jueves, 20 de agosto de 2015

OLVIDADO, PERO NO RESENTIDO

1.- Lección: Las experiencias adversas no es siempre fácil vivirlas.
2.- Texto: Gén 40:14,15 “14Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. 15Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel”.[1]

Hay varias enseñanzas prácticas en las experiencias adversas que vivió José en la cárcel. Aunque es fácil expresarlas, no lo es siempre vivir convencidos de ellas.
I.-        La especial providencia de Dios, llenó la cabeza de estos dos presos con sueños inusitados, tanto que hicieron en ellos una impresión extraordinaria y comportaban ciertas evidencias de su origen divino. Ambos los tuvieron la misma noche. [2]Por medio de la misma dirección de la providencia, José fue impulsado a notar su ansiedad por la mañana, y a preguntarles la causa. Consideramos que venía directamente de Dios el hecho de que fuera capaz de darles inmediatamente y sin dudar la interpretación verdadera de sus sueños.[3]
II.-       La impresión que hicieron en ellos estos sueños fue pesimista (v. 6): Estaban tristes.
III.-     José les mostró afecto y compasión, y les preguntó preocupado: ¿Por qué aparecen hoy mal vuestros semblantes? (v. 7) José era su guardián, así como su compañero de prisión, y también él había sido un soñador. Participar en los sufrimientos ajenos ayuda a compadecerse de los que sufren. Por otra parte, es un consuelo y un alivio para los que están en apuros, el saber que hay quien hace caso de ellos.
IV.-     Los sueños y su interpretación. No hay quien lo interprete—le dicen a José—. Entonces José les da la pista para encontrar un intérprete: ¿No son de Dios las interpretaciones? Como si dijera: «Si las interpretaciones pertenecen a Dios, Él es muy libre para comunicar su poder a quien le plazca; por tanto, decidme vuestros sueños». Ahora bien:
1. El sueño del jefe de los coperos era un feliz presagio de su liberación y de la restitución a su cargo en el término de tres días, y así se lo interpretó José (vv. 12–13).
2. El sueño del jefe de los panaderos mostraba proféticamente su muerte ignominiosa (vv. 18–19). La feliz interpretación del sueño del otro le animó a referir su sueño. No fue culpa de José el darle malas noticias. Así también, los ministros de Dios no son más que intérpretes; no pueden hacer que las cosas sean de otro modo del que son.
V.-       La ventaja que obtuvo José de esta oportunidad para tener un amigo en la corte (vv. 14–15). Modestamente imploró el favor del jefe de los coperos cuya restitución había predicho: Acuérdate de mí cuando tengas ese bien (v. 14). Y ¡cuán modestamente presenta también su propio caso! (v. 15). No acusa a sus hermanos que le habían vendido. Tampoco refiere el daño que le había causado su dueña, por cuya causa se encontraba en la cárcel, así como la credulidad de su amo, que se había convertido en su juez; se limita a confesar mansamente su inocencia. Cuando tengamos que vindicar nuestra conducta, debemos evitar al máximo, en la medida de lo posible el hablar mal de otros. Contentémonos con demostrar nuestra inocencia, sin tratar de afear la conducta, aunque sea mala, de otros.[4]
Elena de White comenta al respecto: El copero del rey había expresado la más profunda gratitud a José, tanto por la feliz interpretación de su sueño como por otros muchos actos de bondadosa atención; y José, refiriéndose en forma muy conmovedora a su propio encarcelamiento injusto, le imploró que en compensación presentara su caso ante el rey. “Acuérdate, pues, de mí cuando te vaya bien; te ruego que tengas misericordia y hagas mención de mí al faraón, y que me saques de esta casa, porque fui raptado de la tierra de los hebreos y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel”. El principal de los coperos vio su sueño cumplido en todo detalle; pero cuando fue reintegrado al favor real, ya no se acordó de su benefactor. Durante dos años más, José permaneció preso. La esperanza que se había encendido en su corazón se desvaneció poco a poco, y a todas las otras tribulaciones se agregó el amargo aguijón de la ingratitud.[5]

