viernes, 24 de julio de 2015

PROCURANDO LA PAZ

1.- Lección: Mejor es conservar la paz, que no sea rota pero la otra cosa mejor es, si se presentan diferencias, sofocar con toda velocidad el fuego que está empezando.
2.- Texto: Gén 13:5-9 También Lot, que andaba con Abraham, tenía ovejas, vacas y tiendas. 6Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. 7Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. 8Entonces Abraham dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. 9¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. [1]

Al enfrentar la posibilidad de un conflicto con su sobrino Lot, Abraham tomó la iniciativa de resolver la disputa.
I.- La ocasión de reyerta fueron sus riquezas. Las riquezas son a menudo ocasión de discordias y peleas. La pobreza y el esfuerzo penoso, la escasez y los viajes no habían podido separar a Abraham y a Lot, pero las riquezas sí que pudieron. Los amigos y allegados pueden perderse fácilmente; pero Dios es un amigo tal, que de su amor no nos separarán jamás ni la altura de la prosperidad ni la profundidad de la adversidad.
II.- La contienda comenzó entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot (v. 7). Contendieron sobre quién habría de disponer de los mejores pastos o de las mejores aguas.
III.- La contienda se agravó por el hecho de que el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Esto hizo que la contienda fuese:
1. Muy Peligrosa.
2. Muy escandalosa. Las contiendas de los que profesan la religión resultan en reproche de la religión que profesan y dan ocasión, tanto como cualquier otra cosa, a los enemigos de Dios para blasfemar de Él.
IV.- La solución de la contienda fue en extremo feliz. Es mejor preservar la paz que dejar que se quiebre. Pero, si surgen las diferencias, lo mejor es en este caso arreglarlas con la mayor presteza. La propuesta para detener la contienda fue hecha por Abraham.
1. Su petición de paz fue muy afectuosa: No haya altercado… Te ruego. Abraham sabía cómo calmar la ira con una respuesta blanda y abrir la vía de la reconciliación. Los hijos de Dios deben siempre manifestarse como pacificadores; sea cual sea la reacción de los demás, la suya debe ser por la paz.
2. Su apelación a la paz fue muy convincente.                                                                 
(a) “No haya altercado entre nosotros dos. Deja que los cananeos y los ferezeos contiendan por naderías; pero no caigamos en eso nosotros, que conocemos mejores cosas y aspiramos a una patria mejor.” El recuerdo de viejas amistades debería poner rápidamente punto final a las contiendas y altercados que puedan surgir en algún momento.
(b) No se olvide que somos hermanos. Somos criaturas racionales, que deben guiarse por la razón. Somos hombres, no animales brutos; hombres, no chiquillos. En fin, somos hermanos. Hombres de la misma naturaleza de la misma familia, de la misma religión, compañeros en la obediencia y compañeros en la paciencia.
3. Su proposición de paz fue muy equitativa. “¿Por qué hemos de contender por espacio, cuando hay espacio suficiente para ambos?” Le ofrece así suficiente participación de la tierra en que estaban. Más aún, le da a elegir, y se ofrece a quedarse con lo que le deje: Si te vas a la mano izquierda, yo iré a la derecha. Abraham tenía toda la razón del mundo para escoger él primero; sin embargo, cede de su derecho. Es una noble victoria el estar dispuesto a ceder por causa de la paz; es la victoria sobre nosotros mismos, sobre nuestro orgullo y nuestras pasiones (Mt. 5).[2]

Elena de White comenta: “Abrahán volvió a Canaán “riquísimo en ganado, en plata y oro”. Lot aún estaba con él, y de nuevo llegaron a Betel, y establecieron su campamento junto al altar que habían erigido anteriormente. Pronto comprendieron que las riquezas acrecentadas aumentaban las dificultades. En medio de las penurias y las pruebas habían vivido juntos en perfecta armonía, pero en su prosperidad había peligro de discordias entre ellos. Los pastos no eran suficientes para el ganado de ambos... Era evidente que debían separarse. Abrahán era mayor que Lot, y superior a él en parentesco, riqueza y posición; no obstante, él fue el primero en sugerir planes para mantener la paz. A pesar de que Dios mismo le había dado toda esa tierra, muy cortésmente renunció a su derecho...”[3]

3.- Aplicación:
El ejemplo de Abraham nos muestra cómo debemos responder a las situaciones familiares difíciles: (1) tomar la iniciativa para resolver los conflictos, (2) permitir a los demás que hagan la primera elección, aun cuando eso signifique que no tendremos lo que queremos; (3) poner la paz familiar por encima de nuestros deseos personales.[4]

El pueblo de Dios debe estar por la paz sea lo que sea que los demás apoyen. El ruego de Abraham por la paz fue muy poderoso. Que la gente de la tierra contienda por fruslerías; pero no caigamos nosotros que sabemos cosas mejores y que esperamos un país mejor.

Elena de White compara ¡Cuántos, en circunstancias semejantes, habrían procurado a toda costa sus preferencias y derechos personales! ¡Cuántas familias se han desintegrado por esa razón! ¡Cuántas iglesias se han dividido, dando lugar a que la causa de la verdad sea objeto de las burlas y el menosprecio de los impíos! “No haya ahora altercado entre mí y ti”, dijo Abrahán, “porque somos hermanos”. No sólo lo eran por parentesco natural sino también como adoradores del verdadero Dios. Los hijos de Dios forman una sola familia en todo el mundo, y debería guiarlos el mismo espíritu de amor y concordia. “Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros” (Romanos 12:10), es la enseñanza de nuestro Salvador. El cultivo de una cortesía uniforme, y la voluntad de tratar a otros como deseamos ser tratados nosotros, eliminarían la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de ensalzamiento propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón que abriga el amor de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo suyo. El tal cumplirá la orden divina: “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros”. Filipenses 2:4.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



            [1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 13.5-10.

[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 37.

[3]Elena G. de White, Conflicto y valor, 47.

[4]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 13.5.

[5]White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 125, 126.

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