miércoles, 19 de agosto de 2015

UNA SOCIEDAD BENDECIDA

1.- Lección: La presencia de Dios con nosotros hace que prospere todo lo que hacemos.
2.- Texto: Gén 39:2,3 “2Mas Jehová estaba con José,a y fue varón próspero... 3Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano”.[1]

Potifar lo había comprado de los ismaelitas, como se repite en el ver. 1 con el propósito de reasumir el hilo de la narración; y Yahvé estaba con él, así que prosperó en la casa de su señor egipcio. Cuando Potifar percibió esto, José halló gracia en sus ojos, y llegó a ser su siervo, en quien puso toda su casa (lo hizo el mayordomo de todos los asuntos de su casa), y a quien confió toda su propiedad.[2]
I.-        José fue vendido a un oficial de Faraón, en cuya casa tuvo oportunidad de conocer a personas prominentes y enterarse de negocios importantes del país, con lo cual iba siendo capacitado para el alto puesto que después había de ocupar. Cuando Dios destina a una persona para algún servicio, también se cuida de equiparla para él, de un modo u otro.[3]
II.-       José es bendecido maravillosamente. En casa de Potifar a José le sucedió como en la suya propia. Porque las circunstancias, tanto adversas como favorables, no pueden alterar nuestros caracteres. El que es fiel en lo poco también será fiel en lo mucho; y el que no sabe cómo utilizar lo que le ha sido confiado, incluso lo que tiene le será arrebatado.[4]
1. Dios le prosperó (vv. 2–3). Dos factores, el uno humano, el otro divino, se unen para proveer a José el ambiente y las circunstancias necesarias para su sobrevivencia y bienestar en Egipto. El primero, un alto funcionario del faraón lo adquiere como esclavo y lo asigna a su propia casa reconociendo la capacidad de José. Este hecho provee a José de casa y de oportunidades para desarrollar sus actividades y nuevamente su condición de preeminencia. En esta nueva circunstancia José pone de sí todo su empeño, diligencia y buena voluntad. Su trabajo prospera y él cumple con sus responsabilidades de una manera excelente. Lo segundo, es la presencia constante, visible y fructífera de Jehovah con José. Este factor será la clave de todo el desarrollo de la historia de José. Esta presencia de Jehovah es, en primer lugar, fruto del propósito divino de Dios para con José.[5]
2. Su amo comenzó a ascenderle, hasta hacerle mayordomo de su casa (v. 4).
La presencia de Dios en José se traduce en dos resultados concretos: Primero, Potifar reconoce la relación especial de José con Dios. Obviamente esta relación, como la de Daniel (Dan. 6:10) no es secreta, sino visible y abierta. Segundo, la presencia de Dios en José causa bendición a Potifar. El éxito de la prosperidad de Potifar es el resultado de la bendición de Dios. Aquí vemos dos cosas: el cumplimiento de la promesa patriarcal de ser de bendición a todas las familias. Además, la humildad de José, quien seguramente ante preguntas o alabanzas por su trabajo, atribuye todo a Dios. La presencia de Jehová en José que le daba éxito en sus tareas y el reconocimiento de ello por parte de Potifar, resultan finalmente en el nombramiento de José como administrador de la casa y los recursos materiales del egipcio. En la antigüedad asignaban responsabilidades importantes a los esclavos que demostraban lealtad, conocimientos y habilidades especiales. Dos áreas importantes quedaban fuera de la autoridad de José: Por razones rituales y ceremoniales él no podía encargarse del alimento del capitán (43:32), y la esposa del egipcio, la que ha de ser causa de tragedia a José.[6]
Es señal de sabiduría por parte de los que ocupan algún puesto de autoridad el poner los ojos en las personas fieles y favorecidas con una presencia especial de Dios y darles el empleo conveniente (Sal. 101:6). Potifar sabía lo que hacía al poner todo en manos de José. [7]
3. Dios favoreció a su amo por causa de él (v. 5): Bendijo la casa del egipcio, a pesar de ser un extraño al pueblo de Israel y ajeno al verdadero Dios, a causa de José. Los buenos son una fuente de bendición para los lugares donde viven.[8]

