domingo, 16 de agosto de 2015

ESAÚ, PADRE DE LOS EDOMITAS

1.- Lección:  Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano.
2.- Texto: Gén 36:43 43Estos fueron los jefes de Edom según sus moradas en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas”.[1]
Esaú, padre de los edomitas:[2]Aunque Esaú no era el heredero del pacto perpetuo, igual Dios lo bendijo junto a su familia, ya que todos llegaron a ser una nación. Así se cumplieron las promesas de Isaac para Esaú, y debido a que vivía lejos de Jacob, se estaba sacudiendo del “cuello” el “yugo” de su hermano (Gén. 27:39–40).[3]
El monte Seír es llamado la tierra de su posesión (v. 43). Mientras los israelitas vivían en la casa de la esclavitud, y su Canaán era sólo la tierra de la promesa, los edomitas vivían en sus propias mansiones, y Seír era su posesión. Nótese que los hijos de este mundo tienen todo lo suyo a mano, y nada en esperanza (Luc. 16:25), mientras que los hijos de Dios tienen todo lo suyo en esperanza, y casi nada al alcance de la mano. Pero, cuando todo se pondera como es debido es mejor tener Canaán en promesa que el monte Seír en posesión.[4]

No se cita siquiera a uno de los descendientes de Esaú en el registro de la fe en Dios; todos se pierden en la oscuridad de los que se apartan del Dios viviente. Tuvieron riquezas temporales y fama pasajera en este mundo, pero nada en la eternidad.[5]

En el tiempo del NT los idumeos son los descendientes de Edom. Finalmente, la identidad étnica de los edomitas se pierde y se asimilan con los árabes. Así vemos que el plan de Dios para Jacob y para Esaú llega a desarrollarse en cumplimiento a sus promesas y gracias a su intervención.[6]

3.- Ilustración:
Los edomitas persistieron en la misma clase de rivalidad con los israelitas que había entre Esaú y Jacob.[7]

4.- Aplicación:
El monte de Seir es llamado la tierra de su propiedad. Canaán era en esta época solamente la tierra prometida. Seir era posesión de los edomitas. Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, Lucas 26: 25, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano. Pero, consideradas todas las cosas, es incomparablemente mejor tener Canaán en la promesa, que el monte de Seir como posesión.[8]

Elena de White comenta al respecto: “Esaú y Jacob habían sido educados igualmente en el conocimiento de Dios, y los dos pudieron andar según sus mandamientos y recibir su favor; pero no hicieron la misma elección. Tomaron diferentes caminos, y sus sendas se habían de apartar cada vez más una de otra”.  (Historia de los Patriarcas y Profetas, 184.)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 36.43.
            [2]Andrews Study Bible Notes, ed. Jon L. Dybdahl (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2010), 52.
[3]Neuvo Comentario Ilustrado De La Biblia (Nashville: Editorial Caribe, 2003), 63.
[4]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 62.
[5]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 37.
[6]Daniel Carro, José Tomás Poe, Rubén O. Zorzoli and Tex.) Editorial Mundo Hispano (El Paso, Comentario Bı́blico Mundo Hispano Genesis, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-<1997), 201.
[7]Arturo Collins, Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ Comenzó Todo (Génesis) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1992), 100.
[8]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 56.

viernes, 14 de agosto de 2015

SUFRIMIENTO, MENTIRA, ENGAÑO Y ASESINATO

1.- Lección: El pecado sexual es devastador y sus consecuencias son de largo alcance.
2.- Texto: Gén 34:2 Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró”. [1]

Las personas jóvenes, especialmente las mujeres, nunca están tan a salvo y tan bien como bajo el cuidado de padres piadosos. Su propia ignorancia y los halagos y artificios mal intencionados de la gente impía, que siempre está poniéndoles trampas, las exponen a gran peligro.
Dina, la única hija de Jacob, tendría por ahora quince o dieciséis años cuando en esta ocasión dio pie a tantas desdichas. Obsérvese:
1. Su vana curiosidad. Fue a ver; no sólo eso, sino que fue a ser vista también. Fue a ver a las hijas del país, pero es posible que abrigase el pensamiento de ver también a los hijos del país. El hebreo indica que deseaba hacer amistad con las cananeas, sin duda, quería conocer sus costumbres.
Los niños malcriados, como Dina, a menudo se vuelven dolor y vergüenza para su familia.[2]

