martes, 4 de agosto de 2015

UNA NOVIA PARA ISAAC

1.- Lección: ¡Qué contraste entre la conducta de Isaac y la de la juventud de nuestro tiempo, aun entre los que se dicen cristianos!
2.- Texto: Gén 24:3,4 3no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; 4sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac…[1]

En la ausencia de Sara, Abraham toma la iniciativa motivado por tres razones: Primera, era ya anciano y debía hacer los preparativos propios para la continuación de la descendencia. Segunda, Isaac ya tenía 40 años (25:20), edad ideal en aquella cultura para formar hogar (26:34). Tercera, se debía garantizar que la elección de la esposa de Isaac estuviera dentro de los términos de la promesa del pacto.[2]
Tres cosas son aquí de notar respecto a Abraham:
I.-        El cuidado que tuvo de casar bien a su hijo. Este cuidado se mostró:
1. Procura que no se case con ninguna cananea, sino con una de su propia estirpe, pues se percata de que los cananeos degeneraban hacia una perversidad creciente.
2. No obstante, procura igualmente que no se fuese de la tierra de Canaán para irse a donde vivían sus parientes, ni siquiera con el pretexto de buscarse allí la esposa, no fuese que se sintiese tentado a quedarse allí.

II.-       El encargo que dio a su buen criado Eliezer de Damasco, de cuya conducta, fidelidad y sincero afecto a él y a su familia tenía pruebas abundantes. A él le confió este importante asunto, y no a Isaac mismo pues no podía consentir que Isaac se fuese en modo alguno al país aquel (v. 6), sino que se había de concertar la boda por poderes; y ¿quién mejor apoderado que este fiel criado de su casa? (v. 15:2).
1. El criado debe comprometerse con juramento a poner de su parte todo lo posible para conseguir para Isaac una esposa de entre sus parientes (vv. 2–4). Quedará libre del juramento si, después de hacer todo cuanto esté en su mano, no tiene éxito en su misión (v. 8).

III.-     La confianza que puso en su Dios, de quien no duda que dará a su criado el éxito de su empresa (v. 7). Recuerda también la promesa que Dios le había hecho y confirmado de que daría la tierra de Canaán a su descendencia, y de ahí deduce que Dios le ha de ayudar en sus esfuerzos por casar a su hijo no entre aquellos condenados pueblos, sino con quien fuese la mujer adecuada para ser la madre de tal descendencia. Las promesas de Dios, y nuestras propias experiencias, son suficientes para animarnos a depender totalmente de Dios en todos los asuntos de esta vida.[3]

Elena de White comenta al respecto: “La fe habitual de Abrahán en Dios y su sumisión a la voluntad divina se reflejaban en el carácter de Isaac; pero el joven era de afectos profundos, y de naturaleza benigna y condescendiente. Si se unía con una mujer que no temiera a Dios, se vería en peligro de sacrificar sus principios en aras de la armonía. Para Abrahám elegir esposa para su hijo era asunto de suma importancia y anhelaba que se casara con quien no le apartase de Dios...”.[4]

3.- Aplicación:
Elena de White es enfática el peligro de los matrimonios entre un creyente con un incrédulo: “Nadie que tema a Dios puede unirse sin peligro con quien no le teme. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?”. Amós 3:3. La felicidad y la prosperidad del matrimonio dependen de la unidad que haya entre los esposos; pero entre el creyente y el incrédulo hay una diferencia radical de gustos, inclinaciones y propósitos. Sirven a dos señores entre los cuales la concordia es imposible. Por puros y rectos que sean los principios de una persona, la influencia de un cónyuge incrédulo tenderá a apartarla de Dios... El mandamiento del Señor dice: “No os juntéis en yugo con los infieles”. 2 Corintios 6:14.[5]
También ella tiene un consejo apropiado para los jóvenes y padres: “Los jóvenes creen con demasiada frecuencia que la entrega de sus afectos es un asunto en el cual tienen que consultarse únicamente a sí mismos, un asunto en el cual no deben intervenir ni Dios ni los padres. Mucho antes de llegar a la edad madura, se creen competentes para hacer su propia elección sin la ayuda de sus padres... Así han arruinado muchos su felicidad en esta vida y su esperanza de una vida venidera... Nunca deben los padres perder de vista su propia responsabilidad acerca de la futura felicidad de sus hijos. El respeto de Isaac por el juicio de su padre era resultado de su educación, que le había enseñado a amar una vida de obediencia. Al mismo tiempo que Abrahán exigía a sus hijos que respetasen la autoridad paterna, su vida diaria daba testimonio de que esta autoridad no era un dominio egoísta o arbitrario, sino que se basaba en el amor y procuraba su bienestar y dicha.[6]


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 24.1-4.
[2]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Génesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 137.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 49.
[4]Elena de White, Conflicto y valor, 57.
[5]White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 168, 171, 172.
[6]Ibid., 173, 174.

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