miércoles, 2 de octubre de 2024

Teología de la educación adventista: Enfoque a la creación

Autor:
Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.

LA CREACIÓN

Lectura base

El modelo educativo adventista encuentra su fundamento en la sólida base de un "Así dice Jehová". Como se declara en 2 Crónicas 20:20, "¡Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros! ¡Creed a sus profetas y seréis prosperados!". Esta convicción es el cimiento sobre el cual se construye toda la teología, filosofía y práctica de la educación adventista.
Partiendo de una comprensión de la teología como el estudio o la ciencia de Dios, Erickson (2013) profundiza esta definición, expresando que la teología es una disciplina que busca articular de manera coherente las doctrinas de la fe cristiana, basadas a la luz de las Escrituras, situadas en un contexto cultural general, expresadas en un lenguaje contemporáneo y relacionadas con los asuntos de la vida. Desde esta perspectiva, la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) ha sistematizado sus doctrinas en 28 creencias fundamentales, agrupadas en seis categorías principales: Dios, el ser humano, la salvación, la iglesia, la vida cristiana diaria y los acontecimientos de los últimos días (restauración) (Handbook of Seventh-Day Adventist Theology, 2000).
A través de un análisis detallado de los conceptos de creación, caída, redención y restauración desarrollaremos las 6 doctrinas fundamentales de la IASD. Exploraremos cómo estas doctrinas fundamentales dan forma y sustento a la educación adventista. Comenzando con el propósito original de Dios para la humanidad en la creación, examinaremos el impacto del pecado en la naturaleza humana y el plan divino para restaurar esa relación a través de la obra redentora de Cristo. Finalmente, consideraremos la promesa de una restauración completa en la nueva creación, donde el modelo educativo edénico será restablecido.

1. CREACIÓN: ¿Cuál el modelo educativo para el ser humano instituido por Dios al principio del mundo?

1.1. La educación adventista reconoce a Dios como el Creador y Sustentador del universo.
La educación adventista se fundamenta en la creencia de que Dios es el Creador y Sustentador del universo, una verdad establecida desde el primer versículo de la Biblia: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Numerosos pasajes bíblicos respaldan esta doctrina, enfatizando el poder de la palabra de Dios en la creación (Salmo 33:6, 9) y su autoridad sobre todo lo creado (Salmo 102:25, Isaías 45:12, Jeremías 10:12). Además, las Escrituras revelan el papel central de Cristo en la creación (Colosenses 1:16-17, Juan 1:3), presentándolo como el agente activo y el sustentador de todas las cosas. La educación adventista reconoce a Dios como la fuente de "toda buena dádiva y todo don perfecto" (Santiago 1:17) y busca guiar a los estudiantes a una relación más profunda con el Creador y con Cristo, en quien "en ningún otro hay salvación" (Hechos 4:12).
La doctrina de Dios como Creador y Sustentador tiene implicaciones significativas para la educación adventista. La creación misma da testimonio de los atributos divinos, como lo expresa el Salmo 19:1: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos". El estudio de diversas disciplinas académicas puede revelar la grandeza de Dios y su diseño inteligente. La educación adventista busca integrar la fe y el aprendizaje, reconociendo a Dios como la fuente última de todo conocimiento y verdad (Proverbios 2:6, Colosenses 2:3), fomentando en los estudiantes una actitud de confianza en la providencia divina y una responsabilidad de mayordomía sobre la creación, pues "de Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1).

1.2. La revelación de Dios a través de la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo como fundamento de la educación.
La educación adventista se fundamenta en la revelación de Dios a través de tres medios principales: la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo. En primer lugar, la naturaleza actúa como un testimonio visible del poder y la divinidad de Dios, como lo expresa Romanos 1:20: "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa". Al estudiar y apreciar la creación, los estudiantes obtienen una comprensión más profunda del Creador (Job 38-41, Salmos 8:3-4), reconociendo que "de Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1).
En segundo lugar, las Escrituras sirven como la revelación escrita de Dios, proporcionando un fundamento sólido para la educación adventista. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16). A través de la Palabra, los estudiantes adquieren conocimiento de la voluntad y el carácter de Dios, así como principios para una vida piadosa (Deuteronomio 6:6-9, Josué 1:8, Salmos 119:9-11).. En tercer lugar, el ministerio de Cristo sirve como la revelación suprema de Dios, pues "en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo" (Hebreos 1:1-2). Al contemplar la persona de Cristo, los estudiantes obtienen una revelación perfecta del amor y la gracia de Dios (Juan 1:14, 17:3, 2 Corintios 4:6), siendo guiados a una relación personal con el Salvador, en quien "en ningún otro hay salvación" (Hechos 4:12).
Mediante las Escrituras interpretamos la naturaleza y accedemos a la revelación de Dios en Jesucristo permitiendo tener una relación íntima con él. Sin la luz de la Biblia, la naturaleza puede ser interpretada erróneamente y sin ella no podemos tener una relación con Cristo.

