jueves, 30 de julio de 2015

ESCAPA POR TU VIDA

1.- Lección: Dios es misericordioso con sus hijos fieles.
2.- Texto: Gén 19:17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.[1]

Al rayar el alba, los ángeles acompañaron a Lot, su mujer, y a sus hijas fuera de Sodoma.
Incluso en esta situación, Lot enfocó lo temporal, prefiriendo quedarse en Zoar, una ciudad satélite de pecado. Dios destruyó la ciudad de Sodoma porque no encontró ni siquiera diez hombres justos allí. Sin embargo, la oración de Abraham fue oída, pues Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción.
Aunque la mujer de Lot salió de la ciudad, su corazón aún estaba allí, y cayó bajo el juicio de Dios. En las palabras: «Acordaos de la mujer de Lot» (Lc. 17:32), Cristo la tomó como una advertencia a todos los que desprecian Su oferta de salvación.[2]

I.-        El rescate de Lot fuera de Sodoma (Ez. 14:14). A la mañana temprano, sus huéspedes, por amor a él, le sacaron de casa y a su familia con él (v. 15).
1. Con qué benigna violencia fue sacado Lot de Sodoma (v. 16). Parece ser que no se dio tanta prisa como el caso requería. Podía haberle sido fatal, si no le hubieran asido de la mano los ángeles y le hubiesen sacado de allí, salvándolo con temor (Judas 23). La salvación de los hombres más justos debe ser atribuida a la misericordia de Dios, no a sus propios méritos. Somos salvos por gracia (Efe. 2:8).
2. Con qué benigna vehemencia le urgieron a escapar cuando lo llevaron ya fuera (v. 17). No debe sentir nostalgia de Sodoma: No mires tras ti. No debe perder tiempo por el camino: Ni pares en toda esta llanura. No debe detenerse hasta que llegue al lugar del refugio que le ha sido señalado: Escapa al monte. Semejantes a estos son los mandatos que se dan a los que, por gracia son liberados de la esclavitud del pecado.
(A) No vuelvas al pecado y a Satanás, porque eso es volverse a mirar a Sodoma.
(B) No te detengas en ti mismo y en el pecado, porque eso es quedarse en el llano.
(C) Refúgiate en Cristo y en el Cielo, porque eso es escapar al monte, y no debemos parar hasta que lo consigamos.

II.-       Le fijaron un lugar en el que había de refugiarse. Primeramente se le había indicado un monte para que escapase a él, pero:
1. Él pidió que fuese una ciudad de refugio, una de las cinco que están próximas entre sí, llamada Bela (14:2, 18-20). Fue una debilidad por parte de Lot pensar en una ciudad de su propia elección como más segura que el monte que Dios le había fijado. Él que le había salvado de mayores males, ¿acaso no podía salvarle de males menores? Él insiste en su petición sobre la pequeñez de la ciudad: ¿No es ella pequeña? (v. 20). Eso le dio al lugar un nuevo nombre, pues se le llamó Zoar, es decir, pequeña (v. 22).
2. Dios le concedió lo que pedía, a pesar de la debilidad carnal que la petición entrañaba (vv. 21-22). Véase qué favor otorgó Dios a un verdadero justo, aunque débil. Y Zoar quedó exenta del castigo, en atención a él.

III.-     La Palabra de Dios hace notar el detalle de que el sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar, porque cuando una persona buena entra en un lugar, es como si entrara una luz con ella, al menos así debería ser.[3]
Elena de White comenta: “Antes de destruir a Sodoma, Dios mandó un mensaje a Lot: “Escapa por tu vida; no mires atrás, ni te detengas en ningún lugar de esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas”. Génesis 19:17. La misma voz amonestadora fue escuchada por los discípulos de Cristo antes de la destrucción de Jerusalén: “Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea huyan a los montes”. Lucas 21:20, 21. No debían detenerse para salvar algo de su hacienda, sino aprovechar lo mejor posible la ocasión para la huida”.[4]

3.- Aplicación:
Somos salvados por gracia. El poder de Dios debe también reconocerse al sacar almas de un estado de pecado. Si Dios no hubiera sido misericordioso con nosotros, nuestra demora hubiera sido nuestra ruina. —Lot debe correr por su vida. Él no debe anhelar Sodoma. Se dan órdenes como estas a quienes, por medio de la gracia, son librados de un estado y condición de pecado. No volváis al pecado ni a Satanás. No descanséis en el yo ni en el mundo. Acudid a Cristo y al cielo, pues eso es escapar a la montaña, no debiendo deteneros antes de llegar.
Hubo una salida, una separación decidida de los impíos, una fuga para salvar la vida. Así fue en los días de Noé; así ocurrió en el caso de Lot; así en el de los discípulos antes de la destrucción de Jerusalén, y así será en los últimos días. De nuevo se oye la voz de Dios en un mensaje de advertencia, que manda a su pueblo separarse de la impiedad creciente.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 19.17.

