sábado, 25 de julio de 2015

MELQUISEDEC, “MI REY ES JUSTO"

1.- Lección: Un reconocimiento piadoso que nosotros deberíamos imitar al tener éxito en cualquier empresa legítima.
2.- Texto: Gén 14:17-20 17Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18Entonces Melquisedec,a rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abrham los diezmos de todo.[1]

Este párrafo comienza con la mención de los respetos que el rey de Sodoma ofreció a Abraham, pero, antes de referirla en detalle, la Escritura registra brevemente la historia de Melquisedec.

I.- Quién era éste. Era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo; y otras cosas gloriosas que se dicen de él (Heb. 7:1):
1. Los escritores rabínicos concluyen que Melquisedec era Sem el hijo de Noé. Pero, ¿por qué habría cambiado su nombre? ¿Y cómo vino a fijar su residencia en Canaán?
2. Muchos escritores cristianos han pensado que fue una aparición del mismo Hijo de Dios en figura de rey justo, que sale en defensa de una causa justa y da la paz. Piensan que es difícil imaginar un mero hombre de quien pueda decirse que es sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida (Heb. 7:3).
3. La opinión más común es que Melquisedec era un príncipe cananeo que reinó en Salem y conservó allí la verdadera religión; pero si es así, ¿por qué había de aparecer su nombre sólo aquí en toda la historia de Abraham? La Cadena Arábica da de Melquisedec los siguientes datos: Que era el hijo de Heraclim, hijo de Peleg, hijo de Heber, y que el nombre de su madre era Salatiel, hija de Gomer, hijo de Jafet, el hijo de Noé.
II.- Lo que hizo.
1. Sacó pan y vino, como refrigerio para Abraham y sus soldados y como felicitación por su victoria. Esto lo hizo en cuanto rey.
2. En su calidad de sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham, lo que podemos suponer que sería para Abraham un refrigerio mayor que el pan y el vino. Así Dios, después de resucitar a su Hijo Jesús le ha enviado a bendecirnos, como quien tiene autoridad; y aquéllos a quienes Él bendice, son benditos de veras.
III.- Lo que dijo (vv. 19–20). Dijo dos cosas:
1. Bendijo a Abraham de parte de Dios. Observa los títulos que da aquí a Dios, y que son muy gloriosos. 
(a) El Dios Altísimo; 
(b) Creador de los cielos y de la tierra, o Dueño, como dice el hebreo, lo que implica que es el justo Dueño y Soberano Señor de todas las criaturas, por ser el Creador y Hacedor de todas ellas.
2. Bendijo a Dios de parte de Abraham (v. 20): y bendito sea el Dios Altísimo.
IV. Lo que le fue hecho: Le dio Abraham los diezmos de todo, es decir, del botín (Heb. 7:4). Esto podría considerarse:
1. Como un presente voluntario a Melquisedec, en correspondencia a sus señales de respeto.
2. Como ofrenda prometida y dedicada al Dios Altísimo y, por ello, puesta en manos de Melquisedec, su sacerdote. Notemos: (a) Cuando hemos recibido de Dios algún señalado favor, está muy en su punto que expresemos nuestra gratitud con algún acto especial de piedad caritativa. (b) El diezmo de lo que Dios nos haya prosperado es una conveniente porción para ponerla aparte para el honor de Dios y el servicio del santuario. (c) Jesucristo, nuestro gran Melquisedec, se merece nuestro homenaje, y que todos y cada uno le reconozcamos como nuestro rey y sacerdote; y no sólo el diezmo de todo, sino todo lo que poseemos debemos ponerlo a sus pies y ofrecérselo.[2]
Elena de White comenta: “Melquisedec, al bendecir a Abraham, había reconocido a Jehová como la fuente de todo su poder y como autor de la victoria: “Bendito sea Abraham del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos”. Génesis 14:19, 20. Dios estaba hablando a aquel pueblo por su providencia, pero el último rayo de luz fue rechazado, como todos los anteriores”.[3]