2. La pérdida de su honra mediante la violación forzada (v. 2). Dina marchó a mirar los alrededores; pero si hubiese mirado por sí misma como debía, no habría caído en aquella trampa.
El comienzo del pecado es como dejar escapar el agua. ¿Qué tanto importa que se encienda un fuego pequeño? Debemos evitar cuidadosamente todas las ocasiones de pecar y las aproximaciones a ello.[3]

3. El galanteo que le hizo Siquem después de haberla deshonrado (v. 3–4).
4. Las noticias llegan al pobre Jacob (v. 5). El buen hombre se calló, como atónito que no sabe qué decir. Había dejado en manos de sus hijos mayores la gestión de sus negocios (según todos los indicios), y no se atrevía a hacer nada sin ellos. Fue una imprudencia. Las cosas no marchan bien cuando la autoridad del padre está de baja en una familia.[4]

3.- Ilustración:
Hoy en día se escucha con frecuencia la noticia dramática de la violación sexual que acontece con niñas pequeñas tanto como con mujeres. Más personas están anunciando públicamente malos tratos de familiares y extraños en los primeros años de vida. Esto nos hace pensar en la gravedad de la violación sexual.

4.- Aplicación:
El dolor que resulta de una violación se extiende a toda la familia y a los demás. Los pecados pueden tener consecuencias mucho más graves y extensas de lo que pensamos.
No permita que la pasión sexual lo lleve a pecar. Las pasiones hay que dominarlas.

Un consejo para los jóvenes de Elena de White: “Un corto tiempo invertido en sembrar malas hierbas, queridos amigos jóvenes, producirá una cosecha que amargará vuestra vida toda; una hora de descuido; ceder una vez a la tentación, pueden hacer que toda la corriente de vuestra vida se encauce en una dirección equivocada. No podéis tener más que una juventud; invertidla en forma útil. Cuando hayáis pasado sobre este terreno una vez, nunca podréis regresar para rectificar vuestros errores. El que se niega a relacionarse con Dios, y se coloca a sí mismo en el camino de la tentación, caerá con seguridad. Dios está probando a cada joven.”.  (Consejo para jóvenes enamorados, 63:3)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 34.2-3.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 54.
[3]Ibid.
[4]Ibid., 60.

jueves, 13 de agosto de 2015

EJEMPLO DE BUEN PADRE Y PASTOR

1.- Lección: Prudencia y delicadeza en la educación de los niños y jóvenes en las cosas de Dios.
2.- Texto: Gén 33:13,14 13Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. [1]

I.-        Acerca de lo que restaba de viaje.
1. Esaú se ofrece a ser su guía y acompañante, en señal de reconciliación sincera (v. 12). Parece que Esaú está encantado con la compañía de Jacob y se ofrece a conducirle hasta Seír. Aprendamos a no desesperar de nadie y a no desconfiar de Dios, en cuyas manos están todos los corazones. Sin embargo, Jacob expresó con toda modestia sus razones para rehusar este ofrecimiento (vv. 13–14), y mostró una tierna preocupación por su familia y sus ganados, como buen padre y buen pastor. Debe tener consideración con los niños y con los rebaños con crías, para no conducirlos demasiado deprisa. Esta prudencia y delicadeza de Jacob debe ser imitada por quienes tienen el cuidado y el encargo de educar a los niños y a los jóvenes en las cosas de Dios. No hay que apresurarlos al principio con tareas duras en los servicios religiosos, sino guiarlos en la medida de sus fuerzas, y hacerles el trabajo lo más fácil posible. Así lo hace Cristo, el Buen Pastor (Isa. 40:11).
2. Esaú ofrece algunos de sus hombres para que le sirvan de guardia y escolta (v. 15).
(A) Jacob piensa, en su humildad, que no lo necesita para su dignidad.
(B) Jacob se halla bajo la protección divina, así que tampoco lo necesita para su seguridad.[2]
Elena de White comenta al respecto: “En el camino penoso de la vida sepa el marido y padre ir “poco a poco” al paso en que pueda seguirle su compañera de viaje. En medio del gentío que corre locamente tras el dinero y el poder, aprenda el esposo y padre a medir sus pasos, a confortar y a sostener al ser humano llamado a andar junto a él”.[3]

