Juan 17:17, en el que Jesús ora: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad", destacan la naturaleza divinamente inspirada de la Biblia y su utilidad para enseñar, corregir y equipar a los creyentes para una vida de rectitud y servicio. Los estudiantes son animados a estudiar la Biblia diligentemente, a meditar en sus enseñanzas y a aplicar sus principios en su vida diaria, como lo indican pasajes como Josué 1:8, Salmos 1:1-3 y Colosenses 3:16.

La Biblia no solo proporciona conocimiento teológico y doctrinal, sino que también aborda todos los aspectos de la vida humana y tiene el poder de transformar vidas y guiar a las personas a una relación salvífica con Dios (2 Timoteo 3:15; Hebreos 4:12; 1 Pedro 1:23; Santiago 1:21). En la educación adventista, se anima a los estudiantes a desarrollar habilidades de interpretación bíblica y a aplicar herramientas hermenéuticas sólidas para comprender el mensaje de las Escrituras, considerando el contexto histórico, cultural y literario de los pasajes bíblicos, así como buscando la intención original del autor inspirado. Hechos 17:11 elogia a los creyentes de Berea porque "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así", porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá". 

3.6. El papel del Espíritu de Profecía en la educación adventista.
Las Escrituras testifican que uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una marca identificadora de la iglesia remanente y creemos que se manifestó en el ministerio de Ellen G. White (2 Crónicas 20:20; Apocalipsis 12:17; 19:10). La educación adventista se distingue por su fundamento en las verdades bíblicas y los escritos de Ellen G. de White. Estos principios orientan hacia el desarrollo holístico de los estudiantes, enfatizando la redención y la restauración de la imagen divina en cada individuo. La misión educativa adventista, alineada con el gran conflicto cósmico entre el bien y el mal, busca equipar a los estudiantes con discernimiento espiritual y prepararlos para contribuir activamente a la misión profética de la iglesia. 
El papel del Espíritu de Profecía en la educación adventista es de vital importancia, y se hace evidente a través de la vida y los escritos de Ellen G. de White. Como mensajera del Señor y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Ellen G. de White  recibió numerosas visiones y revelaciones divinas que han guiado y moldeado el desarrollo del sistema educativo adventista desde sus inicios. Sus consejos inspirados, registrados en libros como La Educación, Conducción del Niño y Consejos para los Maestros, Padres y La  Educación Cristiana, han proporcionado un fundamento sólido y una dirección clara para la filosofía y práctica de la educación adventista. White enfatizó que la verdadera educación "tiene que ver con el ser entero" y "es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales" (La Educación, p. 13), una visión que ha llegado a ser el sello distintivo de la educación adventista en todo el mundo.

3.7. El hogar como centro de educación en la formación del carácter y la espiritualidad.
El hogar desempeña un papel primordial como centro de educación primaria en la formación del carácter y la espiritualidad de los niños y jóvenes. En el plan de Dios, los padres son los primeros y más influyentes maestros en la vida de sus hijos, con la responsabilidad de criarlos en el conocimiento y amor de Dios (Deuteronomio 6:6-7, Efesios 6:4). El hogar es el lugar donde los niños aprenden valores, desarrollan hábitos y forman su comprensión inicial de Dios y del mundo que los rodea.  La Biblia enfatiza la importancia de la instrucción y el modelado espiritual en el contexto del hogar. En Deuteronomio 6:4-9, Dios instruye a los padres a amar al Señor con todo su corazón, su alma y fuerzas, y a enseñar diligentemente sus mandamientos a sus hijos en cada aspecto de la vida diaria. Proverbios 22:6 también enfatiza el papel formativo de la instrucción temprana, prometiendo que un niño criado en el camino de Dios no se apartará de él cuando sea mayor. Además de la instrucción directa, los padres también educan a sus hijos a través del ejemplo y el modelamiento. Los niños aprenden valores, prioridades y comportamientos al observar la vida de sus padres (Proverbios 20:7, 1 Timoteo 3:4-5, Tito 1:6).
El hogar también proporciona un entorno para el discipulado y la formación espiritual a través de prácticas como la adoración familiar, la oración y el servicio conjunto. Cuando las familias se reúnen regularmente para leer la Biblia, orar y compartir sus experiencias espirituales, los niños aprenden la importancia de cultivar una relación con Dios (Job 1:5, Jeremías 10:25). Estas experiencias compartidas fortalecen los lazos familiares y proporcionan un fundamento sólido para el crecimiento espiritual de por vida.