[2]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 33.

[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 44.

[4]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 143.

[5]White, Patriarcas y profetas, 144.

miércoles, 29 de julio de 2015

DIOS ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES INTERCESORAS

1.- Lección: Dios escucha nuestras oraciones intercesoras.
2.- Texto: Gén 18:23-33 23Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? 25Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas... 32Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.[1]

Después de que Jehová reveló a Abraham que iba a destruir Sodoma, y mientras los dos ángeles caminaban hacia aquella ciudad, empezó Abraham con su gran cuenta atrás de intercesión: cincuenta, cuarenta y cinco, cuarenta, treinta, veinte, diez. ¡Aun por diez personas justas el Señor no destruiría a Sodoma! La oración de Abraham es un ejemplo maravilloso de intercesión efectiva. Se basó en el carácter justo del Juez de toda la tierra (v. 25) y dio evidencia de cierto valor, pero con gran humildad, que solamente se puede tener con un conocimiento íntimo de Dios. El Señor no cerró el tema ni se fue hasta que Abraham había cesado en su petición (v. 33).[2]

I.-        La solemnidad de la alocución que Abraham dirige a Dios en esta ocasión: Se acercó Abraham (v. 23). Esta expresión insinúa:
1. Un santo interés: Puso su corazón (es decir, se jugó la vida) para acercarse a Dios (Jer. 30:21; hebreo).
2. Una santa confianza: Se acercó con seguridad de fe.
II.-       El objetivo general de esta oración. Es la primera oración solemne, registrada en la Biblia; y es una oración para que se perdone a Sodoma. Aun cuando se ha de odiar el pecado, se ha de tener compasión de los pecadores y hay que orar por ellos. Dios no se complace en su muerte, así que nosotros no hemos de desear, sino lamentar, el lastimoso día que les espera.
1. Comienza con una plegaria para que queden exentos del castigo los justos que se hallen entre ellos, con la vista puesta especialmente en su sobrino Lot.
2. Da un paso más, y pide que perdone a todos por amor a los justos que haya entre ellos; Dios mismo da su aquiescencia a esta demanda.
III.-     Consideremos las grandes cualidades, gracias de Dios al fin, que resplandecen en esta oración:
1. Una gran fe; y es precisamente la oración de fe la que tiene un valor eficaz (Stg. 5:15–16). (A) Nótese: (a) Que los justos están mezclados con los malvados en este mundo. Entre los mejores hay, de ordinario, algunos malos; y entre los peores, algunos buenos; incluso en Sodoma, hay un Lot. (b) Aun cuando los justos estén entre los malvados, sin embargo Dios no destruirá a los justos con los malvados.
A) Que los justos no serán como los impíos (v. 25). Aunque sufran con ellos, no sufren como ellos.
2. Una gran humildad.
(A) Un profundo sentido de su propia indignidad (v. 27): He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza; y de nuevo en el versículo 31 habla como si estuviese asombrado de su propia osadía. Nótese que el acceso que tenemos al trono de la gracia, y la libertad de palabra que se nos permite, son materia de humilde asombro (2 S. 7:18).
B) Un tremendo temor de desagradar a Dios. Pero Aquel con quien tenemos que tratar es Dios y no hombre; y, aunque parezca airado, no está realmente indignado con las oraciones de los justos (Sal. 80:4), porque son su delicia (Pr. 15:8), y le agrada que se luche con Él en oración.
3. Una gran caridad.
(A) Una opinión caritativa del carácter de Sodoma; aun siendo tan malos, él pensó que habría allí unas cuantas buenas personas. Nos va muy bien el esperar lo mejor aún en los peores lugares. De los dos extremos, es preferible equivocarse por ese lado.
(B) Un deseo caritativo del bienestar de Sodoma; puso todo su interés ante el trono de la gracia para alcanzar misericordia en favor de ellos.
4. Un gran atrevimiento y una confianza absoluta: Quizá haya cincuenta justos (v. 24). Una y otra vez fue arrancando a Dios mayores concesiones.