3.- Aplicación:
La cárcel, instrumento de castigo injusto a José, se vuelve el medio en el cual José ha de surgir definitivamente a un lugar de prominencia en los planes de Dios.[6]
Nadie oye el clamor del marginado o del oprimido. Por ello José, en vez de reclamar justicia, pide que el copero actúe con misericordia para con él. Sólo un acto de misericordia, de solidaridad básica entre seres humanos, daría posibilidad a la liberación de José.[7]
Elena de White nos recuerda: “Pero una mano divina estaba por abrir las puertas de la prisión. El rey de Egipto tuvo una noche dos sueños que, por lo visto, indicaban el mismo acontecimiento, y parecían anunciar alguna gran calamidad. Él no podía determinar su significado, pero continuaban turbándole. Los magos y los sabios de su reino no pudieron interpretarlos. La perplejidad y congoja del rey aumentaban, y el terror se esparcía por todo su palacio. El alboroto general trajo a la memoria del copero las circunstancias de su propio sueño; con él recordó a José, y sintió remordimiento por su olvido e ingratitud. Informó inmediatamente al rey cómo su propio sueño y el del primer panadero habían sido interpretados por el prisionero hebreo, y cómo las predicciones se habían cumplido. (Historia de los Patriarcas y Profetas, 196)


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015


[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 40.14-15.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 65.
[3]Alfred Edersheim, Comentario Bíblico Histórico, trans. George Peter Grayling and Xavier Vila (VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA: Editorial CLIE, 2009), 86.
[4]Henry and Lacueva, 65.
[5]Elena de White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 195.
[6]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Génesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 216.
[7]Ibid, 218.

miércoles, 19 de agosto de 2015

UNA SOCIEDAD BENDECIDA

1.- Lección: La presencia de Dios con nosotros hace que prospere todo lo que hacemos.
2.- Texto: Gén 39:2,3 “2Mas Jehová estaba con José,a y fue varón próspero... 3Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano”.[1]

Potifar lo había comprado de los ismaelitas, como se repite en el ver. 1 con el propósito de reasumir el hilo de la narración; y Yahvé estaba con él, así que prosperó en la casa de su señor egipcio. Cuando Potifar percibió esto, José halló gracia en sus ojos, y llegó a ser su siervo, en quien puso toda su casa (lo hizo el mayordomo de todos los asuntos de su casa), y a quien confió toda su propiedad.[2]
I.-        José fue vendido a un oficial de Faraón, en cuya casa tuvo oportunidad de conocer a personas prominentes y enterarse de negocios importantes del país, con lo cual iba siendo capacitado para el alto puesto que después había de ocupar. Cuando Dios destina a una persona para algún servicio, también se cuida de equiparla para él, de un modo u otro.[3]
II.-       José es bendecido maravillosamente. En casa de Potifar a José le sucedió como en la suya propia. Porque las circunstancias, tanto adversas como favorables, no pueden alterar nuestros caracteres. El que es fiel en lo poco también será fiel en lo mucho; y el que no sabe cómo utilizar lo que le ha sido confiado, incluso lo que tiene le será arrebatado.[4]
1. Dios le prosperó (vv. 2–3). Dos factores, el uno humano, el otro divino, se unen para proveer a José el ambiente y las circunstancias necesarias para su sobrevivencia y bienestar en Egipto. El primero, un alto funcionario del faraón lo adquiere como esclavo y lo asigna a su propia casa reconociendo la capacidad de José. Este hecho provee a José de casa y de oportunidades para desarrollar sus actividades y nuevamente su condición de preeminencia. En esta nueva circunstancia José pone de sí todo su empeño, diligencia y buena voluntad. Su trabajo prospera y él cumple con sus responsabilidades de una manera excelente. Lo segundo, es la presencia constante, visible y fructífera de Jehovah con José. Este factor será la clave de todo el desarrollo de la historia de José. Esta presencia de Jehovah es, en primer lugar, fruto del propósito divino de Dios para con José.[5]
2. Su amo comenzó a ascenderle, hasta hacerle mayordomo de su casa (v. 4).
La presencia de Dios en José se traduce en dos resultados concretos: Primero, Potifar reconoce la relación especial de José con Dios. Obviamente esta relación, como la de Daniel (Dan. 6:10) no es secreta, sino visible y abierta. Segundo, la presencia de Dios en José causa bendición a Potifar. El éxito de la prosperidad de Potifar es el resultado de la bendición de Dios. Aquí vemos dos cosas: el cumplimiento de la promesa patriarcal de ser de bendición a todas las familias. Además, la humildad de José, quien seguramente ante preguntas o alabanzas por su trabajo, atribuye todo a Dios. La presencia de Jehová en José que le daba éxito en sus tareas y el reconocimiento de ello por parte de Potifar, resultan finalmente en el nombramiento de José como administrador de la casa y los recursos materiales del egipcio. En la antigüedad asignaban responsabilidades importantes a los esclavos que demostraban lealtad, conocimientos y habilidades especiales. Dos áreas importantes quedaban fuera de la autoridad de José: Por razones rituales y ceremoniales él no podía encargarse del alimento del capitán (43:32), y la esposa del egipcio, la que ha de ser causa de tragedia a José.[6]
Es señal de sabiduría por parte de los que ocupan algún puesto de autoridad el poner los ojos en las personas fieles y favorecidas con una presencia especial de Dios y darles el empleo conveniente (Sal. 101:6). Potifar sabía lo que hacía al poner todo en manos de José. [7]
3. Dios favoreció a su amo por causa de él (v. 5): Bendijo la casa del egipcio, a pesar de ser un extraño al pueblo de Israel y ajeno al verdadero Dios, a causa de José. Los buenos son una fuente de bendición para los lugares donde viven.[8]