3.8. La Iglesia como Fundamento y Extensión de la Educación Adventista en la Misión de Predicación del Evangelio.
En el plan redentor de Dios, la iglesia se establece como una escuela fundamental donde los creyentes son formados y equipados para cumplir con la misión de Cristo, transformándola en un eje central de la educación adventista. Según la Gran Comisión en Mateo 28:19-20, Jesús instruye a sus discípulos: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado". Este mandato divino resalta el rol de la iglesia no solo como un lugar de adoración, sino como una comunidad activa de aprendizaje y servicio donde los creyentes crecen en la semejanza de Cristo y se preparan para participar en su misión redentora. La iglesia, a través de la enseñanza de la Palabra, los sermones, los estudios bíblicos y los grupos pequeños, nutre a sus miembros con el "alimento sólido" de la verdad bíblica, permitiéndoles profundizar en su entendimiento y aplicación de las Escrituras en la vida diaria (Hebreos 5:12-14; 1 Corintios 3:2).
Además, la iglesia desempeña un papel crucial al equipar a los creyentes con las herramientas necesarias para el servicio efectivo dentro y fuera de la comunidad eclesiástica. Conforme a los dones espirituales que Pablo describe en 1 Corintios 12 y Efesios 4, cada creyente recibe capacidades únicas destinadas a la edificación del cuerpo de Cristo y el avance de su reino. Estas habilidades son desarrolladas y puestas en práctica en diversos ministerios y actividades de servicio que la iglesia ofrece, ayudando a los creyentes a descubrir y emplear sus dones en el servicio a otros (Romanos 12:4-8; 1 Pedro 4:10-11). La educación adventista, integrada dentro del contexto eclesiástico, fortalece este proceso al animar a los estudiantes a involucrarse activamente en la vida de la iglesia, aplicando lo aprendido en el aula a situaciones reales que requieren liderazgo, empatía y una sólida ética cristiana.
La comunidad de la iglesia también fomenta un entorno de crecimiento espiritual y desarrollo del carácter a través de la comunión y la rendición de cuentas mutua, estableciendo un espacio donde los creyentes pueden aprender unos de otros, animarse y exhortarse a vivir de acuerdo con los principios bíblicos. Este marco de apoyo es vital para el desarrollo personal y espiritual, permitiendo a los individuos experimentar la gracia y el perdón de Dios en un contexto comunitario (Hebreos 10:24-25; Santiago 5:16; Colosenses 3:13). Mediante la participación en las "obras de amor" y las actividades de la iglesia, los creyentes no solo crecen en su semejanza a Cristo sino que también reflejan su carácter al mundo, demostrando el impacto transformador del evangelio en sus vidas (Gálatas 6:1-2; 5:6, 13-14).
Al fusionar la formación académica con el crecimiento espiritual y el servicio comunitario, la educación adventista y la iglesia trabajan en sinergia para formar estudiantes que no solo sean académicamente competentes, sino también discípulos comprometidos y siervos efectivos del evangelio. Esta colaboración estratégica proporciona una educación holística que integra el conocimiento bíblico y teológico con habilidades prácticas, promoviendo un aprendizaje que trasciende las aulas para convertirse en una vivencia diaria de los valores cristianos. El enfoque integrado de combinar la teoría con la práctica espiritual y social fomenta un ambiente donde la misión de la iglesia de hacer discípulos y expandir el reino de Dios no es solo un contenido curricular, sino una realidad palpable y dinámica en la vida de cada estudiante.

3.9. La educación como medio para desarrollar un carácter semejante al de Cristo y fomentar un estilo de vida saludable.
El modelo educativo reconoce que el desarrollo del carácter es un aspecto fundamental de la formación integral del estudiante. Este énfasis se basa en la enseñanza bíblica donde el carácter es más importante que los logros externos (1 Samuel 16:7). Dios se enfoca en el carácter interno de una persona, más que en su apariencia o logros externos. La educación adventista busca ayudar a los estudiantes a desarrollar un carácter que refleje los atributos de Cristo, como la integridad, la compasión, la humildad y el servicio.  La Biblia enseña que el carácter cristiano se desarrolla a través de un proceso de transformación espiritual (Romanos 12:2). El carácter cristiano se forma a medida que la mente es renovada y transformada por el Espíritu Santo (2 Corintios 3:18, Colosenses 3:9-10). Esta educación busca fomentar esta transformación espiritual, ayudando a los estudiantes a desarrollar hábitos devocionales como el estudio de la Biblia, la oración y la reflexión, que son esenciales para el crecimiento del carácter (Colosenses 3:9-10, Gálatas 5:22-23).
Además, la educación adventista enfatiza la importancia de un estilo de vida saludable, subrayando la conexión intrínseca entre el bienestar físico y las esferas del bienestar espiritual y mental, tal como lo expresa 1 Corintios 6:19-20. Esta perspectiva reconoce al cuerpo humano como un templo sagrado que merece ser cuidado y honrado, un concepto también respaldado por 3 Juan 2. En este sentido, es fundamental inculcar y fomentar hábitos saludables entre los estudiantes y la comunidad. La alimentación adecuada, el ejercicio regular, el descanso suficiente y la abstención de sustancias perjudiciales son componentes esenciales de un estilo de vida integral y equilibrado. Estos principios no solo contribuyen al desarrollo físico óptimo, sino que también fortalecen sus capacidades espirituales, mentales y sociales.

3.10. El sábado: pilar de la educación adventista.
El sábado es un elemento fundamental de la fe y la práctica de la educación adventista, ya que representa un recordatorio semanal de la relación especial entre Dios y su pueblo. En Génesis 2:1-3, se establece el origen del sábado: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. Este pasaje enseña que Dios mismo estableció el sábado como un día de descanso y adoración, un patrón que se espera que sus hijos sigan. En Éxodo 20:8-11, Dios reitera la importancia del sábado en los Diez Mandamientos: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. La educación adventista enfatiza la observancia del sábado como una oportunidad para que los estudiantes desarrollen una relación más profunda con su Creador, participando en actividades como la adoración, el estudio de la Biblia y el servicio a los demás (Isaías 58:13-14; San Mateo 12:12). 
Además, el sábado tiene consecuencias significativas en el desarrollointegral de los estudiantes en las instituciones educativas adventistas. En San Marcos 2:27, Jesús declara: “El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado”. Esto indica que el sábado fue diseñado para el beneficio físico, mental y espiritual de la humanidad. Al observar el sábado, los estudiantes aprenden a priorizar su bienestar y a encontrar un equilibrio saludable entre el trabajo y el descanso (Éxodo 23:12). Además, el sábado proporciona oportunidades para fortalecer los lazos comunitarios y familiares, ya que se anima a los estudiantes a adorar y confraternizar con otros creyentes (Levítico 23:3). Esto ayuda a fomentar un sentido de pertenencia y apoyo mutuo dentro de la comunidad educativa. Por último, la observancia del sábado en la educación adventista tiene un propósito escatológico, ya que apunta hacia la restauración final y hacia la eternidad (Isaías 66:22-23; Hebreos 4:9-11).

