miércoles, 29 de julio de 2015

SARA, PRINCESA

1.- Lección: Cualesquiera sean nuestras preocupaciones y temores, deben ser expuestos ante Dios en oración.

2.- Texto: Gén 17:16-20 16Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? 18Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac;16 y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. 20Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. [1]

Aquí se hace a Abraham la promesa de un hijo con Sarai, en el cual se cumpliría la promesa hecha. La prenda de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai a Sara. Sarai significa mi princesa, como si su honor estuviera limitado a una sola familia; Sara significa una princesa. Mientras más favores Dios nos otorgue, más debemos rebajarnos a nuestros propios ojos. —Abraham demostró gran gozo; se rió, era una risa de alegría, no de desconfianza. Ahora era que Abraham se gozó de que habría de ver el día de Cristo; ahora lo vio y se gozó, Juan viii, 56. —Temiendo que Ismael fuera abandonado y dejado de Dios, Abraham hizo una petición a su favor. Dios nos da permiso para que cuando oramos seamos específicos en nuestras peticiones.[2]

I.-        La promesa hecha a Abraham de tener un hijo de Sarai pues también ella vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella (v. 16). Nótese que:
1. Dios revela gradualmente a su pueblo sus propósitos de buena voluntad. Dios había dicho mucho antes a Abram que tendría un hijo, pero nunca hasta ahora que tendría un hijo de Sarai.
2. La bendición del Señor produce fertilidad y no le añade tristeza, al menos no la tristeza que hubo en el caso de Agar.
3. El gobierno y el orden del Estado son un gran bien para la Iglesia. Se promete aquí que no sólo pueblos sino reyes de pueblos vendrán de ella; no una chusma acéfala, sino una sociedad bien organizada y bien gobernada.

II.-       La ratificación de esta promesa fue el cambio del nombre de Sarai en Sara (v. 15). Sarai significa mi princesa; como si su honor estuviese confinado a una sola familia. Sara significa simplemente princesa—a saber, de muchedumbres.

III.-     El gozo y la gratitud con que Abraham acogió esta benévola promesa (v. 17). En esta ocasión manifestó:
1. Gran humildad: Se postró sobre su rostro.
2. Gran gozo: Y se rió. Fue una risa de gozo, no de incredulidad. Hay el gozo de la fe, como hay el gozo del disfrute.
3. Gran admiración: ¡A hombre de cien años le ha de nacer hijo!

IV.-     Oración de Abraham por Ismael: ¡Ojalá Ismael viva delante de ti! (v. 18). Esto lo dice, no como deseando que Ismael sea preferido al hijo que ha de tener de Sara, sino por miedo de que sea abandonado y desamparado de Dios. Aunque no debemos dar leyes a Dios, sin embargo Él nos permite, en oración, sentirnos humildemente libres con Él, y especialmente presentar delante de Él nuestras peticiones (Fil. 4:6). Es deber de los padres orar por sus hijos, por todos sus hijos, como Job, que ofrecía holocaustos según el número de todos ellos (Job 1:5). Lo mejor que podemos desear de Dios para nuestros hijos es que vivan delante de Él, esto es, que lleguen a ser partícipes del pacto con Él, y obtengan de Dios gracia para andar en integridad.[3]

Elena de White comenta: “Después del nacimiento de Ismael, el Señor se manifestó nuevamente a Abrahán y le dijo: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo”. Génesis 17:7. De nuevo el Señor repitió por medio de su ángel la promesa de dar un hijo a Sara, y que ella sería madre de muchas naciones”.[4]

3.- Aplicación:
Aun las personas que poseen una gran fe pueden tener dudas. Cuando parezca que Dios quiere lo imposible y comience a dudar de la dirección divina, sea como Abraham: centre su atención en el compromiso de Dios de cumplir sus promesas y continúe obedeciéndolo.
Dios no se olvidó de Ismael. Aunque no podía ser heredero de Abraham, podría ser padre de una gran nación. A pesar de las circunstancias, Dios tampoco se olvida de usted. Obedézcale y confíe en su plan.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



16 Esto es, Risa.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 17.16-21.

[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 35.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 42.

