miércoles, 2 de octubre de 2024

Teología de la educación adventista: Enfoque a la redención

Autor:
Dr. Tito Goicochea Malaver
Coordinador Pedagógico NEED - DSA, Ñaña, 2024.

LA REDENCIÓN

Lectura base

3. REDENCIÓN: ¿Qué hace Dios para restaurar el modelo educativo distorcionado por el pecado?

Tras haber examinado las trágicas consecuencias de la caída y su impacto en la naturaleza humana y el modelo educativo divino, nuestra atención se vuelve ahora hacia el plan de redención. Exploraremos cómo la obra salvífica de Cristo se convierte en el fundamento y el propósito central de la educación adventista. 

3.1. La educación adventista enfatiza la centralidad de Cristo y su sacrificio expiatorio como medio de salvación.

La educación adventista tiene como fundamento central la persona y obra de Jesucristo, reconociendo su sacrificio expiatorio como el único medio para la salvación de la humanidad. Juan 14:6 declara: "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí", destacando la exclusividad de Cristo como el único mediador entre Dios y los seres humanos (1 Timoteo 2:5). Esta educación enfatiza que la salvación no se obtiene por méritos propios o buenas obras, sino únicamente por la gracia de Dios manifestada en la muerte y resurrección de Cristo (Efesios 2:8-9; Tito 3:5). A través de la muerte de Cristo, se hizo posible la reconciliación entre Dios y el ser humano, y se abrió el camino para la vida eterna (Romanos 5:10; Colosenses 1:20-22). La resurrección de Cristo confirma su victoria sobre el pecado y la muerte, garantizando la vida eterna para aquellos que creen en Él (Romanos 6:4; 1 Corintios 15:20-22; 1 Pedro 1:3). El propósito de esta educación es cultivar en los estudiantes una relación personal y transformadora con Cristo, basada en la fe y la obediencia a sus enseñanzas (2 Corintios 5:17-20; Colosenses 3:17).

3.2. La educación como medio para guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Cristo.

La educación adventista reconoce que su propósito fundamental es guiar a los estudiantes hacia una relación salvífica con Jesucristo. Más allá de la mera transmisión de conocimientos académicos, se busca crear un ambiente y oportunidades para que los estudiantes puedan encontrarse con Cristo de manera personal y transformadora. Juan 17:3 declara: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado". Este versículo, junto con Jeremías 9:23-24 y 1 Juan 5:11-12, destaca que el conocimiento verdadero de Dios y de Cristo es esencial para la vida eterna. La educación adventista se esfuerza por presentar a Cristo de manera atractiva y relevante, mostrando su carácter, sus enseñanzas y su amor redentor, con el objetivo de despertar en los estudiantes el deseo de conocerlo y seguirlo.

Además, la relación con Cristo es un proceso de crecimiento continuo. La educación adventista busca fomentar en los estudiantes un deseo genuino de conocer más a Cristo y de profundizar en su relación con Él a través de diversas prácticas espirituales, como el estudio diligente de la Biblia, la oración constante y la comunión edificante con otros creyentes. Colosenses 2:6-7 exhorta: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias". Estos versículos, junto con otros pasajes como 2 Pedro 3:18 y 1 Juan 2:5-6, sugieren que la vida cristiana es un caminar diario con Cristo, enraizados en la fe y creciendo continuamente en el conocimiento de Su Palabra y en gratitud por Su obra redentora. La educación adventista se esfuerza por proporcionar a los estudiantes las herramientas necesarias y el apoyo espiritual adecuado para desarrollar una relación duradera y fructífera con Cristo, que trascienda el ámbito académico y se extienda a todas las áreas de su vida, formando discípulos comprometidos que reflejen el carácter de Cristo.

3.3. Modelo educativo después de la entrada del pecado al mundo.

Después de la entrada del pecado en el mundo, el modelo educativo establecido por Dios en el Edén sufrió cambios significativos. La relación directa y sin obstáculos entre Dios y los seres humanos se vio afectada, y las consecuencias del pecado se hicieron evidentes en todas las áreas de la vida, incluyendo la educación. Sin embargo, Dios en su amor y sabiduría, proveyó un plan de redención y restauración que incluía un modelo educativo adaptado a la realidad del mundo caído. Este modelo se centró en guiar a las personas de regreso a una relación correcta con Dios y en prepararlas para cumplir su propósito en un mundo afectado por el pecado.