3.11. La educación como herramienta para enfrentar los desafíos y tentaciones de la vida desde una perspectiva bíblica.
La educación dentro del marco adventista se concibe como una herramienta esencial en la batalla espiritual entre el bien y el mal, equipando a los estudiantes para enfrentar desafíos y tentaciones mediante principios arraigados en las Sagradas Escrituras. Efesios 6:12 destaca la naturaleza de nuestra lucha: "Porque no luchamos contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." Esta cosmovisión impulsa a la búsqueda de sabiduría y fortaleza divinas, prometidas en Santiago 1:5 y Proverbios 2:6, para superar las adversidades. Se enseña a los educandos a confiar en la guía de Dios (Proverbios 3:5-6), cultivando un carácter que refleje la sabiduría divina, descrita en Santiago 3:17 como pura, pacífica y llena de misericordia. Así, se prepara a los individuos para ser "más que vencedores" (Romanos 8:37), armándolos espiritualmente para resistir tentaciones (1 Corintios 10:13) y tomar decisiones prudentes en un mundo complejo.
Adicionalmente, la profundidad de la relación personal con Cristo se enfatiza como la fuente de verdadera fortaleza ante las pruebas, según Juan 15:5, "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." Este modelo educativo insta a los estudiantes a "vestirse de toda la armadura de Dios" (Efesios 6:11), incluyendo la verdad, justicia, paz, fe, salvación y la Palabra de Dios (Efesios 6:14-17), para permanecer firmes contra las estratagemas del mal. Equipados así, son capacitados para actuar según la voluntad divina (Filipenses 2:13), luchando la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12) y perseverando hasta el fin (Mateo 24:13).

Actividad de aprendizaje 
Analizar (25 minutos): Actividad: "Explorando la Redención y Restauración"
Materiales:
  • Hojas grandes de papel, marcadores, fichas con citas bíblicas, textos sobre la redención y la restauración.
Desarrollo:
1. Dividir a los estudiantes en cinco grupos.
2. Asignar a cada grupo uno de los siguientes subtemas:
  • Grupo 1: La centralidad de Cristo y su sacrificio expiatorio como medio de salvación.
  • Grupo 2: La educación como medio para guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Cristo.
  • Grupo 3: Modelo educativo después de la entrada del pecado al mundo.
  • Grupo 4: Jesús, el maestro enviado por Dios.
  • Grupo 5: La Biblia como el libro de texto inspirado para la educación.
3. Cada grupo discutirá y elaborará un resumen visual de su tema en una hoja grande de papel.
4. Los grupos compartirán sus resúmenes con la clase en una "Galería de Reflexión", donde cada grupo presenta su trabajo y recibe comentarios.
Objetivo:
o Facilitar una exploración y análisis profundo de los temas mediante la colaboración y el aprendizaje activo, desarrollando habilidades de pensamiento crítico y comunicativo.

Evaluación y retroalimentación
  1. ¿Cuál es el papel central de Cristo en la educación adventista según Juan 14:6 y 1 Timoteo 2:5?
  2. ¿Cómo enfatizar la educación adventista la salvación por gracia en lugar de obras, calculando en Efesios 2:8-9 y Tito 3:5?
  3. ¿Qué prácticas espirituales fomentan la educación adventista para que los estudiantes profundicen su relación con Cristo, según Colosenses 2:6-7?
  4. Después de la entrada del pecado, ¿cómo cambió el modelo educativo y cuál es el papel de la Biblia en este nuevo contexto, basado en 2 Timoteo 3:16-17?
  5. ¿Cómo sirve a Jesús como ejemplo supremo para la educación adventista, considerando su desarrollo integral según Lucas 2:52 y su enseñanza con autoridad según Mateo 7:28-29?














Teología de la educación adventista: Enfoque a la caída

Autor:
Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.

LA CAÍDA

Lectura base

2. CAÍDA: ¿Cómo se distorsionó el modelo educativo de Dios para el ser humano por la entrada del pecado?

Habiendo explorado el propósito original de Dios para la humanidad en la creación y el modelo educativo establecido en el Edén, examinaremos cómo la entrada del pecado alteró drásticamente este diseño perfecto. La doctrina de la caída arroja luz sobre el impacto devastador del pecado en la naturaleza humana y en el proceso educativo, y subraya la necesidad de un plan divino para restaurar lo que se perdió. 

La entrada del pecado en el mundo, a través de la desobediencia de Adán y Eva, tuvo un impacto profundo y devastador tanto en la naturaleza humana como en el modelo educativo establecido por Dios. A partir de la caída de Adán y Eva, se instauró el conflicto entre el bien y el mal, como lo describe Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Este conflicto se libra en la mente, y afecta el aprendizaje y la percepción de la verdad. Pablo advierte en 2 Corintios 4:4 que “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Satanás, el adversario, busca oscurecer la mente de los hombres, alejándolos del estudio de la Palabra de Dios y trastornando sus facultades mentales mediante excesos de orden físico y moral, como lo explica el Comentario Bíblico Adventista (t. 6, p. 850).

