2.- Texto: Gén 29:20 20Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días,
porque la amaba.[1]
I.- El
amistoso convenio entre Labán y Jacob durante el mes que éste pasó allí como
huésped (v. 14). Ahora
tuvo Jacob una buena oportunidad para notificar a Labán el afecto que sentía
por su hija Raquel, y al no tener en su mano bienes materiales con que dotarla,
le promete servirle durante siete años, bajo condición de que, al final de los
siete años, ha de concedérsela por esposa.
II.- Honesto
cumplimiento por parte de Jacob, de la tarea que le correspondía en el convenio
(v. 20). Jacob le sirvió
honradamente los siete años. Le parecieron como pocos días, porque la amaba,
como si el deseo de ganarla fuese mayor que el de tenerla.
III.- El
engaño vil que Labán hizo a Jacob; le puso a Lea en los brazos en lugar de
Raquel (v. 23). Labán
cometió así un pecado contra Jacob, y a la vez, contra Raquel. Fácilmente puede
observarse cómo le pagaron a Jacob con su misma moneda. Él había engañado a su
padre, haciéndose pasar por Esaú, y ahora su suegro le engañaba a él,
haciéndole pasar a Lea por Raquel.
IV.- La
excusa y la reparación que Labán hizo por su engaño:
1. La excusa fue
frívola: No se hace así en nuestro lugar (v. 26). Pero no había en su
país tal costumbre como él dice en su pretexto; sólo pretende burlarse de Jacob
y reírse del error que ha sufrido.
2. Su manera de
deshacer el entuerto fue todavía peor: Se te dará también la otra (v.
27). Con esto, indujo a Jacob al pecado, trampa, y desasosiego, de multiplicar
esposas, lo que constituye un borrón en su blasón. El honrado Jacob no lo
planeó, pero no pudo tampoco evitarlo. No podía rehusar a Raquel, porque se
había comprometido con ella; menos aún podía rehusar a Lea, por cuanto se había
casado con ella. La poligamia de los patriarcas tenía cierta excusa en ellos,
porque, aun cuando había contra ella una razón tan antigua como el matrimonio de
Adán (Mal. 2:15), con todo no había un mandato explícito contra ella; en ellos
era pecado de ignorancia. No hay justificación alguna para practicarla ahora,
cuando es notoria la voluntad de Dios de que, como en el principio, el
matrimonio sea de uno con una (1 Co. 7:2). El doctor Lightfoot hace de Lea y
Raquel figuras respectivamente de la sinagoga y de la Iglesia; los judíos bajo
la Ley, y los gentiles en el Evangelio; la más joven es la más bella, y la que
más estaba en el pensamiento de Cristo, cuando vino en forma de siervo; pero la
otra, como Lea, la que primeramente estuvo en sus brazos.[2]
El
comentario de Elena de White con relación al texto dice: “En los tiempos
antiguos era costumbre que el novio, antes de confirmar el compromiso del
matrimonio, pagara al padre de su novia, según las circunstancias, cierta suma
de dinero o su valor en otros efectos. Esto se consideraba como garantía del
matrimonio... Pero se hacían arreglos para probar a los que no tenían con que
pagar la dote de la esposa. Se les permitía trabajar para el padre cuya hija
amaban, durante un tiempo, que variaba según la dote requerida. Cuando el
pretendiente era fiel en sus servicios, y se mostraba digno también en otros
aspectos, recibía a la hija por esposa, y generalmente, la dote que el padre
había recibido se la daba a ella el día de la boda...”.[3]
3.- Aplicación:
La gente a menudo se pregunta si vale la pena esperar un
largo tiempo por lo que uno desea. Jacob esperó siete años para casarse con
Raquel. Cuando se vio engañado, acordó trabajar otros siete años por ella
(aunque se casó con Raquel al poco tiempo). Las metas y los deseos más
importantes bien valen la espera y el precio. El cine y la televisión han
creado la ilusión de que la gente tiene que esperar sólo una o dos horas para
resolver sus problemas o para conseguir lo que desean. No se deje atrapar al
pensar que pasa lo mismo en la vida real. La paciencia es más difícil de
conseguir cuando más la necesitamos, pero es la llave para alcanzar nuestras
metas.[4]
Elena de White comenta: “Cuando se pedía al pretendiente que
trabajara para conseguir a su esposa, se evitaba un casamiento precipitado, y
se le permitía probar la profundidad de sus afectos y su capacidad para
mantener a su familia. Muchos descubren demasiado tarde que no se adaptan el
uno al otro, y el resultado de su unión es una vida miserable”. (Historia de
los Patriarcas y Profetas, 186, 187)
Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015
[1]Reina
Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn
29.20.
[2]Matthew
Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224
TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 55.
[3]Elena de White, Conflicto y valor, 66.
[4]Biblia
Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000,
c1996), Gn 29.20.