Elena de White comenta al respecto: Al llegar a Egipto, José fue vendido a Potifar, jefe de la guardia real, a cuyo servicio permaneció durante diez años. Allí estuvo expuesto a tentaciones extraordinarias. Estaba en medio de la idolatría. La adoración de dioses falsos estaba rodeada de toda la pompa de la realeza, sostenida por la riqueza y la cultura de la nación más altamente civilizada de aquel entonces. No obstante, José conservó su sencillez y fidelidad a Dios. Las escenas y la seducción del vicio le circundaban por todas partes, pero él permaneció como quien no veía ni oía. El deseo de ganarse el favor de los egipcios no pudo inducirle a ocultar sus principios.
La notable prosperidad que acompañaba a todo lo que se encargara a José no era resultado de un milagro directo, sino que su industria, su interés y su energía fueron coronados con la bendición divina. José atribuyó su éxito al favor de Dios, y hasta su amo idólatra aceptó eso como el secreto de su sin igual prosperidad. Sin embargo, sin sus esfuerzos constantes y bien dirigidos, nunca habría podido alcanzar tal éxito. Dios fue glorificado por la fidelidad de su siervo.
La dulzura y la fidelidad de José cautivaron el corazón del jefe de la guardia real, que llegó a considerarlo más como un hijo que como un esclavo. El joven entró en contacto con hombres de alta posición y de sabiduría, y adquirió conocimientos de las ciencias, los idiomas y los negocios; educación necesaria para quien sería más tarde primer ministro de Egipto.[9]

3.- Aplicación:
Nuestros enemigos pueden despojarnos de las distinciones y adornos externos pero la sabiduría y la gracia no nos pueden ser quitadas. Ellos pueden separarnos de los amigos, los parientes y de la patria pero no pueden apartarnos de la presencia del Señor. Pueden aislarnos de las bendiciones externas, robarnos la libertad y confinarnos en calabozos, pero no pueden impedirnos la comunión con Dios, del trono de la gracia, o arrebatarnos las bendiciones de la salvación.
José fue bendecido, maravillosamente bendecido, aun en la casa donde era esclavo. La presencia de Dios con nosotros hace que prospere todo lo que hacemos. Los hombres buenos son bendición en el lugar donde viven; los buenos siervos pueden serlo aunque sean mal y poco estimados. La prosperidad del impío es, de una u otra manera, a causa del piadoso. Aquí una familia mala fue bendecida por amor del buen siervo de ella.[10]
Elena de White nos recuerda: “Dios puede hacer del más humilde de los seguidores de Cristo algo más preciado que el oro fino, aunque el oro de Ofir, si se rinde por completo para ser moldeado por su mano transformadora. Ellos deberían estar determinados a utilizar de la manera más noble cada facultad y cada oportunidad. La Palabra de Dios debiera ser su objeto de estudio y su guía a fin de decidir qué es lo mejor en todos los casos. ... En muchos casos, Dios puede hacer poco en favor de hombres y mujeres educados, pues no sienten la necesidad de aprender de él que es la fuente de la sabiduría. Si confía en su propia fortaleza y sabiduría, seguramente fracasará. Dios reclama una consagración íntegra y completa. No aceptará nada menos que esto. Cuanto más difícil sea su posición, más necesitará de Jesús. (Cristo Triunfante, 96)


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





a a 39.2: Hch. 7.9.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 39.2-4.
[2]Carl Friedrich Keil and Franz Delitzsch, Comentario Al Texto Hebreo Del Antiguo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2008), 149.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 64.
[4]Alfred Edersheim, Comentario Bíblico Histórico, trans. George Peter Grayling and Xavier Vila (VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA: Editorial CLIE, 2009), 85.
[5]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Genesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 211.
[6]Carro, Poe, Zorzoli, 212.
[7]Henry and Lacueva, 64.
[8]Ibid.
[9]Elena de White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 215, 216.
            [10]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 58.