3.- Aplicación:
Cuando la gente nos mira, debe notar lo que Dios ha logrado en nuestras vidas.
Hablando del diezmo, “Y Abraham le dio a él el diezmo de todo” (Job 14:20). De este versículo se desprenden varios principios importantes en cuanto al diezmo los cuales debemos aplicar:
1.     Debemos dar en el lugar adecuado. Abraham dio su diezmo al sacerdote del lugar. En nuestro caso debemos darlo en la congregación de nuestra iglesia.
2.     Debemos dar la cantidad adecuada. El diezmo es lo establecido por el Señor como el mínimo.
3.     Debemos dar con el motivo adecuado. Abraham lo hizo por gratitud a todo lo recibido de la mano del Señor.
4.     Debemos dar en el momento adecuado. Inmediatamente que Abraham obtuvo la victoria entrega sus diezmos. Inmediatamente que recibimos los recursos que Dios nos da, es el momento para dar al Señor nuestro diezmo de gratitud.


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 14.17-21.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 39.

[3]Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 136.

viernes, 24 de julio de 2015

PROCURANDO LA PAZ

1.- Lección: Mejor es conservar la paz, que no sea rota pero la otra cosa mejor es, si se presentan diferencias, sofocar con toda velocidad el fuego que está empezando.
2.- Texto: Gén 13:5-9 También Lot, que andaba con Abraham, tenía ovejas, vacas y tiendas. 6Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. 7Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. 8Entonces Abraham dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. 9¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. [1]

Al enfrentar la posibilidad de un conflicto con su sobrino Lot, Abraham tomó la iniciativa de resolver la disputa.
I.- La ocasión de reyerta fueron sus riquezas. Las riquezas son a menudo ocasión de discordias y peleas. La pobreza y el esfuerzo penoso, la escasez y los viajes no habían podido separar a Abraham y a Lot, pero las riquezas sí que pudieron. Los amigos y allegados pueden perderse fácilmente; pero Dios es un amigo tal, que de su amor no nos separarán jamás ni la altura de la prosperidad ni la profundidad de la adversidad.
II.- La contienda comenzó entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot (v. 7). Contendieron sobre quién habría de disponer de los mejores pastos o de las mejores aguas.
III.- La contienda se agravó por el hecho de que el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Esto hizo que la contienda fuese:
1. Muy Peligrosa.
2. Muy escandalosa. Las contiendas de los que profesan la religión resultan en reproche de la religión que profesan y dan ocasión, tanto como cualquier otra cosa, a los enemigos de Dios para blasfemar de Él.
IV.- La solución de la contienda fue en extremo feliz. Es mejor preservar la paz que dejar que se quiebre. Pero, si surgen las diferencias, lo mejor es en este caso arreglarlas con la mayor presteza. La propuesta para detener la contienda fue hecha por Abraham.
1. Su petición de paz fue muy afectuosa: No haya altercado… Te ruego. Abraham sabía cómo calmar la ira con una respuesta blanda y abrir la vía de la reconciliación. Los hijos de Dios deben siempre manifestarse como pacificadores; sea cual sea la reacción de los demás, la suya debe ser por la paz.
2. Su apelación a la paz fue muy convincente.                                                                 
(a) “No haya altercado entre nosotros dos. Deja que los cananeos y los ferezeos contiendan por naderías; pero no caigamos en eso nosotros, que conocemos mejores cosas y aspiramos a una patria mejor.” El recuerdo de viejas amistades debería poner rápidamente punto final a las contiendas y altercados que puedan surgir en algún momento.
(b) No se olvide que somos hermanos. Somos criaturas racionales, que deben guiarse por la razón. Somos hombres, no animales brutos; hombres, no chiquillos. En fin, somos hermanos. Hombres de la misma naturaleza de la misma familia, de la misma religión, compañeros en la obediencia y compañeros en la paciencia.
3. Su proposición de paz fue muy equitativa. “¿Por qué hemos de contender por espacio, cuando hay espacio suficiente para ambos?” Le ofrece así suficiente participación de la tierra en que estaban. Más aún, le da a elegir, y se ofrece a quedarse con lo que le deje: Si te vas a la mano izquierda, yo iré a la derecha. Abraham tenía toda la razón del mundo para escoger él primero; sin embargo, cede de su derecho. Es una noble victoria el estar dispuesto a ceder por causa de la paz; es la victoria sobre nosotros mismos, sobre nuestro orgullo y nuestras pasiones (Mt. 5).[2]