IV.-     El éxito de su oración. La buena voluntad universal de Dios se echa de ver en que consintió en perdonar a los impíos por amor a los justos. Nótese qué gran bendición son los buenos para cualquier lugar. El favor especial que dispensó a Abraham se manifestó en que no dejó de conceder hasta que Abraham dejó de pedir. Tal es el poder de la oración.[3]

Elena de White comenta: “Se nos dice que Abrahán se acercó y dijo: “¿Destruirás también al justo con el impío?” Si bien Abrahán tenía un sentido de humildad como el que cada hijo de Dios debiera poseer, también tenía un intenso interés en las almas de los pecadores. La narración bíblica lo describe como acercándose. Se aproximó a los mensajeros celestiales e intercedió ante ellos como un niño lo haría ante sus padres. Recordó que Lot moraba en Sodoma y había establecido lazos matrimoniales con familias de aquella ciudad. Por lo tanto, Abrahán comenzó a interceder por cincuenta y el Señor le dijo que la preservaría si había cincuenta justos allí; llegó a diez, y Dios le dijo que la libraría de destrucción en virtud de esos diez. No hizo ninguna otra petición, porque esperaba que hubiera diez justos en Sodoma.
Sin embargo, cuando los ángeles llegaron a Sodoma, no pudieron encontrar ni a cinco justos en aquella estupenda ciudad, por lo que podemos deducir que aunque haya ciudades espléndidas, que gozan del mayor bienestar, es posible que no se encuentren en ella ni siquiera cinco justos. Mientras buscamos la vida perdurable, cada uno debiera buscar establecer las mejores relaciones que nos permitan desarrollar un carácter cristiano. Con frecuencia Dios nos llama a romper todo vínculo que nos une con las influencias profanas y a salir de en medio de ellas”.[4]

3.- Aplicación:
¿Por qué permitió Dios que Abraham cuestionara su justicia e intercediera por una ciudad malvada? Abraham sabía que Dios debía castigar el pecado, pero sabía por experiencia propia que Dios es misericordioso con los pecadores. Dios sabía que ni siquiera había diez hombres justos en la ciudad; sin embargo, fue tan misericordioso que permitió que Abraham intercediera. Además fue igualmente misericordioso al ayudar a Lot, el sobrino de Abraham, a salir de Sodoma antes de que fuera destruida. Dios no se goza al destruir al malo, pero debe castigar el pecado. Es justo y misericordioso. Debemos estar agradecidos de que la misericordia de Dios se extienda hacia nosotros.[5]

Abrahán era un representante de Dios y su historia llega hasta nuestros días. La preocupación de Abrahán por Sodoma es una lección a fin de que nos interesemos intensamente por quienes nos rodean. Si bien odiamos el pecado, debemos amar a las almas por las que Cristo murió. Y deberíamos estar agradecidos a Dios porque tenemos Uno que intercede en los cielos en favor nuestro.[6]

Jesús conoce el valor de cada alma porque ha pagado el precio de cada una. Cuando padecía la agonía de la crucifixión, oró por sus enemigos y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y esto es lo que vemos en el caso de Abrahán, que intercedió por el culpable como una persona intercede por otra. Debemos [ofrecer] esta [misma] ferviente oración por quienes están en tinieblas.[7]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 18.23-33.

[2]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 32.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 43.

[4]Elena G. de White, Cristo triunfante, 77.

[5]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 18.20.

[6]Ibid.

[7]White, Manuscrito 19, 1886.

SARA, PRINCESA

1.- Lección: Cualesquiera sean nuestras preocupaciones y temores, deben ser expuestos ante Dios en oración.