3.- Ilustración:
El nevado de Huaytapallana (la suiza Huanacayna) en Huancayo-Perú, para llegar allí tenemos que realizar una caminata de 3 km, por una zona pendiente y a una temperatura de más de 4,000 msnm. Realizar esa caminata con niños se requiere la consideración de Jacob “poco a poco”, pero al final vale la pena llegar allí.

4.- Aplicación:
Que el cuidado y tierna atención que Jacob da a su familia y a sus rebaños, nos recuerden al buen Pastor de nuestras vidas, que reúne a los corderos con su brazo y los lleva en su regazo y, bondadosamente, guía a las que están recién paridas, Isaías 40, 11. Todos debemos seguir su ejemplo como padres, maestros o pastores.[4]
Elena de White dice: “Más de un marido y padre podría sacar provechosa lección del solícito cuidado del fiel pastor. Jacob, al verse instado a emprender difícil y apresurada caminata, contestó: ´Los niños son tiernos, y...´” (Exaltad a Jesús, 216)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 33.13-15.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 60.
[3]Elena de White, El Ministerio de Curación, 289, 290.
[4]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 54.

miércoles, 12 de agosto de 2015

DE SUPLANTADOR A PRÍNCIPE DE DIOS

1.- Lección: La oración ferviente es la oración eficaz.
2.- Texto: Gén 32:28 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob,b sino Israel;42 porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.[1]