lunes, 17 de agosto de 2015

CON FRECUENCIA NUESTRO CARÁCTER SE MANIFIESTA EN EL DE NUESTROS HIJOS

1.- Lección: Con frecuencia nuestro carácter se manifiesta en el de nuestros hijos.
2.- Texto: Gén 37:4  Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”.[1]

En la historia de José vemos algo de Cristo que, primero fue humillado, y luego exaltado. También muestra la suerte de los creyentes que deben pasar por muchas tribulaciones para entrar al reino. Es una historia que no tiene igual en que exhibe variadas formas de obrar de la mente humana, tanto para el bien como para el mal, y la providencia singular de Dios al hacer uso de ellas para cumplir sus propósitos.[2]

Esta es la historia de la familia de Jacob (v. 2). No es una mera y estéril genealogía como la de Esaú (36:1), sino una historia útil y memorable. Aquí:
1. Se describe a Jacob como a un peregrino juntamente con su padre Isaac, cuando éste vivía (v. 1). Implica que Jacob ha tomado ahora la herencia de su padre, y lleva la vida del peregrinaje patriarcal en Canaán, cuyo mayor desarrollo fue determinado por la maravillosa carrera de José. [3]
2. Se describe a José como apacentando (o, quizá, supervisando) las ovejas con sus hermanos. José era muy responsable y el hombre de confianza de su padre.[4]
Aunque José era el favorito de su padre, no fue criado ocioso. No aman verdaderamente a sus hijos, aquellos que no los ocupan en los negocios y trabajos, y cosas que requieren esfuerzo. Con buena razón se dice que mimar a los hijos es echarlos a perder. Los que han sido educados para no hacer nada es probable que sean buenos para nada.[5]
3. José, tan amado de su padre (v. 3), varias eran las razones por las que Jacob tuviera tal inclinación: La conducta fiel y correcta de José para con su padre; era el hijo de Raquel, la esposa de amor de Jacob; además su nacimiento fue tardío y algo muy especial y juntamente con Benjamín, el otro hijo de Raquel, eran huérfanos de madre. [6]
Cuando los padres hacen diferencias, los niños pronto la captan y eso conduce a conflictos familiares.[7]
Aunque habiendo Jacob experimentado en el hogar de su padre los malos efectos del favoritismo, teniendo como resultado los amargos celos, no aprendió ninguna lección, sino que practicó él también el favoritismo.[8]
4. José era aborrecido por sus hermanos (v. 4).
(A) Porque su padre lo amaba más que a ellos. Cuando los padres hacen estas diferencias, los hijos se dan cuenta pronto de ello, y así se ocasionan con tanta frecuencia pendencias y altercados en las familias.
(B) Porque informaba a su padre de la mala fama de ellos (v. 2). No como chismoso para sembrar discordia, sino como hermano leal.[9]
Se ha especulado mucho sobre la maldad de la que José daba cuenta a su padre. Unos piensan que se trataba simplemente de negligencia en el cuidado de los rebaños, otros que de riñas entre ellos, y no faltan autores, incluso judíos que opinan sobre cosas mucho más graves como pecados de inmundicia sexual (¿sodomía o bestialidad?)[10]

Elena de White comenta al respecto: “El pecado de Jacob y la serie de sucesos que había acarreado no dejaron de ejercer su influencia para el mal, y ella produjo amargo fruto en el carácter y la vida de sus hijos. Cuando estos hijos llegaron a la virilidad cometieron graves faltas. Las consecuencias de la poligamia se revelaron en la familia. Este terrible mal tiende a secar las fuentes mismas del amor, y su influencia debilita los vínculos más sagrados. Los celos de las varias madres habían amargado la relación familiar; los niños eran contenciosos y contrarios a la dirección, y la vida del padre fue nublada por la ansiedad y el dolor.
Sin embargo, hubo uno de carácter muy diferente; a saber el hijo mayor de Raquel, José, cuya rara hermosura personal no parecía sino reflejar la hermosura de su espíritu y su corazón. Puro, activo y alegre, el joven reveló también seriedad y firmeza moral. Escuchaba las enseñanzas de su padre y se deleitaba en obedecer a Dios... Habiendo muerto su madre, sus afectos se aferraron más estrechamente a su padre, y el corazón de Jacob estaba ligado a este hijo de su vejez. “Amaba... a José más que a todos sus hijos”.[11]