Elena de White comenta: “Abrahán volvió a Canaán “riquísimo en ganado, en plata y oro”. Lot aún estaba con él, y de nuevo llegaron a Betel, y establecieron su campamento junto al altar que habían erigido anteriormente. Pronto comprendieron que las riquezas acrecentadas aumentaban las dificultades. En medio de las penurias y las pruebas habían vivido juntos en perfecta armonía, pero en su prosperidad había peligro de discordias entre ellos. Los pastos no eran suficientes para el ganado de ambos... Era evidente que debían separarse. Abrahán era mayor que Lot, y superior a él en parentesco, riqueza y posición; no obstante, él fue el primero en sugerir planes para mantener la paz. A pesar de que Dios mismo le había dado toda esa tierra, muy cortésmente renunció a su derecho...”[3]

3.- Aplicación:
El ejemplo de Abraham nos muestra cómo debemos responder a las situaciones familiares difíciles: (1) tomar la iniciativa para resolver los conflictos, (2) permitir a los demás que hagan la primera elección, aun cuando eso signifique que no tendremos lo que queremos; (3) poner la paz familiar por encima de nuestros deseos personales.[4]

El pueblo de Dios debe estar por la paz sea lo que sea que los demás apoyen. El ruego de Abraham por la paz fue muy poderoso. Que la gente de la tierra contienda por fruslerías; pero no caigamos nosotros que sabemos cosas mejores y que esperamos un país mejor.

Elena de White compara ¡Cuántos, en circunstancias semejantes, habrían procurado a toda costa sus preferencias y derechos personales! ¡Cuántas familias se han desintegrado por esa razón! ¡Cuántas iglesias se han dividido, dando lugar a que la causa de la verdad sea objeto de las burlas y el menosprecio de los impíos! “No haya ahora altercado entre mí y ti”, dijo Abrahán, “porque somos hermanos”. No sólo lo eran por parentesco natural sino también como adoradores del verdadero Dios. Los hijos de Dios forman una sola familia en todo el mundo, y debería guiarlos el mismo espíritu de amor y concordia. “Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros” (Romanos 12:10), es la enseñanza de nuestro Salvador. El cultivo de una cortesía uniforme, y la voluntad de tratar a otros como deseamos ser tratados nosotros, eliminarían la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de ensalzamiento propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón que abriga el amor de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo suyo. El tal cumplirá la orden divina: “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros”. Filipenses 2:4.[5]


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



            [1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 13.5-10.

[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 37.

[3]Elena G. de White, Conflicto y valor, 47.

[4]Biblia Del Diario Vivir, electronic ed. (Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1996), Gn 13.5.

[5]White, Historia de los Patriarcas y Profetas, 125, 126.

jueves, 23 de julio de 2015

UNA PRUEBA DE FE

1.- Lección: Fe, oración y acción determinan nuestro porvenir.
2.- Texto: Gén 12:1-3Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.[1]

Después del diluvio, una vez más se multiplicaron los habitantes de la tierra, y también aumentó la impiedad.  La idolatría llegó a ser casi universal, y finalmente el Señor dejó que los endurecidos transgresores siguieran sus malos caminos, mientras él eligió a Abraham, del linaje de Sem, y lo convirtió en guardián de su ley para las generaciones futuras. Este llamamiento estaba destinado a probar su fe y obediencia así como a separarle y ponerle aparte para Dios y para servicios especiales.

I.- Un precepto para probarle: Vete de tu tierra (v. 1).

1. Con este precepto fue probado para ver si estaba apegado a su tierra nativa y a sus más queridos amigos, o si estaba dispuesto a dejarlo todo y marcharse con Dios. Su país se había vuelto idólatra, su familia era para él una tentación constante, y no podía continuar con ellos sin peligro de contagio. La gracia divina:
(A) Los afectos naturales deben dejar paso a la gracia divina.
(B) El pecado, y todas las ocasiones de pecado, han de ser abandonados y en particular las malas compañías; debemos abandonar todos los ídolos de iniquidad que hemos instalado en nuestro corazón, desprendiéndonos de buena gana de todo lo que nos sea más querido, cuando no podamos conservarlo sin riesgo de nuestra integridad.
(C) El mundo y todos sus deleites deben ser considerados con una santa indiferencia; ya no debemos tenerlo por nuestro país, o por nuestra casa, por más tiempo, sino como una posada y, por tanto, acostumbrarnos a vivir desligados de él, por encima de él, y fuera de él en nuestro corazón.