[4]Elena G. de White, La historia de la redención, 80.

martes, 28 de julio de 2015

EL ISLAM

SURA 1
1¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
2. Alabado sea Alá, Señor del universo,
3. el Compasivo, el Misericordioso,
4. Dueño del día del Juicio,
5. A Ti solo servimos y a Ti solo imploramos ayuda.
6. Dirígenos por la vía recta,
7. la vía de los que Tú has agraciado, no de los que han incurrido en la ira, ni de los extraviados.
CARACTERÍSTICAS
• Religión Monoteísta
• 1,397 años
• Fundada por Mahoma (principal) y Ali (discípulo)
• Centro de Adoración: MECA
• Hoy: 1,65 billones de seguidores: la que más crece en el mundo.
• Islam = Sumisión
• Mahoma nace en 570 d.C.
• Hijo de Mercadores, huérfano a los 6 años.
• Se casó con Khadija, rica, que va a financiar su vida religiosa.
• 40 años: Visión del ángel Gabriel.
• Profesión de Fe: “Hay un solo Dios, Ala, y un solo mediador entre Dios y los Hombres, Mahoma”
•Perseguido por artesanos y comerciantes de artículos religiosos (politeístas), huye de Meca para Medina (HÉGIRA) en 20/06/622.
•Medina: organiza ejército para luchar contra los “infieles”.
•Reconquista Meca (627)
•Escribe el Corán entre 610 y 632.
•Muere en 632 d.C. en Jerusalén (Según Islam, es llevado a los cielos, como Jesucristo)
ΕL CORÁN (ο ΑL  CORÁN)
 Significa Recitación.
• 114 capítulos.
• Basado en la Torá (o Talmud, Judío) en la Biblia (Cristiano).
• Orienta a fieles como relacionarse con los otros, como orar, como vestirse, o que comer (y que no comer), como adorar, como guerrear, como expandir a fe.
• La Salvación solo para los seguidores de Alá. Resurrección en el juicio final. Las otra religiones estarán en el lago de fuego.

CREENCIAS DE LA FE DEL CORÁN
• Un solo Dios (ALÁ) y un solo mediador entre Dios y los hombres (MAHOMA)
• Ángeles
• Corán – Único libro sagrado
• Mahoma – Último y más importante de los profetas.
• Predestinación – Todo está escrito y no puede se cambiado.

• Resurrección de los muertos para el juicio del bien y del mal. 


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015







ORIGEN DEL MUNDO ÁRABE

1.- Lección: Dios oye.
2.- Texto: Gén 16:10-14 10Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael,12 porque Jehová ha oído tu aflicción. 12Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.[1]

Cuando Agar estuvo en el desierto de Shur, de camino a Egipto, la halló el ángel de Jehová. Éste era el Señor Jesús en una de Sus apariciones antes de Su encarnación, conocida como una cristofonía. (Jueces 6 para un estudio en cuanto al Ángel de Jehová.) Le aconsejó que se volviera y fuera sumisa bajo la mano de Sarai, y le prometió que su hijo sería la cabeza de una gran nación. Esa promesa, por supuesto, tiene su cumplimiento en el pueblo árabe. Las palabras: “Vuélvete… y ponte sumisa” han marcado grandes cambios en las vidas de muchos que han estado cara a cara con Dios.
La exclamación de Agar en el versículo 13 podría ser parafraseada: “Eres Dios quien puede ser visto”, porque dijo: “¿No he visto también aquí al que me ve?” Llamó el pozo “Beer Lahai Roi” (que quiere decir pozo del viviente y me ve).[2]


I.-        Para su consuelo en el presente apuro, el ángel le añade una predicción concerniente a su posteridad. Nótese que es un gran consuelo para las mujeres encinta el pensar que están bajo el particular conocimiento y cuidado de la divina Providencia. Ahora:
1. El ángel le asegura que tendrá un parto feliz, y de un hijo, que es lo que Abraham deseaba. Dio a luz felizmente, no sólo por providencia, sino también por promesa.
2. Pone nombre al niño, lo cual era un honor, tanto para ella como para el niño: Llamarás su nombre Ismael, esto es: «Dios oirá»; la razón es, porque Jehová ha oído tu aflicción. Aun allí donde hay poco clamor de devoción, el Dios de compasión escucha a veces benignamente el clamor de aflicción. Las lágrimas hablan tan bien como las oraciones.
3. Le promete una numerosa descendencia (v. 10). Los árabes http://wilbert-maluquish.blogspot.com/2015/07/el-islam.html(Multiplicaré de tal manera tu descendencia. Dios bendice a Ismael por amor a Abram. Esta promesa es reafirmada en Gén. 17:20)[3]se tienen por descendientes de Ismael. Y son un pueblo muy numeroso.
4. Le declara el carácter del niño que va a dar a luz. Será hombre fiero o, como dice el hebreo, asno salvaje de hombre, fiero y osado, rebelde, indolente y traicionero. Su mano será contra todos—éste es su pecado—; y la mano de todos contra él—éste es su castigo—. Nótese que los que tienen espíritus turbulentos, suelen tener vidas tormentosas. Con todo, vivirá a salvo. Nótese que muchos que, por su imprudencia, están expuestos a constantes peligros, son extrañamente preservados, aun así, por la divina Providencia, siendo Dios para ellos mucho mejor de lo que se merecen.

