1.- Lección: Diezmar era un acto por medio del cual una persona aceptaba que todas sus
posesiones pertenecían a Dios.
2.- Texto: Gén 28:20-22 20E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este
viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y
si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y
esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me
dieres, el diezmo apartaré para ti.[1]
Jacob hizo un solemne
voto en esta ocasión: si Dios le daba la protección prometida de su viaje, y lo
traía de regreso a salvo a la casa de su padre, Yahvé sería su Dios (וְהָיָה en el ver. 21 comienza la
apódosis), la piedra que había erigido sería una casa de Dios, y Yahvé recibiría
un diez por ciento de lo que le diera. [2]
1. La fe de Jacob. Dios había dicho: Yo estoy contigo, y
te guardaré. Jacob toma nota de esta promesa, y viene a decir: “dependo de
ella” es decir, “pongo toda mi confianza en ella”.
2. La moderación de Jacob en
sus deseos. Se contenta
alegremente con pan para comer y vestido para vestir (v. 20). La
naturaleza tiene bastante con poco, y la gracia con menos.
3. La piedad de Jacob y su atención puesta en Dios, lo que se
echa de ver aquí:
(A) En lo que deseaba: que Dios estuviera con él y le guardara (v. 20).
(B) En lo que se proponía. Su resolución era:
(a) En general, aferrarse al Señor, como a Dios del pacto: Jehová será mi
Dios (v. 21).
(b) En particular, realizar ciertos actos especiales de devoción, como
muestra de su gratitud. Primeramente, “Esta piedra tomará posesión del
lugar hasta que yo vuelva en paz, y después será erigido aquí un altar para
honra y gloria de Dios”. En segundo lugar, “La casa de Dios no quedará
desabastecida, ni su altar quedará sin sacrificio: De todo lo que me dieres, el
diezmo apartaré para ti (v. 22), para ser empleado o en el altar de Dios
o en los pobres de Dios, pues éstos son los dos consignatarios de Dios en este
mundo”.[3]
El
comentario de Elena de White con relación al texto dice: “El sistema del diezmo
se remonta hasta más allá del tiempo de Moisés. Ya en los días de Adán, se
requería de los hombres que ofreciesen a Dios donativos de índole religiosa, es
decir, antes que el sistema fuese dado a Moisés en forma definida. Al cumplir lo
requerido por Dios, debían manifestar, mediante sus ofrendas, aprecio por las
misericordias y las bendiciones de Dios para con ellos. Esto continuó durante
las generaciones sucesivas y fue practicado por Abrahán, quien dio diezmos a
Melquisedec, sacerdote del Altísimo. El mismo principio existía en los días de
Job. Mientras Jacob estaba en Betel, peregrino, desterrado y sin dinero, se
acostó una noche, solitario y abandonado, teniendo una piedra por almohada, y
allí prometió al Señor: “De todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar
para ti.” Génesis 28:22. Dios no obliga a los hombres a dar. Todo lo que ellos
dan debe ser voluntario. Él no quiere que afluyan a su tesorería ofrendas que
no se presenten con buena voluntad”.[4]
3.- Aplicación:
Jacob se estaba
comprometiendo a dar un diezmo sin condiciones (Núm. 21:2; Jue. 11:30, 31; 1 Sam.
1:11 para juramentos hebreos similares).[5]
Como nos recuerda Elena de White: “Nuestro tiempo, nuestros
talentos y nuestros bienes debieran dedicarse en forma sagrada al que nos
confió estas bendiciones. Cada vez que se obra en nuestro favor una liberación
especial, o recibimos nuevos e inesperados favores, debiéramos reconocer la
bondad de Dios, expresando nuestra gratitud no sólo en palabras, sino, como
Jacob, mediante ofrendas y dones para su causa. Así como recibimos
constantemente las bendiciones de Dios, también hemos de dar sin cesar”. (Historia
de los Patriarcas y Profetas, 184, 185)
Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 28.20-22.
[2]Carl Friedrich Keil and Franz Delitzsch, Comentario
Al Texto Hebreo Del Antiguo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España:
Editorial CLIE, 2008), 128.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario
Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE,
1999), 55.
[4]Elena de White, Joya de los testimonios, Tomo 1:372.
[5]William MacDonald, Comentario Bíblico De William
MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls
(Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 35.