En el contexto del gran conflicto, Satanás tiene como objetivo dañar el entendimiento de los hombres (Romanos 7:23, 25; 12:2; 2 Corintios 3:14; 11:3; Filipenses 2:5; 4:7, 8). La falta de conocimiento se debe a una falta de voluntad para conocer la verdad. Satanás ciega los ojos de aquellos que prefieren no creer y el evangelio, centrado en la vida, muerte y resurrección de Jesús, es el único medio para descubrir sus engaños y ver el camino de las tinieblas a la luz (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 851). Esta realidad tiene consecuencias significativas para la educación adventista, ya que tanto estudiantes como educadores están sujetos a las influencias del pecado y necesitan la gracia y la transformación de Dios para superar sus efectos (Romanos 12:2, Efesios 4:22-24).

El ambiente propicio para el aprendizaje y desarrollo integral, diseñado por Dios en el Edén, se vio corrompido por la maldición del pecado. Génesis 3:17-19 describe cómo la tierra fue maldecida, produciendo espinos y cardos, y haciendo que el trabajo fuera arduo y difícil: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. Este cambio drástico en el entorno, como lo confirma Romanos 8:20-22, sometió a la creación a la vanidad y la corrupción, alejándola de su propósito original.

La responsabilidad de ser mayordomos de la creación, originalmente una bendición y un privilegio, se vio afectada por el pecado. El trabajo, antes gratificante y significativo, se tornó arduo y desafiante, como se menciona en Génesis 3:17-19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. Además, el egoísmo y la explotación comenzaron a manifestarse, como se ve en el relato de Caín y Abel en Génesis 4:8-12, donde la envidia y la violencia reemplazaron el servicio abnegado: “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”. La mayordomía fiel y el cuidado desinteresado de la creación se vieron comprometidos por la naturaleza pecaminosa del ser humano.

La relación directa y cercana entre Dios y el ser humano, fundamental para el aprendizaje y el crecimiento espiritual, se vio interrumpida por el pecado. Génesis 3:8-10 narra cómo Adán y Eva se escondieron de la presencia de Dios después de desobedecer: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”, evidenciando la ruptura de la comunicación abierta y transparente que existía antes. La desobediencia introdujo una barrera entre el Maestro divino y sus estudiantes, obstaculizando la transmisión de los principios y valores celestiales, como lo señala Romanos 5:12.

La creación, diseñada por Dios como un recurso educativo perfecto para revelar su carácter y atributos, sufrió las consecuencias del pecado. Romanos 8:20-22 explica que la creación fue sometida a vanidad y corrupción, gimiendo con dolores de parto: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud, de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. La naturaleza, antes un testimonio viviente de la gloria y sabiduría de Dios, ya no reflejaba plenamente su carácter. El pecado oscureció la capacidad del ser humano para discernir las lecciones espirituales en el libro de la naturaleza, dificultando el aprendizaje y la comprensión de las verdades divinas.

El pecado tuvo un impacto devastador en las relaciones del ser humano con Dios, con los demás y con la naturaleza. Isaías 59:2 declara que las iniquidades generaron separación entre el ser humano y Dios: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”. Los conflictos interpersonales y la violencia, como el homicidio de Abel por Caín en Génesis 4:8, evidencian la profundidad de la ruptura relacional causada por el pecado. Además, la armonía entre el ser humano y la naturaleza se vio afectada, con una relación de explotación y dificultad, como se describe en Génesis 3:17-19.

El desarrollo integral del ser humano con sus diferentes dimensiones (física, mental, espiritual y social) fue obstruido por el pecado. Génesis 3:16 menciona los dolores de parto como consecuencia para la mujer, mientras que el versículo 19 señala el trabajo arduo como consecuencia para el hombre. Romanos 1:28 describe la mente reprobada, afectando la capacidad mental y de discernimiento: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. Efesios 2:1 declara la muerte espiritual: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”, mientras que Génesis 3:7 y 12 muestran el deterioro de las relaciones sociales, con la vergüenza y las acusaciones mutuas entre Adán y Eva.

La prueba del árbol del conocimiento del bien y del mal se convirtió en el punto de inflexión hacia la desobediencia. Génesis 3:6 describe cómo Eva, tentada por la serpiente, comió del fruto prohibido y dio de él a Adán, quien también comió. Esta rebelión deliberada contra el mandato de Dios trajo consecuencias desastrosas para toda la humanidad, como lo explica Romanos 5:12: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

En última instancia, el propósito original del ser humano de reflejar la imagen y el carácter de Dios se vio distorsionado por el pecado. Génesis 5:3 menciona que Adán engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, después de la caída, en contraste con la imagen perfecta de Dios en la que fue creado originalmente. La humanidad se inclinó hacia la maldad y la injusticia, como se describe en Génesis 6:5 y Romanos 3:23, resumen la condición de la humanidad al declarar que “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.

Actividad de aprendizaje

Analizar (25 minutos): Actividad: "Explorando el impacto del pecado"

Materiales:

  • Hojas grandes de papel, marcadores, fichas con citas bíblicas, textos sobre el impacto del pecado y sus consecuencias.

Desarrollo:

1. Dividir a los estudiantes en nueve grupos.

2. Asignar a cada grupo uno de los siguientes subtemas, correspondientes a los tópicos sobre el modelo educativo ahora distorsionados por el pecado:

  • Grupo 1: Impacto del pecado en la naturaleza humana.
  • Grupo 2: Impacto del pecado en el ambiente propicio para el aprendizaje y desarrollo integral.
  • Grupo 3: Impacto del pecado en la mayordomía de la creación.
  • Grupo 4: Impacto del pecado en la relación directa y cercana con Dios.
  • Grupo 5: Impacto del pecado en la naturaleza como recurso educativo.
  • Grupo 6: Impacto del pecado en las relaciones interpersonales.
  • Grupo 7: Impacto del pecado en el desarrollo integral del ser humano.
  • Grupo 8: Impacto del pecado en la prueba del árbol del conocimiento del bien y del mal.
  • Grupo 9: Impacto del pecado en el propósito original del ser humano de reflejar la imagen y el carácter de Dios.