II.-       La piadosa reflexión de Agar sobre esta benigna aparición de Dios a ella (vv. 13–14). Presta atención a lo que dice:

1. Su respetuosa adoración de la omnisciencia y de la providencia de Dios, con aplicación de estos atributos divinos a sí misma: Tú eres Dios que ve o, como dice el hebreo, de ver; éste sería, para ella, el nombre de Dios por siempre. Dios es (como lo expresaban los antiguos) todo ojo. Él, que todo lo ve, me ve a mí; como dice David: Oh Jehová, tú me has escrutado y me conoces (Sal. 139:1). Para un arrepentido, como Agar es una expresión muy propia: «Tú ves la sinceridad y seriedad de mi conversión y de mi arrepentimiento».
2. Su humilde admiración del favor de Dios hacia ella: ¿No he visto también aquí al que me ve? Probablemente no sabía quién era el que hablaba con ella hasta que él se marchó y entonces ella se apercibió de él con una reflexión semejante a la de los dos discípulos de Emaús (Lc. 24:31–32). ¿No sólo en la tienda de Abram y en su altar, sino también aquí, en este desierto? ¿Aquí, donde nunca lo esperaba, donde yo estaba fuera del camino de mi deber? Señor, cómo es que … (Jn. 14:22).
III.-     El nombre que ella dio a este lugar: Beer-lahay-roí = Pozo del que vive y me ve (v. 14). Éste fue el lugar en que el Dios de la gloria manifestó su especial cuidado por una pobre mujer en apuros.[4]

Elena de White comenta: “La falta de fe de Abraham y de Sara había dado lugar al nacimiento de Ismael, mezcla de la descendencia justa con la impía. La influencia del padre sobre su hijo era contrarrestada por la de los idólatras parientes de su madre, y por la unión de Ismael con mujeres paganas. Los celos de Agar y de las esposas que ella había elegido para Ismael, rodeaban a su familia de una barrera que Abraham trató en vano de romper”.[5]

3.- Aplicación:
Hemos observado a tres personas cometer errores graves: (1) Sarai, que tomó el asunto en sus propias manos y dio una sierva a Abraham; (2) Abraham, el que llevó a cabo el plan pero que, cuando las cosas empezaron a marchar mal, se negó a participar en la resolución del problema; y (3) Agar, que huyó del problema. A pesar de esta caótica situación, Dios demostró que siempre puede hacer que las cosas ayuden a bien (Romanos 8.28). Sarai y Abraham aun así recibieron el hijo que tan desesperadamente anhelaban, y Dios resolvió el problema de Agar a pesar de la negativa de Abraham a meterse en la solución del problema. Ningún problema es demasiado complicado para Dios si uno está dispuesto a permitirle que lo ayude.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 16.10-14.

[2](16:7–15) F. Davidson, The New Bible Commentary (Nuevo Comentario Bíblico), 90.

[3]Eduardo A. Hernández and CA) Lockman Foundation (La Habra, Biblia De Estudio : LBLA. (La Habra, CA: Editorial Funacion, Casa Editoral para La Fundacion Biblica Lockman, 2003), Gn 16.10.
[4]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 41.

