miércoles, 29 de julio de 2015

DIOS ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES INTERCESORAS

1.- Lección: Dios escucha nuestras oraciones intercesoras.
2.- Texto: Gén 18:23-33 23Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? 25Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas... 32Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.[1]

Después de que Jehová reveló a Abraham que iba a destruir Sodoma, y mientras los dos ángeles caminaban hacia aquella ciudad, empezó Abraham con su gran cuenta atrás de intercesión: cincuenta, cuarenta y cinco, cuarenta, treinta, veinte, diez. ¡Aun por diez personas justas el Señor no destruiría a Sodoma! La oración de Abraham es un ejemplo maravilloso de intercesión efectiva. Se basó en el carácter justo del Juez de toda la tierra (v. 25) y dio evidencia de cierto valor, pero con gran humildad, que solamente se puede tener con un conocimiento íntimo de Dios. El Señor no cerró el tema ni se fue hasta que Abraham había cesado en su petición (v. 33).[2]

I.-        La solemnidad de la alocución que Abraham dirige a Dios en esta ocasión: Se acercó Abraham (v. 23). Esta expresión insinúa:
1. Un santo interés: Puso su corazón (es decir, se jugó la vida) para acercarse a Dios (Jer. 30:21; hebreo).
2. Una santa confianza: Se acercó con seguridad de fe.
II.-       El objetivo general de esta oración. Es la primera oración solemne, registrada en la Biblia; y es una oración para que se perdone a Sodoma. Aun cuando se ha de odiar el pecado, se ha de tener compasión de los pecadores y hay que orar por ellos. Dios no se complace en su muerte, así que nosotros no hemos de desear, sino lamentar, el lastimoso día que les espera.
1. Comienza con una plegaria para que queden exentos del castigo los justos que se hallen entre ellos, con la vista puesta especialmente en su sobrino Lot.
2. Da un paso más, y pide que perdone a todos por amor a los justos que haya entre ellos; Dios mismo da su aquiescencia a esta demanda.
III.-     Consideremos las grandes cualidades, gracias de Dios al fin, que resplandecen en esta oración:
1. Una gran fe; y es precisamente la oración de fe la que tiene un valor eficaz (Stg. 5:15–16). (A) Nótese: (a) Que los justos están mezclados con los malvados en este mundo. Entre los mejores hay, de ordinario, algunos malos; y entre los peores, algunos buenos; incluso en Sodoma, hay un Lot. (b) Aun cuando los justos estén entre los malvados, sin embargo Dios no destruirá a los justos con los malvados.
A) Que los justos no serán como los impíos (v. 25). Aunque sufran con ellos, no sufren como ellos.
2. Una gran humildad.
(A) Un profundo sentido de su propia indignidad (v. 27): He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza; y de nuevo en el versículo 31 habla como si estuviese asombrado de su propia osadía. Nótese que el acceso que tenemos al trono de la gracia, y la libertad de palabra que se nos permite, son materia de humilde asombro (2 S. 7:18).
B) Un tremendo temor de desagradar a Dios. Pero Aquel con quien tenemos que tratar es Dios y no hombre; y, aunque parezca airado, no está realmente indignado con las oraciones de los justos (Sal. 80:4), porque son su delicia (Pr. 15:8), y le agrada que se luche con Él en oración.
3. Una gran caridad.
(A) Una opinión caritativa del carácter de Sodoma; aun siendo tan malos, él pensó que habría allí unas cuantas buenas personas. Nos va muy bien el esperar lo mejor aún en los peores lugares. De los dos extremos, es preferible equivocarse por ese lado.
(B) Un deseo caritativo del bienestar de Sodoma; puso todo su interés ante el trono de la gracia para alcanzar misericordia en favor de ellos.
4. Un gran atrevimiento y una confianza absoluta: Quizá haya cincuenta justos (v. 24). Una y otra vez fue arrancando a Dios mayores concesiones.

IV.-     El éxito de su oración. La buena voluntad universal de Dios se echa de ver en que consintió en perdonar a los impíos por amor a los justos. Nótese qué gran bendición son los buenos para cualquier lugar. El favor especial que dispensó a Abraham se manifestó en que no dejó de conceder hasta que Abraham dejó de pedir. Tal es el poder de la oración.[3]

Elena de White comenta: “Se nos dice que Abrahán se acercó y dijo: “¿Destruirás también al justo con el impío?” Si bien Abrahán tenía un sentido de humildad como el que cada hijo de Dios debiera poseer, también tenía un intenso interés en las almas de los pecadores. La narración bíblica lo describe como acercándose. Se aproximó a los mensajeros celestiales e intercedió ante ellos como un niño lo haría ante sus padres. Recordó que Lot moraba en Sodoma y había establecido lazos matrimoniales con familias de aquella ciudad. Por lo tanto, Abrahán comenzó a interceder por cincuenta y el Señor le dijo que la preservaría si había cincuenta justos allí; llegó a diez, y Dios le dijo que la libraría de destrucción en virtud de esos diez. No hizo ninguna otra petición, porque esperaba que hubiera diez justos en Sodoma.
Sin embargo, cuando los ángeles llegaron a Sodoma, no pudieron encontrar ni a cinco justos en aquella estupenda ciudad, por lo que podemos deducir que aunque haya ciudades espléndidas, que gozan del mayor bienestar, es posible que no se encuentren en ella ni siquiera cinco justos. Mientras buscamos la vida perdurable, cada uno debiera buscar establecer las mejores relaciones que nos permitan desarrollar un carácter cristiano. Con frecuencia Dios nos llama a romper todo vínculo que nos une con las influencias profanas y a salir de en medio de ellas”.[4]

3.- Aplicación:
¿Por qué permitió Dios que Abraham cuestionara su justicia e intercediera por una ciudad malvada? Abraham sabía que Dios debía castigar el pecado, pero sabía por experiencia propia que Dios es misericordioso con los pecadores. Dios sabía que ni siquiera había diez hombres justos en la ciudad; sin embargo, fue tan misericordioso que permitió que Abraham intercediera. Además fue igualmente misericordioso al ayudar a Lot, el sobrino de Abraham, a salir de Sodoma antes de que fuera destruida. Dios no se goza al destruir al malo, pero debe castigar el pecado. Es justo y misericordioso. Debemos estar agradecidos de que la misericordia de Dios se extienda hacia nosotros.[5]

Abrahán era un representante de Dios y su historia llega hasta nuestros días. La preocupación de Abrahán por Sodoma es una lección a fin de que nos interesemos intensamente por quienes nos rodean. Si bien odiamos el pecado, debemos amar a las almas por las que Cristo murió. Y deberíamos estar agradecidos a Dios porque tenemos Uno que intercede en los cielos en favor nuestro.[6]

Jesús conoce el valor de cada alma porque ha pagado el precio de cada una. Cuando padecía la agonía de la crucifixión, oró por sus enemigos y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y esto es lo que vemos en el caso de Abrahán, que intercedió por el culpable como una persona intercede por otra. Debemos [ofrecer] esta [misma] ferviente oración por quienes están en tinieblas.[7]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 18.23-33.

[2]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 32.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 43.

[4]Elena G. de White, Cristo triunfante, 77.

[5]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 18.20.

[6]Ibid.

[7]White, Manuscrito 19, 1886.

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