1.3. La educación como medio para comprender el carácter y los atributos de Dios.
La educación adventista tiene como objetivo fundamental llevar a los estudiantes a una comprensión más profunda del carácter y los atributos de Dios. Las Escrituras enfatizan la importancia de conocer a Dios, como lo expresa Jeremías 9:23-24: "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra". Otros pasajes, como Oseas 6:6, donde Dios declara: "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos", Juan 17:3, en el que Jesús afirma: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado", y Filipenses 3:8, donde Pablo considera todas las cosas como pérdida "por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús", refuerzan la primacía del conocimiento de Dios. Se busca guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Dios, reconociendo que "el temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia" (Proverbios 9:10).
Pasajes como Éxodo 34:6-7, Nehemías 9:17, Salmos 86:15 y 103:8 revelan la compasión, la paciencia, la gracia y el perdón de Dios, mientras que textos como Isaías 40:28, Salmos 90:2, 147:5 y 1 Timoteo 1:17 destacan su eternidad, poder y sabiduría infinitos de Dios. Comprender el carácter de Dios tiene implicaciones significativas para la vida y la educación, pues lleva a una adoración más profunda y genuina (Salmos 29:2, 95:1-7, 100:1-5), promueve la confianza y la fe en Él (Salmos 9:10, Isaías 26:3-4, Nahúm 1:7), y conduce al arrepentimiento y a una vida de obediencia (Isaías 6:1-5, Proverbios 16:6, Salmos 19:9, 97:10). En última instancia, conocer a Dios tiene implicaciones eternas (Juan 17:3), y la educación adventista busca preparar a los estudiantes no solo para esta vida, sino también para la eternidad.
1.4. La educación adventista reconoce al ser humano como creado a imagen de Dios, con libre albedrío y capacidad de razonamiento.

La educación adventista se fundamenta en la creencia bíblica de que el ser humano fue creado a imagen de Dios. Génesis 1:26-27 declara: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". Estos versículos establecen la dignidad inherente y el valor del ser humano como portador de la imagen divina, una verdad reafirmada en pasajes como Génesis 5:1, 9:6 y Santiago 3:9. Además, Salmos 139:13-16 describe la obra maestra de Dios en la formación del ser humano, sugiriendo que cada individuo es una creación única y valiosa con un propósito y un destino diseñados por Dios. El modelo educativo adventista busca afirmar el valor inherente de cada estudiante como hijo de Dios y ayudarlos a descubrir y desarrollar los dones y talentos que Él les ha dado para su servicio.
Además, la Biblia revela que Dios dotó al ser humano de libre albedrío y capacidad de razonamiento. Deuteronomio 30:19 registra las palabras de Dios: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia". Este versículo destaca la libertad otorgada por Dios al ser humano para tomar decisiones y elegir entre el bien y el mal, un concepto reforzado en pasajes como Josué 24:15, Proverbios 1:29 y Apocalipsis 3:20. La educación adventista reconoce el libre albedrío como un don divino y busca educar a los estudiantes para que tomen decisiones sabias y ejerzan su libertad de manera responsable. Asimismo, textos como Isaías 1:18, donde Dios invita: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos", Romanos 12:2 y 1 Pedro 3:15 resaltan la importancia del razonamiento, la reflexión y la capacidad de dar respuesta de la esperanza en la vida espiritual.
La creación del ser humano a imagen de Dios tiene implicaciones significativas para la educación adventista. Salmos 139:13-16 describe la obra maestra de Dios en la formación del ser humano: "Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas". Estos versículos sugieren que cada ser humano es una obra maestra única y valiosa de Dios, con un propósito y un destino diseñados por Él. La educación adventista busca afirmar el valor inherente de cada estudiante como hijo de Dios y ayudarlos a descubrir y desarrollar los dones y talentos que Dios les ha dado para su servicio. Además, pasajes como Romanos 12:2, Efesios 4:23-24 y Colosenses 3:10 enfatizan la importancia de renovar la mente y desarrollar un carácter a la semejanza de Cristo. La educación adventista busca fomentar el crecimiento integral de los estudiantes, no solo en conocimientos y habilidades, sino también en sabiduría, integridad y una cosmovisión bíblica.
La educación adventista enseña que los estudiantes, creados a imagen de Dios, tienen la responsabilidad de administrar sabia y compasivamente la creación, conforme a Génesis 1:28, que los insta a "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla". Este mandato, reforzado por pasajes como Salmos 8:6-8 y Proverbios 12:10, orienta a los estudiantes a actuar como mayordomos de Dios en la tierra, preparándolos para ser agentes de cambio que reflejen los valores divinos en el mundo.