[5]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 152.
http://suite101.net/islamhttp://suite101.net/islam

ABRAHAM

1.- Lección: ¡Las bendiciones de Dios van más allá de nuestra imaginación!
2.- Texto: Gén 15:2-6 2Y respondió Abraham: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3Dijo también Abraham: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.a 6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.b[1]

La seguridad dada a Abraham de una numerosa estirpe que descendería de él.
I.-  La queja repetida de Abraham (vv. 1–2). Esto fue lo que dio ocasión para esta promesa. La gran aflicción que pesaba sobre Abraham era la falta de un hijo. Aunque nunca debemos quejarnos de Dios, sí que podemos quejarnos a Dios, y para un espíritu fatigado y cargado es un alivio el abrirse y derramar su pena ante un amigo fiel y compasivo, como es Dios. La queja de Abraham era cuádruple:
1. Que no tenía prole (v. 3).
2. Que no parecía haber esperanza de tenerla, al insinuar esto en ese: Ando sin hijo (v. 2), como si dijera: Estoy entrado en años y desciendo ya solitario por la vertiente que lleva al sepulcro.
3. Que sus siervos ocupaban al presente, y llevaban trazas de ocupar en el futuro, el lugar de hijos en su casa (vv. 2–4).
4. Que la carencia de prole constituía para él una pena tan grande, que le quitaba todo el gusto que pudieran proporcionarle sus satisfacciones, como si dijera: Todo eso no supone nada para mí, si me quedo sin hijo. Con todo, podemos suponer que Abraham tenía aquí la vista puesta en la simiente prometida y, de este modo, la importunidad de su deseo tenía mucho de recomendable; todo eso no suponía nada para él, si no tenía seguridad de estar relacionado con el Mesías, del cual Dios le había animado ya a mantener la expectación. «Tengo esto y lo otro, pero ¿de qué me servirá todo ello, si ando sin Cristo?»

II. Benévola respuesta de Dios a su queja.
1. Dios le da promesa explícita de un hijo (v. 4): Ése que ha nacido en tu casa no te heredará, como temes, sino el que saldrá de tus entrañas, un hijo tuyo será el que te heredará.
2. Para impresionarle más con esta promesa, le sacó fuera, le mostró las estrellas, y le dijo: Así será tu descendencia (v. 5).
(a) Tan numerosa; las estrellas parecen ya innumerables a simple vista. Abraham temía quedarse sin siquiera un hijo.
(b) Tan ilustre, pareciéndose a las estrellas en esplendor. La descendencia de Abraham según la carne iba a ser como el polvo de la tierra (13:16), pero su descendencia espiritual iba a ser como las estrellas del cielo, no sólo numerosa, sino también gloriosa y muy preciosa.

III.-   La firme creencia de Abraham en la promesa que Dios le hacía ahora, y la favorable aceptación que Dios hizo de su fe (v. 6). Véase cómo pondera y engrandece el Apóstol esta fe de Abraham y la pone como ejemplo relevante (Ro. 4:19–21). Y le fue contado—por Dios—por justicia; es decir: sobre esta base fue aceptado por Dios y, como el resto de los patriarcas, por fe alcanzó testimonio de que era justo (He. 11:4). Esto es enfatizado en el Nuevo Testamento para probar que somos justificados por la fe sin las obras de la Ley (Ro. 4:6; Gá. 3:6). Todos los creyentes son justificados como lo fue Abraham, y fue su fe lo que le fue contado por justicia; no que su fe ocupase el lugar de la justicia, sino que su fe fue un acto de justicia y le justificó delante de Dios.[2]

Elena de White comenta: “El Señor llamó a Abrahán para que fuera un canal de luz y de bendición y tuviera una influencia creciente, y para que Dios pudiera tener un pueblo sobre la tierra. Abrahán debía estar en el mundo para reflejar el carácter de Jesús. Cuando recibió el llamamiento divino, no era una persona de renombre, tampoco un legislador, ni un conquistador. Era un sencillo pastor que habitaba en tiendas, pero que empleaba a una gran cantidad de trabajadores para llevar a cabo su humilde labor. El honor que recibió fue por causa de su fidelidad a Dios, su estricta integridad y su trato justo”.[3]

3.- Aplicación:
Aun cuando Abraham había demostrado su fe a través de sus acciones, fue la fe y no las acciones lo que hizo a Abraham justo ante Dios (Romanos 4.1-5). Nosotros también podemos tener una relación correcta con Dios al confiar en Él plenamente. Nuestras acciones exteriores —asistir a la iglesia, orar y realizar buenas obras— no nos harán por sí mismas justos ante Dios. La relación con Dios se fundamenta en la fe, en la confianza en que Dios es quien dice ser y hace lo que promete hacer. Las buenas obras son una consecuencia natural de lo anterior.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




a 15.5: Ro. 4.18; He. 11.12.
b 15.6: Ro. 4.3; Gá. 3.6; Stg. 2.23.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 15.2-7.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 39.