3. Cada grupo discutirá y elaborará un resumen visual de su tema en una hoja grande de papel.

4. Los grupos compartirán sus resúmenes con la clase en una "Galería de Reflexión", donde cada grupo presenta su trabajo y recibe comentarios.

Objetivo:

  • Facilitar una exploración y análisis profundo de los temas mediante la colaboración y el aprendizaje activo, desarrollando habilidades de pensamiento crítico y comunicativo.

Evaluación y retroalimentación

  1. ¿Cómo afectó la entrada del pecado al modelo educativo que Dios había establecido para la humanidad en el Edén?​
  2. Según Génesis 3:17-19, ¿qué cambios sufrió la tierra y cómo esto impactó el trabajo humano tras la caída de Adán y Eva?​
  3. ¿Qué papel juega Satanás en la distorsión del entendimiento humano según 2 Corintios 4:4 y el Comentario Bíblico Adventista?​
  4. ¿Cómo se vieron afectadas las relaciones del ser humano con Dios, con los demás y con la naturaleza a consecuencia del pecado?​
  5. ¿Qué efecto tuvo el pecado en la capacidad del ser humano para discernir las verdades espirituales a través de la creación, según Romanos 8:20-22?












Teología de la educación adventista: Enfoque a la creación

Autor:
Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.

LA CREACIÓN

Lectura base

El modelo educativo adventista encuentra su fundamento en la sólida base de un "Así dice Jehová". Como se declara en 2 Crónicas 20:20, "¡Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros! ¡Creed a sus profetas y seréis prosperados!". Esta convicción es el cimiento sobre el cual se construye toda la teología, filosofía y práctica de la educación adventista.
Partiendo de una comprensión de la teología como el estudio o la ciencia de Dios, Erickson (2013) profundiza esta definición, expresando que la teología es una disciplina que busca articular de manera coherente las doctrinas de la fe cristiana, basadas a la luz de las Escrituras, situadas en un contexto cultural general, expresadas en un lenguaje contemporáneo y relacionadas con los asuntos de la vida. Desde esta perspectiva, la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) ha sistematizado sus doctrinas en 28 creencias fundamentales, agrupadas en seis categorías principales: Dios, el ser humano, la salvación, la iglesia, la vida cristiana diaria y los acontecimientos de los últimos días (restauración) (Handbook of Seventh-Day Adventist Theology, 2000).
A través de un análisis detallado de los conceptos de creación, caída, redención y restauración desarrollaremos las 6 doctrinas fundamentales de la IASD. Exploraremos cómo estas doctrinas fundamentales dan forma y sustento a la educación adventista. Comenzando con el propósito original de Dios para la humanidad en la creación, examinaremos el impacto del pecado en la naturaleza humana y el plan divino para restaurar esa relación a través de la obra redentora de Cristo. Finalmente, consideraremos la promesa de una restauración completa en la nueva creación, donde el modelo educativo edénico será restablecido.

1. CREACIÓN: ¿Cuál el modelo educativo para el ser humano instituido por Dios al principio del mundo?

1.1. La educación adventista reconoce a Dios como el Creador y Sustentador del universo.
La educación adventista se fundamenta en la creencia de que Dios es el Creador y Sustentador del universo, una verdad establecida desde el primer versículo de la Biblia: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Numerosos pasajes bíblicos respaldan esta doctrina, enfatizando el poder de la palabra de Dios en la creación (Salmo 33:6, 9) y su autoridad sobre todo lo creado (Salmo 102:25, Isaías 45:12, Jeremías 10:12). Además, las Escrituras revelan el papel central de Cristo en la creación (Colosenses 1:16-17, Juan 1:3), presentándolo como el agente activo y el sustentador de todas las cosas. La educación adventista reconoce a Dios como la fuente de "toda buena dádiva y todo don perfecto" (Santiago 1:17) y busca guiar a los estudiantes a una relación más profunda con el Creador y con Cristo, en quien "en ningún otro hay salvación" (Hechos 4:12).
La doctrina de Dios como Creador y Sustentador tiene implicaciones significativas para la educación adventista. La creación misma da testimonio de los atributos divinos, como lo expresa el Salmo 19:1: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos". El estudio de diversas disciplinas académicas puede revelar la grandeza de Dios y su diseño inteligente. La educación adventista busca integrar la fe y el aprendizaje, reconociendo a Dios como la fuente última de todo conocimiento y verdad (Proverbios 2:6, Colosenses 2:3), fomentando en los estudiantes una actitud de confianza en la providencia divina y una responsabilidad de mayordomía sobre la creación, pues "de Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1).