Un buen rato antes del alba, estando solo, Jacob desplegó más plenamente sus temores orando a Dios. Mientras estaba así ocupado, Uno semejante a un hombre luchó con él. Cuando el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades y casi no hallamos palabras para expresar nuestros deseos más vastos y fervientes, y queremos decir más de lo que podemos expresar, entonces, la oración lucha, sin duda, con Dios.[2]
I.-        Cómo se entabló la lucha entre Jacob y este ángel (v. 24).
Jacob estaba ahora lleno de preocupación y temor por la entrevista que le esperaba, al día siguiente, con su hermano, y Dios mismo parece oponerse a que entre en la tierra de la promesa. Se nos dice por medio del profeta (Os. 12:3,4) que Jacob luchó con un ser divino. Luchó con el ángel, y prevaleció; lloró y le rogó. La oración y las lágrimas fueron sus armas.
II.-       Cuál fue el resultado de la lucha.
1. Jacob no perdió terreno, de tal manera que el ángel no pudo con él (v. 25), pues el desánimo no había podido sacudir la fe de Jacob ni silenciar su oración. No fue con una fuerza propia, sino con una fuerza derivada de lo alto, como Jacob luchó y prevaleció. Nótese que no podemos prevalecer con Dios si nos apoyamos en nuestras propias fuerzas; sólo es posible con las fuerzas mismas que Dios nos proporciona. Es su Espíritu el que intercede en nosotros y nos ayuda en nuestra debilidad (Ro. 8:26).
2. El ángel le descoyuntó a Jacob el muslo (v. 25). Algunos piensan que Jacob sintió poco o ningún dolor por ello, lo cual es probable, ya que no le impidió continuar la lucha (v. 26); si es así, ciertamente era evidencia de un toque divino, que hirió y curó al mismo tiempo.
3. El ángel, con admirable condescendencia, le pide a Jacob que le deje marchar, como dijo Dios a Moisés: Ahora, pues, déjame (Éx. 32:10). De este modo, honró la fe y la oración de Jacob, a la vez que ponía a prueba su constancia.
4. Jacob persiste en su santa importunidad: No te dejaré, si no me bendices. No le satisface el prestigio de una victoria sin el consuelo de una bendición. Al suplicar esta bendición, confiesa su inferioridad, a pesar de que parecía tener superioridad en la pelea.
5. El ángel le impone una especie de condecoración y marca perpetua de honor al cambiarle el nombre (vv. 27–28): «Tú eres un bravo combatiente» (viene a decirle el ángel), «un hombre de resolución heroica; ¿Cuál es tu nombre?—Jacob—, dice él, suplantador (pues eso quiere decir Jacob en hebreo). «Pues bien»—dice el ángel—«tú te llamarás Israel: príncipe, o luchador, con Dios». Así Jacob es armado caballero, por decirlo así, en el campo, y recibe un título de honor, que permanecerá, para alabanza suya, hasta el final de los tiempos. Pero esto no es todo; al haber tenido poder con Dios, tendrá también poder con los hombres (v. 28).
6. Le despide con una bendición (v. 29). En lugar de decirle su nombre, le da su bendición, que es por lo que había luchado. El interés por la bendición del ángel es mejor que el conocimiento de su nombre. El árbol de vida es mejor que el árbol de ciencia.
7. Jacob pone al lugar un nombre nuevo: Peniel, cara de Dios (v. 30). El nombre que le pone preserva y perpetúa, no el honor de su bravura o de su victoria, sino el honor de la libre y soberana gracia de Dios: «En este lugar vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma». No dice: «Es mi gloria que salí vencedor», sino: «Es misericordia de Dios que escapé con vida».
8. El memorial que de esto conservó Jacob en sus huesos: Cojeaba de su cadera (v. 31). El honor y el consuelo que alcanzó con esta lucha fue más que suficiente para contrarrestar el daño sufrido, aunque fue hasta el sepulcro cojeando. Queda registrado el detalle de que le salió el sol cuando había pasado Peniel, porque realmente le amanece el sol al alma que tiene íntima comunión con Dios. El escritor inspirado menciona una costumbre tradicional entre los descendientes de Jacob de no comer jamás del tendón, o músculo de ningún animal, que está en el encaje del muslo (v. 31). Así han preservado el recuerdo de esta historia.[3]
Elena de White comenta al respecto: “En la crisis suprema de su vida, Jacob se apartó para orar. Lo dominaba un solo propósito: buscar la transformación de su carácter. Pero mientras suplicaba a Dios, un enemigo, según le pareció, puso sobre él su mano, y toda la noche luchó por su vida. Pero ni aun el peligro de perder la vida alteró el propósito de su alma. Cuando estaba casi agotada su fuerza, ejerció el Ángel su poder divino, y a su toque supo Jacob con quién había luchado. Herido e impotente, cayó sobre el pecho del Salvador, rogando que lo bendijera. No pudo ser desviado ni interrumpido en su ruego y Cristo concedió el pedido de esta alma débil y penitente, conforme a su promesa: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Jacob alegó con espíritu determinado: “No te dejaré, si no me bendices”. Este espíritu de persistencia fue inspirado por Aquel con quien luchaba el patriarca. Fue él también quien le dio la victoria y cambió su nombre, Jacob, por el de Israel, diciendo: “Porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Por medio de la entrega del yo y la fe imperturbable, Jacob ganó aquello por lo cual había luchado en vano con sus propias fuerzas”.[4]
3.- Aplicación:
Fue, pues, una experiencia en que se envolvió toda la naturaleza de Jacob: física, emocional, intelectual, y espiritual. Fue una experiencia también que un hombre como Jacob, que no estaba acostumbrado a la oración, como nosotros lo estamos, no hubiera podido tener, sin que Dios viniera a él en una forma palpable y corporal.[5]
Elena de White señala: “Por la entrega de sí mismo y por su confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había podido alcanzar con su propia fuerza. Así el Señor enseñó a su siervo que sólo el poder y la gracia de Dios podían darle las bendiciones que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los últimos días. Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere de su alma, deberán depender únicamente de los méritos de la expiación... Nadie perecerá jamás mientras haga esto...” (Conflicto y valor, 69)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015



b b 32.28: Gn. 35.10.
42 Esto es, El que lucha con Dios, o Dios lucha.
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn. 32.28.
[2]Matthew Henry, Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 53.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 59.
[4]Elena de White, El discurso maestro de Jesucristo, 121, 122.
            [5]Carroll Gillis, El Antiguo Testamento: Un Comentario Sobre Su Historia Y Literatura, Tomos I-V (El Paso, TX: Casa Bautista De Publicaciones, 1991), 1:221.