[3]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 257.

sábado, 25 de julio de 2015

MELQUISEDEC, “MI REY ES JUSTO"

1.- Lección: Un reconocimiento piadoso que nosotros deberíamos imitar al tener éxito en cualquier empresa legítima.
2.- Texto: Gén 14:17-20 17Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18Entonces Melquisedec,a rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abrham los diezmos de todo.[1]

Este párrafo comienza con la mención de los respetos que el rey de Sodoma ofreció a Abraham, pero, antes de referirla en detalle, la Escritura registra brevemente la historia de Melquisedec.

I.- Quién era éste. Era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo; y otras cosas gloriosas que se dicen de él (Heb. 7:1):
1. Los escritores rabínicos concluyen que Melquisedec era Sem el hijo de Noé. Pero, ¿por qué habría cambiado su nombre? ¿Y cómo vino a fijar su residencia en Canaán?
2. Muchos escritores cristianos han pensado que fue una aparición del mismo Hijo de Dios en figura de rey justo, que sale en defensa de una causa justa y da la paz. Piensan que es difícil imaginar un mero hombre de quien pueda decirse que es sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida (Heb. 7:3).
3. La opinión más común es que Melquisedec era un príncipe cananeo que reinó en Salem y conservó allí la verdadera religión; pero si es así, ¿por qué había de aparecer su nombre sólo aquí en toda la historia de Abraham? La Cadena Arábica da de Melquisedec los siguientes datos: Que era el hijo de Heraclim, hijo de Peleg, hijo de Heber, y que el nombre de su madre era Salatiel, hija de Gomer, hijo de Jafet, el hijo de Noé.
II.- Lo que hizo.
1. Sacó pan y vino, como refrigerio para Abraham y sus soldados y como felicitación por su victoria. Esto lo hizo en cuanto rey.
2. En su calidad de sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham, lo que podemos suponer que sería para Abraham un refrigerio mayor que el pan y el vino. Así Dios, después de resucitar a su Hijo Jesús le ha enviado a bendecirnos, como quien tiene autoridad; y aquéllos a quienes Él bendice, son benditos de veras.
III.- Lo que dijo (vv. 19–20). Dijo dos cosas:
1. Bendijo a Abraham de parte de Dios. Observa los títulos que da aquí a Dios, y que son muy gloriosos. 
(a) El Dios Altísimo; 
(b) Creador de los cielos y de la tierra, o Dueño, como dice el hebreo, lo que implica que es el justo Dueño y Soberano Señor de todas las criaturas, por ser el Creador y Hacedor de todas ellas.
2. Bendijo a Dios de parte de Abraham (v. 20): y bendito sea el Dios Altísimo.
IV. Lo que le fue hecho: Le dio Abraham los diezmos de todo, es decir, del botín (Heb. 7:4). Esto podría considerarse:
1. Como un presente voluntario a Melquisedec, en correspondencia a sus señales de respeto.
2. Como ofrenda prometida y dedicada al Dios Altísimo y, por ello, puesta en manos de Melquisedec, su sacerdote. Notemos: (a) Cuando hemos recibido de Dios algún señalado favor, está muy en su punto que expresemos nuestra gratitud con algún acto especial de piedad caritativa. (b) El diezmo de lo que Dios nos haya prosperado es una conveniente porción para ponerla aparte para el honor de Dios y el servicio del santuario. (c) Jesucristo, nuestro gran Melquisedec, se merece nuestro homenaje, y que todos y cada uno le reconozcamos como nuestro rey y sacerdote; y no sólo el diezmo de todo, sino todo lo que poseemos debemos ponerlo a sus pies y ofrecérselo.[2]
Elena de White comenta: “Melquisedec, al bendecir a Abraham, había reconocido a Jehová como la fuente de todo su poder y como autor de la victoria: “Bendito sea Abraham del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos”. Génesis 14:19, 20. Dios estaba hablando a aquel pueblo por su providencia, pero el último rayo de luz fue rechazado, como todos los anteriores”.[3]