2. Con este precepto fue probado para ver si estaba dispuesto a confiar en Dios cuando ya no le viese, pues tenía que dejar su país para ir a una tierra que Dios le había de mostrar. Dios no le dice: “Es una tierra que te daré”, sino “una tierra que te mostraré”. Tiene que seguir a Dios con una fe implícita, a pesar de que no se le da ninguna seguridad especial de que no va a perder nada dejando su tierra para seguir a Dios.

II.- Hay luego una promesa estimulante, o, más bien, una combinación de promesas, muchas y sobremanera grandes y preciosas. Nótese que todos los preceptos de Dios van acompañados de promesas para el que obedece. Si nosotros obedecemos el mandamiento, Dios no dejará de cumplir la promesa. Aquí hay seis promesas:

1.- Haré de ti una nación grande. Cuando Dios le sacó de su pueblo, prometió hacerle cabeza de otro; le arrancó de ser rama de olivo silvestre para hacerle raíz de un buen olivo. Esta promesa fue: (A) Un gran alivio para la carga de Abram, porque no tenía hijos en este momento. Nótese qué bien sabe Dios ajustar sus favores a las necesidades y deseos de sus hijos. El que tiene una venda para cada herida, proveerá primero para la herida más dolorosa. (B) Una gran prueba para su fe, porque Saraí era estéril.
2. Te bendeciré. Deja la casa de tu padre, y yo te daré una bendición paterna.
3. Engrandeceré tu nombre. Al abandonar su patria, dejó allí su nombre. Al no tener hijos, temía quedarse también sin nombre; pero Dios iba a hacerle una gran nación y, por consiguiente, un gran nombre.
4. Serás bendición; esto es: (a) “Tu felicidad será un modelo de felicidad, de suerte que quienes bendigan a sus amigos, orarán solamente para que Dios los haga como a Abraham” (Rut 4:11). (b) “Tu vida será una bendición para los lugares en que tú permanezcas.”
5. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Esto implica una especie de coalición, ofensiva y defensiva, entre Dios y Abraham.
6 Serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Ésta fue la promesa que coronaba todas las demás, porque apunta hacia el Mesías, en quien todas las promesas son Sí y Amén (2 Cor. 1:20). Nótese que:
(a) Jesucristo es la gran bendición del mundo, la mayor que jamás el mundo haya podido disfrutar.
(b) Es una bendición para la familia, pues por él entra la salvación en casa (Luc. 19:9).[2]

Elena de White comenta: Dios escogió a Abraham como su mensajero mediante el cual comunicaría la luz al mundo. La palabra de Dios llegó a él, no con la presentación de seductoras perspectivas de grandes remuneraciones en esta vida, de gran estima y honor mundanales. “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1), fue el mensaje divino a Abraham. El patriarca obedeció... Dejó atrás su país, su hogar, sus parientes y todas las relaciones agradables de su vida para transformarse en un peregrino y extranjero.[3]

3.- Aplicación:
Quizá Dios está tratando de guiarlo a un lugar donde usted pueda serle más útil y servirle mejor. No deje que la comodidad y la seguridad de su posición actual le hagan perder el plan que Dios tiene para usted.

Elena de White señala Hay personas que podrían estar en situaciones favorables... en todas las cosas de la vida, pero Dios puede tener para ellos una obra que hacer en otra parte, una obra que no podrían hacer entre sus parientes y amigos. La misma comodidad y los parientes que los rodean pueden impedirles desarrollar los rasgos de carácter que Dios quisiera que desarrollaran. Pero Dios ve que cambiando su situación y enviándolos a lugares cuyo ambiente sea completamente diferente, ellos estarán en el sitio donde mejor podrán desarrollar un carácter que lo glorifique... Dios en su providencia nos coloca en situaciones en las cuales sentimos nuestra necesidad de su ayuda y poder, y ama revelarse a nosotros”.[4]




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 12.1-3.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 35.