2.- Texto: Gén 17:16-20 16Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? 18Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac;16 y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. 20Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. [1]

Aquí se hace a Abraham la promesa de un hijo con Sarai, en el cual se cumpliría la promesa hecha. La prenda de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai a Sara. Sarai significa mi princesa, como si su honor estuviera limitado a una sola familia; Sara significa una princesa. Mientras más favores Dios nos otorgue, más debemos rebajarnos a nuestros propios ojos. —Abraham demostró gran gozo; se rió, era una risa de alegría, no de desconfianza. Ahora era que Abraham se gozó de que habría de ver el día de Cristo; ahora lo vio y se gozó, Juan viii, 56. —Temiendo que Ismael fuera abandonado y dejado de Dios, Abraham hizo una petición a su favor. Dios nos da permiso para que cuando oramos seamos específicos en nuestras peticiones.[2]

I.-        La promesa hecha a Abraham de tener un hijo de Sarai pues también ella vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella (v. 16). Nótese que:
1. Dios revela gradualmente a su pueblo sus propósitos de buena voluntad. Dios había dicho mucho antes a Abram que tendría un hijo, pero nunca hasta ahora que tendría un hijo de Sarai.
2. La bendición del Señor produce fertilidad y no le añade tristeza, al menos no la tristeza que hubo en el caso de Agar.
3. El gobierno y el orden del Estado son un gran bien para la Iglesia. Se promete aquí que no sólo pueblos sino reyes de pueblos vendrán de ella; no una chusma acéfala, sino una sociedad bien organizada y bien gobernada.

II.-       La ratificación de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai en Sara (v. 15). Sarai significa mi princesa; como si su honor estuviese confinado a una sola familia. Sara significa simplemente princesa—a saber, de muchedumbres.

III.-     El gozo y la gratitud con que Abraham acogió esta benévola promesa (v. 17). En esta ocasión manifestó:
1. Gran humildad: Se postró sobre su rostro.
2. Gran gozo: Y se rió. Fue una risa de gozo, no de incredulidad. Hay el gozo de la fe, como hay el gozo del disfrute.
3. Gran admiración: ¡A hombre de cien años le ha de nacer hijo!

IV.-     Oración de Abraham por Ismael: ¡Ojalá Ismael viva delante de ti! (v. 18). Esto lo dice, no como deseando que Ismael sea preferido al hijo que ha de tener de Sara, sino por miedo de que sea abandonado y desamparado de Dios. Aunque no debemos dar leyes a Dios, sin embargo Él nos permite, en oración, sentirnos humildemente libres con Él, y especialmente presentar delante de Él nuestras peticiones (Fil. 4:6). Es deber de los padres orar por sus hijos, por todos sus hijos, como Job, que ofrecía holocaustos según el número de todos ellos (Job 1:5). Lo mejor que podemos desear de Dios para nuestros hijos es que vivan delante de Él, esto es, que lleguen a ser partícipes del pacto con Él, y obtengan de Dios gracia para andar en integridad.[3]

Elena de White comenta: “Después del nacimiento de Ismael, el Señor se manifestó nuevamente a Abrahán y le dijo: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo”. Génesis 17:7. De nuevo el Señor repitió por medio de su ángel la promesa de dar un hijo a Sara, y que ella sería madre de muchas naciones”.[4]

3.- Aplicación:
Aun las personas que poseen una gran fe pueden tener dudas. Cuando parezca que Dios quiere lo imposible y comience a dudar de la dirección divina, sea como Abraham: centre su atención en el compromiso de Dios de cumplir sus promesas y continúe obedeciéndolo.
Dios no se olvidó de Ismael. Aunque no podía ser heredero de Abraham, podría ser padre de una gran nación. A pesar de las circunstancias, Dios tampoco se olvida de usted. Obedézcale y confíe en su plan.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



16 Esto es, Risa.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 17.16-21.

[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 35.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 42.

[4]Elena G. de White, La historia de la redención, 80.

