sábado, 1 de agosto de 2015

ORIGEN A DOS PUEBLOS (JUDÍOS Y ÁRABES) GRANDES Y EXTRAORDINARIOS

1.- Lección: Nuestros grandes problemas no parecerían tan imposibles si permitiéramos que Dios los manejara.
2.- Texto: Gén 21:9-13 9Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. 10Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.c 11Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. 12Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.d 13Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.[1]

Todo parece andar a la perfección. Abraham había hecho la paz con Abimelec y obtenido el usufructo de un territorio. Ahora Dios le concede un hijo de Sara. Pero surge un nuevo problema que se relaciona con la descendencia. La presencia de Ismael causa un conflicto familiar que afecta a Isaac. Sara, quien tenía a su cargo el manejo de la casa, nota dicho conflicto y toma la iniciativa en pedir a Abraham que expulse a Agar e Ismael. La acción no era sólo para solucionar un conflicto familiar entre los dos medio hermanos, sino tiene que ver con el futuro, con la herencia que tenía relación con la promesa de Dios. La reacción de Abraham ante tal posibilidad es de angustia ya que él reconocía y había aceptado a Ismael como su hijo y querría retenerlo consigo. ¿Qué hace el hombre de fe en esta circunstancia tan delicada? Acude a Dios, quien le indica que hiciera caso a Sara en referencia a Agar e Ismael. Esta indicación se basa en que la promesa de descendencia se ha de cumplir a través de Isaac. Y también en que Dios se ha de hacer cargo de Ismael de quien ya había prometido hacerle una gran nación (17:2). Así Abraham despide a Agar e Ismael proveyéndoles de todo lo necesario para el viaje hacia el sur, aparentemente hacia Egipto.[2]

I.-        Ismael dio ocasión a este despido por las afrentas que hizo a Isaac su hermanito. Sara fue ella misma testigo de vista de ello. A Ismael se le llama aquí hijo de la egipcia porque, como muchos piensan con razón, los 400 años de aflicción de la descendencia de Abraham a manos de los egipcios comenzaron ahora (15:13). Ismael era catorce años mayor que Isaac; y denotaba una ruin disposición en Ismael el burlarse de un niño que no podía habérselas con él.
II.-       Sara tomó la iniciativa en este asunto: Echa a esta sierva y a su hijo (v. 10). Esto parece dicho en un acaloramiento y, con todo, es citado (Gál. 4:30) como dicho en espíritu de profecía.
III.-     Abraham era reacio a hacerlo: Este dicho apesadumbró en gran manera a Abraham (v. 11).
1. Le apesadumbró el que se hiciese este reproche a Ismael.
2. Le apesadumbró el que Sara insistiese en tal castigo. “¿No sería suficiente corregirle? - Se diría - ¿No hay otro remedio menos drástico que echarles?”
IV.-     Dios lo determinó (vv. 12–13). La descendencia de Abraham según el pacto debe ser un pueblo especial, distinto de los demás desde el principio, no mezclado con los que no pertenecen al pacto; por esta razón, Ismael debía ser separado. El despedir a Ismael no tenía por qué ser su ruina. (v. 13). Será cabeza de una nación, porque es tu descendiente. Es una presunción decir que todos los que son excluidos de la externa dispensación del pacto de Dios están, por ello, excluidos de todas sus gracias. Aunque fue echado del pueblo elegido, no fue echado fuera de este mundo. Yo haré de él una nación. Nótese:
1. Las naciones son hechura de Dios; Dios las funda, las forma y las fija.
2. Muchos que son extraños a las bendiciones del pacto están llenos de las bendiciones de la providencia de Dios.[3]

Elena de White comenta al respecto, “Sara vio en la inclinación turbulenta de Ismael una fuente perpetua de discordia, y le pidió a Abrahán que alejara del campamento a Ismael y a Agar. El patriarca se llenó de angustia. ¿Cómo podría desterrar a Ismael, su hijo, a quien todavía amaba entrañablemente? En su perplejidad, Abrahán pidió la dirección divina. Mediante un santo ángel, el Señor le ordenó que accediera a la petición de Sara... Y el ángel le dio la promesa consoladora de que aunque estuviese separado del hogar de su padre, Ismael no sería abandonado por Dios; su vida sería conservada, y llegaría a ser padre de una gran nación. Abrahán obedeció la palabra del ángel, aunque no sin sufrir gran pena. Su corazón de padre se llenó de una indescriptible tristeza al separar de su casa a Agar y a su hijo”.[4]

3.- Aplicación:
Este incidente nos provee el testimonio de varias normas para la relación con Dios y la relación familiar.
Primero, jamás un plan humano ha de substituir al plan divino. La voluntad humana, por más sabia que sea, no podrá ocupar el lugar de la voluntad de Dios. Lo que el hombre debe hacer es buscar la voluntad de Dios en su Palabra y a través de la oración, y aceptarla. Dios es fiel a su propósito el cual se ha de cumplir en las condiciones y términos que él determina.
Segundo, una vez más se expresa la misericordia de Dios. ¡Él se hace cargo del error humano! Ismael es fruto del recurso humano que duda en la promesa y decide no esperar en Dios. En una palabra, es el resultado del pecado humano. Pero Dios escoge hacerse cargo de ello. Aquí se confirma la fidelidad y bondad de Dios que a pesar de que el hombre cometa pecado, Dios se hace cargo del pecado. El apóstol Pedro, haciendo eco del profeta Isaías (53:6) nos declara que Jesucristo en la cruz se hace cargo de todas nuestras iniquidades (1 Ped. 2:24). Ciertamente la descendencia de Abraham y el mundo entero ha tenido que soportar la consecuencia de este error humano, pero Dios, no Abraham, fue quien se hizo cargo de Ismael.
Tercero, nos llama a una reflexión sobre la imperiosa necesidad de matrimonios monógamos y hogares estables para la crianza de los hijos. En América Latina el problema es grave, pues hay hombres que procrean hijos de diferentes mujeres sin compromiso matrimonial o responsabilidad paterna. Estos niños son producto de la desobediencia del hombre a las normas de Dios. Refleja el desenfreno sexual y la irresponsabilidad del ser humano para con la descendencia. Se crían en conflictos, privaciones y sin el privilegio de un hogar estable. El presente de esos niños es precario y el futuro peligroso. Es urgente que la iglesia atienda a este problema.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015



c c 21.10: Gá. 4.29–30.

d d 21.12: Ro. 9.7; He. 11.18.

[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 21.9-14.

[2]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bíblico Mundo Hispano Génesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 126.

[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 46.

[4]Elena de White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 142-143.

[5]Carro, 126.

La tierra nueva en Apocalipsis 21 y 22: Una perspectiva adventista del séptimo día

Introducción En el desarrollo teológico del libro del Apocalipsis, los capítulos 21 y 22 presentan una visión esencial para la cosmovisión a...