martes, 11 de agosto de 2015

TIEMPO DE VOLVER A CASA

1.- Lección: La sobrevaloración de la riqueza mundana que los hombres hacen es un error que es raíz de la codicia, la envidia y de todo mal.
2.- Texto: Gén 30:3 3También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.[1]

Jacob toma la resolución de dejar inmediatamente el servicio de su tío y suegro, para tomar sus posesiones y volver a Canaán. Tomó esta decisión:
I.-        A causa de la mala manera con que Labán y sus hijos se portaban con él.
1. Los hijos de Labán mostraron su mala voluntad en lo que dijeron (v. 1).
2. El propio Labán no dijo mucho, pero su semblante para con Jacob ya no era el de antes, y Jacob se apercibió de ello (vv. 2, 5). Siempre había sido Labán un avaro y un maleducado, pero ahora lo era más que anteriormente.
II.-       Bajo la dirección de Dios y escoltado por una promesa: Jehová dijo a Jacob: Vuélvete… y yo estaré contigo (v. 3). Vino acá por orden del Cielo, y aquí se estaría hasta que recibiera orden de volver. Es nuestro deber ponernos bajo la dirección de Dios, tanto en el salir como en el entrar. También animó a Jacob lo que se dice en el versículo 13, Yo soy el Dios de Betel. Este había sido el lugar en que Dios le había renovado el pacto. Levántate ahora (v. 13)… y vuélvete:
(A) A tus devociones en Canaán; la solemnidad que habría quizás interrumpido en gran parte mientras estaba con Labán.
(B) A tus comodidades en Canaán: Vuélvete a la tierra de tu nacimiento.
III.- Con el conocimiento y consentimiento de sus esposas.
1. Envió a llamar a Raquel y a Lea al campo (v. 4), para consultar con ellas en privado. Los maridos que aman a sus esposas han de comunicarles sus planes e intenciones. Donde hay afecto mutuo, debe haber mutua confianza. Les dijo el mandato que Dios le había dado en sueños de volver a su país (v. 13), para que no sospecharan que su decisión era fruto de la inconstancia o de falta de afecto al país o a la familia de ellas, sino que vieran que se debía a la obediencia que había de prestar a su Dios.
2. Sus esposas consintieron de buena gana en lo que él había resuelto. Y deseaban marcharse con su marido y ponerse con él bajo la dirección divina: Haz todo lo que Dios te ha dicho (v. 16).[2]
Elena de White comenta al respecto: “Jacob habría dejado a su astuto pariente mucho antes, si no hubiera tenido el encuentro con Esaú. Ahora comprendió que estaba en peligro frente a los hijos de Labán, quienes, considerando suya la riqueza de Jacob, tratarían tal vez de obtenerla por la fuerza. Se encontraba en gran perplejidad y aflicción, sin saber qué camino tomar. Pero recordando la bondadosa promesa de Bet-el, llevó su problema ante Dios y buscó su consejo. En un sueño se contestó a su oración: “Vuélvete a la tierra de tus padres, a tu parentela; que yo estaré contigo”.[3]

3.- Aplicación:
La riqueza de Jacob provocó envidia en los hijos de Labán. A veces es muy difícil ser feliz cuando a otros les va mejor que a nosotros. Comparar nuestros éxitos con el de los demás es una forma peligrosa de juzgar la calidad de nuestra vida. Al compararnos con los demás podemos estar dándole pie a la envidia. Evitaremos la envidia si aprendemos a regocijarnos con el éxito de los demás (Romanos 12.15).
Griffith Thomas señala varios principios aquí para discernir la voluntad de Dios. Primero, Jacob tenía un deseo (30:25). Segundo, las circunstancias dictaban que un cambio era necesario. Tercero, la palabra de Dios vino con convicción. Y finalmente, hubo confirmación en el apoyo de sus esposas, a pesar del lazo natural con Labán…25 Notamos que el ángel de Dios (v. 11) es el Dios de Bet-el (v. 13).[4]


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 31.3.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 57.
[3]Elena de White, Patriarcas y profetas, 171.
25 (31:1–18) W. H. Griffith Thomas, Genesis: A Devotional Commentary (Génesis: Un Comentario Devocional), pág. 288.
[4]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 36.

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