miércoles, 15 de julio de 2015

ENOJADO, ¿CON QUIÉN?

1.- Lección: El pecado está al asedio.

2.- Texto: Gén 4:6,7-“Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
Cuando Dios mató animales y vistió a Adán y Eva (Gén.3:21), enseñó el significado del sacrificio con sangre (Heb. 9:22). Caín trajo el sacrificio incorrecto en sus manos y tenía la actitud incorrecta en su corazón. Su ofrenda no era un sacrificio de fe, y Dios la rechazó. Dios también advirtió a Caín que el pecado estaba a la puerta, esperando lanzarse encima de él.[1]
Dios razona aquí con Caín para convencerle del pecado y de la locura de su furia y de su descontento, y para traerle de nuevo al buen genio, para evitar así que la corriente del pecado siga su curso maligno. De modo parecido argüía con el hijo mayor el padre del hijo pródigo (Luc. 15:28).

I. Dios interroga a Caín sobre la causa de este descontento: ¿Por qué ha decaído tu semblante? Observa: 1.- Que Dios se percata de todas nuestras emociones, sentimientos, miedos y pasiones pecaminosas. 2.- Preguntémonos: “¿Por qué me pongo furioso? ¿Hay alguna causa real, justa, proporcionada, para ello? ¿Por qué me enfurezco tan pronto?”

II. Para traer de nuevo a Caín a su buen sentido, se le demuestra aquí:
1.- Que no tiene ninguna razón para estar enojado con Dios.
A) Dios pone delante de Caín vida y bendición: o (a) “Si hubieses obrado bien, como tu hermano, habrías sido aceptado, como lo fue él”, o (b) “Si en lo sucesivo obras bien, si te arrepientes de tu pecado, reformas tu corazón y tu vida, y ofreces tu sacrificio de mejor manera, serás todavía aceptado, tu pecado será perdonado, y tu bienestar y honor restaurados; todo marchará bien”. Mira cuán temprano fue predicado el Evangelio, y fueron ofrecidos sus beneficios, incluso a uno de los mayores pecadores.
B) Dios pone delante de él muerte y maldición: “Si no vas a obrar bien, si persistes en esa ira y, en vez de humillarte delante de Dios, te endureces contra Él, el pecado está a la puerta”, esto es, (a) otro pecado más. “Ahora que el enojo está en tu corazón, el homicidio está a la puerta.” O (b) el castigo del pecado. Tan emparentado está el castigo con el pecado, que una sola palabra expresa ambos en hebreo. Cuando el pecado se aloja dentro de casa, la maldición está a la puerta, como un alguacil, presto a arrestar al pecador dondequiera que se meta. A la puerta está el pecado consumado, cuando ha sido concebido en el corazón (Stg. 1:15). Por consiguiente, Caín no tenía ninguna razón para estar enojado con Dios, sino sólo contra sí mismo.

2.- Que no tiene ninguna razón para estar enojado con su hermano. No es su hermano el que lo ha puesto en esta situación de enfado, sino su propia envidia, su orgullo, la maldad de su propio corazón. Es cierto que el pecado está a la puerta, como una fiera hambrienta que se acuesta a la puerta acechando a que su víctima vaya a salir, para abalanzarse sobre ella. Alimentar el fuego de una pasión es como preparar la presa para los más terribles asaltos de una fiera, pero, por mucho que las pasiones asalten el corazón humano, están sujetas a nuestro deseo consciente. Nuestro corazón es una fortaleza que sólo puede ser tomada cuando se rinde voluntariamente desde dentro, por falta de decisión de seguir luchando.[2]

3.- Ilustración: 
Se dice que donde se deja entrar el pecado como suplicante, se queda como tirano.
Una leyenda árabe dice que cierto molinero un día fue sorprendido por un camello que metió la cabeza por la puerta de la tienda en que estaba durmiendo, y que le dijo: “Afuera hace mucho frío, permíteme meter tan sólo las narices.” El árabe le dio permiso de hacerlo así; pero pronto había metido todo el cuerpo, lo cual no era muy agradable al molinero, quien comenzó a quejarse diciendo que el cuarto era muy chico para los dos. Entonces el camello respondió “Si tú estás incómodo puedes salirte; yo, por mi parte, voy a quedarme donde estoy.”
Hay pecados, que a manera de ese camello, sólo quieren un lugarcito en el corazón humano, y cuando se les da, se meten y ocupan todo el corazón, después no quieren salir y dicen: “Aquí nos quedamos, suceda lo que suceda; no saldremos para nada”.[3]

4.- Aplicación:
¿Cómo reacciona usted cuando alguien le sugiere que ha hecho algo malo? ¿Actúa usted para corregir el error o niega que necesite corrección?

La próxima vez que alguien le sugiera que usted está errado, échese un vistazo sincero y elija el camino de Dios en lugar del de Caín.[4]

El pecado sigue agazapado ante nuestras puertas hoy en día. Al igual que Caín, seremos víctimas del pecado si no lo dominamos. Pero no nos es posible dominar el pecado con nuestra propia fuerza. En lugar de eso, debemos volvernos a Dios para recibir fe para nosotros mismos. El Espíritu Santo nos ayudará a dominar el pecado. Esto constituirá una batalla de por vida que no se acabará hasta que nos encontremos cara a cara con Cristo.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



[1]Warren W. Wiersbe, With the Word Bible Commentary (Nashville: Thomas Nelson, 1997, c1991), Gn 4.1.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 25.
                [3]Alfred Lerı́n, 500 Ilustraciones, 183.
[4]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 4.7.
[5]Ibid.

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