1.- Lección: A pesar
de los fracasos de Abraham, Dios lo protegió junto con Sara, los enriqueció y
les concedió derechos.
2.- Texto: Gén 20:3-7 3Pero Dios vino a Abimelec en
sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has
tomado, la cual es casada con marido. 4Mas Abimelec no se había
llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente? 5¿No
me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano?...[1]
El incidente con Abimelec en Gerar es casi una repetición del engaño en Egipto (Gén. 12:10–17).
Dios intervino para llevar a cabo Su propósito en el nacimiento de Isaac, el
cual, de otra manera, hubiera sido frustrado. Amenazó a Abimelec con la muerte. Él es más que sólo un espectador de la
historia.[2]
I.- Dios
hace saber en sueños a Abimelec el peligro que corre (v. 3) —peligro de pecado—advirtiéndole
que aquella mujer que ha tomado está casada. Con el pecado, va de la mano el
peligro de muerte: Muerto eres. Si eres malo, de cierto que eres muerto.
II.- Abimelec
alega ignorancia de que fuesen otra cosa que hermanos (v. 6). Su corazón no le acusa (1 Jn. 3:21). Si
la conciencia testifica de nuestra integridad y no pecamos voluntaria y
conscientemente contra Dios, por grande que sea la trampa en que nos hayan
hecho caer, podremos regocijarnos en el día malo.
III.- Dios
da una respuesta completa a lo que él acaba de decir.
1. Admite su apelación a que lo hizo en la integridad de su corazón: Yo también
sé… (v. 6). Nótese que es motivo de consuelo para los que son honestos
saber que Dios conoce su honestidad, y la ha de reconocer públicamente, aunque
quizá los hombres que tengan prejuicios contra ellos no estén dispuestos a
convencerse de dicha honestidad o no quieran confesar que están convencidos.
2. Le manda hacer una compensación: Ahora pues, que ya estás
informado, devuelve la mujer a su marido (v. 7). Nótese que la
ignorancia deja de ser una excusa desde el momento en que tenemos la necesaria
información. Si, por ignorancia, hemos tomado un camino falso, salgamos de ese
camino tan pronto como nos apercibamos del error (Lv. 5:3–5).[3]
3.- Aplicación:
No importa cuánto amemos a Dios, ciertas tentaciones son
especialmente difíciles de resistir. Estos son los puntos vulnerables de
nuestra armadura espiritual. Mientras luchamos con estas debilidades, podemos
animarnos al saber que Dios nos está cuidando al igual que hizo con Abraham.
¿Cuántas veces Dios ha hecho lo mismo por nosotros,
deteniéndonos para que no pequemos, en formas que ni siquiera podemos detectar?
No tenemos manera de saberlo, pero a través de esta historia conocemos que Él
puede hacerlo. A menudo Dios actúa tanto en formas que podemos ver como en
formas que no podemos ver.
¡Es vergonzoso
cuando un creyente tiene que ser reprendido por un hombre del mundo! Cuando una
media verdad se presenta como la verdad completa, no es la verdad. Incluso,
Abraham trató de echar parte de la culpa sobre Dios por haberlo dejado salir errante.
Le hubiera sido mejor reconocer humildemente su culpa. Sin embargo, aún era
hombre de Dios. De modo que Dios mandó a Abimelec a Abraham para que orara a
Dios para que la casa de Abimelec tuviera hijos de nuevo.
Pr. Wilbert Maluquish
Julio, 2015
[1]Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas, 1998), Gn 20.3-5.
[2]William MacDonald, Comentario Bíblico De William
MacDonald: Antiguo Testamento Y Nuevo Testamento (Viladecavalls
(Barcelona), España: Editorial CLIE, 2004), 33.
[3]Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario
Bı́blico De Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE,
1999), 45.