1.5. Propósito de Dios al crear al ser humano
El propósito de Dios al crear al ser humano se revela claramente en las Escrituras. Génesis 1:26 declara: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra". Este versículo indica que Dios creó al ser humano para que fuera su representante en la tierra, ejerciendo dominio sobre la creación, un concepto ampliado en Salmos 8:5-8. La educación adventista reconoce este propósito original y busca preparar a los estudiantes para ser mayordomos fieles y responsables de los recursos que Dios les ha confiado. Además, Dios creó al ser humano para tener una relación íntima y personal con Él, como lo sugiere Génesis 3:8 al describir cómo Dios se paseaba en el huerto del Edén y se relacionaba con Adán y Eva (Salmos 42:1-2, 63:1-8 y Juan 17:3).
Otro propósito fundamental de Dios al crear al ser humano es que pueda reflejar su carácter y atributos. Efesios 4:24 exhorta a vestirse "del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad", mientras que Colosenses 3:10 habla de revestirse "del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno". La educación adventista busca ayudar a los estudiantes a desarrollar un carácter semejante al de Cristo (Gálatas 5:22-23). Además, Dios deseaba que los seres humanos formaran familias y hogares que reflejaran su carácter (Génesis 1:28), produciendo una descendencia piadosa que le honre y sirva (Malaquías 2:15). Si permanecían fieles a Dios (Génesis 2:16-17), tenían el potencial de llenar la tierra y el cielo, ocupando el lugar dejado por Lucifer y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12:7-9).
1.6. Modelo educativo de Dios para el ser humano al principio del mundo.
En el relato bíblico de la creación, encontramos que Dios estableció un modelo educativo para el ser humano desde el principio del mundo. A continuación desarrollamos los elementos esenciales de dicho modelo educativo:
En el Edén, Dios diseñó el ambiente ideal para el aprendizaje y desarrollo integral de Adán y Eva. Génesis 2:8 destaca su cuidado al preparar el entorno perfecto: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”. Este jardín era un lugar de belleza y abundancia (Génesis 2:9), donde Dios proporcionó todo lo necesario para su sustento, cumpliendo su promesa de llevarlos a una buena tierra (Deuteronomio 8:7-10). El Edén era un lugar de paz y seguridad, donde podían crecer y explorar sin temor, como lo expresa Proverbios 1:33: “Pero el que me escucha, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”. Además, el Edén ofrecía un entorno propicio para el aprendizaje experiencial, donde Adán y Eva podían descubrir y maravillarse con la creación de Dios (Salmo 111:2), y desarrollar sus habilidades y talentos dados por Él (Éxodo 31:3-5).
Un elemento fundamental era la mayordomía de la creación, que involucraba un trabajo útil y un servicio abnegado. Génesis 1:26 registra: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”, indicando que Dios otorgó al ser humano la responsabilidad de administrar y cuidar de su creación. Además, Génesis 1:28 agrega: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”, reafirmando este llamado a la mayordomía. Dios asignó un trabajo específico a Adán, como se menciona en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”, destacando la importancia del trabajo útil y significativo. Este concepto de mayordomía y servicio se refleja en otros pasajes bíblicos, como 1 Pedro 4:10. 
Dios se desempeñaba como el Maestro Supremo, relacionándose directamente con Adán y Eva para impartirles conocimiento, sabiduría y valores. Génesis 1:28-30 registra que Dios los bendijo y les dio instrucciones específicas, revelando su papel activo en guiar y enseñar a sus criaturas, tal como lo haría un padre amoroso (Deuteronomio 32:6). En Génesis 2:16-17, Dios instituyó un mandamiento claro: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás...”, demostrando su autoridad como Maestro y su preocupación por el bienestar de Adán y Eva, similar a la exhortación de un sabio maestro (Proverbios 4:1-2). La cercanía de Dios como Maestro se evidencia en Génesis 3:8, y sugiere una relación íntima y regular, que más tarde también se observaría en Éxodo 33:11, cuando Dios habló con Moisés “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.