3.- Aplicación:
Cuando la gente nos mira, debe notar lo que Dios ha logrado en nuestras vidas.
Hablando del diezmo, “Y Abraham le dio a él el diezmo de todo” (Job 14:20). De este versículo se desprenden varios principios importantes en cuanto al diezmo los cuales debemos aplicar:
1.     Debemos dar en el lugar adecuado. Abraham dio su diezmo al sacerdote del lugar. En nuestro caso debemos darlo en la congregación de nuestra iglesia.
2.     Debemos dar la cantidad adecuada. El diezmo es lo establecido por el Señor como el mínimo.
3.     Debemos dar con el motivo adecuado. Abraham lo hizo por gratitud a todo lo recibido de la mano del Señor.
4.     Debemos dar en el momento adecuado. Inmediatamente que Abraham obtuvo la victoria entrega sus diezmos. Inmediatamente que recibimos los recursos que Dios nos da, es el momento para dar al Señor nuestro diezmo de gratitud.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 14.17-21.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 39.

[3]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 136.

viernes, 24 de julio de 2015

PROCURANDO LA PAZ

1.- Lección: Mejor es conservar la paz, que no sea rota pero la otra cosa mejor es, si se presentan diferencias, sofocar con toda velocidad el fuego que está empezando.
2.- Texto: Gén 13:5-9 También Lot, que andaba con Abraham, tenía ovejas, vacas y tiendas. 6Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. 7Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. 8Entonces Abraham dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. 9¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. [1]

Al enfrentar la posibilidad de un conflicto con su sobrino Lot, Abraham tomó la iniciativa de resolver la disputa.
I.- La ocasión de reyerta fueron sus riquezas. Las riquezas son a menudo ocasión de discordias y peleas. La pobreza y el esfuerzo penoso, la escasez y los viajes no habían podido separar a Abraham y a Lot, pero las riquezas sí que pudieron. Los amigos y allegados pueden perderse fácilmente; pero Dios es un amigo tal, que de su amor no nos separarán jamás ni la altura de la prosperidad ni la profundidad de la adversidad.
II.- La contienda comenzó entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot (v. 7). Contendieron sobre quién habría de disponer de los mejores pastos o de las mejores aguas.
III.- La contienda se agravó por el hecho de que el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Esto hizo que la contienda fuese:
1. Muy Peligrosa.
2. Muy escandalosa. Las contiendas de los que profesan la religión resultan en reproche de la religión que profesan y dan ocasión, tanto como cualquier otra cosa, a los enemigos de Dios para blasfemar de Él.
IV.- La solución de la contienda fue en extremo feliz. Es mejor preservar la paz que dejar que se quiebre. Pero, si surgen las diferencias, lo mejor es en este caso arreglarlas con la mayor presteza. La propuesta para detener la contienda fue hecha por Abraham.
1. Su petición de paz fue muy afectuosa: No haya altercado… Te ruego. Abraham sabía cómo calmar la ira con una respuesta blanda y abrir la vía de la reconciliación. Los hijos de Dios deben siempre manifestarse como pacificadores; sea cual sea la reacción de los demás, la suya debe ser por la paz.
2. Su apelación a la paz fue muy convincente.                                                                 
(a) “No haya altercado entre nosotros dos. Deja que los cananeos y los ferezeos contiendan por naderías; pero no caigamos en eso nosotros, que conocemos mejores cosas y aspiramos a una patria mejor.” El recuerdo de viejas amistades debería poner rápidamente punto final a las contiendas y altercados que puedan surgir en algún momento.
(b) No se olvide que somos hermanos. Somos criaturas racionales, que deben guiarse por la razón. Somos hombres, no animales brutos; hombres, no chiquillos. En fin, somos hermanos. Hombres de la misma naturaleza de la misma familia, de la misma religión, compañeros en la obediencia y compañeros en la paciencia.
3. Su proposición de paz fue muy equitativa. “¿Por qué hemos de contender por espacio, cuando hay espacio suficiente para ambos?” Le ofrece así suficiente participación de la tierra en que estaban. Más aún, le da a elegir, y se ofrece a quedarse con lo que le deje: Si te vas a la mano izquierda, yo iré a la derecha. Abraham tenía toda la razón del mundo para escoger él primero; sin embargo, cede de su derecho. Es una noble victoria el estar dispuesto a ceder por causa de la paz; es la victoria sobre nosotros mismos, sobre nuestro orgullo y nuestras pasiones (Mt. 5).[2]