Un aspecto clave del modelo educativo después de la entrada del pecado fue la revelación progresiva de Dios a través de su Palabra escrita, la Biblia. Dios se comunicó con la humanidad a través de los profetas y las Escrituras, proporcionando instrucción, guía y corrección. 2 Timoteo 3:16-17 afirma: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Estos versículos, junto con Deuteronomio 6:6-7, Salmos 119:105 y 2 Pedro 1:19-21, destacan el papel central de la Biblia en la educación y formación del pueblo de Dios. El estudio de las Escrituras se convirtió en un componente esencial del modelo educativo, con el objetivo de conocer a Dios, comprender su voluntad y aplicar sus principios a la vida diaria.

Además, el modelo educativo después de la entrada del pecado incluyó la instrucción en la ley de Dios y los principios morales. Dios entregó los Diez Mandamientos y otras leyes para guiar a su pueblo en una vida de rectitud y santidad. Deuteronomio 6:6-7 instruye: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes". Estos versículos, junto con Salmos 119:9-11, Proverbios 3:1-2 y Romanos 7:12, enfatizan la importancia de enseñar y transmitir los principios de Dios a las nuevas generaciones, tanto en el contexto del hogar como en la educación formal. Se buscaba formar individuos que no solo conocieran la ley de Dios, sino que la internalizaran y la vivieran en su día a día.

Otro aspecto importante del modelo educativo después de la entrada del pecado es el énfasis en la fe y la dependencia de Dios. En un mundo caído, donde la sabiduría y el entendimiento humanos son limitados, se hizo evidente la necesidad de confiar en Dios y buscar su dirección. Proverbios 3:5-6 exhorta: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas". Estos versículos, junto con Salmos 37:3-7, Isaías 26:3-4 y Hebreos 11:6, resaltan la importancia de poner la fe en Dios y buscar su guía en todas las áreas de la vida, incluyendo la educación. El modelo educativo bíblico enseñaba a los estudiantes a depender de Dios, a buscar su sabiduría y a confiar en su dirección, reconociendo que solo Él puede proporcionar el verdadero conocimiento y entendimiento.

Además, el modelo educativo después de la entrada del pecado enfatiza la importancia del desarrollo del carácter y la formación espiritual. En un mundo marcado por el pecado y la tentación, era crucial formar individuos con un carácter sólido y una fe firme. La educación no solo se enfocaba en la adquisición de conocimientos, sino también en el desarrollo de virtudes como la integridad, la justicia, la misericordia y la humildad. Miqueas 6:8 declara: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios". Este versículo, junto con Deuteronomio 10:12-13, Proverbios 22:6 y Gálatas 5:22-23, resalta los valores fundamentales que debían guiar la vida y la educación del pueblo de Dios.

3.4. Jesús, el maestro enviado por Dios.

Jesús, como el maestro supremo enviado por Dios, no solo enseñó con sus palabras y acciones, sino que también recibió una educación integral durante su tiempo en la tierra. Lucas 2:52 afirma: "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres", sugiriendo que experimentó un desarrollo holístico que abarcaba lo intelectual, lo físico, lo espiritual y lo social. Su educación provino de las fuentes indicadas por el cielo: el trabajo útil, evidenciado en su oficio de carpintero (Marcos 6:3); el estudio de las Escrituras, demostrado por su familiaridad con los escritos del Antiguo Testamento (Lucas 4:16-17; Mateo 4:4, 7, 10); la naturaleza, reflejada en sus parábolas y enseñanzas (Mateo 6:26-30; 13:1-9); y las vicisitudes de la vida, a través de las cuales aprendió la obediencia (Hebreos 5:8). Jesús, como estudiante modelo, aprovechó al máximo estas fuentes de aprendizaje, convirtiéndose en un ejemplo para la educación adventista, que busca un desarrollo integral de los estudiantes en todas las dimensiones de su ser, tal como lo expresa 1 Tesalonicenses 5:23: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".