3.- Aplicación:
En los días de José, todo el mundo tenía una túnica. La utilizaban para resguardarse del frío, para envolver sus pertenencias cuando viajaban, para envolver a los bebés, para sentarse sobre ella o para servir de garantía de un préstamo. La mayoría de las túnicas eran sencillas, llegaban hasta la rodilla y tenían mangas cortas. La de José era probablemente del tipo que usaban los nobles: de manga larga, llegaba hasta el tobillo y tenía muchos colores. El que le regalara una así a su hijo fue demostración de favoritismo de Jacob hacia José, y esto agravó las relaciones ya tirantes que había entre José y sus hermanos. El favoritismo en la familia puede ser inevitable, pero deben de ser minimizados sus efectos ya que crean desacuerdos. Quizá los padres no puedan cambiar sus sentimientos hacia un hijo predilecto, pero pueden cambiar la forma en que tratan a los demás[12]

Elena de White señala: “Jacob había escogido la herencia de la fe. Había tratado de lograrla mediante la astucia, la traición y el engaño; pero Dios permitió que su pecado produjera su corrección... El pecado de Jacob y la serie de sucesos que había acarreado no dejaron de ejercer su influencia para el mal, y ella produjo amargo fruto en el carácter y la vida de sus hijos...”.  (Cristo Triunfante, 93)


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015






[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 37.4.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 56.
[3]Carl Friedrich Keil and Franz Delitzsch, Comentario Al Texto Hebreo Del Antiguo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2008), 146.
[4]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Genesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 203.
[5]Henry, 56.
[6]Carro, Poe, Zorzoli, 204.
[7]Henry, 56.
[8]Carroll Gillis, El Antiguo Testamento: Un Comentario Sobre Su Historia Y Literatura, Tomos I-V (El Paso, TX: Casa Bautista De Publicaciones, 1991), 1:231.
[9]Henry, 56.
[10]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 62.
[11]Elena de White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 208-210
[12]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 37.3.

domingo, 16 de agosto de 2015

ESAÚ, PADRE DE LOS EDOMITAS

1.- Lección:  Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano.
2.- Texto: Gén 36:43 43Estos fueron los jefes de Edom según sus moradas en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas”.[1]
Esaú, padre de los edomitas:[2]Aunque Esaú no era el heredero del pacto perpetuo, igual Dios lo bendijo junto a su familia, ya que todos llegaron a ser una nación. Así se cumplieron las promesas de Isaac para Esaú, y debido a que vivía lejos de Jacob, se estaba sacudiendo del “cuello” el “yugo” de su hermano (Gén. 27:39–40).[3]
El monte Seír es llamado la tierra de su posesión (v. 43). Mientras los israelitas vivían en la casa de la esclavitud, y su Canaán era sólo la tierra de la promesa, los edomitas vivían en sus propias mansiones, y Seír era su posesión. Nótese que los hijos de este mundo tienen todo lo suyo a mano, y nada en esperanza (Luc. 16:25), mientras que los hijos de Dios tienen todo lo suyo en esperanza, y casi nada al alcance de la mano. Pero, cuando todo se pondera como es debido es mejor tener Canaán en promesa que el monte Seír en posesión.[4]

No se cita siquiera a uno de los descendientes de Esaú en el registro de la fe en Dios; todos se pierden en la oscuridad de los que se apartan del Dios viviente. Tuvieron riquezas temporales y fama pasajera en este mundo, pero nada en la eternidad.[5]

En el tiempo del NT los idumeos son los descendientes de Edom. Finalmente, la identidad étnica de los edomitas se pierde y se asimilan con los árabes. Así vemos que el plan de Dios para Jacob y para Esaú llega a desarrollarse en cumplimiento a sus promesas y gracias a su intervención.[6]

3.- Ilustración:
Los edomitas persistieron en la misma clase de rivalidad con los israelitas que había entre Esaú y Jacob.[7]

4.- Aplicación:
El monte de Seir es llamado la tierra de su propiedad. Canaán era en esta época solamente la tierra prometida. Seir era posesión de los edomitas. Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, Lucas 26: 25, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano. Pero, consideradas todas las cosas, es incomparablemente mejor tener Canaán en la promesa, que el monte de Seir como posesión.[8]

Elena de White comenta al respecto: “Esaú y Jacob habían sido educados igualmente en el conocimiento de Dios, y los dos pudieron andar según sus mandamientos y recibir su favor; pero no hicieron la misma elección. Tomaron diferentes caminos, y sus sendas se habían de apartar cada vez más una de otra”.  (Historia de los Patriarcas y Profetas, 184.)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 36.43.
            [2]Andrews Study Bible Notes, ed. Jon L. Dybdahl (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2010), 52.
[3]Neuvo Comentario Ilustrado De La Biblia (Nashville: Editorial Caribe, 2003), 63.
[4]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 62.
[5]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 37.
[6]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Genesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 201.
[7]Arturo Collins, Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ Comenzó Todo (Génesis) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1992), 100.
[8]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 56.