Elena de White comenta: “Abrahán volvió a Canaán “riquísimo en ganado, en plata y oro”. Lot aún estaba con él, y de nuevo llegaron a Betel, y establecieron su campamento junto al altar que habían erigido anteriormente. Pronto comprendieron que las riquezas acrecentadas aumentaban las dificultades. En medio de las penurias y las pruebas habían vivido juntos en perfecta armonía, pero en su prosperidad había peligro de discordias entre ellos. Los pastos no eran suficientes para el ganado de ambos... Era evidente que debían separarse. Abrahán era mayor que Lot, y superior a él en parentesco, riqueza y posición; no obstante, él fue el primero en sugerir planes para mantener la paz. A pesar de que Dios mismo le había dado toda esa tierra, muy cortésmente renunció a su derecho...”[3]

3.- Aplicación:
El ejemplo de Abraham nos muestra cómo debemos responder a las situaciones familiares difíciles: (1) tomar la iniciativa para resolver los conflictos, (2) permitir a los demás que hagan la primera elección, aun cuando eso signifique que no tendremos lo que queremos; (3) poner la paz familiar por encima de nuestros deseos personales.[4]

El pueblo de Dios debe estar por la paz sea lo que sea que los demás apoyen. El ruego de Abraham por la paz fue muy poderoso. Que la gente de la tierra contienda por fruslerías; pero no caigamos nosotros que sabemos cosas mejores y que esperamos un país mejor.

Elena de White compara ¡Cuántos, en circunstancias semejantes, habrían procurado a toda costa sus preferencias y derechos personales! ¡Cuántas familias se han desintegrado por esa razón! ¡Cuántas iglesias se han dividido, dando lugar a que la causa de la verdad sea objeto de las burlas y el menosprecio de los impíos! “No haya ahora altercado entre mí y ti”, dijo Abrahán, “porque somos hermanos”. No sólo lo eran por parentesco natural sino también como adoradores del verdadero Dios. Los hijos de Dios forman una sola familia en todo el mundo, y debería guiarlos el mismo espíritu de amor y concordia. “Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros” (Romanos 12:10), es la enseñanza de nuestro Salvador. El cultivo de una cortesía uniforme, y la voluntad de tratar a otros como deseamos ser tratados nosotros, eliminarían la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de ensalzamiento propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón que abriga el amor de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo suyo. El tal cumplirá la orden divina: “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros”. Filipenses 2:4.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



            [1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 13.5-10.

[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 37.

[3]Elena G. de White, Conflicto y valor, 47.

[4]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 13.5.

[5]White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 125, 126.

jueves, 23 de julio de 2015

UNA PRUEBA DE FE

1.- Lección: Fe, oración y acción determinan nuestro porvenir.
2.- Texto: Gén 12:1-3Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.[1]

Después del diluvio, una vez más se multiplicaron los habitantes de la tierra, y también aumentó la impiedad.  La idolatría llegó a ser casi universal, y finalmente el Señor dejó que los endurecidos transgresores siguieran sus malos caminos, mientras él eligió a Abraham, del linaje de Sem, y lo convirtió en guardián de su ley para las generaciones futuras. Este llamamiento estaba destinado a probar su fe y obediencia así como a separarle y ponerle aparte para Dios y para servicios especiales.

I.- Un precepto para probarle: Vete de tu tierra (v. 1).

1. Con este precepto fue probado para ver si estaba apegado a su tierra nativa y a sus más queridos amigos, o si estaba dispuesto a dejarlo todo y marcharse con Dios. Su país se había vuelto idólatra, su familia era para él una tentación constante, y no podía continuar con ellos sin peligro de contagio. La gracia divina:
(A) Los afectos naturales deben dejar paso a la gracia divina.
(B) El pecado, y todas las ocasiones de pecado, han de ser abandonados y en particular las malas compañías; debemos abandonar todos los ídolos de iniquidad que hemos instalado en nuestro corazón, desprendiéndonos de buena gana de todo lo que nos sea más querido, cuando no podamos conservarlo sin riesgo de nuestra integridad.
(C) El mundo y todos sus deleites deben ser considerados con una santa indiferencia; ya no debemos tenerlo por nuestro país, o por nuestra casa, por más tiempo, sino como una posada y, por tanto, acostumbrarnos a vivir desligados de él, por encima de él, y fuera de él en nuestro corazón.