martes, 28 de julio de 2015

EL ISLAM

SURA 1
1¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
2. Alabado sea Alá, Señor del universo,
3. el Compasivo, el Misericordioso,
4. Dueño del día del Juicio,
5. A Ti solo servimos y a Ti solo imploramos ayuda.
6. Dirígenos por la vía recta,
7. la vía de los que Tú has agraciado, no de los que han incurrido en la ira, ni de los extraviados.
CARACTERÍSTICAS
• Religión Monoteísta
• 1,397 años
• Fundada por Mahoma (principal) y Ali (discípulo)
• Centro de Adoración: MECA
• Hoy: 1,65 billones de seguidores: la que más crece en el mundo.
• Islam = Sumisión
• Mahoma nace en 570 d.C.
• Hijo de Mercadores, huérfano a los 6 años.
• Se casó con Khadija, rica, que va a financiar su vida religiosa.
• 40 años: Visión del ángel Gabriel.
• Profesión de Fe: “Hay un solo Dios, Ala, y un solo mediador entre Dios y los Hombres, Mahoma”
•Perseguido por artesanos y comerciantes de artículos religiosos (politeístas), huye de Meca para Medina (HÉGIRA) en 20/06/622.
•Medina: organiza ejército para luchar contra los “infieles”.
•Reconquista Meca (627)
•Escribe el Corán entre 610 y 632.
•Muere en 632 d.C. en Jerusalén (Según Islam, es llevado a los cielos, como Jesucristo)
ΕL CORÁN (ο ΑL  CORÁN)
 Significa Recitación.
• 114 capítulos.
• Basado en la Torá (o Talmud, Judío) en la Biblia (Cristiano).
• Orienta a fieles como relacionarse con los otros, como orar, como vestirse, o que comer (y que no comer), como adorar, como guerrear, como expandir a fe.
• La Salvación solo para los seguidores de Alá. Resurrección en el juicio final. Las otra religiones estarán en el lago de fuego.

CREENCIAS DE LA FE DEL CORÁN
• Un solo Dios (ALÁ) y un solo mediador entre Dios y los hombres (MAHOMA)
• Ángeles
• Corán – Único libro sagrado
• Mahoma – Último y más importante de los profetas.
• Predestinación – Todo está escrito y no puede se cambiado.

• Resurrección de los muertos para el juicio del bien y del mal. 


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015







ORIGEN DEL MUNDO ÁRABE

1.- Lección: Dios oye.
2.- Texto: Gén 16:10-14 10Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael,12 porque Jehová ha oído tu aflicción. 12Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.[1]

Cuando Agar estuvo en el desierto de Shur, de camino a Egipto, la halló el ángel de Jehová. Éste era el Señor Jesús en una de Sus apariciones antes de Su encarnación, conocida como una cristofonía. (Jueces 6 para un estudio en cuanto al Ángel de Jehová.) Le aconsejó que se volviera y fuera sumisa bajo la mano de Sarai, y le prometió que su hijo sería la cabeza de una gran nación. Esa promesa, por supuesto, tiene su cumplimiento en el pueblo árabe. Las palabras: “Vuélvete… y ponte sumisa” han marcado grandes cambios en las vidas de muchos que han estado cara a cara con Dios.
La exclamación de Agar en el versículo 13 podría ser parafraseada: “Eres Dios quien puede ser visto”, porque dijo: “¿No he visto también aquí al que me ve?” Llamó el pozo “Beer Lahai Roi” (que quiere decir pozo del viviente y me ve).[2]


I.-        Para su consuelo en el presente apuro, el ángel le añade una predicción concerniente a su posteridad. Nótese que es un gran consuelo para las mujeres encinta el pensar que están bajo el particular conocimiento y cuidado de la divina Providencia. Ahora:
1. El ángel le asegura que tendrá un parto feliz, y de un hijo, que es lo que Abraham deseaba. Dio a luz felizmente, no sólo por providencia, sino también por promesa.
2. Pone nombre al niño, lo cual era un honor, tanto para ella como para el niño: Llamarás su nombre Ismael, esto es: «Dios oirá»; la razón es, porque Jehová ha oído tu aflicción. Aun allí donde hay poco clamor de devoción, el Dios de compasión escucha a veces benignamente el clamor de aflicción. Las lágrimas hablan tan bien como las oraciones.
3. Le promete una numerosa descendencia (v. 10). Los árabes http://wilbert-maluquish.blogspot.com/2015/07/el-islam.html(Multiplicaré de tal manera tu descendencia. Dios bendice a Ismael por amor a Abram. Esta promesa es reafirmada en Gén. 17:20)[3]se tienen por descendientes de Ismael. Y son un pueblo muy numeroso.
4. Le declara el carácter del niño que va a dar a luz. Será hombre fiero o, como dice el hebreo, asno salvaje de hombre, fiero y osado, rebelde, indolente y traicionero. Su mano será contra todos—éste es su pecado—; y la mano de todos contra él—éste es su castigo—. Nótese que los que tienen espíritus turbulentos, suelen tener vidas tormentosas. Con todo, vivirá a salvo. Nótese que muchos que, por su imprudencia, están expuestos a constantes peligros, son extrañamente preservados, aun así, por la divina Providencia, siendo Dios para ellos mucho mejor de lo que se merecen.

