1.- Lección: Mejor es conservar la paz, que no sea
rota pero la otra cosa mejor es, si se presentan diferencias, sofocar con toda
velocidad el fuego que está empezando.
2.- Texto: Gén
13:5-9 También Lot, que andaba con Abraham, tenía ovejas, vacas y
tiendas. 6Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos,
pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. 7Y
hubo contienda entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado
de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. 8Entonces
Abraham dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis
pastores y los tuyos, porque somos hermanos. 9¿No está toda la
tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano
izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. [1]
Al enfrentar la posibilidad de un conflicto con su sobrino
Lot, Abraham tomó la iniciativa de resolver la disputa.
I.- La ocasión de reyerta fueron sus riquezas. Las riquezas son a menudo ocasión de
discordias y peleas. La pobreza y el esfuerzo penoso, la escasez y los viajes
no habían podido separar a Abraham y a Lot, pero las riquezas sí que pudieron.
Los amigos y allegados pueden perderse fácilmente; pero Dios es un amigo tal,
que de su amor no nos separarán jamás ni la altura de la prosperidad ni la
profundidad de la adversidad.
II.- La contienda comenzó entre los pastores
del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot (v. 7). Contendieron sobre quién habría de
disponer de los mejores pastos o de las mejores aguas.
III.- La contienda se agravó por el hecho de que el
cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Esto hizo que la contienda fuese:
1. Muy Peligrosa.
2. Muy escandalosa. Las contiendas de los
que profesan la religión resultan en reproche de la religión que profesan y dan
ocasión, tanto como cualquier otra cosa, a los enemigos de Dios para blasfemar
de Él.
IV.- La solución de la contienda fue en extremo
feliz. Es mejor preservar
la paz que dejar que se quiebre. Pero, si surgen las diferencias, lo mejor es
en este caso arreglarlas con la mayor presteza. La propuesta para detener la
contienda fue hecha por Abraham.
1. Su petición de paz fue
muy afectuosa: No haya
altercado… Te ruego. Abraham sabía cómo calmar la ira con una respuesta
blanda y abrir la vía de la reconciliación. Los hijos de Dios deben siempre
manifestarse como pacificadores; sea cual sea la reacción de los demás, la suya
debe ser por la paz.
2.
Su apelación a la paz fue muy convincente.
(a) “No haya altercado entre nosotros dos. Deja que los cananeos y
los ferezeos contiendan por naderías; pero no caigamos en eso nosotros, que
conocemos mejores cosas y aspiramos a una patria mejor.” El recuerdo de viejas
amistades debería poner rápidamente punto final a las contiendas y altercados
que puedan surgir en algún momento.
(b) No se olvide que somos hermanos. Somos criaturas racionales, que
deben guiarse por la razón. Somos hombres, no animales brutos; hombres, no
chiquillos. En fin, somos hermanos. Hombres de la misma naturaleza de la misma
familia, de la misma religión, compañeros en la obediencia y compañeros en la
paciencia.
3. Su proposición de paz fue
muy equitativa. “¿Por qué
hemos de contender por espacio, cuando hay espacio suficiente para ambos?” Le
ofrece así suficiente participación de la tierra en que estaban. Más aún, le da
a elegir, y se ofrece a quedarse con lo que le deje: Si te vas a la mano
izquierda, yo iré a la derecha. Abraham tenía toda la razón del mundo para escoger
él primero; sin embargo, cede de su derecho. Es una noble victoria el estar
dispuesto a ceder por causa de la paz; es la victoria sobre nosotros mismos,
sobre nuestro orgullo y nuestras pasiones (Mt. 5).[2]
Elena
de White comenta: “Abrahán volvió a Canaán “riquísimo en ganado, en plata y
oro”. Lot aún estaba con él, y de nuevo llegaron a Betel, y establecieron su
campamento junto al altar que habían erigido anteriormente. Pronto
comprendieron que las riquezas acrecentadas aumentaban las dificultades. En
medio de las penurias y las pruebas habían vivido juntos en perfecta armonía,
pero en su prosperidad había peligro de discordias entre ellos. Los pastos no
eran suficientes para el ganado de ambos... Era evidente que debían separarse. Abrahán
era mayor que Lot, y superior a él en parentesco, riqueza y posición; no
obstante, él fue el primero en sugerir planes para mantener la paz. A pesar de
que Dios mismo le había dado toda esa tierra, muy cortésmente renunció a su
derecho...”[3]
3.- Aplicación:
El ejemplo de Abraham nos muestra cómo debemos responder a las
situaciones familiares difíciles: (1) tomar la iniciativa para resolver los
conflictos, (2) permitir a los demás que hagan la primera elección, aun cuando eso
signifique que no tendremos lo que queremos; (3) poner la paz familiar por
encima de nuestros deseos personales.[4]
El
pueblo de Dios debe estar por la paz sea lo que sea que los demás apoyen. El
ruego de Abraham por la paz fue muy poderoso. Que la gente de la tierra contienda
por fruslerías; pero no caigamos nosotros que sabemos cosas mejores y que
esperamos un país mejor.
Elena
de White compara ¡Cuántos, en circunstancias semejantes, habrían procurado a
toda costa sus preferencias y derechos personales! ¡Cuántas familias se han
desintegrado por esa razón! ¡Cuántas iglesias se han dividido, dando lugar a
que la causa de la verdad sea objeto de las burlas y el menosprecio de los
impíos! “No haya ahora altercado entre mí y ti”, dijo Abrahán, “porque somos
hermanos”. No sólo lo eran por parentesco natural sino también como adoradores
del verdadero Dios. Los hijos de Dios forman una sola familia en todo el mundo,
y debería guiarlos el mismo espíritu de amor y concordia. “Amándoos los unos a
los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros”
(Romanos 12:10), es la enseñanza de nuestro Salvador. El cultivo de una
cortesía uniforme, y la voluntad de tratar a otros como deseamos ser tratados
nosotros, eliminarían la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de
ensalzamiento propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón que abriga el
amor de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo suyo. El tal cumplirá la
orden divina: “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo
de los otros”. Filipenses 2:4.[5]
Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015
[2]Matthew
Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224
TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 37.
[3]Elena
G. de White, Conflicto y valor, 47.
[4]Biblia
Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000,
c1996), Gn 13.5.
[5]White,
Historia de los Patriarcas y Profetas, 125, 126.