En el Nuevo Testamento, Jesús es presentado como el maestro supremo enviado por Dios para revelar su verdad y guiar a la humanidad hacia la salvación. Mateo 7:28-29 registra la reacción de las multitudes ante su enseñanza: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas". Sus enseñanzas abarcaron una amplia gama de temas, desde principios éticos y morales hasta verdades espirituales profundas, como se evidencia en el Sermón del Monte (Mateo 5-7) y en parábolas como la del buen samaritano (Lucas 10:25-37) y la del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Jesús también enseñó acerca de su propia identidad y misión, revelándose a sí mismo como el Hijo de Dios (Juan 8:12), el buen pastor (Juan 10:11) y el único camino al Padre (Juan 14:6). Esto se alinea con lo que está escrito en Hebreos 1:1-2: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo". Las instituciones educativas adventistas reconocen a Jesús como el maestro modelo y buscan seguir sus métodos y principios de enseñanza, enfatizando la importancia de comunicar la verdad con autoridad, relevancia y compasión, tal como lo hizo Cristo (Mateo 7:29; Marcos 12:14; Mateo 9:36).

Además de sus enseñanzas verbales, Jesús también enseñó poderosamente a través de su ejemplo y sus acciones. Él modeló una vida de perfecta obediencia a Dios, de servicio desinteresado y de amor incondicional, como se evidencia en el lavamiento de los pies de sus discípulos (Juan 13:15), su compasión hacia los necesitados (Mateo 9:36) y su perdón hacia los pecadores (Lucas 7:36-50). La enseñanza de Jesús también se caracterizó por su capacidad para transformar vidas y producir un cambio duradero en aquellos que lo seguían, como lo demuestran su llamado a los primeros discípulos (Mateo 4:19) y sus palabras en Juan 8:31-32: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Esto se alinea con lo que Pablo escribió en 2 Corintios 3:18: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". La educación adventista busca seguir el ejemplo de Jesús, fomentando en los estudiantes una relación personal y transformadora con Él, y enfatizando la importancia de vivir una vida de discipulado radical y obediencia a sus enseñanzas, tal como lo expresó el apóstol Pablo en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

El ministerio terrenal de Jesús culminó con su sacrificio en la cruz y su gloriosa resurrección, eventos que se convirtieron en el fundamento del evangelio y de la misión de la iglesia. Antes de ascender al cielo, Jesús comisionó a sus discípulos a continuar su obra educativa, como se registra en Mateo 28:19-20: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Esta gran comisión ha sido el fundamento de la misión educativa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde sus inicios, reconociendo que la verdadera educación no solo implica la transmisión de conocimientos, sino también el hacer discípulos que reflejen el carácter de Cristo y estén comprometidos con su misión. Como lo expresó el apóstol Pablo en Colosenses 1:28: "a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre". En última instancia, el propósito de la educación adventista es guiar a los estudiantes a un encuentro transformador con Jesús, el Maestro de maestros, y equiparlos para ser sus fieles testigos en un mundo necesitado de su amor y gracia, cumpliendo así el mandato de Hechos 1:8: "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".

Jesús, el maestro supremo, recibió una educación integral de fuentes divinas. Enseñó con autoridad, sabiduría y compasión, transformando vidas. Su ejemplo y sacrificio fundamentan la misión educativa adventista de hacer discípulos que reflejen su carácter y testifiquen de su amor y gracia hasta el fin del mundo (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8).

3.5. La Biblia como el libro de texto inspirado para la educación.

La Biblia se erige como el libro de texto inspirado y autoritativo para la educación adventista. 2 Timoteo 3:16-17 afirma: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Estos versículos, junto con 2 Pedro 1:20-21, donde se declara que "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo", y Juan 17:17, en el que Jesús ora: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad", destacan la naturaleza divinamente inspirada de la Biblia y su utilidad para enseñar, corregir y equipar a los creyentes para una vida de rectitud y servicio. Los estudiantes son animados a estudiar la Biblia diligentemente, a meditar en sus enseñanzas y a aplicar sus principios en su vida diaria, como lo indican pasajes como Josué 1:8, Salmos 1:1-3 y Colosenses 3:16.

La Biblia no solo proporciona conocimiento teológico y doctrinal, sino que también aborda todos los aspectos de la vida humana y tiene el poder de transformar vidas y guiar a las personas a una relación salvífica con Dios (2 Timoteo 3:15; Hebreos 4:12; 1 Pedro 1:23; Santiago 1:21). En la educación adventista, se anima a los estudiantes a desarrollar habilidades de interpretación bíblica y a aplicar herramientas hermenéuticas sólidas para comprender el mensaje de las Escrituras, considerando el contexto histórico, cultural y literario de los pasajes bíblicos, así como buscando la intención original del autor inspirado. Hechos 17:11 elogia a los creyentes de Berea porque "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así", porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá". 

