miércoles, 22 de julio de 2015

ORIGEN DE LOS IDIOMAS

1.- Lección: Dios nunca deja al mundo sin testigos suyos.
2.- Texto: Gén 11:1-4Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.[1]

Al final del capítulo anterior leíamos que de los hijos de Noé se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio; es decir, estaban distribuidas en tribus distintas, y estaba decidido, ya sea por disposición de Noé ya por acuerdo tomado entre ellos, por qué camino había de dirigirse cada tribu o colonia para establecerse en sus respectivos lugares. Pero parece ser que los hijos de los hombres no estaban muy dispuestos a dispersarse hasta lugares distantes. Pensaron que estar juntos era más seguro y más feliz, y fraguaron un plan para lograrlo, teniéndose por más sabios que Noé o el mismo Dios. De modo que aquí tenemos:

I.- Las ventajas que comportaba su plan de mantenerse juntos:
1. Tenían una sola lengua (v. 1). Así, mientras podían entenderse bien unos a otros, era lo más probable que se amasen unos a otros, que estuviesen dispuestos a ayudarse mutuamente, y cada vez menos inclinados a separarse.
2. Encontraron un lugar conveniente y cómodo para fijar en él su residencia, una llanura en la tierra de Sinar (v. 2), es decir, una explanada espaciosa y fértil, suficiente para contenerlos y mantenerlos a todos ellos, de acuerdo con las cifras de la población de entonces.

II.- El método que usaron para unirse de esta manera y mantenerse juntos en una sola corporación. En lugar de ambicionar una progresiva expansión de sus fronteras, extendiéndose pacíficamente bajo la protección divina, trataron de fortificarse y la resolución unánime fue: Edifiquémonos una ciudad y una torre (v. 4). Obsérvese aquí:
1. Cómo se estimularon y animaron unos a otros a poner manos a la obra. Decían: Vamos, hagamos ladrillo (v. 3); y de nuevo: Vamos, edifiquémonos una ciudad (v. 4) animándose mutuamente, se hacían todos más atrevidos y resueltos.
2. Qué materiales usaron en su construcción. Siendo llano el terreno, no podía proporcionar piedra ni argamasa, pero esto no les hizo desistir de su empresa, sino que cocieron ladrillos en vez de piedra y usaron asfalto en lugar de argamasa. ¡Qué cantidad de recursos emplean los que están resueltos en sus propósitos! Si tan celosos fuésemos nosotros para lo bueno, no cejaríamos en nuestros trabajos con tanta frecuencia como lo hacemos, bajo pretexto de que necesitamos comodidades para continuar.
3. Qué objetivos perseguían con esta obra. Parece ser que pretendían tres cosas con la construcción de esta torre.
a) Parecía destinada a afrentar al mismo Dios, pues querían edificar una torre cuya cúspide llegase al cielo (v. 4), lo que comporta un desafío a Dios o, al menos, un intento de rivalizar con él.
b) Con ello esperaban hacerse un nombre y dar a conocer a la posteridad que habían existido tales hombres en el mundo. Querían legar este monumento de su orgullo, de su ambición y de su insensatez. El caso es que no hallamos en ningún libro de historia ni un solo nombre de estos edificadores de Babel.
c) Lo hicieron para impedir su dispersión. Es probable que en todo esto anduviese la mano del ambicioso Nimrod. Él deseaba una monarquía universal, para lo cual, bajo pretexto de una unión encaminada a dar seguridad a todos, se amañaba para guardarlos en un solo cuerpo, a fin de que, al tener a todos bajo su mirada, no le fallara el tenerlos a todos bajo su poder. Pero es prerrogativa de Dios ser monarca universal, Señor de todos y Rey de reyes; el hombre que ambiciona tal honor pretende escalar el trono del Altísimo, quien no dará su gloria a otro.[2]

Elena de White señala: “Los moradores de la llanura de Sinar establecieron su reino para su exaltación propia, no para la gloria de Dios. Si hubieran tenido éxito, hubiera nacido un imperio poderoso, que, proscribiendo la justicia, inauguraría una nueva religión. El mundo se hubiera desmoralizado... Pero Dios nunca deja al mundo sin testigos suyos. En esa época había hombres que se humillaban ante Dios y oraban a él. “Oh, Señor”, rogaban, “interpónte entre tu causa y los planes y métodos del hombre”.

Adelantada la construcción de la torre, parte de ella fue habitada por los edificadores. Otras secciones, magníficamente amuebladas y adornadas, las destinaron a sus ídolos... [3]

De repente, la obra que había estado avanzando tan prósperamente fue interrumpida. Fueron enviados ángeles para anular los propósitos de los edificadores. La torre había alcanzado una gran altura, y por ese motivo les era imposible a los trabajadores que estaban arriba comunicarse directamente con los de abajo; por lo tanto fueron colocados hombres en diferentes puntos para recibir y transmitir al siguiente las órdenes acerca del material que se necesitaba, u otras instrucciones tocante a la obra. Al pasar los mensajes de uno a otro, el lenguaje se les confundía de modo que pedían un material que no se necesitaba, y las instrucciones dadas eran a menudo contrarias a las recibidas. Esto produjo confusión y consternación. Toda la obra se detuvo...[4]

Hasta esa época, todos los hombres habían hablado el mismo idioma; ahora los que podían entenderse se reunieron en grupos y unos tomaron un camino, y otros otro. “Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra”. Esta dispersión obligó a los hombres a poblar la tierra, y el propósito de Dios se alcanzó por el medio empleado por ellos para evitarlo.[5]

3.- Aplicación:
La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo. Pero era un monumento dedicado a la gente misma y no a Dios. A veces construimos monumentos a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo importante) para llamar la atención. Esto puede no ser malo en sí, pero cuando los usamos para jactarnos y gloriarnos, toman el lugar de Dios en nuestras vidas. Somos libres para desarrollarnos, pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios. ¿Qué torres ha construido usted en su vida?

Elena de White señala que en nuestros días el Señor desea que su pueblo sea dispersado por toda la tierra. No deben colonizar. Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”.[6]



Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 11.1-4.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 34.

[3]Elena G. de White, Camino a Cristo (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1971), 43.3.

[4]Ibid., Conflicto y valor, 43.4.

[5]Ibid., Historia de los Patriarcas y Profetas, 113.

[6]Ibid., Testimonies for the Church 8:215

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