1.2. La revelación de Dios a través de la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo como fundamento de la educación.
La educación adventista se fundamenta en la revelación de Dios a través de tres medios principales: la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo. En primer lugar, la naturaleza actúa como un testimonio visible del poder y la divinidad de Dios, como lo expresa Romanos 1:20: "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa". Al estudiar y apreciar la creación, los estudiantes obtienen una comprensión más profunda del Creador (Job 38-41, Salmos 8:3-4), reconociendo que "de Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1).
En segundo lugar, las Escrituras sirven como la revelación escrita de Dios, proporcionando un fundamento sólido para la educación adventista. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16). A través de la Palabra, los estudiantes adquieren conocimiento de la voluntad y el carácter de Dios, así como principios para una vida piadosa (Deuteronomio 6:6-9, Josué 1:8, Salmos 119:9-11).. En tercer lugar, el ministerio de Cristo sirve como la revelación suprema de Dios, pues "en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo" (Hebreos 1:1-2). Al contemplar la persona de Cristo, los estudiantes obtienen una revelación perfecta del amor y la gracia de Dios (Juan 1:14, 17:3, 2 Corintios 4:6), siendo guiados a una relación personal con el Salvador, en quien "en ningún otro hay salvación" (Hechos 4:12).
Mediante las Escrituras interpretamos la naturaleza y accedemos a la revelación de Dios en Jesucristo permitiendo tener una relación íntima con él. Sin la luz de la Biblia, la naturaleza puede ser interpretada erróneamente y sin ella no podemos tener una relación con Cristo.

1.3. La educación como medio para comprender el carácter y los atributos de Dios.
La educación adventista tiene como objetivo fundamental llevar a los estudiantes a una comprensión más profunda del carácter y los atributos de Dios. Las Escrituras enfatizan la importancia de conocer a Dios, como lo expresa Jeremías 9:23-24: "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra". Otros pasajes, como Oseas 6:6, donde Dios declara: "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos", Juan 17:3, en el que Jesús afirma: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado", y Filipenses 3:8, donde Pablo considera todas las cosas como pérdida "por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús", refuerzan la primacía del conocimiento de Dios. Se busca guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Dios, reconociendo que "el temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia" (Proverbios 9:10).
Pasajes como Éxodo 34:6-7, Nehemías 9:17, Salmos 86:15 y 103:8 revelan la compasión, la paciencia, la gracia y el perdón de Dios, mientras que textos como Isaías 40:28, Salmos 90:2, 147:5 y 1 Timoteo 1:17 destacan su eternidad, poder y sabiduría infinitos de Dios. Comprender el carácter de Dios tiene implicaciones significativas para la vida y la educación, pues lleva a una adoración más profunda y genuina (Salmos 29:2, 95:1-7, 100:1-5), promueve la confianza y la fe en Él (Salmos 9:10, Isaías 26:3-4, Nahúm 1:7), y conduce al arrepentimiento y a una vida de obediencia (Isaías 6:1-5, Proverbios 16:6, Salmos 19:9, 97:10). En última instancia, conocer a Dios tiene implicaciones eternas (Juan 17:3), y la educación adventista busca preparar a los estudiantes no solo para esta vida, sino también para la eternidad.
1.4. La educación adventista reconoce al ser humano como creado a imagen de Dios, con libre albedrío y capacidad de razonamiento.

La educación adventista se fundamenta en la creencia bíblica de que el ser humano fue creado a imagen de Dios. Génesis 1:26-27 declara: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". Estos versículos establecen la dignidad inherente y el valor del ser humano como portador de la imagen divina, una verdad reafirmada en pasajes como Génesis 5:1, 9:6 y Santiago 3:9. Además, Salmos 139:13-16 describe la obra maestra de Dios en la formación del ser humano, sugiriendo que cada individuo es una creación única y valiosa con un propósito y un destino diseñados por Dios. El modelo educativo adventista busca afirmar el valor inherente de cada estudiante como hijo de Dios y ayudarlos a descubrir y desarrollar los dones y talentos que Él les ha dado para su servicio.
Además, la Biblia revela que Dios dotó al ser humano de libre albedrío y capacidad de razonamiento. Deuteronomio 30:19 registra las palabras de Dios: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia". Este versículo destaca la libertad otorgada por Dios al ser humano para tomar decisiones y elegir entre el bien y el mal, un concepto reforzado en pasajes como Josué 24:15, Proverbios 1:29 y Apocalipsis 3:20. La educación adventista reconoce el libre albedrío como un don divino y busca educar a los estudiantes para que tomen decisiones sabias y ejerzan su libertad de manera responsable. Asimismo, textos como Isaías 1:18, donde Dios invita: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos", Romanos 12:2 y 1 Pedro 3:15 resaltan la importancia del razonamiento, la reflexión y la capacidad de dar respuesta de la esperanza en la vida espiritual.
La creación del ser humano a imagen de Dios tiene implicaciones significativas para la educación adventista. Salmos 139:13-16 describe la obra maestra de Dios en la formación del ser humano: "Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas". Estos versículos sugieren que cada ser humano es una obra maestra única y valiosa de Dios, con un propósito y un destino diseñados por Él. La educación adventista busca afirmar el valor inherente de cada estudiante como hijo de Dios y ayudarlos a descubrir y desarrollar los dones y talentos que Dios les ha dado para su servicio. Además, pasajes como Romanos 12:2, Efesios 4:23-24 y Colosenses 3:10 enfatizan la importancia de renovar la mente y desarrollar un carácter a la semejanza de Cristo. La educación adventista busca fomentar el crecimiento integral de los estudiantes, no solo en conocimientos y habilidades, sino también en sabiduría, integridad y una cosmovisión bíblica.
La educación adventista enseña que los estudiantes, creados a imagen de Dios, tienen la responsabilidad de administrar sabia y compasivamente la creación, conforme a Génesis 1:28, que los insta a "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla". Este mandato, reforzado por pasajes como Salmos 8:6-8 y Proverbios 12:10, orienta a los estudiantes a actuar como mayordomos de Dios en la tierra, preparándolos para ser agentes de cambio que reflejen los valores divinos en el mundo.