viernes, 14 de agosto de 2015

SUFRIMIENTO, MENTIRA, ENGAÑO Y ASESINATO

1.- Lección: El pecado sexual es devastador y sus consecuencias son de largo alcance.
2.- Texto: Gén 34:2 Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró”. [1]

Las personas jóvenes, especialmente las mujeres, nunca están tan a salvo y tan bien como bajo el cuidado de padres piadosos. Su propia ignorancia y los halagos y artificios mal intencionados de la gente impía, que siempre está poniéndoles trampas, las exponen a gran peligro.
Dina, la única hija de Jacob, tendría por ahora quince o dieciséis años cuando en esta ocasión dio pie a tantas desdichas. Obsérvese:
1. Su vana curiosidad. Fue a ver; no sólo eso, sino que fue a ser vista también. Fue a ver a las hijas del país, pero es posible que abrigase el pensamiento de ver también a los hijos del país. El hebreo indica que deseaba hacer amistad con las cananeas, sin duda, quería conocer sus costumbres.
Los niños malcriados, como Dina, a menudo se vuelven dolor y vergüenza para su familia.[2]

2. La pérdida de su honra mediante la violación forzada (v. 2). Dina marchó a mirar los alrededores; pero si hubiese mirado por sí misma como debía, no habría caído en aquella trampa.
El comienzo del pecado es como dejar escapar el agua. ¿Qué tanto importa que se encienda un fuego pequeño? Debemos evitar cuidadosamente todas las ocasiones de pecar y las aproximaciones a ello.[3]

3. El galanteo que le hizo Siquem después de haberla deshonrado (v. 3–4).
4. Las noticias llegan al pobre Jacob (v. 5). El buen hombre se calló, como atónito que no sabe qué decir. Había dejado en manos de sus hijos mayores la gestión de sus negocios (según todos los indicios), y no se atrevía a hacer nada sin ellos. Fue una imprudencia. Las cosas no marchan bien cuando la autoridad del padre está de baja en una familia.[4]

3.- Ilustración:
Hoy en día se escucha con frecuencia la noticia dramática de la violación sexual que acontece con niñas pequeñas tanto como con mujeres. Más personas están anunciando públicamente malos tratos de familiares y extraños en los primeros años de vida. Esto nos hace pensar en la gravedad de la violación sexual.

4.- Aplicación:
El dolor que resulta de una violación se extiende a toda la familia y a los demás. Los pecados pueden tener consecuencias mucho más graves y extensas de lo que pensamos.
No permita que la pasión sexual lo lleve a pecar. Las pasiones hay que dominarlas.

Un consejo para los jóvenes de Elena de White: “Un corto tiempo invertido en sembrar malas hierbas, queridos amigos jóvenes, producirá una cosecha que amargará vuestra vida toda; una hora de descuido; ceder una vez a la tentación, pueden hacer que toda la corriente de vuestra vida se encauce en una dirección equivocada. No podéis tener más que una juventud; invertidla en forma útil. Cuando hayáis pasado sobre este terreno una vez, nunca podréis regresar para rectificar vuestros errores. El que se niega a relacionarse con Dios, y se coloca a sí mismo en el camino de la tentación, caerá con seguridad. Dios está probando a cada joven.”.  (Consejo para jóvenes enamorados, 63:3)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 34.2-3.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 54.
[3]Ibid.
[4]Ibid., 60.

jueves, 13 de agosto de 2015

EJEMPLO DE BUEN PADRE Y PASTOR

1.- Lección: Prudencia y delicadeza en la educación de los niños y jóvenes en las cosas de Dios.
2.- Texto: Gén 33:13,14 13Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. [1]