II.-       La piadosa reflexión de Agar sobre esta benigna aparición de Dios a ella (vv. 13–14). Presta atención a lo que dice:

1. Su respetuosa adoración de la omnisciencia y de la providencia de Dios, con aplicación de estos atributos divinos a sí misma: Tú eres Dios que ve o, como dice el hebreo, de ver; éste sería, para ella, el nombre de Dios por siempre. Dios es (como lo expresaban los antiguos) todo ojo. Él, que todo lo ve, me ve a mí; como dice David: Oh Jehová, tú me has escrutado y me conoces (Sal. 139:1). Para un arrepentido, como Agar es una expresión muy propia: «Tú ves la sinceridad y seriedad de mi conversión y de mi arrepentimiento».
2. Su humilde admiración del favor de Dios hacia ella: ¿No he visto también aquí al que me ve? Probablemente no sabía quién era el que hablaba con ella hasta que él se marchó y entonces ella se apercibió de él con una reflexión semejante a la de los dos discípulos de Emaús (Lc. 24:31–32). ¿No sólo en la tienda de Abram y en su altar, sino también aquí, en este desierto? ¿Aquí, donde nunca lo esperaba, donde yo estaba fuera del camino de mi deber? Señor, cómo es que … (Jn. 14:22).
III.-     El nombre que ella dio a este lugar: Beer-lahay-roí = Pozo del que vive y me ve (v. 14). Éste fue el lugar en que el Dios de la gloria manifestó su especial cuidado por una pobre mujer en apuros.[4]

Elena de White comenta: “La falta de fe de Abraham y de Sara había dado lugar al nacimiento de Ismael, mezcla de la descendencia justa con la impía. La influencia del padre sobre su hijo era contrarrestada por la de los idólatras parientes de su madre, y por la unión de Ismael con mujeres paganas. Los celos de Agar y de las esposas que ella había elegido para Ismael, rodeaban a su familia de una barrera que Abraham trató en vano de romper”.[5]

3.- Aplicación:
Hemos observado a tres personas cometer errores graves: (1) Sarai, que tomó el asunto en sus propias manos y dio una sierva a Abraham; (2) Abraham, el que llevó a cabo el plan pero que, cuando las cosas empezaron a marchar mal, se negó a participar en la resolución del problema; y (3) Agar, que huyó del problema. A pesar de esta caótica situación, Dios demostró que siempre puede hacer que las cosas ayuden a bien (Romanos 8.28). Sarai y Abraham aun así recibieron el hijo que tan desesperadamente anhelaban, y Dios resolvió el problema de Agar a pesar de la negativa de Abraham a meterse en la solución del problema. Ningún problema es demasiado complicado para Dios si uno está dispuesto a permitirle que lo ayude.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 16.10-14.

[2](16:7–15) F. Davidson, The New Bible Commentary (Nuevo Comentario Bíblico), 90.

[3]Eduardo A. Hernández and CA) Lockman Foundation (La Habra, Biblia De Estudio : LBLA. (La Habra, CA: Editorial Funacion, Casa Editoral para La Fundacion Biblica Lockman, 2003), Gn 16.10.
[4]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 41.

[5]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 152.
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ABRAHAM

1.- Lección: ¡Las bendiciones de Dios van más allá de nuestra imaginación!
2.- Texto: Gén 15:2-6 2Y respondió Abraham: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3Dijo también Abraham: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.a 6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.b[1]

La seguridad dada a Abraham de una numerosa estirpe que descendería de él.
I.-  La queja repetida de Abraham (vv. 1–2). Esto fue lo que dio ocasión para esta promesa. La gran aflicción que pesaba sobre Abraham era la falta de un hijo. Aunque nunca debemos quejarnos de Dios, sí que podemos quejarnos a Dios, y para un espíritu fatigado y cargado es un alivio el abrirse y derramar su pena ante un amigo fiel y compasivo, como es Dios. La queja de Abraham era cuádruple:
1. Que no tenía prole (v. 3).
2. Que no parecía haber esperanza de tenerla, al insinuar esto en ese: Ando sin hijo (v. 2), como si dijera: Estoy entrado en años y desciendo ya solitario por la vertiente que lleva al sepulcro.
3. Que sus siervos ocupaban al presente, y llevaban trazas de ocupar en el futuro, el lugar de hijos en su casa (vv. 2–4).
4. Que la carencia de prole constituía para él una pena tan grande, que le quitaba todo el gusto que pudieran proporcionarle sus satisfacciones, como si dijera: Todo eso no supone nada para mí, si me quedo sin hijo. Con todo, podemos suponer que Abraham tenía aquí la vista puesta en la simiente prometida y, de este modo, la importunidad de su deseo tenía mucho de recomendable; todo eso no suponía nada para él, si no tenía seguridad de estar relacionado con el Mesías, del cual Dios le había animado ya a mantener la expectación. «Tengo esto y lo otro, pero ¿de qué me servirá todo ello, si ando sin Cristo?»