1.5. Propósito de Dios al crear al ser humano
El propósito de Dios al crear al ser humano se revela claramente en las Escrituras. Génesis 1:26 declara: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra". Este versículo indica que Dios creó al ser humano para que fuera su representante en la tierra, ejerciendo dominio sobre la creación, un concepto ampliado en Salmos 8:5-8. La educación adventista reconoce este propósito original y busca preparar a los estudiantes para ser mayordomos fieles y responsables de los recursos que Dios les ha confiado. Además, Dios creó al ser humano para tener una relación íntima y personal con Él, como lo sugiere Génesis 3:8 al describir cómo Dios se paseaba en el huerto del Edén y se relacionaba con Adán y Eva (Salmos 42:1-2, 63:1-8 y Juan 17:3).
Otro propósito fundamental de Dios al crear al ser humano es que pueda reflejar su carácter y atributos. Efesios 4:24 exhorta a vestirse "del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad", mientras que Colosenses 3:10 habla de revestirse "del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno". La educación adventista busca ayudar a los estudiantes a desarrollar un carácter semejante al de Cristo (Gálatas 5:22-23). Además, Dios deseaba que los seres humanos formaran familias y hogares que reflejaran su carácter (Génesis 1:28), produciendo una descendencia piadosa que le honre y sirva (Malaquías 2:15). Si permanecían fieles a Dios (Génesis 2:16-17), tenían el potencial de llenar la tierra y el cielo, ocupando el lugar dejado por Lucifer y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12:7-9).
1.6. Modelo educativo de Dios para el ser humano al principio del mundo.
En el relato bíblico de la creación, encontramos que Dios estableció un modelo educativo para el ser humano desde el principio del mundo. A continuación desarrollamos los elementos esenciales de dicho modelo educativo:
En el Edén, Dios diseñó el ambiente ideal para el aprendizaje y desarrollo integral de Adán y Eva. Génesis 2:8 destaca su cuidado al preparar el entorno perfecto: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”. Este jardín era un lugar de belleza y abundancia (Génesis 2:9), donde Dios proporcionó todo lo necesario para su sustento, cumpliendo su promesa de llevarlos a una buena tierra (Deuteronomio 8:7-10). El Edén era un lugar de paz y seguridad, donde podían crecer y explorar sin temor, como lo expresa Proverbios 1:33: “Pero el que me escucha, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”. Además, el Edén ofrecía un entorno propicio para el aprendizaje experiencial, donde Adán y Eva podían descubrir y maravillarse con la creación de Dios (Salmo 111:2), y desarrollar sus habilidades y talentos dados por Él (Éxodo 31:3-5).
Un elemento fundamental era la mayordomía de la creación, que involucraba un trabajo útil y un servicio abnegado. Génesis 1:26 registra: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”, indicando que Dios otorgó al ser humano la responsabilidad de administrar y cuidar de su creación. Además, Génesis 1:28 agrega: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”, reafirmando este llamado a la mayordomía. Dios asignó un trabajo específico a Adán, como se menciona en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”, destacando la importancia del trabajo útil y significativo. Este concepto de mayordomía y servicio se refleja en otros pasajes bíblicos, como 1 Pedro 4:10. 
Dios se desempeñaba como el Maestro Supremo, relacionándose directamente con Adán y Eva para impartirles conocimiento, sabiduría y valores. Génesis 1:28-30 registra que Dios los bendijo y les dio instrucciones específicas, revelando su papel activo en guiar y enseñar a sus criaturas, tal como lo haría un padre amoroso (Deuteronomio 32:6). En Génesis 2:16-17, Dios instituyó un mandamiento claro: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás...”, demostrando su autoridad como Maestro y su preocupación por el bienestar de Adán y Eva, similar a la exhortación de un sabio maestro (Proverbios 4:1-2). La cercanía de Dios como Maestro se evidencia en Génesis 3:8, y sugiere una relación íntima y regular, que más tarde también se observaría en Éxodo 33:11, cuando Dios habló con Moisés “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.
La naturaleza era el campo de estudio principal. Génesis 2:8 describe el Edén como un lugar especial: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”, indicando que Dios diseñó este entorno natural con un propósito educativo, tal como lo menciona el Salmo 19:1, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. Adán y Eva fueron llamados a interactuar con la creación (Génesis 1:28, 2:15). En Génesis 2:19-20, se registra cómo Dios trajo los animales a Adán para que les pusiera nombre, sugiriendo un proceso de observación, análisis y comprensión de la diversidad de la creación y la invitación de Dios a considerar sus obras (Job 37:14). El Edén y la creación en su conjunto servían como recursos educativos vivientes, donde Adán y Eva podían aprender acerca de Dios y sus obras, cumpliendo el propósito declarado en Romanos 1:20, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas”.
La relación con el prójimo y con la naturaleza era un producto de la relación primaria con Dios. El Edén era un lugar donde se enfatizaba la importancia de las relaciones armoniosas en todas sus dimensiones. En primer lugar, Adán y Eva disfrutaban de una relación íntima con Dios, como se evidencia en Génesis 3:8: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”, sugiriendo una comunicación cercana y regular con su Creador. Además, Dios estableció la relación matrimonial entre Adán y Eva, como se registra en Génesis 2:18: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”, y en Génesis 2:21-24 se describe la creación de Eva y la institución del matrimonio. Asimismo, el modelo educativo edénico fomentaba una relación de respeto y cuidado de la naturaleza, basada en la mayordomía que Dios le confió al ser humano, como se menciona en Génesis 1:26, 28 y 2:15.
El modelo educativo establecido por Dios en el Edén tenía como objetivo el desarrollo integral del ser humano, abarcando las dimensiones física, mental, espiritual y social. Dios atendía las necesidades físicas de Adán y Eva, proporcionando un ambiente nutritivo y acogedor (Génesis 1:29, 2:8). Además, estimulaba la mente de Adán, fomentando la observación, el análisis y la creatividad (Génesis 2:19-20). La dimensión espiritual era fortalecida a través de la comunión directa con Dios (Génesis 3:8), relación fundamental, pues “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Proverbios 9:10). Asimismo, Dios fomentaba relaciones saludables, estableciendo el matrimonio , la importancia del compañerismo y apoyo mutuo (Génesis 2:18, 21-24). Este desarrollo integral es respaldado por pasajes como Lucas 2:52 y 1 Tesalonicenses 5:23, y refleja la intención de Dios de conseguir el florecimiento pleno del ser humano en todas sus dimensiones.
La presencia del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:16-17) representaba una prueba crucial para Adán y Eva. Dios les dio un mandato claro, otorgándoles la libertad de elección y la oportunidad de demostrar su lealtad y obediencia voluntaria a su Creador, tal como lo expresa Deuteronomio 30:19-20. Esta prueba era necesaria para el desarrollo del carácter, como lo sugieren pasajes como Santiago 1:2-4, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”, y 1 Pedro 1:7, “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. La obediencia a Dios en medio de la prueba fortalecería la confianza y el amor de Adán y Eva hacia su Creador, preparándolos para cumplir su propósito y reflejar más plenamente su carácter, como lo indica 1 Juan 5:3, “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
El objetivo fundamental del modelo educativo instituido por Dios en el Edén era que Adán y Eva reflejaran el carácter divino en sus vidas. Génesis 1:26-27 declara: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, estableciendo el propósito de la humanidad de ser representantes de Dios en la tierra. Pasajes como Levítico 19:2, Efesios 4:24 y 1 Pedro 1:15-16 enfatizan el llamado a reflejar la santidad y justicia de Dios. El modelo educativo edénico proveía todas las condiciones necesarias para que Adán y Eva crecieran en su semejanza a Dios, cumpliendo así su propósito como coronación de la creación (Salmo 8:4-6).

