1.- Lección: Cualesquiera sean nuestras preocupaciones y temores, deben ser expuestos
ante Dios en oración.
2.- Texto: Gén 17:16-20 16Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá
a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17Entonces
Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de
cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?
18Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19Respondió
Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
Isaac;16 y confirmaré mi pacto
con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. 20Y
en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré
fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y
haré de él una gran nación. [1]
Aquí se hace a
Abraham la promesa de un hijo con Sarai, en el cual se cumpliría la promesa
hecha. La prenda de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai a Sara.
Sarai significa mi princesa, como si su honor estuviera limitado a una
sola familia; Sara significa una princesa. Mientras más favores Dios nos
otorgue, más debemos rebajarnos a nuestros propios ojos. —Abraham demostró gran
gozo; se rió, era una risa de alegría, no de desconfianza. Ahora era que
Abraham se gozó de que habría de ver el día de Cristo; ahora lo vio y se gozó,
Juan viii, 56. —Temiendo que Ismael fuera abandonado y dejado de Dios, Abraham
hizo una petición a su favor. Dios nos da permiso para que cuando oramos seamos
específicos en nuestras peticiones.[2]
I.- La
promesa hecha a Abraham de tener un hijo de Sarai pues también ella vendrá a
ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella (v. 16). Nótese que:
1. Dios revela gradualmente a su pueblo sus propósitos de buena voluntad.
Dios había dicho mucho antes a Abram que tendría un hijo, pero nunca hasta
ahora que tendría un hijo de Sarai.
2. La bendición del Señor produce fertilidad y no le añade tristeza, al
menos no la tristeza que hubo en el caso de Agar.
3. El gobierno y el orden del Estado son un gran bien para la Iglesia. Se
promete aquí que no sólo pueblos sino reyes de pueblos vendrán de
ella; no una chusma acéfala, sino una sociedad bien organizada y bien
gobernada.
II.- La
ratificación de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai en Sara
(v. 15). Sarai significa mi princesa; como si su
honor estuviese confinado a una sola familia. Sara significa simplemente
princesa—a saber, de muchedumbres.
III.- El
gozo y la gratitud con que Abraham acogió esta benévola promesa (v. 17). En esta ocasión manifestó:
1. Gran humildad: Se postró sobre su rostro.
2. Gran gozo: Y se rió. Fue una risa de gozo, no de incredulidad.
Hay el gozo de la fe, como hay el gozo del disfrute.
3. Gran admiración: ¡A hombre de cien años le ha de nacer hijo!
IV.- Oración
de Abraham por Ismael: ¡Ojalá
Ismael viva delante de ti! (v. 18). Esto lo dice, no como deseando que
Ismael sea preferido al hijo que ha de tener de Sara, sino por miedo de que sea
abandonado y desamparado de Dios. Aunque no debemos dar leyes a Dios, sin
embargo Él nos permite, en oración, sentirnos humildemente libres con Él, y
especialmente presentar delante de Él nuestras peticiones (Fil. 4:6). Es deber
de los padres orar por sus hijos, por todos sus hijos, como Job, que ofrecía
holocaustos según el número de todos ellos (Job 1:5). Lo mejor que podemos desear
de Dios para nuestros hijos es que vivan delante de Él, esto es, que lleguen a
ser partícipes del pacto con Él, y obtengan de Dios gracia para andar en
integridad.[3]
Elena
de White comenta: “Después del nacimiento de Ismael, el Señor se manifestó
nuevamente a Abrahán y le dijo: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu
descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo”. Génesis
17:7. De nuevo el Señor repitió por medio de su ángel la promesa de dar un hijo
a Sara, y que ella sería madre de muchas naciones”.[4]
3.- Aplicación:
Aun las personas que poseen una gran fe pueden tener dudas.
Cuando parezca que Dios quiere lo imposible y comience a dudar de la dirección
divina, sea como Abraham: centre su atención en el compromiso de Dios de
cumplir sus promesas y continúe obedeciéndolo.
Dios
no se olvidó de Ismael. Aunque no podía ser heredero de Abraham, podría ser
padre de una gran nación. A pesar de
las circunstancias, Dios tampoco se olvida de usted. Obedézcale y confíe en su
plan.
Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015
[1]Reina
Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn
17.16-21.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry
En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 35.
[3]Matthew
Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224
TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 42.
[4]Elena
G. de White, La historia de la redención, 80.