La naturaleza era el campo de estudio principal. Génesis 2:8 describe el Edén como un lugar especial: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”, indicando que Dios diseñó este entorno natural con un propósito educativo, tal como lo menciona el Salmo 19:1, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. Adán y Eva fueron llamados a interactuar con la creación (Génesis 1:28, 2:15). En Génesis 2:19-20, se registra cómo Dios trajo los animales a Adán para que les pusiera nombre, sugiriendo un proceso de observación, análisis y comprensión de la diversidad de la creación y la invitación de Dios a considerar sus obras (Job 37:14). El Edén y la creación en su conjunto servían como recursos educativos vivientes, donde Adán y Eva podían aprender acerca de Dios y sus obras, cumpliendo el propósito declarado en Romanos 1:20, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas”.
La relación con el prójimo y con la naturaleza era un producto de la relación primaria con Dios. El Edén era un lugar donde se enfatizaba la importancia de las relaciones armoniosas en todas sus dimensiones. En primer lugar, Adán y Eva disfrutaban de una relación íntima con Dios, como se evidencia en Génesis 3:8: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”, sugiriendo una comunicación cercana y regular con su Creador. Además, Dios estableció la relación matrimonial entre Adán y Eva, como se registra en Génesis 2:18: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”, y en Génesis 2:21-24 se describe la creación de Eva y la institución del matrimonio. Asimismo, el modelo educativo edénico fomentaba una relación de respeto y cuidado de la naturaleza, basada en la mayordomía que Dios le confió al ser humano, como se menciona en Génesis 1:26, 28 y 2:15.
El modelo educativo establecido por Dios en el Edén tenía como objetivo el desarrollo integral del ser humano, abarcando las dimensiones física, mental, espiritual y social. Dios atendía las necesidades físicas de Adán y Eva, proporcionando un ambiente nutritivo y acogedor (Génesis 1:29, 2:8). Además, estimulaba la mente de Adán, fomentando la observación, el análisis y la creatividad (Génesis 2:19-20). La dimensión espiritual era fortalecida a través de la comunión directa con Dios (Génesis 3:8), relación fundamental, pues “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Proverbios 9:10). Asimismo, Dios fomentaba relaciones saludables, estableciendo el matrimonio , la importancia del compañerismo y apoyo mutuo (Génesis 2:18, 21-24). Este desarrollo integral es respaldado por pasajes como Lucas 2:52 y 1 Tesalonicenses 5:23, y refleja la intención de Dios de conseguir el florecimiento pleno del ser humano en todas sus dimensiones.
La presencia del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:16-17) representaba una prueba crucial para Adán y Eva. Dios les dio un mandato claro, otorgándoles la libertad de elección y la oportunidad de demostrar su lealtad y obediencia voluntaria a su Creador, tal como lo expresa Deuteronomio 30:19-20. Esta prueba era necesaria para el desarrollo del carácter, como lo sugieren pasajes como Santiago 1:2-4, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”, y 1 Pedro 1:7, “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. La obediencia a Dios en medio de la prueba fortalecería la confianza y el amor de Adán y Eva hacia su Creador, preparándolos para cumplir su propósito y reflejar más plenamente su carácter, como lo indica 1 Juan 5:3, “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
El objetivo fundamental del modelo educativo instituido por Dios en el Edén era que Adán y Eva reflejaran el carácter divino en sus vidas. Génesis 1:26-27 declara: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, estableciendo el propósito de la humanidad de ser representantes de Dios en la tierra. Pasajes como Levítico 19:2, Efesios 4:24 y 1 Pedro 1:15-16 enfatizan el llamado a reflejar la santidad y justicia de Dios. El modelo educativo edénico proveía todas las condiciones necesarias para que Adán y Eva crecieran en su semejanza a Dios, cumpliendo así su propósito como coronación de la creación (Salmo 8:4-6).