martes, 11 de agosto de 2015

TIEMPO DE VOLVER A CASA

1.- Lección: La sobrevaloración de la riqueza mundana que los hombres hacen es un error que es raíz de la codicia, la envidia y de todo mal.
2.- Texto: Gén 30:3 3También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.[1]

Jacob toma la resolución de dejar inmediatamente el servicio de su tío y suegro, para tomar sus posesiones y volver a Canaán. Tomó esta decisión:
I.-        A causa de la mala manera con que Labán y sus hijos se portaban con él.
1. Los hijos de Labán mostraron su mala voluntad en lo que dijeron (v. 1).
2. El propio Labán no dijo mucho, pero su semblante para con Jacob ya no era el de antes, y Jacob se apercibió de ello (vv. 2, 5). Siempre había sido Labán un avaro y un maleducado, pero ahora lo era más que anteriormente.
II.-       Bajo la dirección de Dios y escoltado por una promesa: Jehová dijo a Jacob: Vuélvete… y yo estaré contigo (v. 3). Vino acá por orden del Cielo, y aquí se estaría hasta que recibiera orden de volver. Es nuestro deber ponernos bajo la dirección de Dios, tanto en el salir como en el entrar. También animó a Jacob lo que se dice en el versículo 13, Yo soy el Dios de Betel. Este había sido el lugar en que Dios le había renovado el pacto. Levántate ahora (v. 13)… y vuélvete:
(A) A tus devociones en Canaán; la solemnidad que habría quizás interrumpido en gran parte mientras estaba con Labán.
(B) A tus comodidades en Canaán: Vuélvete a la tierra de tu nacimiento.
III.- Con el conocimiento y consentimiento de sus esposas.
1. Envió a llamar a Raquel y a Lea al campo (v. 4), para consultar con ellas en privado. Los maridos que aman a sus esposas han de comunicarles sus planes e intenciones. Donde hay afecto mutuo, debe haber mutua confianza. Les dijo el mandato que Dios le había dado en sueños de volver a su país (v. 13), para que no sospecharan que su decisión era fruto de la inconstancia o de falta de afecto al país o a la familia de ellas, sino que vieran que se debía a la obediencia que había de prestar a su Dios.
2. Sus esposas consintieron de buena gana en lo que él había resuelto. Y deseaban marcharse con su marido y ponerse con él bajo la dirección divina: Haz todo lo que Dios te ha dicho (v. 16).[2]
Elena de White comenta al respecto: “Jacob habría dejado a su astuto pariente mucho antes, si no hubiera tenido el encuentro con Esaú. Ahora comprendió que estaba en peligro frente a los hijos de Labán, quienes, considerando suya la riqueza de Jacob, tratarían tal vez de obtenerla por la fuerza. Se encontraba en gran perplejidad y aflicción, sin saber qué camino tomar. Pero recordando la bondadosa promesa de Bet-el, llevó su problema ante Dios y buscó su consejo. En un sueño se contestó a su oración: “Vuélvete a la tierra de tus padres, a tu parentela; que yo estaré contigo”.[3]

3.- Aplicación:
La riqueza de Jacob provocó envidia en los hijos de Labán. A veces es muy difícil ser feliz cuando a otros les va mejor que a nosotros. Comparar nuestros éxitos con el de los demás es una forma peligrosa de juzgar la calidad de nuestra vida. Al compararnos con los demás podemos estar dándole pie a la envidia. Evitaremos la envidia si aprendemos a regocijarnos con el éxito de los demás (Romanos 12.15).
Griffith Thomas señala varios principios aquí para discernir la voluntad de Dios. Primero, Jacob tenía un deseo (30:25). Segundo, las circunstancias dictaban que un cambio era necesario. Tercero, la palabra de Dios vino con convicción. Y finalmente, hubo confirmación en el apoyo de sus esposas, a pesar del lazo natural con Labán…25 Notamos que el ángel de Dios (v. 11) es el Dios de Bet-el (v. 13).[4]