II. Benévola respuesta de Dios a su queja.
1. Dios le da promesa explícita de un hijo (v. 4): Ése que ha nacido en tu casa no te heredará, como temes, sino el que saldrá de tus entrañas, un hijo tuyo será el que te heredará.
2. Para impresionarle más con esta promesa, le sacó fuera, le mostró las estrellas, y le dijo: Así será tu descendencia (v. 5).
(a) Tan numerosa; las estrellas parecen ya innumerables a simple vista. Abraham temía quedarse sin siquiera un hijo.
(b) Tan ilustre, pareciéndose a las estrellas en esplendor. La descendencia de Abraham según la carne iba a ser como el polvo de la tierra (13:16), pero su descendencia espiritual iba a ser como las estrellas del cielo, no sólo numerosa, sino también gloriosa y muy preciosa.

III.-   La firme creencia de Abraham en la promesa que Dios le hacía ahora, y la favorable aceptación que Dios hizo de su fe (v. 6). Véase cómo pondera y engrandece el Apóstol esta fe de Abraham y la pone como ejemplo relevante (Ro. 4:19–21). Y le fue contado—por Dios—por justicia; es decir: sobre esta base fue aceptado por Dios y, como el resto de los patriarcas, por fe alcanzó testimonio de que era justo (He. 11:4). Esto es enfatizado en el Nuevo Testamento para probar que somos justificados por la fe sin las obras de la Ley (Ro. 4:6; Gá. 3:6). Todos los creyentes son justificados como lo fue Abraham, y fue su fe lo que le fue contado por justicia; no que su fe ocupase el lugar de la justicia, sino que su fe fue un acto de justicia y le justificó delante de Dios.[2]

Elena de White comenta: “El Señor llamó a Abrahán para que fuera un canal de luz y de bendición y tuviera una influencia creciente, y para que Dios pudiera tener un pueblo sobre la tierra. Abrahán debía estar en el mundo para reflejar el carácter de Jesús. Cuando recibió el llamamiento divino, no era una persona de renombre, tampoco un legislador, ni un conquistador. Era un sencillo pastor que habitaba en tiendas, pero que empleaba a una gran cantidad de trabajadores para llevar a cabo su humilde labor. El honor que recibió fue por causa de su fidelidad a Dios, su estricta integridad y su trato justo”.[3]

3.- Aplicación:
Aun cuando Abraham había demostrado su fe a través de sus acciones, fue la fe y no las acciones lo que hizo a Abraham justo ante Dios (Romanos 4.1-5). Nosotros también podemos tener una relación correcta con Dios al confiar en Él plenamente. Nuestras acciones exteriores —asistir a la iglesia, orar y realizar buenas obras— no nos harán por sí mismas justos ante Dios. La relación con Dios se fundamenta en la fe, en la confianza en que Dios es quien dice ser y hace lo que promete hacer. Las buenas obras son una consecuencia natural de lo anterior.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




a 15.5: Ro. 4.18; He. 11.12.
b 15.6: Ro. 4.3; Gá. 3.6; Stg. 2.23.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 15.2-7.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 39.

[3]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 257.

sábado, 25 de julio de 2015

MELQUISEDEC, “MI REY ES JUSTO"

1.- Lección: Un reconocimiento piadoso que nosotros deberíamos imitar al tener éxito en cualquier empresa legítima.
2.- Texto: Gén 14:17-20 17Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18Entonces Melquisedec,a rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abrham los diezmos de todo.[1]

Este párrafo comienza con la mención de los respetos que el rey de Sodoma ofreció a Abraham, pero, antes de referirla en detalle, la Escritura registra brevemente la historia de Melquisedec.

