1.- Lección: Dios escucha nuestras oraciones intercesoras.
2.- Texto: Gén 18:23-33 23Y
se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24Quizá
haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás
al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? 25Lejos
de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo
tratado como el impío; nunca tal hagas... 32Y volvió a decir: No
se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí
diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33Y Jehová
se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.[1]
Después de que
Jehová reveló a Abraham que iba
a destruir Sodoma, y mientras
los dos ángeles caminaban hacia aquella ciudad, empezó Abraham con su gran
cuenta atrás de intercesión: cincuenta,
cuarenta y cinco, cuarenta, treinta, veinte, diez. ¡Aun por diez personas justas el Señor no
destruiría a Sodoma! La oración de Abraham es un ejemplo maravilloso de
intercesión efectiva. Se basó en el carácter justo del Juez de toda la tierra
(v. 25) y dio evidencia de cierto valor, pero con gran humildad, que solamente
se puede tener con un conocimiento íntimo de Dios. El Señor no cerró el tema ni
se fue hasta que Abraham había cesado en su petición (v. 33).[2]
I.- La
solemnidad de la alocución que Abraham dirige a Dios en esta ocasión: Se acercó Abraham (v. 23). Esta
expresión insinúa:
1. Un santo interés: Puso su corazón (es decir, se jugó la vida)
para acercarse a Dios (Jer. 30:21; hebreo).
2. Una santa confianza: Se acercó con seguridad de fe.
II.- El
objetivo general de esta oración. Es la primera oración solemne, registrada en la Biblia; y es una oración
para que se perdone a Sodoma. Aun cuando se ha de odiar el pecado, se ha de
tener compasión de los pecadores y hay que orar por ellos. Dios no se complace
en su muerte, así que nosotros no hemos de desear, sino lamentar, el lastimoso
día que les espera.
1. Comienza con una plegaria para que queden exentos del castigo los justos
que se hallen entre ellos, con la vista puesta especialmente en su sobrino Lot.
2. Da un paso más, y pide que perdone a todos por amor a los justos que
haya entre ellos; Dios mismo da su aquiescencia a esta demanda.
III.- Consideremos
las grandes cualidades, gracias de Dios al fin, que resplandecen en esta
oración:
1. Una gran fe; y es precisamente la oración de fe la
que tiene un valor eficaz (Stg. 5:15–16). (A) Nótese: (a) Que los justos están
mezclados con los malvados en este mundo. Entre los mejores hay, de ordinario,
algunos malos; y entre los peores, algunos buenos; incluso en Sodoma, hay un
Lot. (b) Aun cuando los justos estén entre los malvados, sin embargo Dios no
destruirá a los justos con los malvados.
A) Que los justos no serán como los impíos (v. 25). Aunque sufran con
ellos, no sufren como ellos.
2. Una gran humildad.
(A) Un profundo sentido de su propia indignidad (v. 27): He aquí ahora
que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza; y de nuevo
en el versículo 31 habla como si estuviese asombrado de su propia osadía.
Nótese que el acceso que tenemos al trono de la gracia, y la libertad de
palabra que se nos permite, son materia de humilde asombro (2 S. 7:18).
B) Un tremendo temor de desagradar a Dios. Pero Aquel con quien tenemos que
tratar es Dios y no hombre; y, aunque parezca airado, no está realmente indignado
con las oraciones de los justos (Sal. 80:4), porque son su delicia
(Pr. 15:8), y le agrada que se luche con Él en oración.
3. Una gran caridad.
(A) Una opinión caritativa del carácter de Sodoma; aun siendo tan malos, él
pensó que habría allí unas cuantas buenas personas. Nos va muy bien el esperar
lo mejor aún en los peores lugares. De los dos extremos, es preferible
equivocarse por ese lado.
(B) Un deseo caritativo del bienestar de Sodoma; puso todo su interés ante
el trono de la gracia para alcanzar misericordia en favor de ellos.