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 31.3.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 57.
[3]Elena de White, Patriarcas y profetas, 171.
25 (31:1–18) W. H. Griffith Thomas, Genesis: A Devotional Commentary (Génesis: Un Comentario Devocional), pág. 288.
[4]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 36.

lunes, 10 de agosto de 2015

JACOB ES BENDECIDO

1.- Lección: Las bendiciones de Dios siempre pueden exceder a los fraudes humanos.
2.- Texto: Gén 30:37-43  37Tomó luego Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. 38Y puso las varas que había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber. 39Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. 40Y apartaba Jacob los corderos, y ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán.[1]

Esta es una historia poco común que relata la forma en que Jacob adquirió sus riquezas. Ese hombre superó a su opositor en astucia, o cuando menos, así lo parecía. Pero la victoria de Jacob se debió más a Dios que lo que Jacob pudo entender entonces.[2]

Dios bendijo a Jacob de una manera poco común. Aquí se encuentra un juego de palabras con el nombre Labán (“blanco”), porque en la medida en que Jacob descortezó las varas para descubrir lo blanco (lāḇān) de ellas, veía cómo aumentaban sus rebaños. Le siguió el juego a Labán y ganó—fue más listo que “Blanco”.

Posteriormente, Jacob aceptó claramente (31:7–12) que Dios había intervenido para cumplir las expectativas que él había puesto en las varas blancas. Parecía que las varas, puestas en los abrevaderos, hacían que sus animales fueran más fértiles, ya que se apareaban frente a los abrevaderos. Además, Jacob usó la cruza selectiva para aparear los animales más fuertes para su rebaño y las ovejas más débiles (las hembras) para Labán. Pero esta no fue la única ocasión en que la intervención de Dios en el éxito de Jacob fue mucho más grande de lo que un observador podría pensar.

Así que Jacob se enriqueció muchísimo (30:43) en cumplimiento de la promesa que Dios le hizo en Bet-el y a costa de Labán, que así recibió parte de la recompensa que se merecía. Entre Labán y Jacob se desarrolló una lucha fascinante. Las injusticias y artimañas de Labán se adelantaron al plan de Jacob, así como la intención de Isaac de bendecir a Esaú había precipitado el engaño de Jacob. En ambos casos, las intenciones de defraudarlo, de hecho fueron superadas por Jacob mismo. Sin embargo, posteriormente Jacob consideró que su ganancia real se debía a la bendición divina, aunque tuvo que aceptar las consecuencias (temor y peligro) de sus tretas.[3]

3.- Aplicación:
Lo más probable es que la cría selectiva y la promesa de Dios de provisión fueran las razones fundamentales del incremento en los rebaños de Jacob.
El Señor de una u otra manera defenderá la causa del oprimido y honrará a los que sencillamente confían en su providencia. Que todas nuestras misericordias sean recibidas con acción de gracias y oración, para que viniendo de su generosidad, nos lleven a alabarle.
En realidad, Dios le prometió hacer esto en sueños (31:10), así Jacob llegó a ser rico (v. 43).[4]


Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015



[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 30.37-40.
[2]John F. Walvoord and Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo: Antiguo Testamento, Tomo 1: Génesis-Números (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 88.
[3]John F. Walvoord and Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo: Antiguo Testamento, Tomo 1: Génesis-Números (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 88.

[4]Nuevo Comentario Ilustrado De La Biblia (Nashville: Editorial Caribe, 2003), 57.

domingo, 9 de agosto de 2015

SIETE BREVES AÑOS

1.- Lección: El amor hace cortos y fáciles los servicios largos y difíciles.
2.- Texto: Gén 29:20 20Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.[1]