Evaluación y retroalimentación

  1. ¿Cuál es el fundamento teológico sobre el cual se basa la educación adventista?
  1. ¿Qué implicaciones tiene la doctrina de Dios como Creador y Sustentador para la educación adventista?
  2. Según la educación adventista, ¿de qué manera se revela Dios a través de la naturaleza, las Escrituras y el ministerio de Cristo?
  3. ¿Cómo busca la educación adventista guiar a los estudiantes a una comprensión más profunda del carácter y los atributos de Dios?
  4. ¿Qué responsabilidad tiene el ser humano, creado a imagen de Dios, en la administración de la creación según la educación adventista?


Actividad de aprendizaje

Analizar (25 minutos): Actividad: "Rueda de Sabiduría"
Materiales:
o Hojas grandes de papel, marcadores, fichas con citas bíblicas, textos sobre la educación adventista y la creación.
Desarrollo:
1. Dividir a los estudiantes en cuatro grupos.
2. Asignar a cada grupo uno de los siguientes subtemas:
  • Grupo 1: Dios como Creador y Sustentador del universo (Génesis 1:1, Salmo 33:6, 9).
  • Grupo 2: La revelación de Dios a través de la naturaleza (Romanos 1:20, Salmo 19:1-2).
  • Grupo 3: La revelación de Dios a través de las Escrituras y el ministerio de Cristo (2 Timoteo 3:16, Hebreos 1:1-2).
  • Grupo 4: La creación del ser humano a imagen de Dios (Génesis 1:26-27, Salmo 139:13-16).
3. Cada grupo discutirá y elaborará un resumen visual de su tema en una hoja grande de papel.
4. Los grupos compartirán sus resúmenes con la clase en una "Rueda de Sabiduría", donde cada grupo rota para presentar y recibir comentarios de los demás grupos.
Objetivo:
o Facilitar una exploración y análisis profundo de los temas mediante la colaboración y el aprendizaje activo, desarrollando habilidades de pensamiento crítico y comunicativo.
Sintetizar (5 minutos): Reflexión: "Conociendo a Nuestro Creador"
Desarrollo:
1. Pedir a los estudiantes que reflexionen individualmente sobre una característica o atributo de Dios que hayan aprendido durante la sesión y cómo esto influye en su vida.
2. Cada estudiante compartirá brevemente su reflexión con el grupo.
Objetivo:
o Guiar a los estudiantes en un proceso de síntesis metacognitiva que les permita integrar el conocimiento adquirido sobre Dios en su vida diaria.
Desarrollar (15 minutos): Dinámica: "Creación de un Mural Colaborativo"
Materiales:
o Hojas grandes de papel, marcadores, adhesivos, imágenes relacionadas con la creación y la educación adventista.
Desarrollo:
1. Mantener a los estudiantes en los mismos grupos de la actividad anterior.
2. Cada grupo contribuirá con una parte del mural que resuma los conceptos clave sobre el papel de Dios en la educación, la revelación divina, y la creación del ser humano a imagen de Dios.
3. Incluir citas bíblicas y reflexiones personales discutidas durante la sesión.
4. Al finalizar, los grupos unirán sus partes para formar un mural colaborativo que se exhibirá en el aula.
Evidencia de aprendizaje:
o Creación de un mural colaborativo que resuma los conceptos clave sobre el papel de Dios en la educación, la revelación divina, y la creación del ser humano a imagen de Dios, incluyendo citas bíblicas y reflexiones personales.
Objetivo:
o Desafiar a los estudiantes a elaborar una representación creativa y significativa de los conceptos aprendidos, fomentando la experimentación activa y el pensamiento crítico desde una cosmovisión adventista.


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