3.6. El papel del Espíritu de Profecía en la educación adventista.
Las Escrituras testifican que uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una marca identificadora de la iglesia remanente y creemos que se manifestó en el ministerio de Ellen G. White (2 Crónicas 20:20; Apocalipsis 12:17; 19:10). La educación adventista se distingue por su fundamento en las verdades bíblicas y los escritos de Ellen G. de White. Estos principios orientan hacia el desarrollo holístico de los estudiantes, enfatizando la redención y la restauración de la imagen divina en cada individuo. La misión educativa adventista, alineada con el gran conflicto cósmico entre el bien y el mal, busca equipar a los estudiantes con discernimiento espiritual y prepararlos para contribuir activamente a la misión profética de la iglesia. 
El papel del Espíritu de Profecía en la educación adventista es de vital importancia, y se hace evidente a través de la vida y los escritos de Ellen G. de White. Como mensajera del Señor y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Ellen G. de White  recibió numerosas visiones y revelaciones divinas que han guiado y moldeado el desarrollo del sistema educativo adventista desde sus inicios. Sus consejos inspirados, registrados en libros como La Educación, Conducción del Niño y Consejos para los Maestros, Padres y La  Educación Cristiana, han proporcionado un fundamento sólido y una dirección clara para la filosofía y práctica de la educación adventista. White enfatizó que la verdadera educación "tiene que ver con el ser entero" y "es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales" (La Educación, p. 13), una visión que ha llegado a ser el sello distintivo de la educación adventista en todo el mundo.

3.7. El hogar como centro de educación en la formación del carácter y la espiritualidad.
El hogar desempeña un papel primordial como centro de educación primaria en la formación del carácter y la espiritualidad de los niños y jóvenes. En el plan de Dios, los padres son los primeros y más influyentes maestros en la vida de sus hijos, con la responsabilidad de criarlos en el conocimiento y amor de Dios (Deuteronomio 6:6-7, Efesios 6:4). El hogar es el lugar donde los niños aprenden valores, desarrollan hábitos y forman su comprensión inicial de Dios y del mundo que los rodea.  La Biblia enfatiza la importancia de la instrucción y el modelado espiritual en el contexto del hogar. En Deuteronomio 6:4-9, Dios instruye a los padres a amar al Señor con todo su corazón, su alma y fuerzas, y a enseñar diligentemente sus mandamientos a sus hijos en cada aspecto de la vida diaria. Proverbios 22:6 también enfatiza el papel formativo de la instrucción temprana, prometiendo que un niño criado en el camino de Dios no se apartará de él cuando sea mayor. Además de la instrucción directa, los padres también educan a sus hijos a través del ejemplo y el modelamiento. Los niños aprenden valores, prioridades y comportamientos al observar la vida de sus padres (Proverbios 20:7, 1 Timoteo 3:4-5, Tito 1:6).
El hogar también proporciona un entorno para el discipulado y la formación espiritual a través de prácticas como la adoración familiar, la oración y el servicio conjunto. Cuando las familias se reúnen regularmente para leer la Biblia, orar y compartir sus experiencias espirituales, los niños aprenden la importancia de cultivar una relación con Dios (Job 1:5, Jeremías 10:25). Estas experiencias compartidas fortalecen los lazos familiares y proporcionan un fundamento sólido para el crecimiento espiritual de por vida.