[3]Elena G. de White, Testimonies for the Church 4:523.

[4]Elena G. de White, En los lugares celestiales,1968, 114.

miércoles, 22 de julio de 2015

ORIGEN DE LOS IDIOMAS

1.- Lección: Dios nunca deja al mundo sin testigos suyos.
2.- Texto: Gén 11:1-4Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.[1]

Al final del capítulo anterior leíamos que de los hijos de Noé se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio; es decir, estaban distribuidas en tribus distintas, y estaba decidido, ya sea por disposición de Noé ya por acuerdo tomado entre ellos, por qué camino había de dirigirse cada tribu o colonia para establecerse en sus respectivos lugares. Pero parece ser que los hijos de los hombres no estaban muy dispuestos a dispersarse hasta lugares distantes. Pensaron que estar juntos era más seguro y más feliz, y fraguaron un plan para lograrlo, teniéndose por más sabios que Noé o el mismo Dios. De modo que aquí tenemos:

I.- Las ventajas que comportaba su plan de mantenerse juntos:
1. Tenían una sola lengua (v. 1). Así, mientras podían entenderse bien unos a otros, era lo más probable que se amasen unos a otros, que estuviesen dispuestos a ayudarse mutuamente, y cada vez menos inclinados a separarse.
2. Encontraron un lugar conveniente y cómodo para fijar en él su residencia, una llanura en la tierra de Sinar (v. 2), es decir, una explanada espaciosa y fértil, suficiente para contenerlos y mantenerlos a todos ellos, de acuerdo con las cifras de la población de entonces.

II.- El método que usaron para unirse de esta manera y mantenerse juntos en una sola corporación. En lugar de ambicionar una progresiva expansión de sus fronteras, extendiéndose pacíficamente bajo la protección divina, trataron de fortificarse y la resolución unánime fue: Edifiquémonos una ciudad y una torre (v. 4). Obsérvese aquí:
1. Cómo se estimularon y animaron unos a otros a poner manos a la obra. Decían: Vamos, hagamos ladrillo (v. 3); y de nuevo: Vamos, edifiquémonos una ciudad (v. 4) animándose mutuamente, se hacían todos más atrevidos y resueltos.
2. Qué materiales usaron en su construcción. Siendo llano el terreno, no podía proporcionar piedra ni argamasa, pero esto no les hizo desistir de su empresa, sino que cocieron ladrillos en vez de piedra y usaron asfalto en lugar de argamasa. ¡Qué cantidad de recursos emplean los que están resueltos en sus propósitos! Si tan celosos fuésemos nosotros para lo bueno, no cejaríamos en nuestros trabajos con tanta frecuencia como lo hacemos, bajo pretexto de que necesitamos comodidades para continuar.
3. Qué objetivos perseguían con esta obra. Parece ser que pretendían tres cosas con la construcción de esta torre.
a) Parecía destinada a afrentar al mismo Dios, pues querían edificar una torre cuya cúspide llegase al cielo (v. 4), lo que comporta un desafío a Dios o, al menos, un intento de rivalizar con él.
b) Con ello esperaban hacerse un nombre y dar a conocer a la posteridad que habían existido tales hombres en el mundo. Querían legar este monumento de su orgullo, de su ambición y de su insensatez. El caso es que no hallamos en ningún libro de historia ni un solo nombre de estos edificadores de Babel.
c) Lo hicieron para impedir su dispersión. Es probable que en todo esto anduviese la mano del ambicioso Nimrod. Él deseaba una monarquía universal, para lo cual, bajo pretexto de una unión encaminada a dar seguridad a todos, se amañaba para guardarlos en un solo cuerpo, a fin de que, al tener a todos bajo su mirada, no le fallara el tenerlos a todos bajo su poder. Pero es prerrogativa de Dios ser monarca universal, Señor de todos y Rey de reyes; el hombre que ambiciona tal honor pretende escalar el trono del Altísimo, quien no dará su gloria a otro.[2]

Elena de White señala: “Los moradores de la llanura de Sinar establecieron su reino para su exaltación propia, no para la gloria de Dios. Si hubieran tenido éxito, hubiera nacido un imperio poderoso, que, proscribiendo la justicia, inauguraría una nueva religión. El mundo se hubiera desmoralizado... Pero Dios nunca deja al mundo sin testigos suyos. En esa época había hombres que se humillaban ante Dios y oraban a él. “Oh, Señor”, rogaban, “interpónte entre tu causa y los planes y métodos del hombre”.