I.-        Acerca de lo que restaba de viaje.
1. Esaú se ofrece a ser su guía y acompañante, en señal de reconciliación sincera (v. 12). Parece que Esaú está encantado con la compañía de Jacob y se ofrece a conducirle hasta Seír. Aprendamos a no desesperar de nadie y a no desconfiar de Dios, en cuyas manos están todos los corazones. Sin embargo, Jacob expresó con toda modestia sus razones para rehusar este ofrecimiento (vv. 13–14), y mostró una tierna preocupación por su familia y sus ganados, como buen padre y buen pastor. Debe tener consideración con los niños y con los rebaños con crías, para no conducirlos demasiado deprisa. Esta prudencia y delicadeza de Jacob debe ser imitada por quienes tienen el cuidado y el encargo de educar a los niños y a los jóvenes en las cosas de Dios. No hay que apresurarlos al principio con tareas duras en los servicios religiosos, sino guiarlos en la medida de sus fuerzas, y hacerles el trabajo lo más fácil posible. Así lo hace Cristo, el Buen Pastor (Isa. 40:11).
2. Esaú ofrece algunos de sus hombres para que le sirvan de guardia y escolta (v. 15).
(A) Jacob piensa, en su humildad, que no lo necesita para su dignidad.
(B) Jacob se halla bajo la protección divina, así que tampoco lo necesita para su seguridad.[2]
Elena de White comenta al respecto: “En el camino penoso de la vida sepa el marido y padre ir “poco a poco” al paso en que pueda seguirle su compañera de viaje. En medio del gentío que corre locamente tras el dinero y el poder, aprenda el esposo y padre a medir sus pasos, a confortar y a sostener al ser humano llamado a andar junto a él”.[3]

3.- Ilustración:
El nevado de Huaytapallana (la suiza Huanacayna) en Huancayo-Perú, para llegar allí tenemos que realizar una caminata de 3 km, por una zona pendiente y a una temperatura de más de 4,000 msnm. Realizar esa caminata con niños se requiere la consideración de Jacob “poco a poco”, pero al final vale la pena llegar allí.

4.- Aplicación:
Que el cuidado y tierna atención que Jacob da a su familia y a sus rebaños, nos recuerden al buen Pastor de nuestras vidas, que reúne a los corderos con su brazo y los lleva en su regazo y, bondadosamente, guía a las que están recién paridas, Isaías 40, 11. Todos debemos seguir su ejemplo como padres, maestros o pastores.[4]
Elena de White dice: “Más de un marido y padre podría sacar provechosa lección del solícito cuidado del fiel pastor. Jacob, al verse instado a emprender difícil y apresurada caminata, contestó: ´Los niños son tiernos, y...´” (Exaltad a Jesús, 216)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 33.13-15.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 60.
[3]Elena de White, El Ministerio de Curación, 289, 290.
[4]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 54.

miércoles, 12 de agosto de 2015

DE SUPLANTADOR A PRÍNCIPE DE DIOS

1.- Lección: La oración ferviente es la oración eficaz.
2.- Texto: Gén 32:28 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob,b sino Israel;42 porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.[1]