3.8. La Iglesia como Fundamento y Extensión de la Educación Adventista en la Misión de Predicación del Evangelio.
En el plan redentor de Dios, la iglesia se establece como una escuela fundamental donde los creyentes son formados y equipados para cumplir con la misión de Cristo, transformándola en un eje central de la educación adventista. Según la Gran Comisión en Mateo 28:19-20, Jesús instruye a sus discípulos: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado". Este mandato divino resalta el rol de la iglesia no solo como un lugar de adoración, sino como una comunidad activa de aprendizaje y servicio donde los creyentes crecen en la semejanza de Cristo y se preparan para participar en su misión redentora. La iglesia, a través de la enseñanza de la Palabra, los sermones, los estudios bíblicos y los grupos pequeños, nutre a sus miembros con el "alimento sólido" de la verdad bíblica, permitiéndoles profundizar en su entendimiento y aplicación de las Escrituras en la vida diaria (Hebreos 5:12-14; 1 Corintios 3:2).
Además, la iglesia desempeña un papel crucial al equipar a los creyentes con las herramientas necesarias para el servicio efectivo dentro y fuera de la comunidad eclesiástica. Conforme a los dones espirituales que Pablo describe en 1 Corintios 12 y Efesios 4, cada creyente recibe capacidades únicas destinadas a la edificación del cuerpo de Cristo y el avance de su reino. Estas habilidades son desarrolladas y puestas en práctica en diversos ministerios y actividades de servicio que la iglesia ofrece, ayudando a los creyentes a descubrir y emplear sus dones en el servicio a otros (Romanos 12:4-8; 1 Pedro 4:10-11). La educación adventista, integrada dentro del contexto eclesiástico, fortalece este proceso al animar a los estudiantes a involucrarse activamente en la vida de la iglesia, aplicando lo aprendido en el aula a situaciones reales que requieren liderazgo, empatía y una sólida ética cristiana.
La comunidad de la iglesia también fomenta un entorno de crecimiento espiritual y desarrollo del carácter a través de la comunión y la rendición de cuentas mutua, estableciendo un espacio donde los creyentes pueden aprender unos de otros, animarse y exhortarse a vivir de acuerdo con los principios bíblicos. Este marco de apoyo es vital para el desarrollo personal y espiritual, permitiendo a los individuos experimentar la gracia y el perdón de Dios en un contexto comunitario (Hebreos 10:24-25; Santiago 5:16; Colosenses 3:13). Mediante la participación en las "obras de amor" y las actividades de la iglesia, los creyentes no solo crecen en su semejanza a Cristo sino que también reflejan su carácter al mundo, demostrando el impacto transformador del evangelio en sus vidas (Gálatas 6:1-2; 5:6, 13-14).
Al fusionar la formación académica con el crecimiento espiritual y el servicio comunitario, la educación adventista y la iglesia trabajan en sinergia para formar estudiantes que no solo sean académicamente competentes, sino también discípulos comprometidos y siervos efectivos del evangelio. Esta colaboración estratégica proporciona una educación holística que integra el conocimiento bíblico y teológico con habilidades prácticas, promoviendo un aprendizaje que trasciende las aulas para convertirse en una vivencia diaria de los valores cristianos. El enfoque integrado de combinar la teoría con la práctica espiritual y social fomenta un ambiente donde la misión de la iglesia de hacer discípulos y expandir el reino de Dios no es solo un contenido curricular, sino una realidad palpable y dinámica en la vida de cada estudiante.

3.9. La educación como medio para desarrollar un carácter semejante al de Cristo y fomentar un estilo de vida saludable.
El modelo educativo reconoce que el desarrollo del carácter es un aspecto fundamental de la formación integral del estudiante. Este énfasis se basa en la enseñanza bíblica donde el carácter es más importante que los logros externos (1 Samuel 16:7). Dios se enfoca en el carácter interno de una persona, más que en su apariencia o logros externos. La educación adventista busca ayudar a los estudiantes a desarrollar un carácter que refleje los atributos de Cristo, como la integridad, la compasión, la humildad y el servicio.  La Biblia enseña que el carácter cristiano se desarrolla a través de un proceso de transformación espiritual (Romanos 12:2). El carácter cristiano se forma a medida que la mente es renovada y transformada por el Espíritu Santo (2 Corintios 3:18, Colosenses 3:9-10). Esta educación busca fomentar esta transformación espiritual, ayudando a los estudiantes a desarrollar hábitos devocionales como el estudio de la Biblia, la oración y la reflexión, que son esenciales para el crecimiento del carácter (Colosenses 3:9-10, Gálatas 5:22-23).
Además, la educación adventista enfatiza la importancia de un estilo de vida saludable, subrayando la conexión intrínseca entre el bienestar físico y las esferas del bienestar espiritual y mental, tal como lo expresa 1 Corintios 6:19-20. Esta perspectiva reconoce al cuerpo humano como un templo sagrado que merece ser cuidado y honrado, un concepto también respaldado por 3 Juan 2. En este sentido, es fundamental inculcar y fomentar hábitos saludables entre los estudiantes y la comunidad. La alimentación adecuada, el ejercicio regular, el descanso suficiente y la abstención de sustancias perjudiciales son componentes esenciales de un estilo de vida integral y equilibrado. Estos principios no solo contribuyen al desarrollo físico óptimo, sino que también fortalecen sus capacidades espirituales, mentales y sociales.