I.- Quién era éste. Era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo; y otras cosas gloriosas que se dicen de él (Heb. 7:1):
1. Los escritores rabínicos concluyen que Melquisedec era Sem el hijo de Noé. Pero, ¿por qué habría cambiado su nombre? ¿Y cómo vino a fijar su residencia en Canaán?
2. Muchos escritores cristianos han pensado que fue una aparición del mismo Hijo de Dios en figura de rey justo, que sale en defensa de una causa justa y da la paz. Piensan que es difícil imaginar un mero hombre de quien pueda decirse que es sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida (Heb. 7:3).
3. La opinión más común es que Melquisedec era un príncipe cananeo que reinó en Salem y conservó allí la verdadera religión; pero si es así, ¿por qué había de aparecer su nombre sólo aquí en toda la historia de Abraham? La Cadena Arábica da de Melquisedec los siguientes datos: Que era el hijo de Heraclim, hijo de Peleg, hijo de Heber, y que el nombre de su madre era Salatiel, hija de Gomer, hijo de Jafet, el hijo de Noé.
II.- Lo que hizo.
1. Sacó pan y vino, como refrigerio para Abraham y sus soldados y como felicitación por su victoria. Esto lo hizo en cuanto rey.
2. En su calidad de sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham, lo que podemos suponer que sería para Abraham un refrigerio mayor que el pan y el vino. Así Dios, después de resucitar a su Hijo Jesús le ha enviado a bendecirnos, como quien tiene autoridad; y aquéllos a quienes Él bendice, son benditos de veras.
III.- Lo que dijo (vv. 19–20). Dijo dos cosas:
1. Bendijo a Abraham de parte de Dios. Observa los títulos que da aquí a Dios, y que son muy gloriosos. 
(a) El Dios Altísimo; 
(b) Creador de los cielos y de la tierra, o Dueño, como dice el hebreo, lo que implica que es el justo Dueño y Soberano Señor de todas las criaturas, por ser el Creador y Hacedor de todas ellas.
2. Bendijo a Dios de parte de Abraham (v. 20): y bendito sea el Dios Altísimo.
IV. Lo que le fue hecho: Le dio Abraham los diezmos de todo, es decir, del botín (Heb. 7:4). Esto podría considerarse:
1. Como un presente voluntario a Melquisedec, en correspondencia a sus señales de respeto.
2. Como ofrenda prometida y dedicada al Dios Altísimo y, por ello, puesta en manos de Melquisedec, su sacerdote. Notemos: (a) Cuando hemos recibido de Dios algún señalado favor, está muy en su punto que expresemos nuestra gratitud con algún acto especial de piedad caritativa. (b) El diezmo de lo que Dios nos haya prosperado es una conveniente porción para ponerla aparte para el honor de Dios y el servicio del santuario. (c) Jesucristo, nuestro gran Melquisedec, se merece nuestro homenaje, y que todos y cada uno le reconozcamos como nuestro rey y sacerdote; y no sólo el diezmo de todo, sino todo lo que poseemos debemos ponerlo a sus pies y ofrecérselo.[2]
Elena de White comenta: “Melquisedec, al bendecir a Abraham, había reconocido a Jehová como la fuente de todo su poder y como autor de la victoria: “Bendito sea Abraham del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos”. Génesis 14:19, 20. Dios estaba hablando a aquel pueblo por su providencia, pero el último rayo de luz fue rechazado, como todos los anteriores”.[3]

3.- Aplicación:
Cuando la gente nos mira, debe notar lo que Dios ha logrado en nuestras vidas.
Hablando del diezmo, “Y Abraham le dio a él el diezmo de todo” (Job 14:20). De este versículo se desprenden varios principios importantes en cuanto al diezmo los cuales debemos aplicar:
1.     Debemos dar en el lugar adecuado. Abraham dio su diezmo al sacerdote del lugar. En nuestro caso debemos darlo en la congregación de nuestra iglesia.
2.     Debemos dar la cantidad adecuada. El diezmo es lo establecido por el Señor como el mínimo.
3.     Debemos dar con el motivo adecuado. Abraham lo hizo por gratitud a todo lo recibido de la mano del Señor.
4.     Debemos dar en el momento adecuado. Inmediatamente que Abraham obtuvo la victoria entrega sus diezmos. Inmediatamente que recibimos los recursos que Dios nos da, es el momento para dar al Señor nuestro diezmo de gratitud.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 14.17-21.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 39.

[3]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 136.

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