4. Un gran atrevimiento y
una confianza absoluta: Quizá
haya cincuenta justos (v. 24). Una y otra vez fue arrancando a Dios mayores
concesiones.
IV.- El
éxito de su oración. La
buena voluntad universal de Dios se echa de ver en que consintió en perdonar a
los impíos por amor a los justos. Nótese qué gran bendición son los buenos para
cualquier lugar. El favor especial que dispensó a Abraham se manifestó en que
no dejó de conceder hasta que Abraham dejó de pedir. Tal es el poder de la
oración.[3]
Elena
de White comenta: “Se nos dice que Abrahán se acercó y dijo: “¿Destruirás
también al justo con el impío?” Si bien Abrahán tenía un sentido de humildad
como el que cada hijo de Dios debiera poseer, también tenía un intenso interés
en las almas de los pecadores. La narración bíblica lo describe como
acercándose. Se aproximó a los mensajeros celestiales e intercedió ante ellos
como un niño lo haría ante sus padres. Recordó que Lot moraba en Sodoma y había
establecido lazos matrimoniales con familias de aquella ciudad. Por lo tanto,
Abrahán comenzó a interceder por cincuenta y el Señor le dijo que la
preservaría si había cincuenta justos allí; llegó a diez, y Dios le dijo que la
libraría de destrucción en virtud de esos diez. No hizo ninguna otra petición,
porque esperaba que hubiera diez justos en Sodoma.
Sin
embargo, cuando los ángeles llegaron a Sodoma, no pudieron encontrar ni a cinco
justos en aquella estupenda ciudad, por lo que podemos deducir que aunque haya
ciudades espléndidas, que gozan del mayor bienestar, es posible que no se
encuentren en ella ni siquiera cinco justos. Mientras buscamos la vida
perdurable, cada uno debiera buscar establecer las mejores relaciones que nos
permitan desarrollar un carácter cristiano. Con frecuencia Dios nos llama a
romper todo vínculo que nos une con las influencias profanas y a salir de en
medio de ellas”.[4]
3.- Aplicación:
¿Por qué permitió Dios que Abraham cuestionara su justicia e
intercediera por una ciudad malvada? Abraham sabía que Dios debía castigar el
pecado, pero sabía por experiencia propia que Dios es misericordioso con los
pecadores. Dios sabía que ni siquiera había diez hombres justos en la ciudad;
sin embargo, fue tan misericordioso que permitió que Abraham intercediera.
Además fue igualmente misericordioso al ayudar a Lot, el sobrino de Abraham, a
salir de Sodoma antes de que fuera destruida. Dios no se goza al destruir al
malo, pero debe castigar el pecado. Es justo y misericordioso. Debemos estar
agradecidos de que la misericordia de Dios se extienda hacia nosotros.[5]
Abrahán era un representante de Dios y su historia llega
hasta nuestros días. La preocupación de Abrahán por Sodoma es una lección a fin
de que nos interesemos intensamente por quienes nos rodean. Si bien odiamos el
pecado, debemos amar a las almas por las que Cristo murió. Y deberíamos estar
agradecidos a Dios porque tenemos Uno que intercede en los cielos en favor
nuestro.[6]
Jesús conoce el valor de cada alma porque ha pagado el
precio de cada una. Cuando padecía la agonía de la crucifixión, oró por sus enemigos
y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y esto es lo que
vemos en el caso de Abrahán, que intercedió por el culpable como una persona
intercede por otra. Debemos [ofrecer] esta [misma] ferviente oración por
quienes están en tinieblas.[7]
Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015
[1]Reina
Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn
18.23-33.
[2]William
MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y
Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE,
2004), 32.
[3]Matthew
Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224
TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 43.
[4]Elena
G. de White, Cristo triunfante, 77.
[5]Biblia
Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000,
c1996), Gn 18.20.
[6]Ibid.
[7]White,
Manuscrito 19, 1886.