3.10. El sábado: pilar de la educación adventista.
El sábado es un elemento fundamental de la fe y la práctica de la educación adventista, ya que representa un recordatorio semanal de la relación especial entre Dios y su pueblo. En Génesis 2:1-3, se establece el origen del sábado: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. Este pasaje enseña que Dios mismo estableció el sábado como un día de descanso y adoración, un patrón que se espera que sus hijos sigan. En Éxodo 20:8-11, Dios reitera la importancia del sábado en los Diez Mandamientos: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. La educación adventista enfatiza la observancia del sábado como una oportunidad para que los estudiantes desarrollen una relación más profunda con su Creador, participando en actividades como la adoración, el estudio de la Biblia y el servicio a los demás (Isaías 58:13-14; San Mateo 12:12). 
Además, el sábado tiene consecuencias significativas en el desarrollointegral de los estudiantes en las instituciones educativas adventistas. En San Marcos 2:27, Jesús declara: “El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado”. Esto indica que el sábado fue diseñado para el beneficio físico, mental y espiritual de la humanidad. Al observar el sábado, los estudiantes aprenden a priorizar su bienestar y a encontrar un equilibrio saludable entre el trabajo y el descanso (Éxodo 23:12). Además, el sábado proporciona oportunidades para fortalecer los lazos comunitarios y familiares, ya que se anima a los estudiantes a adorar y confraternizar con otros creyentes (Levítico 23:3). Esto ayuda a fomentar un sentido de pertenencia y apoyo mutuo dentro de la comunidad educativa. Por último, la observancia del sábado en la educación adventista tiene un propósito escatológico, ya que apunta hacia la restauración final y hacia la eternidad (Isaías 66:22-23; Hebreos 4:9-11).

3.11. La educación como herramienta para enfrentar los desafíos y tentaciones de la vida desde una perspectiva bíblica.
La educación dentro del marco adventista se concibe como una herramienta esencial en la batalla espiritual entre el bien y el mal, equipando a los estudiantes para enfrentar desafíos y tentaciones mediante principios arraigados en las Sagradas Escrituras. Efesios 6:12 destaca la naturaleza de nuestra lucha: "Porque no luchamos contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." Esta cosmovisión impulsa a la búsqueda de sabiduría y fortaleza divinas, prometidas en Santiago 1:5 y Proverbios 2:6, para superar las adversidades. Se enseña a los educandos a confiar en la guía de Dios (Proverbios 3:5-6), cultivando un carácter que refleje la sabiduría divina, descrita en Santiago 3:17 como pura, pacífica y llena de misericordia. Así, se prepara a los individuos para ser "más que vencedores" (Romanos 8:37), armándolos espiritualmente para resistir tentaciones (1 Corintios 10:13) y tomar decisiones prudentes en un mundo complejo.
Adicionalmente, la profundidad de la relación personal con Cristo se enfatiza como la fuente de verdadera fortaleza ante las pruebas, según Juan 15:5, "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." Este modelo educativo insta a los estudiantes a "vestirse de toda la armadura de Dios" (Efesios 6:11), incluyendo la verdad, justicia, paz, fe, salvación y la Palabra de Dios (Efesios 6:14-17), para permanecer firmes contra las estratagemas del mal. Equipados así, son capacitados para actuar según la voluntad divina (Filipenses 2:13), luchando la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12) y perseverando hasta el fin (Mateo 24:13).

Actividad de aprendizaje 
Analizar (25 minutos): Actividad: "Explorando la Redención y Restauración"
Materiales:
  • Hojas grandes de papel, marcadores, fichas con citas bíblicas, textos sobre la redención y la restauración.
Desarrollo:
1. Dividir a los estudiantes en cinco grupos.
2. Asignar a cada grupo uno de los siguientes subtemas:
  • Grupo 1: La centralidad de Cristo y su sacrificio expiatorio como medio de salvación.
  • Grupo 2: La educación como medio para guiar a los estudiantes a una relación salvífica con Cristo.
  • Grupo 3: Modelo educativo después de la entrada del pecado al mundo.
  • Grupo 4: Jesús, el maestro enviado por Dios.
  • Grupo 5: La Biblia como el libro de texto inspirado para la educación.
3. Cada grupo discutirá y elaborará un resumen visual de su tema en una hoja grande de papel.
4. Los grupos compartirán sus resúmenes con la clase en una "Galería de Reflexión", donde cada grupo presenta su trabajo y recibe comentarios.
Objetivo:
o Facilitar una exploración y análisis profundo de los temas mediante la colaboración y el aprendizaje activo, desarrollando habilidades de pensamiento crítico y comunicativo.




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