martes, 28 de julio de 2015

ORIGEN DEL MUNDO ÁRABE

1.- Lección: Dios oye.
2.- Texto: Gén 16:10-14 10Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael,12 porque Jehová ha oído tu aflicción. 12Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.[1]

Cuando Agar estuvo en el desierto de Shur, de camino a Egipto, la halló el ángel de Jehová. Éste era el Señor Jesús en una de Sus apariciones antes de Su encarnación, conocida como una cristofonía. (Jueces 6 para un estudio en cuanto al Ángel de Jehová.) Le aconsejó que se volviera y fuera sumisa bajo la mano de Sarai, y le prometió que su hijo sería la cabeza de una gran nación. Esa promesa, por supuesto, tiene su cumplimiento en el pueblo árabe. Las palabras: “Vuélvete… y ponte sumisa” han marcado grandes cambios en las vidas de muchos que han estado cara a cara con Dios.
La exclamación de Agar en el versículo 13 podría ser parafraseada: “Eres Dios quien puede ser visto”, porque dijo: “¿No he visto también aquí al que me ve?” Llamó el pozo “Beer Lahai Roi” (que quiere decir pozo del viviente y me ve).[2]


I.-        Para su consuelo en el presente apuro, el ángel le añade una predicción concerniente a su posteridad. Nótese que es un gran consuelo para las mujeres encinta el pensar que están bajo el particular conocimiento y cuidado de la divina Providencia. Ahora:
1. El ángel le asegura que tendrá un parto feliz, y de un hijo, que es lo que Abraham deseaba. Dio a luz felizmente, no sólo por providencia, sino también por promesa.
2. Pone nombre al niño, lo cual era un honor, tanto para ella como para el niño: Llamarás su nombre Ismael, esto es: «Dios oirá»; la razón es, porque Jehová ha oído tu aflicción. Aun allí donde hay poco clamor de devoción, el Dios de compasión escucha a veces benignamente el clamor de aflicción. Las lágrimas hablan tan bien como las oraciones.
3. Le promete una numerosa descendencia (v. 10). Los árabes http://wilbert-maluquish.blogspot.com/2015/07/el-islam.html(Multiplicaré de tal manera tu descendencia. Dios bendice a Ismael por amor a Abram. Esta promesa es reafirmada en Gén. 17:20)[3]se tienen por descendientes de Ismael. Y son un pueblo muy numeroso.
4. Le declara el carácter del niño que va a dar a luz. Será hombre fiero o, como dice el hebreo, asno salvaje de hombre, fiero y osado, rebelde, indolente y traicionero. Su mano será contra todos—éste es su pecado—; y la mano de todos contra él—éste es su castigo—. Nótese que los que tienen espíritus turbulentos, suelen tener vidas tormentosas. Con todo, vivirá a salvo. Nótese que muchos que, por su imprudencia, están expuestos a constantes peligros, son extrañamente preservados, aun así, por la divina Providencia, siendo Dios para ellos mucho mejor de lo que se merecen.

II.-       La piadosa reflexión de Agar sobre esta benigna aparición de Dios a ella (vv. 13–14). Presta atención a lo que dice:

1. Su respetuosa adoración de la omnisciencia y de la providencia de Dios, con aplicación de estos atributos divinos a sí misma: Tú eres Dios que ve o, como dice el hebreo, de ver; éste sería, para ella, el nombre de Dios por siempre. Dios es (como lo expresaban los antiguos) todo ojo. Él, que todo lo ve, me ve a mí; como dice David: Oh Jehová, tú me has escrutado y me conoces (Sal. 139:1). Para un arrepentido, como Agar es una expresión muy propia: «Tú ves la sinceridad y seriedad de mi conversión y de mi arrepentimiento».
2. Su humilde admiración del favor de Dios hacia ella: ¿No he visto también aquí al que me ve? Probablemente no sabía quién era el que hablaba con ella hasta que él se marchó y entonces ella se apercibió de él con una reflexión semejante a la de los dos discípulos de Emaús (Lc. 24:31–32). ¿No sólo en la tienda de Abram y en su altar, sino también aquí, en este desierto? ¿Aquí, donde nunca lo esperaba, donde yo estaba fuera del camino de mi deber? Señor, cómo es que … (Jn. 14:22).
III.-     El nombre que ella dio a este lugar: Beer-lahay-roí = Pozo del que vive y me ve (v. 14). Éste fue el lugar en que el Dios de la gloria manifestó su especial cuidado por una pobre mujer en apuros.[4]

Elena de White comenta: “La falta de fe de Abraham y de Sara había dado lugar al nacimiento de Ismael, mezcla de la descendencia justa con la impía. La influencia del padre sobre su hijo era contrarrestada por la de los idólatras parientes de su madre, y por la unión de Ismael con mujeres paganas. Los celos de Agar y de las esposas que ella había elegido para Ismael, rodeaban a su familia de una barrera que Abraham trató en vano de romper”.[5]

3.- Aplicación:
Hemos observado a tres personas cometer errores graves: (1) Sarai, que tomó el asunto en sus propias manos y dio una sierva a Abraham; (2) Abraham, el que llevó a cabo el plan pero que, cuando las cosas empezaron a marchar mal, se negó a participar en la resolución del problema; y (3) Agar, que huyó del problema. A pesar de esta caótica situación, Dios demostró que siempre puede hacer que las cosas ayuden a bien (Romanos 8.28). Sarai y Abraham aun así recibieron el hijo que tan desesperadamente anhelaban, y Dios resolvió el problema de Agar a pesar de la negativa de Abraham a meterse en la solución del problema. Ningún problema es demasiado complicado para Dios si uno está dispuesto a permitirle que lo ayude.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 16.10-14.

[2](16:7–15) F. Davidson, The New Bible Commentary (Nuevo Comentario Bíblico), 90.

[3]Eduardo A. Hernández and CA) Lockman Foundation (La Habra, Biblia De Estudio : LBLA. (La Habra, CA: Editorial Funacion, Casa Editoral para La Fundacion Biblica Lockman, 2003), Gn 16.10.
[4]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 41.

[5]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 152.
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