Adelantada la construcción de la torre, parte de ella fue habitada por los edificadores. Otras secciones, magníficamente amuebladas y adornadas, las destinaron a sus ídolos... [3]

De repente, la obra que había estado avanzando tan prósperamente fue interrumpida. Fueron enviados ángeles para anular los propósitos de los edificadores. La torre había alcanzado una gran altura, y por ese motivo les era imposible a los trabajadores que estaban arriba comunicarse directamente con los de abajo; por lo tanto fueron colocados hombres en diferentes puntos para recibir y transmitir al siguiente las órdenes acerca del material que se necesitaba, u otras instrucciones tocante a la obra. Al pasar los mensajes de uno a otro, el lenguaje se les confundía de modo que pedían un material que no se necesitaba, y las instrucciones dadas eran a menudo contrarias a las recibidas. Esto produjo confusión y consternación. Toda la obra se detuvo...[4]

Hasta esa época, todos los hombres habían hablado el mismo idioma; ahora los que podían entenderse se reunieron en grupos y unos tomaron un camino, y otros otro. “Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra”. Esta dispersión obligó a los hombres a poblar la tierra, y el propósito de Dios se alcanzó por el medio empleado por ellos para evitarlo.[5]

3.- Aplicación:
La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo. Pero era un monumento dedicado a la gente misma y no a Dios. A veces construimos monumentos a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo importante) para llamar la atención. Esto puede no ser malo en sí, pero cuando los usamos para jactarnos y gloriarnos, toman el lugar de Dios en nuestras vidas. Somos libres para desarrollarnos, pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios. ¿Qué torres ha construido usted en su vida?

Elena de White señala que en nuestros días el Señor desea que su pueblo sea dispersado por toda la tierra. No deben colonizar. Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”.[6]



Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015




[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 11.1-4.
[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 34.

[3]Elena G. de White, Camino a Cristo (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1971), 43.3.

[4]Ibid., Conflicto y valor, 43.4.

[5]Ibid., Historia de los Patriarcas y Profetas, 113.

[6]Ibid., Testimonies for the Church 8:215

martes, 21 de julio de 2015

ORÍGENES DE LAS NACIONES

1.- Lección: Dios tiene el control de las naciones.
2.- Texto: Gén 10:1Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio”.[1]

Sin Génesis 10 nuestro conocimiento de los orígenes e interrelaciones de las diversas razas sería mucho menos completo de lo que es.  Este capítulo confirma las palabras de Pablo en Atenas, que Dios "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres" (Hech. 17:26).[2] Estos tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet fueron los padres de las naciones.
Sem: Las poblaciones semitas: judíos, árabes, asirios, arameos, fenicios.
Cam: Los descendientes de Cam: babilonios, etíopes, egipcios, cananeos, filisteos, posiblemente las poblaciones africanas y orientales, aunque muchos eruditos ven a los orientales como jaféticos.
Jafet: Las poblaciones jaféticas: medos, griegos, chipriotas, etc. Probablemente la gente caucásica de Europa y Asia del norte. Muchos eruditos incluirían a los orientales aquí.[3]

Es imposible identificar con certeza los lugares donde habitaron las diferentes poblaciones, pero los siguientes serán de ayuda en estudios futuros. [4]
Tarsis (v. 4)
— España
Quitim (v. 4)
— Chipre
Cus (v. 6)
— Etiopía
Mizraim (v. 6)
— Egipto
Fut (v. 6)
— Libia
Canaán (v. 6)
— Palestina
Asiria (v. 11)
— Asiria
Elam (v. 22)
— Persia
Aram (v. 22)
— Siria y Mesopotamia