Elena de White comenta al respecto: Al llegar a Egipto, José fue vendido a Potifar, jefe de la guardia real, a cuyo servicio permaneció durante diez años. Allí estuvo expuesto a tentaciones extraordinarias. Estaba en medio de la idolatría. La adoración de dioses falsos estaba rodeada de toda la pompa de la realeza, sostenida por la riqueza y la cultura de la nación más altamente civilizada de aquel entonces. No obstante, José conservó su sencillez y fidelidad a Dios. Las escenas y la seducción del vicio le circundaban por todas partes, pero él permaneció como quien no veía ni oía. El deseo de ganarse el favor de los egipcios no pudo inducirle a ocultar sus principios.
La notable prosperidad que acompañaba a todo lo que se encargara a José no era resultado de un milagro directo, sino que su industria, su interés y su energía fueron coronados con la bendición divina. José atribuyó su éxito al favor de Dios, y hasta su amo idólatra aceptó eso como el secreto de su sin igual prosperidad. Sin embargo, sin sus esfuerzos constantes y bien dirigidos, nunca habría podido alcanzar tal éxito. Dios fue glorificado por la fidelidad de su siervo.
La dulzura y la fidelidad de José cautivaron el corazón del jefe de la guardia real, que llegó a considerarlo más como un hijo que como un esclavo. El joven entró en contacto con hombres de alta posición y de sabiduría, y adquirió conocimientos de las ciencias, los idiomas y los negocios; educación necesaria para quien sería más tarde primer ministro de Egipto.[9]

3.- Aplicación:
Nuestros enemigos pueden despojarnos de las distinciones y adornos externos pero la sabiduría y la gracia no nos pueden ser quitadas. Ellos pueden separarnos de los amigos, los parientes y de la patria pero no pueden apartarnos de la presencia del Señor. Pueden aislarnos de las bendiciones externas, robarnos la libertad y confinarnos en calabozos, pero no pueden impedirnos la comunión con Dios, del trono de la gracia, o arrebatarnos las bendiciones de la salvación.
José fue bendecido, maravillosamente bendecido, aun en la casa donde era esclavo. La presencia de Dios con nosotros hace que prospere todo lo que hacemos. Los hombres buenos son bendición en el lugar donde viven; los buenos siervos pueden serlo aunque sean mal y poco estimados. La prosperidad del impío es, de una u otra manera, a causa del piadoso. Aquí una familia mala fue bendecida por amor del buen siervo de ella.[10]
Elena de White nos recuerda: “Dios puede hacer del más humilde de los seguidores de Cristo algo más preciado que el oro fino, aunque el oro de Ofir, si se rinde por completo para ser moldeado por su mano transformadora. Ellos deberían estar determinados a utilizar de la manera más noble cada facultad y cada oportunidad. La Palabra de Dios debiera ser su objeto de estudio y su guía a fin de decidir qué es lo mejor en todos los casos. ... En muchos casos, Dios puede hacer poco en favor de hombres y mujeres educados, pues no sienten la necesidad de aprender de él que es la fuente de la sabiduría. Si confía en su propia fortaleza y sabiduría, seguramente fracasará. Dios reclama una consagración íntegra y completa. No aceptará nada menos que esto. Cuanto más difícil sea su posición, más necesitará de Jesús. (Cristo Triunfante, 96)


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





a a 39.2: Hch. 7.9.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 39.2-4.
[2]Carl Friedrich Keil and Franz Delitzsch, Comentario Al Texto Hebreo Del Antiguo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2008), 149.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 64.
[4]Alfred Edersheim, Comentario Bíblico Histórico, trans. George Peter Grayling and Xavier Vila (VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA: Editorial CLIE, 2009), 85.
[5]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Genesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 211.
[6]Carro, Poe, Zorzoli, 212.
[7]Henry and Lacueva, 64.
[8]Ibid.
[9]Elena de White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 215, 216.
            [10]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 58.

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