I.-        El amistoso convenio entre Labán y Jacob durante el mes que éste pasó allí como huésped (v. 14). Ahora tuvo Jacob una buena oportunidad para notificar a Labán el afecto que sentía por su hija Raquel, y al no tener en su mano bienes materiales con que dotarla, le promete servirle durante siete años, bajo condición de que, al final de los siete años, ha de concedérsela por esposa.
II.-       Honesto cumplimiento por parte de Jacob, de la tarea que le correspondía en el convenio (v. 20). Jacob le sirvió honradamente los siete años. Le parecieron como pocos días, porque la amaba, como si el deseo de ganarla fuese mayor que el de tenerla.
III.-     El engaño vil que Labán hizo a Jacob; le puso a Lea en los brazos en lugar de Raquel (v. 23). Labán cometió así un pecado contra Jacob, y a la vez, contra Raquel. Fácilmente puede observarse cómo le pagaron a Jacob con su misma moneda. Él había engañado a su padre, haciéndose pasar por Esaú, y ahora su suegro le engañaba a él, haciéndole pasar a Lea por Raquel.
IV.-     La excusa y la reparación que Labán hizo por su engaño:
1. La excusa fue frívola: No se hace así en nuestro lugar (v. 26). Pero no había en su país tal costumbre como él dice en su pretexto; sólo pretende burlarse de Jacob y reírse del error que ha sufrido.
2. Su manera de deshacer el entuerto fue todavía peor: Se te dará también la otra (v. 27). Con esto, indujo a Jacob al pecado, trampa, y desasosiego, de multiplicar esposas, lo que constituye un borrón en su blasón. El honrado Jacob no lo planeó, pero no pudo tampoco evitarlo. No podía rehusar a Raquel, porque se había comprometido con ella; menos aún podía rehusar a Lea, por cuanto se había casado con ella. La poligamia de los patriarcas tenía cierta excusa en ellos, porque, aun cuando había contra ella una razón tan antigua como el matrimonio de Adán (Mal. 2:15), con todo no había un mandato explícito contra ella; en ellos era pecado de ignorancia. No hay justificación alguna para practicarla ahora, cuando es notoria la voluntad de Dios de que, como en el principio, el matrimonio sea de uno con una (1 Co. 7:2). El doctor Lightfoot hace de Lea y Raquel figuras respectivamente de la sinagoga y de la Iglesia; los judíos bajo la Ley, y los gentiles en el Evangelio; la más joven es la más bella, y la que más estaba en el pensamiento de Cristo, cuando vino en forma de siervo; pero la otra, como Lea, la que primeramente estuvo en sus brazos.[2]

El comentario de Elena de White con relación al texto dice: “En los tiempos antiguos era costumbre que el novio, antes de confirmar el compromiso del matrimonio, pagara al padre de su novia, según las circunstancias, cierta suma de dinero o su valor en otros efectos. Esto se consideraba como garantía del matrimonio... Pero se hacían arreglos para probar a los que no tenían con que pagar la dote de la esposa. Se les permitía trabajar para el padre cuya hija amaban, durante un tiempo, que variaba según la dote requerida. Cuando el pretendiente era fiel en sus servicios, y se mostraba digno también en otros aspectos, recibía a la hija por esposa, y generalmente, la dote que el padre había recibido se la daba a ella el día de la boda...”.[3]

3.- Aplicación:
La gente a menudo se pregunta si vale la pena esperar un largo tiempo por lo que uno desea. Jacob esperó siete años para casarse con Raquel. Cuando se vio engañado, acordó trabajar otros siete años por ella (aunque se casó con Raquel al poco tiempo). Las metas y los deseos más importantes bien valen la espera y el precio. El cine y la televisión han creado la ilusión de que la gente tiene que esperar sólo una o dos horas para resolver sus problemas o para conseguir lo que desean. No se deje atrapar al pensar que pasa lo mismo en la vida real. La paciencia es más difícil de conseguir cuando más la necesitamos, pero es la llave para alcanzar nuestras metas.[4]
Elena de White comenta: “Cuando se pedía al pretendiente que trabajara para conseguir a su esposa, se evitaba un casamiento precipitado, y se le permitía probar la profundidad de sus afectos y su capacidad para mantener a su familia. Muchos descubren demasiado tarde que no se adaptan el uno al otro, y el resultado de su unión es una vida miserable”. (Historia de los Patriarcas y Profetas, 186, 187)

Pr. Wilbert Maluquish
Agosto, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 29.20.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 55.
[3]Elena de White, Conflicto y valor, 66.
[4]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 29.20.

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