Elena de White comenta: “Para repoblar la tierra, de la cual el diluvio había barrido toda corrupción moral, Dios había preservado una sola familia, la casa de Noé, a quien había manifestado: “A ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Sin embargo, entre los tres hijos de Noé pronto se desarrolló la misma gran distinción que se había visto en el mundo antediluviano. En Sem, Cam y Jafet, quienes habían de ser los fundadores del linaje humano, se pudo prever el carácter de sus descendientes”.[5]

3.- Ilustración:
El hecho de que Cristo esté ahora en el cielo cumpliendo su función intercesora, no significa que esté ajeno a todo lo que sucede en la tierra. El conflicto continúa aquí. Satanás trata de ganar terreno; sin embargo, Dios tiene todo bajo control. Él no permite que nada suceda al azar. Y aunque Satanás nos haga creer que Dios nos ha abandonado, la verdad es que Dios está muy presente en los acontecimientos del planeta y en los acontecimientos de cada persona. Así lo demuestra la profecía de Daniel 2:1-45

4.- Aplicación:
Noé, signo de la vida en medio del panorama de muerte que representa el diluvio. Su misión y sentido en el mundo era crecer, multiplicarse, poblar la tierra, administrarla (Gén. 9:7), pero nunca fueron fieles a esa misión que Dios les había confiado. Pese a todo ello, el mundo y la historia están en manos de Dios. En esto consiste la perfección, en que la historia y el mundo no se han escapado de las manos de Dios. Todo está bajo control, no solo de las naciones, sino, de cada una de nuestras vidas. Eso tenlo por seguro!!!


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 10.1.

[2]Francis D. Nichol, ed., trad. V.E. Ampuero Marta, Comentario bíblico adventista, 8 vols. (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1978-1990), 1:286.

[3]William MacDonald, Comentario Bíblico De William MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 27.

[4]Ibid., 28.

[5]Elena G. de White, El Cristo triunfante (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1976), 70.

lunes, 20 de julio de 2015

EL PACTO

1.- Lección: Dios es fiel con su pacto.
2.- Texto: Gén 9:8-11Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: 9He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; 10y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. 11Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra”.[1]

El primero de los cinco pactos entre Dios y la humanidad en el AT fue su promesa incondicional de que nunca más la tierra sería arrasada por las aguas.

I.- El establecimiento general del pacto de Dios con este mundo nuevo, y la extensión de dicho pacto (vv. 9–10). Obsérvese:
1.- Que Dios se complace benignamente en tratar con la humanidad en términos de un pacto, con lo que estimula grandemente el sentido del deber y la obediencia del hombre.
2.- Que Dios estipula sus pactos con el hombre por propia iniciativa: Yo, sí, yo (v. 9).
3.- Que los pactos de Dios quedan establecidos más sólidamente que las columnas de los cielos o los cimientos de la tierra, y no pueden ser anulados.
4.- Que los pactos de Dios se hacen con los destinatarios y con sus descendientes; la promesa es para ellos y para sus hijos.

II.- La intención particular de este pacto. Fue instituido para preservar al mundo de otro diluvio: No exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio (vv. 11, 15). A la bondad y fidelidad de Dios se debe, y no a ninguna reforma introducida en el mundo el que la tierra no haya sido inundada muchas veces con diluvio, y aun el que no esté inundada al presente. Así como el viejo mundo fue destruido para que fuese un monumento de justicia, así también el mundo actual permanece hasta el día de hoy para ser monumento de misericordia, de acuerdo con el juramento de Dios de que las aguas de Noé nunca más pasaran sobre la tierra (Isa. 54:9). Si el mar se abalanzara sobre la tierra durante unos pocos días al ritmo que lo hace durante unas pocas horas dos veces al día, ¡qué desolación se produciría! Glorifiquemos a Dios por su misericordia en prometer y por su fidelidad en cumplir.[2]