2. Con este precepto fue probado para ver si estaba dispuesto a confiar en Dios cuando ya no le viese, pues tenía que dejar su país para ir a una tierra que Dios le había de mostrar. Dios no le dice: “Es una tierra que te daré”, sino “una tierra que te mostraré”. Tiene que seguir a Dios con una fe implícita, a pesar de que no se le da ninguna seguridad especial de que no va a perder nada dejando su tierra para seguir a Dios.

II.- Hay luego una promesa estimulante, o, más bien, una combinación de promesas, muchas y sobremanera grandes y preciosas. Nótese que todos los preceptos de Dios van acompañados de promesas para el que obedece. Si nosotros obedecemos el mandamiento, Dios no dejará de cumplir la promesa. Aquí hay seis promesas:

1.- Haré de ti una nación grande. Cuando Dios le sacó de su pueblo, prometió hacerle cabeza de otro; le arrancó de ser rama de olivo silvestre para hacerle raíz de un buen olivo. Esta promesa fue: (A) Un gran alivio para la carga de Abram, porque no tenía hijos en este momento. Nótese qué bien sabe Dios ajustar sus favores a las necesidades y deseos de sus hijos. El que tiene una venda para cada herida, proveerá primero para la herida más dolorosa. (B) Una gran prueba para su fe, porque Saraí era estéril.
2. Te bendeciré. Deja la casa de tu padre, y yo te daré una bendición paterna.
3. Engrandeceré tu nombre. Al abandonar su patria, dejó allí su nombre. Al no tener hijos, temía quedarse también sin nombre; pero Dios iba a hacerle una gran nación y, por consiguiente, un gran nombre.
4. Serás bendición; esto es: (a) “Tu felicidad será un modelo de felicidad, de suerte que quienes bendigan a sus amigos, orarán solamente para que Dios los haga como a Abraham” (Rut 4:11). (b) “Tu vida será una bendición para los lugares en que tú permanezcas.”
5. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Esto implica una especie de coalición, ofensiva y defensiva, entre Dios y Abraham.
6 Serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Ésta fue la promesa que coronaba todas las demás, porque apunta hacia el Mesías, en quien todas las promesas son Sí y Amén (2 Cor. 1:20). Nótese que:
(a) Jesucristo es la gran bendición del mundo, la mayor que jamás el mundo haya podido disfrutar.
(b) Es una bendición para la familia, pues por él entra la salvación en casa (Luc. 19:9).[2]

Elena de White comenta: Dios escogió a Abraham como su mensajero mediante el cual comunicaría la luz al mundo. La palabra de Dios llegó a él, no con la presentación de seductoras perspectivas de grandes remuneraciones en esta vida, de gran estima y honor mundanales. “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1), fue el mensaje divino a Abraham. El patriarca obedeció... Dejó atrás su país, su hogar, sus parientes y todas las relaciones agradables de su vida para transformarse en un peregrino y extranjero.[3]

3.- Aplicación:
Quizá Dios está tratando de guiarlo a un lugar donde usted pueda serle más útil y servirle mejor. No deje que la comodidad y la seguridad de su posición actual le hagan perder el plan que Dios tiene para usted.

Elena de White señala Hay personas que podrían estar en situaciones favorables... en todas las cosas de la vida, pero Dios puede tener para ellos una obra que hacer en otra parte, una obra que no podrían hacer entre sus parientes y amigos. La misma comodidad y los parientes que los rodean pueden impedirles desarrollar los rasgos de carácter que Dios quisiera que desarrollaran. Pero Dios ve que cambiando su situación y enviándolos a lugares cuyo ambiente sea completamente diferente, ellos estarán en el sitio donde mejor podrán desarrollar un carácter que lo glorifique... Dios en su providencia nos coloca en situaciones en las cuales sentimos nuestra necesidad de su ayuda y poder, y ama revelarse a nosotros”.[4]




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 12.1-3.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 35.

[3]Elena G. de White, Testimonies for the Church 4:523.

[4]Elena G. de White, En los lugares celestiales,1968, 114.

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