Evaluación y retroalimentación

  1. ¿Cuál es el fundamento teológico sobre el cual se basa la educación adventista?
  1. ¿Qué implicaciones tiene la doctrina de Dios como Creador y Sustentador para la educación adventista?
  2. Según la educación adventista, ¿de qué manera se revela Dios a través de la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo?
  3. ¿Cómo busca la educación adventista guiar a los estudiantes a una comprensión más profunda del carácter y los atributos de Dios?
  4. ¿Qué responsabilidad tiene el ser humano, creado a imagen de Dios, en la administración de la creación según la educación adventista?


Actividad de aprendizaje

Analizar (25 minutos): Actividad: "Rueda de Sabiduría"
Materiales:
o Hojas grandes de papel, marcadores, fichas con citas bíblicas, textos sobre la educación adventista y la creación.
Desarrollo:
1. Dividir a los estudiantes en cuatro grupos.
2. Asignar a cada grupo uno de los siguientes subtemas:
  • Grupo 1: Dios como Creador y Sustentador del universo (Génesis 1:1, Salmo 33:6, 9).
  • Grupo 2: La revelación de Dios a través de la naturaleza (Romanos 1:20, Salmo 19:1-2).
  • Grupo 3: La revelación de Dios a través de las Escrituras y el ministerio de Cristo (2 Timoteo 3:16, Hebreos 1:1-2).
  • Grupo 4: La creación del ser humano a imagen de Dios (Génesis 1:26-27, Salmo 139:13-16).
3. Cada grupo discutirá y elaborará un resumen visual de su tema en una hoja grande de papel.
4. Los grupos compartirán sus resúmenes con la clase en una "Rueda de Sabiduría", donde cada grupo rota para presentar y recibir comentarios de los demás grupos.
Objetivo:
o Facilitar una exploración y análisis profundo de los temas mediante la colaboración y el aprendizaje activo, desarrollando habilidades de pensamiento crítico y comunicativo.
Sintetizar (5 minutos): Reflexión: "Conociendo a Nuestro Creador"
Desarrollo:
1. Pedir a los estudiantes que reflexionen individualmente sobre una característica o atributo de Dios que hayan aprendido durante la sesión y cómo esto influye en su vida.
2. Cada estudiante compartirá brevemente su reflexión con el grupo.
Objetivo:
o Guiar a los estudiantes en un proceso de síntesis metacognitiva que les permita integrar el conocimiento adquirido sobre Dios en su vida diaria.
Desarrollar (15 minutos): Dinámica: "Creación de un Mural Colaborativo"
Materiales:
o Hojas grandes de papel, marcadores, adhesivos, imágenes relacionadas con la creación y la educación adventista.
Desarrollo:
1. Mantener a los estudiantes en los mismos grupos de la actividad anterior.
2. Cada grupo contribuirá con una parte del mural que resuma los conceptos clave sobre el papel de Dios en la educación, la revelación divina, y la creación del ser humano a imagen de Dios.
3. Incluir citas bíblicas y reflexiones personales discutidas durante la sesión.
4. Al finalizar, los grupos unirán sus partes para formar un mural colaborativo que se exhibirá en el aula.
Evidencia de aprendizaje:
o Creación de un mural colaborativo que resuma los conceptos clave sobre el papel de Dios en la educación, la revelación divina, y la creación del ser humano a imagen de Dios, incluyendo citas bíblicas y reflexiones personales.
Objetivo:
o Desafiar a los estudiantes a elaborar una representación creativa y significativa de los conceptos aprendidos, fomentando la experimentación activa y el pensamiento crítico desde una cosmovisión adventista.


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