Elena de White comenta al respecto: “¡Qué condescendencia de parte de Dios! ¡Qué compasión con el hombre falible fue poner el hermoso y multicolor arco iris en las nubes como prueba del pacto del gran Dios con el hombre! Ese arco debía manifestar a todas las generaciones el hecho de que Dios destruyó a los habitantes de la tierra mediante un diluvio a causa de su gran maldad. Era su propósito que cuando los niños de las generaciones sucesivas lo vieran en las nubes y preguntaran por qué se extendía por los cielos ese magnífico arco, sus padres se refirieran a la destrucción del mundo antiguo por medio del diluvio porque la gente se había entregado a toda clase de impiedad, y las manos del Altísimo le habían dado forma y lo habían colocado en el cielo como señal de que Dios nunca más enviaría las aguas de un diluvio sobre la tierra.[3]

3.- Aplicación:
Este es un pacto para siempre, que no cambiará (v. 11-12). Por último, es un compromiso unilateral de Dios, porque el Señor se obliga a sí mismo en virtud de una promesa solemne, sin imponer ninguna obligación a Noé. Que grandioso en nuestro Dios. ¿Hasta cuándo Señor tus bondades?


Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015



[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 7.1-4.

[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 32.

[3]White, Elena, Historia de la redención (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1970), 73.

DIOS ES FIEL

1.- Lección: Dios es fiel con los que le obedecen.
2.- Texto: Gén 8:1-3Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra; y se retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días.[1]

Al final del capítulo 7, dejamos el mundo en ruinas. Ahora, la escena cambia, y aquellas nubes tan negras muestran ahora su lado luminoso.

I.- Un acto de la gracia de Dios: Se acordó Dios de Noé y de todos los animales. Ésta es una expresión antropomórfica; porque ninguna de sus criaturas (Luc. 12:6) y, mucho menos, de los hombres, son olvidados por Dios (Isa. 49:15–16). El acordarse Dios de Noé fue el retorno de su misericordia hacia la humanidad, pues Dios no había querido extinguirla. Noé mismo, aun cuando había hallado gracia a los ojos del Señor, parecía estar olvidado en el arca, y quizá comenzaba a pensarlo él mismo, pues no encontramos que Dios le dijera por cuánto tiempo había de quedar confinado allí.

II.- Un acto del poder de Dios sobre el viento y el agua.
1.- Mandó al viento y le dijo: Ve; y fue a cumplir su función sobre las aguas: Hizo pasar Dios un viento sobre la tierra. Véase aquí:
(a) Cómo recordó Dios a Noé: aliviándole.
(b) Qué dominio tan soberano tiene Dios sobre los vientos. Incluso los huracanes tormentosos cumplen su palabra (Sal. 148:8). En este caso, Dios envió un viento secador, semejante al que envió para dividir el Mar Rojo delante de Israel (Éxo. 14:21).
2.- Mandó a las aguas y les dijo: Venid; y vinieron.
(a) Así quitó la causa del diluvio. Nótese que, así como Dios tiene una llave para abrir, también tiene una llave para volver a cerrar y detener el progreso de sus juicios haciendo que cesen las causas que los produjeron, y la misma mano que trae la desolación, trae también la liberación. El que hiere es el único que puede también curar (Job 12:14–15).
(b) Entonces cesaron los efectos; no de una vez, sino por grados. Dios acostumbra a liberar los suyos gradualmente, para que no haya desprecio hacia los días de las cosas pequeñas, ni desesperación ante los días de las cosas grandes (Zac. 4:10; Pr. 4:18).[2]

3.- Aplicación:
Muchas veces grandes hombres de Dios han estado a punto de llegar a la conclusión de que el Señor les había olvidado, especialmente cuando sus aflicciones han sido inusitadamente serias y prolongadas. Quizá Noé, aunque era un gran creyente, al ver que el diluvio se prolongaba más de la cuenta, cuando parecía que ya debía haber concluido su obra se vio tentado a temer si el que le había encerrado allí se iba a cuidar de él, y comenzaría a decir: ¿Por cuánto tiempo me vas a tener en olvido? Pero, por fin, Dios se volvió a él en misericordia.
Así como Dios tiene una llave para abrir, también tiene una llave para volver a cerrar y detener el progreso de sus juicios haciendo que cesen las causas que los produjeron, y la misma mano que trae la desolación, trae también la liberación. El que hiere es el único que puede también curar (Job 12:14–15).





[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998), Gn 7.1-4.

[2]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 30.

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