Un buen rato antes del alba, estando solo, Jacob desplegó más plenamente sus temores orando a Dios. Mientras estaba así ocupado, Uno semejante a un hombre luchó con él. Cuando el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades y casi no hallamos palabras para expresar nuestros deseos más vastos y fervientes, y queremos decir más de lo que podemos expresar, entonces, la oración lucha, sin duda, con Dios.[2]
I.-        Cómo se entabló la lucha entre Jacob y este ángel (v. 24).
Jacob estaba ahora lleno de preocupación y temor por la entrevista que le esperaba, al día siguiente, con su hermano, y Dios mismo parece oponerse a que entre en la tierra de la promesa. Se nos dice por medio del profeta (Os. 12:3,4) que Jacob luchó con un ser divino. Luchó con el ángel, y prevaleció; lloró y le rogó. La oración y las lágrimas fueron sus armas.
II.-       Cuál fue el resultado de la lucha.
1. Jacob no perdió terreno, de tal manera que el ángel no pudo con él (v. 25), pues el desánimo no había podido sacudir la fe de Jacob ni silenciar su oración. No fue con una fuerza propia, sino con una fuerza derivada de lo alto, como Jacob luchó y prevaleció. Nótese que no podemos prevalecer con Dios si nos apoyamos en nuestras propias fuerzas; sólo es posible con las fuerzas mismas que Dios nos proporciona. Es su Espíritu el que intercede en nosotros y nos ayuda en nuestra debilidad (Ro. 8:26).
2. El ángel le descoyuntó a Jacob el muslo (v. 25). Algunos piensan que Jacob sintió poco o ningún dolor por ello, lo cual es probable, ya que no le impidió continuar la lucha (v. 26); si es así, ciertamente era evidencia de un toque divino, que hirió y curó al mismo tiempo.
3. El ángel, con admirable condescendencia, le pide a Jacob que le deje marchar, como dijo Dios a Moisés: Ahora, pues, déjame (Éx. 32:10). De este modo, honró la fe y la oración de Jacob, a la vez que ponía a prueba su constancia.
4. Jacob persiste en su santa importunidad: No te dejaré, si no me bendices. No le satisface el prestigio de una victoria sin el consuelo de una bendición. Al suplicar esta bendición, confiesa su inferioridad, a pesar de que parecía tener superioridad en la pelea.
5. El ángel le impone una especie de condecoración y marca perpetua de honor al cambiarle el nombre (vv. 27–28): «Tú eres un bravo combatiente» (viene a decirle el ángel), «un hombre de resolución heroica; ¿Cuál es tu nombre?—Jacob—, dice él, suplantador (pues eso quiere decir Jacob en hebreo). «Pues bien»—dice el ángel—«tú te llamarás Israel: príncipe, o luchador, con Dios». Así Jacob es armado caballero, por decirlo así, en el campo, y recibe un título de honor, que permanecerá, para alabanza suya, hasta el final de los tiempos. Pero esto no es todo; al haber tenido poder con Dios, tendrá también poder con los hombres (v. 28).
6. Le despide con una bendición (v. 29). En lugar de decirle su nombre, le da su bendición, que es por lo que había luchado. El interés por la bendición del ángel es mejor que el conocimiento de su nombre. El árbol de vida es mejor que el árbol de ciencia.
7. Jacob pone al lugar un nombre nuevo: Peniel, cara de Dios (v. 30). El nombre que le pone preserva y perpetúa, no el honor de su bravura o de su victoria, sino el honor de la libre y soberana gracia de Dios: «En este lugar vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma». No dice: «Es mi gloria que salí vencedor», sino: «Es misericordia de Dios que escapé con vida».
8. El memorial que de esto conservó Jacob en sus huesos: Cojeaba de su cadera (v. 31). El honor y el consuelo que alcanzó con esta lucha fue más que suficiente para contrarrestar el daño sufrido, aunque fue hasta el sepulcro cojeando. Queda registrado el detalle de que le salió el sol cuando había pasado Peniel, porque realmente le amanece el sol al alma que tiene íntima comunión con Dios. El escritor inspirado menciona una costumbre tradicional entre los descendientes de Jacob de no comer jamás del tendón, o músculo de ningún animal, que está en el encaje del muslo (v. 31). Así han preservado el recuerdo de esta historia.[3]
Elena de White comenta al respecto: “En la crisis suprema de su vida, Jacob se apartó para orar. Lo dominaba un solo propósito: buscar la transformación de su carácter. Pero mientras suplicaba a Dios, un enemigo, según le pareció, puso sobre él su mano, y toda la noche luchó por su vida. Pero ni aun el peligro de perder la vida alteró el propósito de su alma. Cuando estaba casi agotada su fuerza, ejerció el Ángel su poder divino, y a su toque supo Jacob con quién había luchado. Herido e impotente, cayó sobre el pecho del Salvador, rogando que lo bendijera. No pudo ser desviado ni interrumpido en su ruego y Cristo concedió el pedido de esta alma débil y penitente, conforme a su promesa: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Jacob alegó con espíritu determinado: “No te dejaré, si no me bendices”. Este espíritu de persistencia fue inspirado por Aquel con quien luchaba el patriarca. Fue él también quien le dio la victoria y cambió su nombre, Jacob, por el de Israel, diciendo: “Porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Por medio de la entrega del yo y la fe imperturbable, Jacob ganó aquello por lo cual había luchado en vano con sus propias fuerzas”.[4]
3.- Aplicación:
Fue, pues, una experiencia en que se envolvió toda la naturaleza de Jacob: física, emocional, intelectual, y espiritual. Fue una experiencia también que un hombre como Jacob, que no estaba acostumbrado a la oración, como nosotros lo estamos, no hubiera podido tener, sin que Dios viniera a él en una forma palpable y corporal.[5]
Elena de White señala: “Por la entrega de sí mismo y por su confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había podido alcanzar con su propia fuerza. Así el Señor enseñó a su siervo que sólo el poder y la gracia de Dios podían darle las bendiciones que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los últimos días. Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere de su alma, deberán depender únicamente de los méritos de la expiación... Nadie perecerá jamás mientras haga esto...” (Conflicto y valor, 69)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015



b b 32.28: Gn. 35.10.
42 Esto es, El que lucha con Dios, o Dios lucha.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn. 32.28.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 53.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 59.
[4]Elena de White, El discurso maestro de Jesucristo, 121, 122.
            [5]Carroll Gillis, El Antiguo Testamento: Un Comentario Sobre Su Historia Y Literatura, Tomos I-V (El Paso, TX: Casa Bautista De Publicaciones, 1991), 1:221.

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